Mostrando entradas con la etiqueta Atahualpa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Atahualpa. Mostrar todas las entradas

lunes, 27 de julio de 2020

Inca Atahualpa en Palacio Real de Madrid

Inca Atahualpa

En la fachada del Palacio Real de Madrid se encuentra la estatua de Atahualpa, el último inca, de facto, que fue capturado por Francisco Pizarro., dándose inicio así a la ocupación española del Perú.

 Además de Atahualpa, figuran alrededor: Moctezuma, último emperador azteca, también están otros reyes españoles.


La idea de colocar las estatuas de los monarcas se la propuso a Fernando VI el erudito Fray Martín Sarmiento.

Sugirió empezar  por los reyes visigodos con Ataulfo, los que figuran en una preciosa alameda con grandes y perfectas esculturas en la Plaza de Oriente al frente de palacio.

La monarquía apareció en la península ibérica hace 1.600 años, cuando se instaló el rey Ataulfo, primer rey visigodo.

Inca Atahualpa

miércoles, 25 de abril de 2018

La Presencia de Atahualpa en el Palacio Real de España

Estatua de Atahualpa en el Palacio Real de España

En el Palacio Real de España, se encuentra una estatua de homenaje a Atahualpa, quién gobernaba el Imperio Inca a la llegada de los españoles.

Atahualpa fue emboscado y luego muerto por Francisco Pizarro quién comandaba a las fuerzas españolas.

El último inca coronado con la mascaypacha fue Huáscar quién fue muerto por Atahualpa, Principe de Quito, el cual comando una rebelión en su contra, asumiendo por la fuerza el comando del Imperio.

Atahualpa nunca fue reconocido ni coronado como inca según las leyes o constitución del imperio.

Huáscar - Ultimo Inca Legítimo del Perú

sábado, 7 de febrero de 2015

Atahualpa Fue Rey de Quito y No es Considerado como Rey Inca

HUASCAR - Ultimo Rey Inca

En el Imperio Inca, Atahualpa siempre fue considerado como un advenedizo o traidor al haber usurpado la posición de Rey Inca que ejercía legalmente Huáscar. Por tal razón nunca fue reconocido como Sapa Inca el verdadero rey.

Atahualpa realizó lo que hoy se conoce como un golpe de estado, pero con una crueldad extrema masacrando y exterminando a la realeza inca y poblaciones enteras. Huáscar muere asesinado por Atahualpa.

A la llegada de los españoles el Imperio Inca estaba completamente dividido y gobernado por Atahualpa el Rey de Quito, que usurpaba el cargo de Rey Inca, algo que rechazaba la mayoría de pobladores.

El curso de los acontecimientos favoreció a los españoles que hubieran tenido un escenario distinto con Huáscar como Rey Inca en Cuzco.

Extracto del Libro Noveno de "Los Cometarios Reales de los Incas" escrito por el Inca Garcilazo de la Vega a fines del siglo XVI:

Empieza el autor narrando las grandezas y magnanimidades de Huayna Cápac, el doceavo soberano inca, quien inició su reinado haciendo una visita general a su imperio. 

Tuvo por entonces un hijo, al que después llamó Huáscar Inca, cuyo nombre, que significa soga o maroma (Huasca).

Huayna Cápac tuvo otro hijo, llamado Atahualpa, quien, según afirma el Inca Garcilaso, nació en Quito, siendo su madre la hija del rey quiteño sometido.

Huayna Cápac decidió darle el Reino de Quito a su hijo Atahualpa, pues era su preferido, y Huáscar, que era el legítimo heredero del Imperio, aceptó la voluntad paterna. 

Huayna Cápac tuvo noticias de los españoles que por entonces recorrían la costa norte del Imperio; también sobre las señales vistas en el cielo que anunciaron por entonces la caída del Imperio Inca y el cambio radical de la forma de la vida andina que se avecinaba. 

Huayna Cápac enfermó y murió, y en su testamento ordenó a sus súbditos que obedecieran a los extranjeros invasores que ya se acercaban, pues éstos eran poderosos e imbatibles, de acuerdo a una profecía antigua, que aseguraba que tal suceso ocurriría tras el duodécimo Inca. 

Una vez muerto Huayna Cápac, reinaron sus dos hijos unos cuatro o cinco años en paz: Huáscar como Sapa Inca y Atahualpa como rey de Quito. 

Sin embargo, Huáscar se dio cuenta del error de su padre de dar a Atahualpa el gobierno de una inmensa provincia del norte, pues así quedaba bloqueada la ampliación de la frontera norte por parte de la casta cuzqueña, pues en el resto de las fronteras se había llegado a límites infranqueables, como el mar, las selva y el territorio al sur del Maule, poblado de salvajes. También entrevió que tal partición del imperio contradecía el mandato del primer inca Manco Cápac, que solo admitía un imperio incaico único. 

Para dar solución al problema, Huáscar invitó a su hermano que fuera al Cuzco para que jurara como su vasallo, en aras de un interés mayor como la unidad del Imperio. 

Atahualpa, simuló acatar la orden, pero pidió permiso para llevar consigo a miles de sus vasallos, a fin de celebrar fastuosamente las exequias de su padre, lo que Huáscar, sin sospechar malicia, aceptó. 

