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martes, 23 de mayo de 2017

Los Países Actuales que Formaron Parte del Imperio Inca

Imperio Inca

Formaron parte del vasto territorio sudamericano que ocupó el Imperio Inca, los siguientes países:

-Argentina

-Bolivia

-Chile

-Colombia

-Ecuador

-Paraguay

-Perú

La capital de este imperio estuvo en la ciudad del Cuzco, Perú.

El Imperio ocupaba 2 millones de kilómetros cuadrados, el límite norte llegaba hasta el Río Mayo y la ciudad de Pasto en Colombia; el límite sur era el río Bío Bío, en Chile.

En toda Sudamérica, solamente el aguerrido y valeroso pueblo Mapuche o Araucano (hoy tan menospreciado por los mestizos descendientes de la mezcla de colonos europeos y soldados del ejército de ocupación inca), pudo detener definitivamente el avance más al sur de los incas.

jueves, 7 de junio de 2012

La Guerra de los Viracochas



Por: JUAN JOSÉ VEGA (*)

Ordinariamente se ha estimado que la Conquista del Perú acabó con la ejecución de Atao Huallpa; y así se enseña todavía. Pero no existe afirmación más falsa. Cuando el Inca fue agarrotado en Cajamarca, las guerras de los conquistadores contra los caudillos indígenas no se habían iniciado aún.

En efecto, fue sólo con el anuncio de su ejecución de aquel monarca indígena que sus generales, muerto ya su señor —liberados por tanto de toda promesa de pasividad—, empezaron las campañas militares contra los cristianos. Se iniciaron entonces las cruentas guerras de la Conquista del Perú; luchas en las cuales el español tuvo siempre a su lado a decenas de miles de indios aliados. Fue aquel un prolongado proceso heroico de cien batallas hasta hoy ignoradas por nosotros. Gloriosa resistencia que nos enorgullece con varías triunfos incaicos sobre las armas hispánicas. Épicas campañas en las cuales se formó un audaz pelotón de caballería peruana; y una elemental arcabucería incaica. Larga lucha que sólo habría de cerrarse con el asesinato de Manco Inca en las montañas de Vilcabamba la Vieja.

Por estas ideas nuestro libro constituye el primer intento peruano de escribir la historia de la conquista del Perú en forma integral. Pero posee, además, otra característica, que señalamos con interés. La de presentar también la “visión de los vencidos” y no sólo la de los vencedores. Al igual que un cronista del siglo XVI podemos afirmar nosotros que hemos trabajado esta obra “prosiguiendo la descendencia de los Reyes Incas de este reyno, y lo a ellos perteneciente, sin tratar despacio las cosas de los españoles, que por otros han sido ya tratadas”. De ahí que tanto resaltemos las victorias cuzqueñas sobre las mesnadas castellanas.

Tales afirmaciones no pueden extrañar. La Conquista Española fue, en realidad, el fruto de varias guerras; y se logró en un dilatado ciclo, muy sangriento, durante el cual brilló el valor de un pueblo que se resistía a la dominación extranjera. Etapa aquella en la que, asimismo, resaltó la astucia por encima de las virtudes del soldado. Los conquistadores, en efecto, si bien empezaron utilizando a miles de indios nicaraguas, guatemalas y panamás, así como a gran cantidad de negros africanos, pronto supieron, astutamente, obtener un apoyo mucho más efectivo. Engañando a numerosos caciques peruanos, apareciendo como dioses, y ofreciendo autonomía y privilegios, así como corrompiendo a jefezuelos locales, consiguieron la adhesión de numerosos régulos indígenas. Creemos que a la osada voluntad de aventura, sumaron siempre los castellanos la treta y la trampa. Cosas corrientes en aquellos tiempos y que el Occidente por igual aplicó, en todas partes, durante la conquista del mundo.

Aquí en el Tahuantinsuyo los españoles, dotados de cerca de medio siglo de experiencia en la sujeción de América, emplearon, con gran éxito, una antiquísima máxima: dividir para vencer. Lanzando a unos indios contra otros fueron destruyendo, en cruentas batallas, a los dos fuertes núcleos incaicos: Cuzco y Quito. Pero los cristianos no sólo azuzaron los odios mortales que dividían a las aristocracias Hanan y Hurin de estas dos metrópolis. Simultáneamente favorecieron el alzamiento de poderosos curacazgos integrantes del Imperio de los Incas.

Cuzco y Quito, así, no sólo se combatieron ferozmente con trágica e implacable saña, mientras los españoles se fortalecían en el Perú. Libraron también guerras intestinas. Cuzqueños y quiteñistas hubieron de soportar dentro de sus respectivas áreas de influencia, una insurrección de curacas súbditos en varias de las más importantes comarcas del Tahuantinsuyo. Estos caudillos indígenas locales, con su ciega rebeldía, fueron instrumentos inconscientes de los cristianos en la lucha hispánica contra los principales centros incaicos.

Esta fragmentación interna fue aun más notoria cuando la gran sublevación de Manco Inca. Con tantas discordias se careció de elementos esenciales para la consecución del triunfo: simultaneidad en los pronunciamientos sincronización entre los dirigentes; unidad en la estrategia. Fue funesto a los rebeldes que, a causa de rencillas aristocráticas y de odios dinásticos, jamás lograse Manco unir a todas las fuerzas nativas; las que, juntas habrían resultado imbatibles. La sublevación carecía de mando único y, con frecuencia, los peninsulares utilizaron hábilmente a su favor estas escisiones y, atizándolas, lanzaron a unos indios contra otros.

Sucedió así que hubo varias rebeliones en lugar de una maciza. Cada señorío procedió por su cuenta, levantándose a destiempo y acatando a sus caciques, quienes no siempre mantuvieron fidelidad a las exigencias populares. Distintos régulos por rivalidad con los Incas, no prestaron suficiente respaldo al movimiento central cuzqueño. Asimismo, ciertos Curacas engañados por la perfidia del agresor, o corrompidos por los españoles, lucharon, al igual que en México, al lado de los conquistadores, siguiéndolos en tan equívoco empeño, considerables masas de indios sometidos al mandato irrefutable de esos soberanos locales.

El Inca contó de modo permanente sólo con el poderoso núcleo tribal forjador del Tahuantinsuyo: los clanes gloriosos de los Cuzcos. Estos ayllus, creadores del Imperio Incaico, fueron el alma de la insurrección. Allí, en la estrecha franja ceñida por los ríos Vilcanota y Apurímac, estuvo el baluarte principal de la resistencia. Guerreando contra España, aspiraban a reconstruir el perdido Tahuantinsuyo. Distinta fue la actitud de otros grupos nativos. En efecto, las demás “naciones” autóctonas combatientes intervinieron, aunque con valentía, sólo en una que otra fase de la Reconquista sin aceptar la supremacía de los Cuzcos. Aspiraron a su propia autonomía.

