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jueves, 26 de enero de 2012

El Virreynato del Perú - la Posesión Más Importante de la Corona Española

Virreinato del Perú

El Virreinato del Perú fue una entidad territorial integrante del Imperio español situado en América del Sur, establecida por la Corona española durante toda la era de su dominio en el Nuevo Mundo, entre los siglos XVI y XIX.

Tras la conquista del Perú, los conquistadores entraron en una guerra civil, por lo que el rey Carlos I, por medio de la Real cédula firmada en Barcelona el 20 de noviembre de 1542, suprimió las gobernaciones de Nueva Castilla y de Nueva Toledo y creó el virreynato del Perú. 

Éste comprendió en un inicio y durante casi 200 años, gran parte de Sudamérica y el istmo de Panamá, bajo diversas formas de control o supervigilancia de sus autoridades; sin embargo, a lo largo del siglo XVIII, y hasta la independencia de esas zonas respecto del poder español, correspondió a lo que hoy en día son territorios que forman parte de las Repúblicas de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador , Panamá y Perú.

A principios del siglo XIX, el virreynato del Perú, se ha denominado la posesión más importante de la Corona española al tratarse de una de sus más importantes fuentes de riqueza. 

El virreynato peruano durante el proceso de independencia hispanoamericana se convirtió en el último bastión y centro contrarevolucionario en América del Sur, obligando a José de San Martín a abandonar su empresa emancipadora tras establecer la República del Perú, hasta que bajo la división partidista, y sin auxilios de España, el virreynato sucumbió finalmente en las campañas de Simón Bolívar.

En lo militar el virreynato del Perú financió y apoyó militarmente, por medio del envío de soldados y provisiones desde el Perú, las campañas contra los mapuches en la Guerra de Arauco que se extendió por gran parte del período colonial, solamente en el año 1662 fueron enviados 950 soldados y 300.000 pesos para los gastos de guerra, de igual manera del virreynato peruano partían las directivas generales para la conducción de la campaña como fue la que envió el virrey Príncipe de Esquilache ordenando una guerra defensiva contra los indios y la prohibición del servicio personal de éstos. 

La fortificación del puerto del Callao y la manutención de una fuerza naval para defender las colonias próximas de incursiones de corsarios y piratas fue también responsabilidad de los sucesivos virreyes del Perú.

Historia

Antecedentes

Con la entrada de los españoles en la ciudad del Cuzco en 1534, concluyó la conquista militar del Perú, llevada a cabo por Francisco Pizarro y dio comienzo el desarrollo del asentamiento colonial en el área dominada hasta ese momento por el Imperio inca o Tahuantinsuyo. 

Así, durante el reinado del rey de España, Carlos I, por real cédula firmada en Barcelona el 20 de noviembre de 1542, se creaba el virreynato del Perú, eliminando las gobernaciones sudamericanas incluida la Gobernación de Nueva Castilla, otorgada a Pizarro.

Establecimiento del Virreinato

El 20 de noviembre de 1542, el monarca español Carlos I de España firmó en Barcelona por Real Cédula las llamadas Leyes Nuevas, un conjunto legislativo para las nuevas colonias americanas entre las cuales dispuso la creación del Virreynato del Perú en reemplazo de las antiguas gobernaciones de Nueva Castilla y Nueva León al tiempo que la sede de la Real Audiencia de Panamá fue trasladada a la Ciudad de los Reyes, Lima.

"yten ordenamos y mandamos que en las provincias o rreynos del peru rresida vn visorrey y vna audiencia rreal de quatro oydores letrados y el dicho visorrey presida en la dicha abdiencia la qual rresidira en la cibdad de los rreyes por ser en la parte mas convenible porque de aqui adelante no ha de aver abdiencia en panama."

Leyes Nuevas

El flamante virreynato comprendió de un espacio extenso comprendido entre Panamá y Chile, de norte a sur, a excepción de la actual Venezuela y, hacia el este, hasta la Argentina, con la excepción del Brasil, que pertenecía a Portugal.

Fue su primer virrey Blasco Núñez Vela, nombrado por real cédula del 1 de marzo de 1543. Sin embargo no pudo ejercer la autoridad real debido a los enfrentamientos entre los partidarios de Francisco Pizarro y Diego de Almagro, por el dominio del Perú, pereciendo asesinado por Gonzalo Pizarro. 