Secretamente, Atahualpa ordenó a sus generales que organizaran batallones y que le siguieran sigilosamente en su marcha al Cuzco; solo cuando ya estaba cerca del Cuzco ordenó a sus tropas que enarbolaran sus insignias y marcharan en orden de batalla contra Huáscar. 

Sus principales maeses de campo eran Challcuchimac y Quisquis; sus tropas superaban los 30.000, mayormente soldados experimentados en las últimas guerras de conquista realizadas por Huayna Cápac. 

Huáscar, sorprendido, convocó a sus tropas pero ya era tarde y solo pudo reunir unos 10.000 de los suyos y otras tropas del Contisuyo, que eran inexpertas, mientras otras con más experiencia y número, las del Collasuyo, tardarían en llegar por su lejanía. 

Hubo una serie de encuentros, hasta que la batalla definitiva se dio cerca del Cuzco, en Quepaypampa, donde los atahualpistas triunfaron, merced a su mayor número y experiencia militar. Aquel campo se conoció después como Yahuarpampa o campo de sangre. 

El mismo Huáscar fue capturado y atado. Atahualpa, por naturaleza sumamente cruel, ordenó una matanza de toda la familia de su hermano, sin respetar niños ni mujeres; se describe la manera espeluznante cómo se cumplió esta orden, aunque algunos de la casta cuzqueña lograron salvarse, entre ellos, según cuenta el Inca Garcilaso, estuvieron su madre y su tío, Isabel Chimpu Ocllo y Francisco Huallpa Túpac Yupanqui, que por entonces eran unos muchachos. 

Pero la ira de Atahualpa se cebó también con los criados de la casa real y poblaciones enteras fueron diezmadas. Otro en salvarse fue el que después sería príncipe Manco Inca, otro de los hijos de Huayna Cápac. 

La crueldad de Atahualpa fue tan extremada que en tiempos de la conquista española todavía los supervivientes de la masacre guardaban odio profundo hacia quien consideraban un inca advenedizo o auca (traidor) y hasta dudaban si en realidad era hijo de Huayna Cápac, ya que su conducta contrastaba con la natural piedad y benevolencia de los antiguos incas. 

Es por ello que el Inca Garcilaso, que tenía también sangre inca, no incluye a Atahualpa en su lista de los reyes incas. (Datos: Wikipedia)

domingo, 22 de diciembre de 2013

Francisco Pizarro Lloró la Muerte del Inca Atahualpa



Monumento a Atahualpa en el Palacio Real de España

A la muerte del Inca Huayna Cápac se entabló una feroz lucha entre sus 2 hijos, Atahualpa y Huáscar, quedando el territorio andino prácticamente asolado. Habiendo recién vencido Atahualpa, llega Francisco Pizarro con ciento ochenta hombres y tras una confrontación, usando armas que desconocía el ejercito de Atahualpa, lo derrota y encarcela al Inca en Cajamarca.

Durante ocho meses Atahualpa llevó plata y oro a dos aposentos para conseguir su libertad. Aunque encarcelado, tenía cerca a sus mujeres y servidores, convivía con los españoles: comía y jugaba a cartas o dados con Pizarro; de ahí que surgiera amistad entre ellos. Pero los aposentos no se llenaban y los soldados recién llegados, especialmente de Diego de Almagro, estaban descontentos; decían que el Inca se preparaba para matarlos.

Un día dos indígenas dijeron que venían huyendo de su ejército, que estaba a tres leguas, y que en poco tiempo les atacarían alrededor de cincuenta mil guerreros. Los cronistas presentes confirman aquel hecho; solamente Cieza, Betanzos y Pedro Pizarro, que no se hallaban, lo achacan a un bulo del indio Felipillo.

Pizarro sabía que si les atacaban, perecerían todos. Sus capitanes decían que sólo se podrían salvar si Atahualpa moría, pero él dudaba porque le apreciaba; seguramente sopesó enviarle a España, mas no había tiempo, dado que los guerreros se hallaban muy cerca de la ciudad. En tan dramáticos momentos, presionado por sus hombres, tuvo que tomar la decisión de entablarle un proceso.

Atahualpa fue juzgado y condenado a morir y al día siguiente se ejecutó la sentencia. Sobre las siete de la noche le sacaron de sus aposentos para conducirle a la plaza. Por el camino preguntó que por qué le mataban y le dijeron que por haber mandado su ejército sobre Cajamarca. Respondió que aquel ejército pertenecía a su hermano Huáscar y que los hombres que lo integraban eran enemigos suyos, pero aquella explicación no sirvió de nada y continuaron llevándole hacia el lugar de la ejecución.

Comprendiendo que le iban a matar dijo «… Que si lo hacían por oro o plata, que él daría dos tantos de lo que había mandado»; tampoco sirvió de nada. Pizarro no había tenido más remedio que ordenar la ejecución, aún en contra de su voluntad, por eso el cronista sigue diciendo: «Yo vide llorar al marqués de pesar por no podelle dar la vida…»; a sus cincuenta y cuatro años, el soldado curtido en tantas batallas, lloraba de dolor por tener que ejecutar a quien había llegado a ser su amigo. (Datos: ABC)

Noticias e Información que no se puede perder