Pese a esa situación, tan adversa, las derrotas ibéricas frente al Inca fueron numerosas. Podrían relievarse las infligidas a Hernando Pizarro en Ollantaytambo y a Gonzalo Pizarro en Chuquillusca; y estas batallas no constituyeron excepción. Manco venció a diversos jefes castellanos en Pillcosuni, Curahuasí, Jauja y Yeñupay. Por años tuvo en jaque a sus enemigos. Pero esto no fue todo.

Para comprender integralmente la magnitud de la Guerra de Reconquista, cabría agregar los sitios largos de Cuzco y Lima y los encuentros ganados por los lugartenientes del Inca. Tal 31 caso de las victorias alcanzadas por Titu Yupanqui, quien, sucesivamente, deshizo cuatro ejércitos conquistadores: los de los Capitanes Diego Pizarro, Gonzalo de Tapia, Cristóbal de Mogrovejo y Alonso de Gaete. De los mílites de esas magníficas expediciones, apenas quedaron vivos unos pocos: acabaron como siervos de Manco Inca. Campaña apoteósica la de Titu Yupanqui que culminó en la fuga de las tropas de Francisco de Godoy, ante las fuerzas incásicas que avanzaban, invencibles, hacia el océano. Fue entonces cuando los cuzqueños cercaron Lima. Otros héroes victoriosos fueron Ylla Tupac y Tisoc Inca, en el centro del Imperio y en el Titicaca, respectivamente.

¡Indios contra indios! Tal fue en realidad, el secreto de la rápida conquista del Tahuantinsuyo; porque las guerras de la penetración castellana eran, esencialmente, sanguinarias campañas de unas confederaciones tribales contra otras. Atroz contienda entre indios. Espantosas guerras civiles que los españoles aprovecharon hábilmente y sin escrúpulos. Anarquía política que los castellanos supieron reforzar a través del atizamiento del espíritu levantisco de numerosos régulos indígenas contra el orden imperial incaico.

Pero la crisis dinástica incaica, al momento de la conquista española, no puede explicarlo todo. Existían factores más profundos. Al caos político indígena se agregaron elementos que no eran fruto de las circunstancias de última hora, sino derivados de la esencia misma del Tahuantinsuyo. Nos referimos a la conformación multitribal del Imperio de los Incas. Como todo Imperio, fue un Estado constituído por diversas “nacionalidades”. Vastos señoríos separados entre sí por lenguas, dioses, costumbres, leyes y tradiciones. Eran federaciones cuyas altivas aristocracias, vencidas poco tiempo atrás por los Incas, apenas si permanecían sujetas por la autoridad imperial. No existía sentimiento nacional. Al ser atacada la organización incaica en su base por los conquistadores, muchos Curacas —ingenuamente— no vacilaron en dar su decidida adhesión a los cristianos, a los cuales, con frecuencia, se vio como portadores de autonomía local.

El Tahuantinsuyo no se hallaba, pues, suficientemente cuzqueñizado al producirse la agresión hispánica. La acción Unificadora del Cuzco había durado demasiado poco; y mucho faltaba aún Para que se formara una línea mínima de conciencia nacional, que comprendiese a todos los pobladores del imperio. Por ello, en algunos casos, el nivel político, todavía poco desarrollado en el Perú pre-hispánico hizo ver a los cristianos, no como conquistadores sino como libertadores. La conquista europea tomó forma de insurrecciones regionales contra el Inca.

Los españoles fueron así penetrando al Imperio. Auxiliaban a uno u otro bando según las conveniencias del momento. Aprovechando el caos, burlando a los jefes indios, minaron toda posibilidad de resistencia organizada. Frente al arrojo de los cuzqueños que se lanzaban sin miedo Contra el acero y el fuego, pudo más la astucia de los peninsulares, quienes eran protegidos por grandes masas de indios aliados. Las energías incaicas se gastaron en la lucha fratricida. Las de Occidente, en cambio, se aplicaron en objetivos muy concretos y perfectamente determinados.

Fue en medio de estas condiciones que se hizo factible el que unos diez mil españoles conquistasen el Perú en un decenio, cayendo dos mil de ellos en la lucha. Verdaderamente, tan reducida cifra de conquistadores llamó siempre la atención porque se había descuidado el estudio de la crisis interna que sufría la sociedad incaica. Y tal vez porque, también, olvidábamos que tal clase de derrumbes se han producido numerosas veces en la historia universal. Al respecto quizás el ejemplo más categórico lo proporcione el formidable Imperio Persa. Abarcaba desde el Danubio hasta el Indo, pero fue destruído por un pequeño número de falanges de Alejandro. Ocurrió así merced a terribles tensiones internas que afrontaba Darío III Codomano; las cuales estallaron ante la presencia del conquistador macedonio. Aunque ejemplo no menos válido lo proporciona la misma España Visigótica que apenas en un par de años fue conquistada desde Gibraltar hasta los Pirineos por sólo trescientos árabes, seguidos de algo más de cinco mil auxiliares bereberes norafricanos. Las luchas internas españolas frustraron una resistencia eficaz. Tanto la aristocracia coma el pueblo estuvieron divididos; en ambos grupos hubo una fracción poderosa a favor de los musulmanes invasores.

Aquí, por igual, se desintegró el Estado Incaico. Los curacas levantados contra Cuzco o contra Quito no midieron la trascendencia de su actitud. Como carecían de una conciencia nacional única, cada aristocracia actuó conforme a lo que creyó conveniente en aquel momento. La Política, —como se ha dicho— no era aun una ciencia muy avanzada entre aquellos nuestros pueblos de totems y de magia y de sagrados señoríos. Pero sí, en cambio, la Política gozaba de plenitud de desarrollo entre los peninsulares, quienes procedían de un mundo ya en plena mentalidad lógica.

Así, mientras el Cuzco, —y con él buena parte del Tahuantinsuyo—, reconoció al principio como intocables dioses a los españoles, otorgándoles el divino nombre de Viracochas, los conquistadores, duchos en los más arteros menesteres de la guerra, mantuvieron falazmente el engaño. Poco, pues, podían hacer indios que aún creían en deidades Viracochas salidas de las aguas, contra españoles venidos de la Europa Renacentista, cuyos ídolos eran el dinero y la inteligencia. Era el enfrentamiento de la franca amoralidad política del Occidente del siglo XVI con un pueblo que aún se enorgullecía del ama llulla”, del “no mentir”.