El asesinato de la primera autoridad del rey produjo mucha consternación en España, entonces la corona dispuso castigar severamente a quien había atentado contra el virrey, el representante del rey en territorios conquistados. Para ello, Carlos I envió a Pedro de la Gasca, con el título de Pacificador para solucionar esta situación. Ya en el Perú, La Gasca, seguro de haber infundido la semilla de la traición entre los partidarios de Gonzalo Pizarro, se enfrentó al conquistador, cerca del Cuzco, en 1548, Gonzalo Pizarro vio a sus capitanes pasarse al bando de la Gasca y la derrota para él resultó aplastante. Conducido a la ciudad del Cuzco fue ejecutado por delito de alta traición al rey. 

Unos años después, en 1551, fue nombrado virrey Antonio de Mendoza y Pacheco, luego de haber ejercido el cargo en el virreynato de Nueva España. Tras casi 40 años de desorden administrativo, el virreynato peruano encontró a un eficiente conductor en Francisco de Toledo quien, entre 1569 y 1581, logró establecer el marco político-administrativo que regiría por muchos años en el Perú colonial.

El gobierno de Toledo

Apenas llegado a tierras peruanas, Francisco de Toledo se informó de todo cuanto había sucedido en el virreynato y de cuales fueron las políticas seguidas hasta ese momento. Reconoció la inexistencia de un adecuado sistema tributario, pues no había un registro del total de habitantes del virreinato. Toledo realizó varias visitas generales a distintas partes del virreynato y, por primera vez, se tuvo registro de los recursos humanos y naturales del Perú. Tras saber el número de posibles tributarios, estableció las reducciones: pueblos indígenas en los que se agrupaba a un número de alrededor de 500 familias. Así se sabía con exactitud la cantidad de tributo que debían entregar.

Francisco de Toledo impulsó la distribución del trabajo indígena por medio de la mita. Mediante el empleo de ésta, el virrey Toledo proveyó de mano de obra a las minas de Potosí (productora de plata) y Huancavelica (de la que se extraía azogue, necesario para la purificación argentífera), logrando así convertir al Perú en uno de los centros más importantes de producción de plata en el mundo.

Francisco de Toledo sentó las bases del virreynato peruano pues logró la ordenación administrativa y política de todo el amplio territorio del Perú.

El ciclo de la Plata

Entre 1580 y 1650, el sistema económico mercantilista se implanta definitivamente en el Perú con el surgimiento de la gran minería gracias a la explotación de las vetas argentíferas de Potosí mediante amalgamación con el azogue de Huancavelica.

Las Reformas Borbónicas

En el siglo XVIII, destacaron las figuras de los virreyes que introdujeron las Reformas Borbónicas, medidas impuestas por la Casa de Borbón, especialmente Manuel de Amat y Junyent, que gobernó entre 1761 y 1776, Manuel de Guirior (1776-1780), Agustín de Jáuregui (1780-1784) y Teodoro de Croix (1784-1790), destinadas a revitalizar la administración colonial con actuaciones como la incorporación del sistema de intendencias. 

Con ellos se intentó profesionalizar el gobierno, sustituyendo las inoperantes figuras de los corregidores y los alcaldes mayores, dedicando especial interés a todo lo relacionado con la hacienda.

La reorganización territorial llevada a cabo a lo largo del siglo XVIII, implicó desmembrar dos vastas regiones del virreinato peruano para conformar con ellas otros dos nuevos virreynatos: el Virreynato de Nueva Granada en 1717, restaurado en 1739 tras un periodo de supresión, y luego el Virreynato del Río de la Plata creado en 1776. Estas pérdidas de territorio supusieron la pérdida de protagonismo del Virreynato del Perú como centro económico de España en Sudamérica.

La posterior política económica de los Borbones, que permitió el comercio directo entre los puertos españoles y diversos puertos de las colonias sudamericanas (Maracaibo, Guayaquil, Arica, Valparaíso, etc.) redujeron el tráfico comercial a través del puerto del Callao y afectaron las rentas del Virreynato, que tras la separación del Río de la Plata quedó confinado a las rutas comerciales secundarias del Océano Pacífico, mientras que el tráfico comercial más lucrativo (del Océano Atlántico) quedaba bajo dominio de los puertos de Buenos Aires o Cartagena de Indias, fuera de la influencia del virreynato peruano.

La ciudad de Lima, antaño principal ciudad de Sudamérica y poseedora de una vida cortesana y comercial comparable a la de la propia Madrid, perdió gran parte de su antigua riqueza en la segunda mitad del siglo XVIII, a lo cual se unió la continua merma de los ricos depósitos de plata de Potosí que habían sustentado la economía virreynal durante dos siglos, hasta que todo el territorio del Alto Perú (actual Bolivia) quedó unido al virreynato rioplatense en 1776. Los últimos años del siglo XVIII, si bien generaron una administración colonial más eficiente y un mejor manejo de los recursos del virreynato en beneficio de España, mostraron un serio declive de la riqueza general del virreynato peruano.