“El fin justifica los medios”, era un pensamiento que se practicaba con naturalidad en el viejo mundo, aunque no se confesase. Aventureros salidos de esos pueblos europeos fueron los que chocaron contra la sencillez de las colectividades antiguas del Perú. No sólo se enfrentaron, pues, el hierro contra a piedra y el arcabuz a la valentía elemental. Los dos mil quinientos años de evolución histórica que separaban al Tahuantinsuyo de España se reflejaron, por cierto, en ausencia de rueda y alfabeto, de pólvora y acero, de corceles y navíos entre nuestros indios, pero también plasmó tan dilatado lapso de diferenciación cultural en una conciencia política de menor desarrollo. En una mentalidad más llana; menos capaz del complicado juego de intrigo y ardid. Recursos que tanto cuentan en toda invasión.

Por estos motivos, con mayor razón aún, rendimos honores a los guerreros indígenas, especialmente cuzqueños, que cayeron heroicamente en defensa de su patria. A los que supieron morir en los mil combates que jalonan la historia de la Conquista del Perú. Titanes de la talla de Cahuide, negados hasta ahora en las historias oficiales. Héroes que hoy el pueblo peruano empieza a recuperar de un injusto olvido.

(1963).

(*) Juan José Vega Bello (n. Lima, 13 de septiembre de 1932 – m. Lima, 8 de marzo de 2003), fue un historiador, catedrático universitario y periodista peruano.

Desde muy joven incursionó en la docencia universitaria, siendo esta su actividad predilecta. En el campo de la investigación histórica, fue el principal impulsor de la revisión de las bases de la historia peruana, haciendo una interpretación novedosa de los hechos. Su proyecto historiográfico atendió básicamente al final del imperio de los incas y su conquista por los españoles, aunque también ha estudiado en profundidad la rebelión de Túpac Amaru II de 1780-81.

Uno de sus grandes aportes fue acabar con la creencia de que la conquista española del Perú finalizó con la captura y muerte del inca Atahualpa en 1533; en tal sentido puso en su verdadera dimensión histórica la resistencia inca iniciada por Manco Inca, que expuso magistralmente en su libro La guerra de los viracochas (Lima, 1963). Otra de sus obras importantes es la consagrada al caudillo Túpac Amaru II: José Gabriel Túpac Amaru (1969).

Fue además, un innovador en la exposición histórica, sosteniendo que esta debía darse en un estilo sencillo y ameno, al alcance del entendimiento de cualquiera. Asimismo, fue uno de los historiadores que más viajó por el Perú, y el único de procedencia urbana que profundizó en el conocimiento del quechua clásico incaico. Estuvo casado con Carmela Miranda. (Wikipedia)

jueves, 14 de mayo de 2009

Entierros funerarios incaicos hallados en Machu Picchu poseen características atípicas, según arqueólogo

Entierros en Machu Picchu

Los dos entierros funerarios incaicos hallados en los últimos meses en el sitio arqueológico de Torontoy, dentro del Santuario Histórico de Machu Picchu, poseen características atípicas que los diferencian de los enterramientos comunes realizados durante el incario, sostuvo Omar Gallegos Gutiérrez, arqueólogo residente de las obras de excavación y puesta en valor.

El entierro hallado en noviembre de 2008 corresponde a un hombre adulto de la nobleza incaica, de 30 a 35 años de edad; mientras que el descubierto en abril pasado pertenece a un joven de entre 14 y 15 años.

El especialista explicó que se maneja la hipótesis de que dichos enterramientos funerarios fueron realizados durante el período de la conquista española (luego de 1533), de manera apresurada y sin guardar los lineamientos estrictos de los incas.

Remarcó que los incas que habitaban esta zona, para escapar del avance español abandonaron abruptamente sus posesiones cuando se vieron obligados a huir a Vilcabamba, en la ceja de selva de Cusco, donde por 40 años se refugiaron los últimos cuatro monarcas: Manco Inca, Sairy Túpac, Titu Cusi Yupanqui y Túpac Amaru I.

"Abandono que es corroborado porque hay evidencias o indicadores arquitectónicos de que vanos, hornacinas y pisos de los recintos del lugar fueron sellados o tapiados adrede por los propios incas antes de su partida."

Gallegos refirió que las conclusiones arqueológicas sustentan que las sepulturas no tienen una estructura adecuada, porque los cuerpos fueron depositados en un simple hoyo hecho de manera muy repentina, como si se hubiese tratado de ocultarlos antes de abandonar el lugar.

"Además, los enterramientos se hallaron en lugares inusuales a una distancia de 25 metros uno del otro: El hombre adulto en el vano del recinto número 7 del sector B, donde se realizaban labores textiles; y el joven, en el pasadizo adyacente del edificio principal del sector religioso."

El arqueólogo destacó que el hombre adulto fue un importante miembro de la nobleza incaica, debido a que el contexto de su enterramiento presenta 25 objetos que en su mayoría son parejas que simbolizan la dualidad, concepto base de la cosmovisión incaica que divide sus esferas divinas y terrenales en dos mitades: el hombre y la mujer, el Sol y la Luna, el Hanan y el Hurin.

En tanto, anotó, el enterramiento del joven es más sencillo, porque sólo se encontraron cuatro objetos de cerámica decorada y un prendedor o tupu de metal, por lo que no se tiene la certeza de que sea miembro de la nobleza incaica; aunque no se descarta esta posibilidad, que será corroborada al terminar los estudios comparativos.
Fuente: Agencia Andina de Perú – www.andina.com.pe

miércoles, 13 de mayo de 2009

Alternativas para visitar Machu Picchu – Visión desde España

Machu Picchu

El santuario histórico de Machu Picchu, símbolo de la cultura inca, es uno de los monumentos arqueológicos más importantes del mundo. En 1983, fue declarado Patrimonio de la Humanidad y, desde entonces, miles de personas visitan cada día las ruinas de esta ciudad. El feroz circo montado entorno a los restos incas, créanme señores, implica mucho, mucho dinero. Pero, sin duda, merece la pena.

Si sólo dispones de un día para visitar Machu Picchu desde Cuzco, resígnate, tendrás que utilizar el tren y gastarte la friolera de 120 dólares estadounidenses. Mucho dinero si sabes que en Perú puedes dormir por tres dólares y medio y comer bien por dos. Si dispones de más tiempo, cuentas con otras opciones.

Muchos turistas deciden hacer el Camino del Inca, un recorrido por la selva de cinco días que te acerca poco a poco al paraje incomparable de la Cordillera Vilcabamba, en la que se encuentra Machu Picchu. Dos inconvenientes pueden frenar al viajero que se decida por el Camino: se debe reservar con meses de antelación y su precio oscila entre los 350 y los 400 dólares. Sin embargo, la mayoría de los peruanos coincide en que esta es la mejor forma de conocer los restos arqueológicos.

De todos modos, si tu presupuesto escapa a esta alternativa u olvidaste realizar la reserva, puedes hacer el 'jungle trail'. Son cuatro días caminando por una vía inca diferente y el precio ronda los 160 dólares. Una parte del recorrido de esta ruta consiste en recorrer a pie un tramo que sólo puede hacerse en tren para llegar hasta Aguas Calientes, pueblo desde el que se accede a Machu Picchu.

Es curioso que el monopolio de ese trayecto lo tengo una única empresa ferroviaria. También es curioso que solamente se pueda llegar en tren. Y más curioso todavía es que la empresa abuse como lo hace de esta exclusividad que le permite cobrar a los turistas un tramo de 12 kilómetros a 40 dólares. Resultado: Cada vez más jóvenes que desean conocer la ciudad inca realizan este trayecto caminando.


Si te sigue pareciendo excesivo 160 dólares, aún queda otra opción para llegar a Machu Picchu y conocer parte de la cordillera que le da cobijo. Viaja en bus hasta Santa María y después vete hasta Santa Teresa por los caminos que atraviesan las montañas. De ahí, en un mini bus se puede llegar hasta dónde comienzan las vías del tren que conduce a Aguas Calientes. Y de nuevo, a caminar. La vegetación y el río Urubamba se prestan para hacer de estas caminatas una delicia. No tengas miedo de la cantidad de kilómetros. Eso sí, muévete por la selva siempre con guía. Nosotros contratamos a uno excelente, Fabricio Flores Cusi. No sale muy caro e irás más seguro.

Hagas lo que hagas -cualquier opción es buena dependiendo de cada viajero y su bolsillo- infórmate en varias agencias antes de decidirte: el precio es muy variable. Por supuesto, los itinerarios de varios días para alcanzar el Machu Picchu convierten esta maravilla arquitectónica en un lugar aún más impresionante. Conocer ese entorno, combinación de selva alta y valles, aumentan las expectativas del visitante a través de un paisaje fantástico propicio para el misterio.

Una vez en Machu Picchu, nadie queda decepcionado con esta construcción que logra un equilibrio perfecto mimetizándose con las cumbres de Vilcabamba. Ubicada en una cima a más de 2.000 metros de altitud, la ciudad inca aguanta los envites de los turistas custodiada por las ruinas religiosas de un pico más elevado: el Huayna Picchu.

Machu Picchu fue descubierta en 1911 por el explorador estadounidense Hiram Bingham. Y digo fue descubierta porque fue este señor quien hizo famosas las ruinas en EEUU y después en el resto del 'Primer Mundo'. Que los peruanos de la zona ya conocieran la ciudad, es decir, que ya estuviera descubierta y dos de ellos llevaran a Bingham hasta la ciudad, a nadie le importa un pimiento.

Anotaciones sobre el viaje:
1. A dos kilómetros del pueblo de Santa Teresa, existen unas termas naturales más grandes y mejor preparadas que las de Aguas Calientes. ¡Es el lugar perfecto para hacer un alto en el camino hacia la ciudad inca!

2. El Valle Sagrado de los Incas está repleto de restos arqueológicos. Se pueden visitar todos desde Cuzco.
Fuente: diario El Mundo de España – www.elmundo.es


martes, 10 de marzo de 2009

EL ORIGEN DE LOS INCAS

Manco Cápac y Mama Ocllo

Este es un documental sobre el presunto origen de LOS INCAS, que se convirtieron desde siempre en la civilización más grandiosa y poderosa de América.




Libro Recomendado relacionado con el tema: "Vuelo Espía Sobre Perú - Vultur Gryphus Narra Incrédulo lo que Vio" 

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martes, 18 de noviembre de 2008

Documentos del siglo XIX demuestran que sí se tenía conocimiento de la existencia de Machu Picchu antes de la llegada de Hiram Bingham

Mapa que muestra Machu Picchu en el año 1874. Exposición del archivo de Torre Tagle.

En estos días se viene llevando a cabo la muestra "Machu Picchu antes de su divulgación mundial" en el edificio García Bedoya (jirón Lampa 535, Lima) del ministerio de Relaciones Exteriores del Perú.

Esta es la cuarta exposición del año del archivo de Torre Tagle y tiene como meta recalcar que este sitio arqueológico nunca fue una ciudad perdida como se ha difundido erradamente desde la llegada de Hiram Bingham.

Recorrer las vitrinas dedicadas a mapas y documentos en las que se hace referencia al sitio arqueológico antes de la llegada de la expedición de Hiram Bingham da una perspectiva distinta a la habitual sobre la ciudadela Inca. La información que se exhibe cancela el mito popular que habla de Machu Picchu como un lugar del que pocos tenían noticia.

Por ejemplo, se puede apreciar un mapa hecho en la época del Virreinato por el funcionario Pablo Jorge Orcaín sobre el curso del Urubamba. En ese documento, que data de 1801, se describe toda la zona en la que se ubica nuestro actual principal atractivo turístico.

Pero no sólo eso. También se pueden ver mapas y trabajos del italiano Antonio Raimondi y del inglés Clements Markham, dos de los más importantes investigadores extranjeros en el Perú del siglo XIX, que dan cuenta sobre restos prehispánicos encontrados en la zona.

Nunca se perdió

La historiadora Mariana Mould de Pease, quien ha asesorado en esta exposición, comenta que Hiram Bingham no fue, contrario a lo que a veces se piensa, el descubridor de la conocida urbe Inca. "No descubrió Machu Picchu porque nunca se había perdido", puntualiza.

Sin embargo, la especialista no escatima elogios para reconocer la labor que cumplió el expedicionario norteamericano en la difusión mundial del sitio arqueológico. Aunque también hace notar que ya en 1915 la revista Times informaba sobre expediciones de viajeros germanos a la ciudadela previos a Bingham

Un dato interesante que da la investigadora es que a lo largo del tiempo ha recopilado documentación oficial que habla de estas famosas ruinas incaicas. El más antiguo data de la segunda mitad del siglo XVII.

En ese sentido, es interesante ver en esta muestra que incluso en los primeros años de la época republicana hayan existido planes para explotar el sitio arqueológico. Por ejemplo, el alemán Augusto Berns presentó al gobierno proyectos para el uso comercial de los vestigios incaicos pero que no llegaron a concretarse.

La primera vez que aparece el nombre de Machu Picchu en un documento es en un litigio de tierras a fines del siglo XVIII. Una copia del documento se exhibe en la exposición.

Cabe señalar que esta muestra recoge material de la Mapoteca del Archivo de Límites de la Cancillería y de la Biblioteca Nacional y está abierta al público de 9.00 a 13.00 horas. 
Fuente: Agencia Andina de Perú 

martes, 3 de junio de 2008

Descubrimiento y Saqueo de Machu Picchu Antes de Hiram Bingham





Una detallada investigación, llevada a cabo por el historiador y explorador Paolo Greer, revela que Machu Picchu fue descubierto por primera vez por un aventurero y empresario alemán, Augusto Berns, en 1867, y no por el arqueólogo de la Universidad de Yale Hiram Bingham en 1911, como se creía hasta ahora.