En el siglo XIX, el virrey José Fernando de Abascal y Sousa hizo del virreynato del Perú el baluarte, reducto y centro de la contrarrevolución en favor de la monarquía; desde este virreynato se contuvo la revolución argentina, se reconquistó Chile, se sofocó los levantamientos de Quito y se debeló todo intento revolucionario en el propio virreynato, en este sentido se dice que se reprimió toda manifestación de signo independista en las colonias de España en América del Sur.

Sin embargo Guayaquil se proclama estado independiente en 1820 y recibe la ayuda colombiana de Bolívar, y tras la liberación de Chile el general argentino José de San Martín organiza una expedición militar que ocupó Lima en 1821, y seguidamente el 28 de julio de ese mismo año se proclama la República del Perú. 

La capital virreynal fue trasladada al Cuzco y el virreynato español del Perú se mantuvo en los territorios no independizados hasta el año 1824, en que terminó oficialmente con la capitulación del virrey José de la Serna e Hinojosa ante las fuerzas militares de Antonio José de Sucre en la Batalla de Ayacucho. La guerra sin embargo continuaría con el Combate de Tumusla y en el asedio y bloqueo del puerto peruano del Callao y más allá hasta su conclusión en el año 1826 con la Campaña de Chiloé y la rendición de la Fortaleza del Real Felipe. (wikipedia)



Conferencia sobre el Virreinato del Perú a cargo de Bosco Amores, profesor de Historia de América de la Universidad del País Vasco.

martes, 10 de junio de 2008

La América Española de los Siglos XVI y XVII



La principal actividad económica de las colonias españolas en los siglos XVI y XVII es la minería, con importantes centros en todo el continente.

Destacan, por encima de todos, los de Zacatecas, Guanajuato y Taxco, en Nueva España, y las minas de Huancavelica y Potosí, en América del Sur.

La artesanía es otra actividad de gran desarrollo. En el Caribe el principal centro manufacturero es La Habana. En Nueva España, destacan Querétaro, México, Puebla y Guatemala. Por último, en América del Sur, resaltan las producciones de Tunja, Quito, Guayaquil, Lima, Tucumán, Córdoba y Santiago.

Al abrigo de esta actividad, surgen rutas terrestres que comunican las principales ciudades. De Santa Fe, un camino recorre toda Nueva España de norte a sur. En Panamá, una carretera atraviesa el continente enlazando el Atlántico con el Pacífico.

Otras importantes rutas comunican Cartagena con Quito, Loja con Piura y Jauja con el gran puerto de El Callao.

Por último, una red de caminos enlaza a ciudades como La Paz, Valparaíso, Buenos Aires y Asunción.

Las rutas incas son aprovechadas por los españoles.

Las mercancías españolas parten de Sevilla hacia el Caribe siguiendo una misma línea que después se divide en dos ramas: una, hacia Veracruz, otra, hacia Cartagena y Portobelo, desde donde enlazan por tierra con Panamá. De esta ciudad parten, de nuevo por mar, hacia El Callao, en Perú, siendo llevadas después hacia Valparaíso y Potosí.

El puerto de El Callao, en América del Sur, y el de Acapulco, en Nueva España, son los más importantes del Pacífico, y están enlazados directamente mediante un sistema de flotas.

Las flotas y galeones que se dirigen a España salen siempre de La Habana

martes, 25 de diciembre de 2007

El Oro de los Incas

Francisco Pizarro


Para obtener su libertad, el Inca Atahualpa se comprometió a llenar una vez de oro y dos veces de plata y piedras preciosas, y hasta donde alcanzara su mano, la gran estancia donde estaba preso, poco antes de completar el rescate, Pizarro decidió no devolverle la libertad a Atahualpa y quedarse con el rescate. Los metales preciosos fueron traídos a Cajamarca desde todas partes del imperio.

Deseando obtener más oro y plata, unos meses más tarde los españoles decidieron enjuiciar a Atahualpa por idolatría, fratricidio, poligamia, usurpar el trono, incesto y no cumplir el rescate; fue condenado a la muerte en la hoguera, pena que el inca vio conmutada por la de garrote, al abrazar la fe católica antes de ser ejecutado, el 26 de julio de 1533. La noticia de su muerte dispersó a los pocos ejércitos quiteños que regresaban a sus tierras después de la ocupación del Cusco.