La investigación de Greer en archivos de Estados Unidos y Perú ha desenterrado documentos que prueban que Berns creó una empresa expresamente para saquear Machu Picchu y su entorno inmediato. La empresa, conocida como Compañía Anónima Explotadora de las Huacas del Inca, contaba con el apoyo de algunos de los personajes más importantes de Perú, entre ellos el presidente del país.

Los hallazgos de Greer, examinados junto con material de documentación descubierto por un arqueólogo peruano, demuestran que en 1887 el Gobierno peruano consintió el saqueo de Machu Picchu y firmó un acuerdo con Berns, según el cual se permitía a éste exportar el material y el Gobierno se reservaba un 10% de los ingresos.

Uno de los socios comerciales de Berns en la empresa fue el director de la Biblioteca Nacional de Perú por aquel entonces. Su colega de más rango (el vicepresidente de la empresa) era profesor de patología en una universidad de Lima y un coleccionista de antigüedades que acabó vendiendo su colección a un museo de Berlín.

Machu Picchu fue construido en el siglo XV por el emperador inca Pachacuti, que casi con toda certeza fue enterrado ahí cuando murió, en 1471. La ciudad tenía un importante templo en honor al sol y es probable que la tumba de Pachacuti y el templo estuvieran decorados con grandes cantidades de oro, cuya mayor parte se retiró casi con toda seguridad en 1432, en un vano intento de rescatar a Atahualpa, el último emperador inca, capturado por los conquistadores españoles. Sin embargo, es concebible que Berns encontrase cantidades ingentes de cerámica de alta calidad y otros artículos que no se exigieron para el rescate.

Durante su investigación, Greer localizó una lista de 57 contactos de Berns, estadounidenses, británicos y de otras nacionalidades, y otras personas que posiblemente compraran las antigüedades que Berns o sus asociados encontraron en Machu Picchu. Pero hasta ahora no se ha descubierto ninguna lista de los hallazgos y la investigación se ampliará ahora a Estados Unidos y Europa para intentar localizar cualquier tesoro perdido de Machu Picchu en colecciones privadas y otras colecciones.

Greer ha encontrado en los archivos peruanos documentos escritos por Berns que revelan que entre 1867 y 1870 exploró Machu Picchu y descubrió varias estructuras subterráneas selladas. Antes de planear, con apoyo gubernamental, la forma de saquear el lugar, Berns predijo que estas estructuras «contendrían sin duda objetos de gran valor»: los «tesoros de los incas».

En un principio, Berns viajó a la zona para talar árboles y fabricar traviesas para un proyecto ferroviario peruano. Hacia 1870 ya había realizado una exploración preliminar de Machu Picchu. Más tarde, como el ejército chileno había ocupado gran parte de Perú durante la guerra del Pacífico de 1879-83, Berns se trasladó durante un tiempo a Panamá y puso en marcha una empresa peruana, registrada en Estados Unidos, denominada Compañía Minera de Minas Incas de Oro y Plata.

Finalmente, en 1887, regresó a Perú y creó su empresa de saqueo de antigüedades, y es de suponer que volvió a Machu Picchu, aunque lo que allí encontró y luego vendió sigue siendo un completo misterio. Pasaron otros 40 años antes de que la ciudad fuera redescubierta por el famoso académico de Yale, Hiram Bingham.

La revelación de que los tesoros arqueológicos fueron saqueados, casi con toda certeza, con el apoyo del Gobierno peruano a finales del siglo XIX llega justamente en un momento en que Perú redobla sus exigencias de que le sea devuelto el material que Hiram Bingham halló en Machu Picchu (y que actualmente se encuentra en la Universidad de Yale).

Contrastes

El contraste entre el auténtico descubridor de Machu Picchu -de cuya existencia se ha sabido hace poco- e Hiram Bingham no podría ser mayor. August R. Berns era un oscuro empresario alemán que fundó un pequeño negocio de producción de traviesas de ferrocarril en Perú en la década de 1860. Compró unos terrenos cercanos a las entonces desconocidas ruinas de Machu Picchu para talar árboles de los que sacar madera. Descubrió y exploró las ruinas entre 1867 y 1870.

Hiram Bingham era un historiador, arqueólogo, explorador, aviador y político estadounidense. Hay quien ha llegado a insinuar que el taquillero personaje de Indiana Jones está inspirado en él.

Bingham enseñó en las universidades de Harvard, Princeton y Yale, y fue miembro del Senado de Estados Unidos y gobernador de Connecticut. Sin embargo, hasta ahora, siempre ha sido más conocido por ser el descubridor de Machu Picchu, la ciudad perdida de los incas, que ahora ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y que constituye una de las atracciones turísticas más famosas del mundo.

Su libro de 1948 sobre Machu Picchu, «La ciudad perdida de los incas», fue un éxito de ventas. Y en el propio Machu Picchu, la pista de montaña que lleva a las ruinas se conoce como «carretera de Hiram Bingham».

La revelación de que Berns fue el auténtico descubridor de Machu Picchu (cuatro décadas antes que de que Bingham «descubriera» el yacimiento) se publicará en la próxima edición de la revista «South American Explorer».
(Fuente: diario ABC de España)


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jueves, 13 de marzo de 2008

Descubren Elaborada Calzada Inca en Sacsayhuaman

Camino Inca

Una elaborada calzada inca fue hallada en el Parque Arqueológico de Sacsayhuaman por especialistas del Instituto Nacional de Cultura (INC) de Perú (Cuzco) a 50 metros de un templo recientemente desenterrado en la zona de Cochapata.

El camino, que durante siglos permaneció enterrado bajo un metro de tierra, constituye una importante vía debido a sus características y por estar dirigido en forma directa desde el adoratorio de Qenco hacia la fortaleza de Sacsayhuaman, donde están las murallas en zigzag.

Se presume que el descubrimiento forma parte de una bien lograda red de caminos que conectaban las diferentes huacas templos sagrados ubicados en la zona.

Esta teoría fue ratificada por Washington Camacho, director del Parque Arqueológico de Sacsayhuaman, quien refirió que se trata de un camino ceremonial que durante el periodo inca se utilizo como camino ritual para las diferentes peregrinaciones que se realizaban hacia las huacas.

Por su lado Oscar Rodríguez Limache, arqueólogo residente de la obra, explicó que se trataría de una vía alimentadora a un Capac ñan –camino de alta circulación que conectaba las diferentes regiones del imperio Inca.

Hasta el momento se ha descubierto 200 metros lineales del referido camino, que resulta bastante amplio (mide 6 metros de ancho y posee un piso muy bien tratado, el cual se ha conservado debido a que estuvo durante siglo bajo tierra).

El camino ritual tiene muros adyacentes en ambos costados hechos de material rústico de mortero de barro de 70 centímetros de alto por 60 centímetros de anchura y cuenta con una canaleta al costado para que no erosione el camino.

Los trabajos de investigación seguirán su curso, a fin de identificar, excavar y poner en valor otros tramos del camino prehispánico. Se estima que existe un aproximado de 10 kilómetros lineales de caminos de estas características soterrados bajo tierra. 
Fuente: Agencia Andina de Perú

sábado, 9 de febrero de 2008

Tawantinsuyo - El Imperio Sudamericano

Tawantinsuyo

Tawantinsuyo o Tahuantinsuyu fue el gran y único imperio existente en sudamérica, el que comprendía territorios de los actuales países de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, y Chile.

Aparte de esta gran organización en el resto de sudamérica solo existían tribus ignorantes y dispersas.


Parte 1/6



Parte 2/6



Parte 3/6



Parte 4/6



Parte 5/6



Parte 6/6



martes, 25 de diciembre de 2007

El Oro de los Incas

Francisco Pizarro


Para obtener su libertad, el Inca Atahualpa se comprometió a llenar una vez de oro y dos veces de plata y piedras preciosas, y hasta donde alcanzara su mano, la gran estancia donde estaba preso, poco antes de completar el rescate, Pizarro decidió no devolverle la libertad a Atahualpa y quedarse con el rescate. Los metales preciosos fueron traídos a Cajamarca desde todas partes del imperio.

Deseando obtener más oro y plata, unos meses más tarde los españoles decidieron enjuiciar a Atahualpa por idolatría, fratricidio, poligamia, usurpar el trono, incesto y no cumplir el rescate; fue condenado a la muerte en la hoguera, pena que el inca vio conmutada por la de garrote, al abrazar la fe católica antes de ser ejecutado, el 26 de julio de 1533. La noticia de su muerte dispersó a los pocos ejércitos quiteños que regresaban a sus tierras después de la ocupación del Cusco.

Se cree que Francisco Pizarro estuvo en contra de matar al Inca no solo por un aparente aprecio por él (en su crónica, Pedro Pizarro dice "yo vide llorar al Marqués"), sino porque el que de verdad deseaba su muerte era Diego de Almagro, ya que si se completaba el rescate, éste no llegaría a conseguir mucho oro para sí, dado que él no participó de la captura del Inca y, por tanto, recibiría una parte mínima del rescate.
(wikipedia).

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miércoles, 20 de junio de 2007

Imperio Incaico: Encuentran Vestigios de la Batalla por Lima



Investigadores peruanos han descubierto los restos de quien podría ser la primera víctima indígena por arma de fuego en Perú durante la conquista española del Nuevo Mundo, lo que abre la posibilidad, según apuntaron, de que haya que "reescribir" ese periodo de la Historia.

Guillermo Cock, el arqueólogo al frente de la excavación, explicó en una teleconferencia en Washington que el hallazgo de 483 fardos funerarios en el suburbio limeño de Puruchuco revela detalles que contrastan con las versiones de los cronistas de la conquista del Nuevo Mundo.

El equipo de investigadores concluyó que la mayoría de las víctimas en esos fardos murieron de manera violenta por heridas de armas tradicionales, como hachas de piedra, y seguramente quienes los mataron fueron otros indígenas.

Al parecer, los indígenas del poblado de Guailas, en su descontento con la dominación inca, se aliaron con los españoles gracias a la intercesión de la concubina del conquistador español Francisco Pizarro, la princesa inca Inés Huaylas.

"Vamos a tener que mirar a la historia como un proceso mucho más complejo, no tan simple como que un pequeño grupo de españoles fue capaz de dominar todo el imperio inca", dijo Cock.

El cementerio de Puruchuco, que se descubrió en 2004 cuando comenzaron las excavaciones para la elaboración de una avenida en los suburbios de Lima, es una prueba fehaciente de que realmente se produjo el Cerco de Lima, que significó la muerte del líder de los incas rebeldes, Quizo Yupanqui.

Según Cock, para los españoles de Pizarro, la batalla tras el Cerco a Lima fue especialmente importante puesto que les supuso la victoria que necesitaban tras varias derrotas contra el poderoso imperio inca.

Los cuerpos encontrados, que datan de agosto de 1536, han servido a los arqueólogos para arrojar luz sobre varias cuestiones históricas inciertas y constituyen uno de los más interesantes hallazgos sobre la cultura inca de los últimos años por varios motivos.

"Es la primera vez que descubrimos un cadáver con un agujero causado por el impacto de una bala de arcabuz, las armas que utilizaban los conquistadores españoles en el siglo XVI", explicó Cock.


Uno de los detalles que más sorprendió a los arqueólogos es que los cuerpos no estaban enterrados según el rito inca, que establece una metodología muy concreta para el enterramiento de los difuntos.

"Los fardos funerarios estaban muy cerca de la superficie, no estaban orientados hacia el noroeste, estaban envueltos en simples telas y no como exigen los ritos funerarios. Además, no tenían ofrendas", explicó Cock.

El especialista señaló como causa de esta falta de rigor en los enterramientos el "apuro de los momentos posteriores a la batalla y el temor de los incas a ser encontrados enterrando a los suyos".

Pero también quiso señalar el impacto que tuvo la casi total desestructuración de la sociedad inca tras la conquista española de Lima y la posible desaparición de los especialistas en ritos funerarios.

El equipo de arqueólogos descubrió que cerca de 35 de los cuerpos encontrados no mostraban signos de violencia, por lo que concluyeron que seguramente serían víctimas de enfermedades europeas que viajaron al Nuevo Mundo, tales como la gripe, la viruela, o incluso simples resfriados.

Las víctimas eran todos indígenas, su media de edad estaba entre los 18 y los 24 años, e incluían a dos o tres mujeres incas, según los análisis de la investigación.

Para explicar su presencia, el arqueólogo peruano explica que debían formar "parte del ejército, como las rabonas, o participaron para defender a sus maridos o hermanos, o puede que murieran a manos de los conquistadores repletos de adrenalina al final de la batalla".

Curiosamente en la excavación no se encontraron armas, quizás porque fueron incautadas por los españoles o escondidas por los mismos incas por si tenían que volver a utilizarlas, razona el experto.

Cock, que calificó el hallazgo de "fascinante", hizo hincapié en que las investigaciones siguen en curso y que no descarta el descubrimiento de nuevos detalles sobre este cementerio en el futuro.

El proyecto, que comenzó en 2004, está financiado por la prestigiosa fundación National Geographic.
 Tomado del diario El Mundo de España - 20/06/2007


lunes, 28 de mayo de 2007

La Conquista del Imperio Inca

Imperio Inca


Protagonista esencial de la conquista del país de los incas fue Francisco Pizarro, un oscuro español natural de Medellín y que se formó como soldado en Tierra Firme a la sombra de Ojeda, Balboa y Pedrarias.