Se cree que Francisco Pizarro estuvo en contra de matar al Inca no solo por un aparente aprecio por él (en su crónica, Pedro Pizarro dice "yo vide llorar al Marqués"), sino porque el que de verdad deseaba su muerte era Diego de Almagro, ya que si se completaba el rescate, éste no llegaría a conseguir mucho oro para sí, dado que él no participó de la captura del Inca y, por tanto, recibiría una parte mínima del rescate.
(wikipedia).

Parte 1/3


Parte 2/3



Parte 3/3


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sábado, 3 de noviembre de 2007

Batalla por Lima




Enero de 1536. La Ciudad de los Reyes, Lima, se preparaba para celebrar los primeros cuatro años de su fundación cuando una aterradora imagen provocó pánico en la escasa población de españoles, indios y esclavos.

Miles de guerreros del ejército rebelde de Manco Inca descendían del cerro San Cristóbal con gritos de guerra.

Mujeres y niños españoles huyeron hacia el puerto del Callao donde varias carabelas los esperaban para trasladarlos a Trujillo. En Lima, mientras tanto, el marqués Francisco Pizarro y decenas de españoles juraron defender hasta la muerte su ciudad.

Entre los defensores sobresalía el arma secreta del viejo conquistador: miles de indios huaylas, procedentes del actual departamento de Áncash, se sumaron a la defensa de la capital del Perú a pedido especial de Inés Huaylas Ñusta, concubina de Pizarro e hija del inca Huayna Cápac y de la curaca de Huaylas.

El feroz enfrentamiento se produjo muy cerca del río Rímac, en el actual Barrios Altos, y a pocas cuadras de la Plaza de Armas.

Los rebeldes cusqueños llevaron la peor parte. Además de enfrentar a los aguerridos indios huaylas (que se la tenían jurada a los cusqueños), tuvieron que enfrentar las cargas de la caballería española, el ataque de los perros de guerra y los mortales disparos de los arcabuceros de Pizarro. En pleno combate murió el general inca Ylla Topa, lugarteniente de Qusi Yupanqui, provocando el desbande de los atacantes.

En medio de la tragedia, un indio procedente del curacazgo de Puruchuco, aliado de los cusqueños, recibió el impacto de una mortal “pelota” lanzada por un arcabuz español.

Marzo del 2004. Entre decenas de fardos funerarios rescatados por el equipo dirigido por el arqueólogo peruano Guillermo Cox, en la zona de Huaquerones-Puruchuco, un grupo de 72 entierros llamaron la atención de los arqueólogos.

“A diferencia de la mayoría de los entierros, estos no estaban enfardados ni tenían ofrendas, los cuerpos fueron envueltos en simples mantas atadas con sogas, y fueron enterrados con apuro y casi en la superficie”, recuerda Cox.

Entre los esqueletos, uno llamó poderosamente la atención: el cráneo tenía el orificio de un disparo. “Estuve a punto de llamar a la Policía”, reveló Cox, pero cuando analizamos el cráneo pudimos comprobar que se trataba del impacto de una bala, “pero de un arma de fuego de hace cuatrocientos años, más precisamente de un arcabuz”.

Con el apoyo de un equipo de antropólogos físicos dirigido por Bárbara Moffet y el auspicio de la National Geographic Society, los arqueólogos peruanos realizaron exhaustivos análisis de cada uno de los cuerpos hallados en Puruchuco. “Cientos de análisis con rayos X, tomografías computarizadas y otros estudios científicos para demostrar que los cuerpos corresponden a guerreros locales que murieron durante la batalla por el cerco de Lima”, sostiene Cox.

Se trata del primer hallazgo de un indígena muerto con arma de fuego durante la conquista española. Los otros cuerpos también muestran signos de violencia.

“De los 72 individuos, poco más de la mitad muestra heridas de necesidad mortal hechas por armas indígenas, como hachas, porras, piedras lanzadas con huaracas; y sólo cinco tienen heridas de armas europeas”, revela el arqueólogo peruano. Otra sorpresa fue hallar el cuerpo de cinco mujeres jóvenes muertas a golpes de armas indígenas.

“Esto demostraría que los rebeldes llegaron a Lima con rabonas”, sostiene la historiadora María Rostworoski. Existe información de las mujeres que acompañaban a los guerreros, conocidas como “rabonas”, desde la época preínca. Sólo en las grandes conquistas, los incas prescindieron de las rabonas. Y ahora sabemos que durante la rebelión de Manco Inca volvieron a acompañar en la guerra a sus maridos. 



lunes, 28 de mayo de 2007

La Conquista del Imperio Inca

Imperio Inca


Protagonista esencial de la conquista del país de los incas fue Francisco Pizarro, un oscuro español natural de Medellín y que se formó como soldado en Tierra Firme a la sombra de Ojeda, Balboa y Pedrarias.