Participó en la fundación de San Sebastián de Urabá y de Santa María la Antigua, y se estableció luego en Panamá, donde oyó hablar de un país muy rico llamado el Virú o Pirú, que estaba al sur del golfo de San Miguel.

Para descubrirlo organizó una compañía con Diego de Almagro y con el padre Luque. El clérigo puso la mayor parte del dinero, aunque se convino repartir el botín por partes iguales. Fletaron una embarcación llamada Santiago y alistaron a 112 hombres, todo lo cual sobrepasó con mucho los 6.000 pesos que habían logrado reunir, quedando endeudados.

Con el barco y los hombres salió Pizarro de Panamá en 1524, mientras su socio Almagro se quedaba haciendo acopio de mayores efectivos.

Pizarro navegó hasta Puerto Piñas y Puerto del Hambre, donde además de infinitas penalidades cosechó siete heridas. Regresó a Chochama, en el actual Chocó colombiano encontrando allí a su socio Almagro. Este había partido tras él y llegado a Puerto Quemado, lugar en el cual trabó un gran combate con los indios del que resultó tuerto, por lo que se le conocería más tarde como Almagro el tuerto, para diferenciarle de su hijo Almagro el mozo, que también dio mucho que hablar.

Pizarro y Almagro no se desanimaron y prepararon la segunda salida, que hicieron en 1526. Llegaron hasta la costa de Barbacoas y Atacames. Ante el hambre y la hostilidad de los indios decidieron replegarse a la isla del Gallo. Aquí se quedó Pizarro con los soldados, mientras Almagro regresaba a Panamá por refuerzos.

Algún soldado descontento logró introducir en un ovillo un mensaje para el Gobernador de Panamá, don Pedro de los Ríos, informándole de los desastres. El Gobernador envió entonces a Tafur con orden de recoger a todos los hombres y llevarles a Panamá. Pizarro se negó a volver derrotado y tuvo un gesto que ha pasado a la Historia como característico de los conquistadores. Trazó una raya en el suelo con su espada e invitó a los que desearan aventuras y riqueza a pasarla. Trece hombres la cruzaron, los llamados "Trece de la fama": el resto volvió a Panamá.

Pizarro y sus compañeros se trasladaron entonces a la isla Gorgona. Allí esperaron pacientemente la resolución del Gobernador, quien finalmente autorizó los refuerzos. Llegaron en un buque pilotado por Bartolomé Ruiz. De los Ríos dio un plazo de seis meses a Pizarro para concluir su descubrimiento.

Pizarro embarcó a sus hombres en la nave de Ruiz y navegó hacia el sur. En 1528 costeó el resto de la actual Colombia y el litoral ecuatoriano, arribando finalmente a Túmbes. Era la antesala del imperio inca. Salieron a recibirle multitud de canoas.

Pizarro envió a tierra a Alonso de Molina y a un negro, para explorar. Luego mandó al artillero Pedro de Candía, que volvió contando excelencias del lugar: Había visto oro y plata a raudales, unos ovejos raros (las llamas) y vistosas ropas de algodón. Aseguraba, además, que en la ciudad había un convento con vírgenes (se trataba de las acllahuasi o escogidas del Inca).

Los españoles continuaron costeando hacia el sur y alcanzaron la desembocadura del río Santa. El viaje fue una sucesión de sorpresas maravillosas y los expedicionarios concluyeron que aquella tierra era aún más rica que la de los aztecas, cuya fama había corrido por toda América.

El 3 de mayo de 1528 regresaron a Panamá. Los socios dispusieron entonces exponer su descubrimiento al Emperador y lograr la capitulación de conquista de la tierra. Se encargó ir a España a Pizarro, quien partió llevando numerosos presentes: unas hachas con los cabos chapeados de oro, mantas finas de algodón, los ovejos, etc. El 26 de julio de 1529, firmó en Toledo la capitulación. Por ella sería nombrado Adelantado y Alguacil Mayor de Nueva Castilla (nombre con el que bautizó al Perú).

Almagro sería hidalgo y alcaide de la fortaleza de Túmbez y el padre Luque Arzobispo de la misma ciudad, a la que se había denominado ya la Nueva Valencia. El piloto Ruíz fue nombrado Piloto Mayor de la Mar Austral, Candía artillero mayor del Perú y los Trece de la fama fueron ascendidos a la hidalguía. Resultaba así que Pizarro se había quedado con la parte del león, dejando a sus socios las migajas.

Pizarro pasó por su ciudad natal para incorporar a la hueste conquistadora a sus hermanos Hernando, Juan y Gonzalo, a su hermano de madre Francisco Martín Alcántara y a una veintena de paisanos. Con ellos se trasladó a San Lucar, donde embarcó para Panamá. Al llegar a esta ciudad, tuvo varias diferencias con sus socios a causa de lo capitulado, pero todo se solucionó de momento, ante la perspectiva de la conquista.

La tercera y última expedición salió de Panamá a fines de enero de 1531 con tres navíos. Una vez más, Pizarro iba en vanguardia y Almagro se quedaba en Panamá reclutando hombres y comprando vituallas y armas para reforzarle. Pizarró repitió el recorrido del segundo viaje y llegó a Túmbes. Allí pudo comprobar todas las exageraciones de Candía y quedó decepcionado. La ciudad acababa de sufrir, además, los estragos de la guerra civil motivada por las diferencias entre Huáscar y Atahualpa.

Repuesto de la sorpresa decidió internarse en el país. Cruzó una zona desértica y arribó a Tanará, lugar en el que fundó la población de San Miguel, en julio de 1532. Dejó una pequeña guarnición y prosiguió al sur, hallando ya tierras bien cultivadas. En Caxas recibió al fin noticias del Emperador Atahualpa, quien había enviado varias comunicaciones. Se trataba de unos patos desollados con los que venía un mensaje que decía: "De esta manera os ha de poner los cueros a todos vosotros si no le volvéis (a Atahualpa) cuanto habéis tomado en la tierra". Pizarro hizo caso omiso de la advertencia y continuó, adelante, por lo cual recibió otro mensaje del Inca citándole en Cajamarca, donde pensaba acabar con los españoles.

Pizarro abandonó la costa y empezó la subida a la sierra. El 15 de noviembre llegó a Cajamarca. Se trataba de una típica ciudad incaica de sierra, totalmente abandonada. Se instaló en ella y empezó a estudiar su defensa para el momento en que arribara el Inca. No tardó en aparecer, pero no quiso entrar en la ciudad. Acampó en sus proximidades. Los españoles quedaron aterrados al ver un ejército tan numeroso.

Pizarro envió a sus hermanos a cumplimentar al monarca y uno de ellos hizo una exhibición para atemorizarle, lanzando su caballo al galope y frenando ante el mismo Inca quien, lejos de inmutarse, le dijo que al día siguiente iría a visitar a su jefe para exigirle la devolución de cuanto había robado a su pueblo.