Participó en la fundación de San Sebastián de Urabá y de Santa María la Antigua, y se estableció luego en Panamá, donde oyó hablar de un país muy rico llamado el Virú o Pirú, que estaba al sur del golfo de San Miguel.

Para descubrirlo organizó una compañía con Diego de Almagro y con el padre Luque. El clérigo puso la mayor parte del dinero, aunque se convino repartir el botín por partes iguales. Fletaron una embarcación llamada Santiago y alistaron a 112 hombres, todo lo cual sobrepasó con mucho los 6.000 pesos que habían logrado reunir, quedando endeudados.

Con el barco y los hombres salió Pizarro de Panamá en 1524, mientras su socio Almagro se quedaba haciendo acopio de mayores efectivos.

Pizarro navegó hasta Puerto Piñas y Puerto del Hambre, donde además de infinitas penalidades cosechó siete heridas. Regresó a Chochama, en el actual Chocó colombiano encontrando allí a su socio Almagro. Este había partido tras él y llegado a Puerto Quemado, lugar en el cual trabó un gran combate con los indios del que resultó tuerto, por lo que se le conocería más tarde como Almagro el tuerto, para diferenciarle de su hijo Almagro el mozo, que también dio mucho que hablar.

Pizarro y Almagro no se desanimaron y prepararon la segunda salida, que hicieron en 1526. Llegaron hasta la costa de Barbacoas y Atacames. Ante el hambre y la hostilidad de los indios decidieron replegarse a la isla del Gallo. Aquí se quedó Pizarro con los soldados, mientras Almagro regresaba a Panamá por refuerzos.

Algún soldado descontento logró introducir en un ovillo un mensaje para el Gobernador de Panamá, don Pedro de los Ríos, informándole de los desastres. El Gobernador envió entonces a Tafur con orden de recoger a todos los hombres y llevarles a Panamá. Pizarro se negó a volver derrotado y tuvo un gesto que ha pasado a la Historia como característico de los conquistadores. Trazó una raya en el suelo con su espada e invitó a los que desearan aventuras y riqueza a pasarla. Trece hombres la cruzaron, los llamados "Trece de la fama": el resto volvió a Panamá.

Pizarro y sus compañeros se trasladaron entonces a la isla Gorgona. Allí esperaron pacientemente la resolución del Gobernador, quien finalmente autorizó los refuerzos. Llegaron en un buque pilotado por Bartolomé Ruiz. De los Ríos dio un plazo de seis meses a Pizarro para concluir su descubrimiento.

Pizarro embarcó a sus hombres en la nave de Ruiz y navegó hacia el sur. En 1528 costeó el resto de la actual Colombia y el litoral ecuatoriano, arribando finalmente a Túmbes. Era la antesala del imperio inca. Salieron a recibirle multitud de canoas.

Pizarro envió a tierra a Alonso de Molina y a un negro, para explorar. Luego mandó al artillero Pedro de Candía, que volvió contando excelencias del lugar: Había visto oro y plata a raudales, unos ovejos raros (las llamas) y vistosas ropas de algodón. Aseguraba, además, que en la ciudad había un convento con vírgenes (se trataba de las acllahuasi o escogidas del Inca).

Los españoles continuaron costeando hacia el sur y alcanzaron la desembocadura del río Santa. El viaje fue una sucesión de sorpresas maravillosas y los expedicionarios concluyeron que aquella tierra era aún más rica que la de los aztecas, cuya fama había corrido por toda América.

El 3 de mayo de 1528 regresaron a Panamá. Los socios dispusieron entonces exponer su descubrimiento al Emperador y lograr la capitulación de conquista de la tierra. Se encargó ir a España a Pizarro, quien partió llevando numerosos presentes: unas hachas con los cabos chapeados de oro, mantas finas de algodón, los ovejos, etc. El 26 de julio de 1529, firmó en Toledo la capitulación. Por ella sería nombrado Adelantado y Alguacil Mayor de Nueva Castilla (nombre con el que bautizó al Perú).

Almagro sería hidalgo y alcaide de la fortaleza de Túmbez y el padre Luque Arzobispo de la misma ciudad, a la que se había denominado ya la Nueva Valencia. El piloto Ruíz fue nombrado Piloto Mayor de la Mar Austral, Candía artillero mayor del Perú y los Trece de la fama fueron ascendidos a la hidalguía. Resultaba así que Pizarro se había quedado con la parte del león, dejando a sus socios las migajas.

Pizarro pasó por su ciudad natal para incorporar a la hueste conquistadora a sus hermanos Hernando, Juan y Gonzalo, a su hermano de madre Francisco Martín Alcántara y a una veintena de paisanos. Con ellos se trasladó a San Lucar, donde embarcó para Panamá. Al llegar a esta ciudad, tuvo varias diferencias con sus socios a causa de lo capitulado, pero todo se solucionó de momento, ante la perspectiva de la conquista.

La tercera y última expedición salió de Panamá a fines de enero de 1531 con tres navíos. Una vez más, Pizarro iba en vanguardia y Almagro se quedaba en Panamá reclutando hombres y comprando vituallas y armas para reforzarle. Pizarró repitió el recorrido del segundo viaje y llegó a Túmbes. Allí pudo comprobar todas las exageraciones de Candía y quedó decepcionado. La ciudad acababa de sufrir, además, los estragos de la guerra civil motivada por las diferencias entre Huáscar y Atahualpa.

Repuesto de la sorpresa decidió internarse en el país. Cruzó una zona desértica y arribó a Tanará, lugar en el que fundó la población de San Miguel, en julio de 1532. Dejó una pequeña guarnición y prosiguió al sur, hallando ya tierras bien cultivadas. En Caxas recibió al fin noticias del Emperador Atahualpa, quien había enviado varias comunicaciones. Se trataba de unos patos desollados con los que venía un mensaje que decía: "De esta manera os ha de poner los cueros a todos vosotros si no le volvéis (a Atahualpa) cuanto habéis tomado en la tierra". Pizarro hizo caso omiso de la advertencia y continuó, adelante, por lo cual recibió otro mensaje del Inca citándole en Cajamarca, donde pensaba acabar con los españoles.

Pizarro abandonó la costa y empezó la subida a la sierra. El 15 de noviembre llegó a Cajamarca. Se trataba de una típica ciudad incaica de sierra, totalmente abandonada. Se instaló en ella y empezó a estudiar su defensa para el momento en que arribara el Inca. No tardó en aparecer, pero no quiso entrar en la ciudad. Acampó en sus proximidades. Los españoles quedaron aterrados al ver un ejército tan numeroso.

Pizarro envió a sus hermanos a cumplimentar al monarca y uno de ellos hizo una exhibición para atemorizarle, lanzando su caballo al galope y frenando ante el mismo Inca quien, lejos de inmutarse, le dijo que al día siguiente iría a visitar a su jefe para exigirle la devolución de cuanto había robado a su pueblo.

El 16 de noviembre de 1532 Atahualpa se dirigió a Cajamarca, tal como había prometido. Iba en una litera de oro, rodeado de señores, y acompañado por unos diez mil indios. En vanguardia iba un escuadrón limpiando el suelo y colocando mantas sobre él.

El Inca llegó a la plaza principal donde le esperaba Pizarro. Se le acercó entonces el padre Valverde, capellán de la hueste, para leer el Requerimiento. Un intérprete, el indio Felipillo, fue traduciendo las palabras del sacerdote. El Inca interrumpió el discurso y dijo algo que el religioso interpretó como dudas sobre la fuente de autoridad de lo que decía, y señaló entonces la Biblia. Los cronistas Trujillo, Jerez, Estete y Ruiz de Arce coinciden en afirmar que Atahualpa tiró entonces la Biblia, lo que puso furioso al Padre, que se volvió indignado a Pizarro pidiéndole atacar.

El Inca Garcilaso nos da una versión bastante sensata del asunto y es que el indio Felipillo fue incapaz de traducir las palabras del Padre Valverde, pues no sabía español, ni quechua, ya que procedía de la isla de Puná. Además, había expresiones intraducibles hasta para el más experimentado políglota, como eran las de Santísima Trinidad, etc. por lo que el Inca se quedó tan asombrado que dijo "Atac", palabra que en su lengua quería decir "!Ay dolor!", lo que fue interpretado por los españoles como la orden de ataque. Esta última parte es poco creíble, pero no así la perplejidad del Inca al escuchar a un indio de Puná aquellas cosas tan extrañas y confusas.

Lo cierto es que en aquellos momentos sonó un tiro de arcabuz y se agitó una toalla blanca en el aire. Eran las señales convenidas para el ataque español. Pizarro se puso la armadura, se disparó la artillería, salieron los jinetes al galope por las calles y atacaron los infantes al grito de Santiago. Los indios se asustaron, como era de esperar, y Pizarro aprovechó el desconcierto para abrirse camino hacía el Inca, seguido de 25 soldados. Dio muerte a los guardianes y se apoderó de su persona, lo que aterrorizó a los naturales, que huyeron en desbandada. La batalla duró una media hora, que fue lo que tardó en caer el imperio inca.

Al día siguiente Atahualpa ofreció a Pizarro un rescate a cambio de su libertad: una habitación llena de oro y dos de plata. El Adelantado de la Nueva Castilla aceptó. Empezó a reunirse el tesoro, recogiendo metales preciosos en todos los templos del imperio.

Atahualpa fue luego procesado por haber mandado matar a su hermano, por incesto, ya que se había casado con su hermana, y por hereje contumaz al rechazar el bautismo cuantas veces se le propuso. Fue ejecutado el 26 de julio de 1533.

La resistencia inca prosiguió por parte de los quiteños, los más fieles a Atahualpa. Sus ejércitos, dirigidos por prestigiosos generales, intentaron salvar lo que quedaba del imperio. Pizarro se dirigió hacia Cuzco, donde tuvo un encuentro con las tropas quiteñas. Entró en la capital el 14 de noviembre del mismo año. Un enorme saqueo de los templos terminó con lo que quedaba del culto al sol.

El Gobernador envió desde allí una expedición para que descubriera y tomara posesión del lago Titicaca, del que tanto hablaban los naturales. El 23 de marzo de 1534, Pizarro ordenó repartir los solares de Cuzco a los nuevos pobladores españoles. La ciudad no sufrió los estragos de la guerra y siguió con su vieja traza incaica.

El conquistador del Perú no quiso instalar allí la capital de Nueva Castilla porque estaba muy lejos de la costa, lo que dificultaría recibir refuerzos en un momento determinado. Tornó hacia el litoral y en el camino fundó Jauja (25 de abril de 1534). Aquí hizo el primer reparto de encomiendas, bastante injusto, por cierto, pues desconocía la tierra, por lo que dio a unos mucho y a otros poco.

Luego se dirigió a la costa y a orillas del río Rimac, muy cerca de un puerto que pronto se conocería como El Callao, fundó la ciudad de Los Reyes el 18 de enero de 1535, verdadera capital de su gobierno y futura sede virreinal. Poco después, el 5 de marzo del mismo año, asentó Trujillo, en homenaje a su ciudad natal. Con ello se completaría el primer conjunto poblacional del Perú.

Las disparidades entre almagristas y pizarristas motivaron el asesinato del Marqués de Cajamarca en 1541, año que puede considerarse el término de esta conquista.


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jueves, 12 de abril de 2007

El Virreinato del Perú


Virreinato del Perú


Mientras los españoles afianzaban su posición en las tierras del Incario y los nativos, liderados por Manco Inca, se refugiaban en Vilcabamba, convertido en eje de la resistencia a los invasores, en 1542 fue creado por orden real el virreinato del Perú.

La ciudad de Lima fue la sede del gobierno virreinal y acogió el 15 de mayo de 1544 al primer virrey del Perú, Blasco Núñez de Vela. La tarea de este funcionario chocó con los intereses de los encomenderos que, encabezados por Gonzalo Pizarro, se habían alzado en el Cuzco contra las Leyes Nuevas.

La guerra civil costó la vida al flamante virrey y sólo a partir de 1555, mandato del Virrey Andrés Hurtado de Mendoza, el Perú comenzó a vivir una etapa de mayor tranquilidad y prosperidad.

La nueva unidad política era más extensa en superficie que el virreinato de México. Abarcaba todo el continente sudamericano, excepto el Brasil portugués, las Guayanas y la costa del Caribe en Venezuela.


El ámbito del virreinato del Perú incluyó, en principio, la mayoría de las gobernaciones suramericanas. No obstante, el poder directo del virrey se manifestó sobre Lima, Charcas y Quito, pues éstas no tenían gobernador político. Mientras tanto, Panamá, Chile y el Río de la Plata eran territorios regidos por presidentes-gobernadores (autoridad máxima de una gobernación que cuenta con una Real Audiencia), que además eran capitanes generales, por tratarse de tierras de guerra. En consecuencia, actuaban con plena autonomía política dentro de la esfera del virreinato.

Quizás una de las particularidades más significativas del Perú estuvo en la temprana explotación de los metales preciosos, cuyo centro más importante fue el cerro rico de Potosí descubierto por los españoles en 1545. Estas riquezas permitieron a Lima un amplio predominio en América que, sin embargo, después del auge indiscutido del siglo XVI y parte del XVII, declinó y atravesó por un período de decadencia en el transcurso del último siglo colonial.

Finalmente, a lo largo del siglo XVIII, el virreinato del Perú sufrió un paulatino desmembramiento territorial que dio origen a los virreinatos de Nueva Granada y del Río de la Plata.

Libros Recomendados:


-Reflexiones Sobre Perú


-Vuelo Espía Sobre Perú




Virrey Andrés Hurtado de Mendoza

Virrey Blasco Núñez de Vela

Arcabucero



Casa de Aliaga

Palacio de Torre Tagle


miércoles, 4 de abril de 2007

La Conquista del Imperio Inca


Francisco Pizarro González


Francisco Pizarro nació en la ciudad de Trujillo, Extremadura, España. Existen dudas acerca de la fecha exacta de su nacimiento puesto que, si para unos historiadores fue el 16 de marzo de 1476, para otros fue la misma fecha, pero del año 1478. Algunos historiadores llegan a hablar de 1472.


La infancia de Francisco Pizarro González fue muy pobre y difícil, de forma que tuvo que dedicarse a cuidar cerdos. No recibió ninguna educación y nunca aprendería a leer y escribir. Al parecer abandonó Trujillo y se dirigió a Sevilla entre 1492-93, debido a que perdió algunos de los animales a su cargo y temía ser castigado.


En 1502 llegó a América en la expedición de Nicolás de Ovando, el nuevo gobernador de La hispaniola. De sus primeros años en América se conoce muy poco. Probablemente participó en la “pacificación” de la Hispaniola.


En 1524, Pizarro se asocia con Diego de almagro y Hernando de Luque, un hombre influyente, cura de Panamá, para conquistar "Birú" (el Imperio Inca de Perú), del que tenían vagas noticias, repartiéndose las responsabilidades de la expedición. Pizarro la comandaría, Almagro se encargaría del abastecimiento militar y de alimentos y Luque estaría al cargo de las finanzas y de la provisión de ayuda. Existen noticias de un cuarto asociado, el licenciado Espinosa, que no quiso figurar oficialmente y que habría sido el financiador principal de las expediciones hacia el Perú.


Entre 1524 y 1528, Pizarro y sus socios hicieron dos intentos de conquista (1524-1525 y 1526-1528). En ambas fracasaron, pero las noticias y la captura de algunos indígenas y algunas piezas de oro les hicieron intentar la conquista una tercera vez.

Después de las dos primeras expediciones, y ante la negativa del gobernador panameño Pedro de los Rios de continuar apoyando más expediciones hacia el sur, Pizarro se dirigió a España en 1529 a pedirle al emperador Carlos V los títulos y el apoyo necesario para la conquista. El rey dispone la redacción de un convenio y se firma la Capitulación de Toledo el 17 de Agosto de 1529.


Pizarro obtiene ayuda y muchos beneficios, principalmente para él, cosa que en el futuro le traerá serias complicaciones con Almagro, uno de sus socios. Específicamente, la capitulación le nombra a él únicamente gobernador, capitán general y adelantado de las nuevas tierras conquistadas. Se da tiempo para ir a Trujillo y convence a sus hermanos y allegados para que lo acompañen en la empresa. Sus invitados más valiosos son Francisco de Orellana, futuro descubridor del Amazonas, y Hernando, su hermano.


En 1531, llega a Perú, escenario en esos momentos de una guerra civil en el imperio inca que enfrenta a Atahualpa (de Quito) y a su hermano, Huascar (de Cusco), ambos hijos del Inca Huayna Capac. Pizarro se adentró temerariamente en el territorio inca con 180 soldados y 37caballos, se dirigió a Cajamarca, donde, en desigual batalla, logra hacer prisionero a Atahualpa el 16 de Noviembre de 1532.


Tras el pago de un fabuloso rescate en oro y plata, Pizarro, reforzado por la llegada de Almagro con un centenar de arcabuceros, no sólo no cumple su promesa de liberar a Atahualpa, sino que con la excusa de que había mandado ejecutar a su hermano (lo cual era cierto) y de que preparaba una sublevación general del país (que no lo era) es ejecutado.


A continuación se alió con la nobleza del Cusco, partidaria de Huáscar, lo cual le permitió completar sin apenas resistencia la conquista de Perú. Tras nombrar Inca a un hermano de Atahualpa, Tupac Huallpa, marcha al Cusco, capital del Imperio Inca, ocupándola en Noviembre de 1532.


El 18 de Enero de 1535, fundó en la costa la Ciudad de los Reyes, pronto conocida como Lima, con lo que se inició la colonización efectiva de los territorios conquistados.

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Casa de Pizarro - Trujillo de Extremadura - España

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Monumento a Pizarro - España

Monumento a Pizarro - Lima

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