El 16 de noviembre de 1532 Atahualpa se dirigió a Cajamarca, tal como había prometido. Iba en una litera de oro, rodeado de señores, y acompañado por unos diez mil indios. En vanguardia iba un escuadrón limpiando el suelo y colocando mantas sobre él.

El Inca llegó a la plaza principal donde le esperaba Pizarro. Se le acercó entonces el padre Valverde, capellán de la hueste, para leer el Requerimiento. Un intérprete, el indio Felipillo, fue traduciendo las palabras del sacerdote. El Inca interrumpió el discurso y dijo algo que el religioso interpretó como dudas sobre la fuente de autoridad de lo que decía, y señaló entonces la Biblia. Los cronistas Trujillo, Jerez, Estete y Ruiz de Arce coinciden en afirmar que Atahualpa tiró entonces la Biblia, lo que puso furioso al Padre, que se volvió indignado a Pizarro pidiéndole atacar.

El Inca Garcilaso nos da una versión bastante sensata del asunto y es que el indio Felipillo fue incapaz de traducir las palabras del Padre Valverde, pues no sabía español, ni quechua, ya que procedía de la isla de Puná. Además, había expresiones intraducibles hasta para el más experimentado políglota, como eran las de Santísima Trinidad, etc. por lo que el Inca se quedó tan asombrado que dijo "Atac", palabra que en su lengua quería decir "!Ay dolor!", lo que fue interpretado por los españoles como la orden de ataque. Esta última parte es poco creíble, pero no así la perplejidad del Inca al escuchar a un indio de Puná aquellas cosas tan extrañas y confusas.

Lo cierto es que en aquellos momentos sonó un tiro de arcabuz y se agitó una toalla blanca en el aire. Eran las señales convenidas para el ataque español. Pizarro se puso la armadura, se disparó la artillería, salieron los jinetes al galope por las calles y atacaron los infantes al grito de Santiago. Los indios se asustaron, como era de esperar, y Pizarro aprovechó el desconcierto para abrirse camino hacía el Inca, seguido de 25 soldados. Dio muerte a los guardianes y se apoderó de su persona, lo que aterrorizó a los naturales, que huyeron en desbandada. La batalla duró una media hora, que fue lo que tardó en caer el imperio inca.

Al día siguiente Atahualpa ofreció a Pizarro un rescate a cambio de su libertad: una habitación llena de oro y dos de plata. El Adelantado de la Nueva Castilla aceptó. Empezó a reunirse el tesoro, recogiendo metales preciosos en todos los templos del imperio.

Atahualpa fue luego procesado por haber mandado matar a su hermano, por incesto, ya que se había casado con su hermana, y por hereje contumaz al rechazar el bautismo cuantas veces se le propuso. Fue ejecutado el 26 de julio de 1533.

La resistencia inca prosiguió por parte de los quiteños, los más fieles a Atahualpa. Sus ejércitos, dirigidos por prestigiosos generales, intentaron salvar lo que quedaba del imperio. Pizarro se dirigió hacia Cuzco, donde tuvo un encuentro con las tropas quiteñas. Entró en la capital el 14 de noviembre del mismo año. Un enorme saqueo de los templos terminó con lo que quedaba del culto al sol.

El Gobernador envió desde allí una expedición para que descubriera y tomara posesión del lago Titicaca, del que tanto hablaban los naturales. El 23 de marzo de 1534, Pizarro ordenó repartir los solares de Cuzco a los nuevos pobladores españoles. La ciudad no sufrió los estragos de la guerra y siguió con su vieja traza incaica.

El conquistador del Perú no quiso instalar allí la capital de Nueva Castilla porque estaba muy lejos de la costa, lo que dificultaría recibir refuerzos en un momento determinado. Tornó hacia el litoral y en el camino fundó Jauja (25 de abril de 1534). Aquí hizo el primer reparto de encomiendas, bastante injusto, por cierto, pues desconocía la tierra, por lo que dio a unos mucho y a otros poco.

Luego se dirigió a la costa y a orillas del río Rimac, muy cerca de un puerto que pronto se conocería como El Callao, fundó la ciudad de Los Reyes el 18 de enero de 1535, verdadera capital de su gobierno y futura sede virreinal. Poco después, el 5 de marzo del mismo año, asentó Trujillo, en homenaje a su ciudad natal. Con ello se completaría el primer conjunto poblacional del Perú.

Las disparidades entre almagristas y pizarristas motivaron el asesinato del Marqués de Cajamarca en 1541, año que puede considerarse el término de esta conquista.


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jueves, 26 de abril de 2007

Imperio Incaico: Los 12 Incas Legítimos


Restos del Trono del Inca - Sacsayhuamán - Cuzco


La capaccuna era la lista oficial de gobernantes de la civilización Inca. Se especula que existieron más gobernantes de los que ésta acepta y que varios fueron borrados de la historia oficial del imperio por distintos motivos. En total, fueron doce los emperadores incas:


Dinastía Urin Cusco:1200-1230: Manco Capac
1230-1260: Sinchi Roca
1260-1290: Lloque Yupanqui
1290-1320: Mayta Capac
1320-1359: Cápac Yupanqui


Dinastía Hanan Cusco:1350-1380: Inca Roca
1380-1400: Yahuar Huaca
1400-1438: Viracocha Inca
1438-1471: Pachacutec
1471-1493: Túpac Yupanqui
1493-1525: Huayna Cápac
1525-1532: Huáscar

En contra de lo que se piensa, Atahualpa (que gobernó de facto el Imperio Inca entre 1532 y 1533) no forma parte de la capaccuna, ya que, a diferencia de los demás emperadores, nunca llegó a ceñir la mascaipacha (corona imperial), único símbolo de poder imperial en el Tahuantinsuyo, otorgado por las panacas reales del Cusco. Por tanto, es impropio llamarle sapa inca a Atahualpa, como algunas veces se le titula.

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sábado, 21 de abril de 2007

INCA MANCO CAPAC


Inca Manco Cápac

Fue el fundador de la civilización inca. Según la leyenda del Lago Titicaca, recogida por el Inca Garcilazo de la Vega, fue el héroe semidivino que por orden del dios Inti, su padre, fundó el Cusco y civilizó a muchas tribus con la ayuda de su mujer Mama Ocllo.

En la Leyenda del Cerro Tamputocco, relatada por Juan de Betanzos, es Ayar Manco, quien por designios del dios Wiracocha tomó posesión del valle de Acamama y fundó el Cusco después de derrotar a varias tribus con la ayuda de la valiente Mama Huaco.

Según el etnohistoriador Waldemar Espinoza, el fundador del Cusco fue hijo del rey Apu Tambo, de Taipicala-Tiahuanaco, quien dirigió el éxodo de su pueblo desde el Collao hasta Tamputoco (Pacaritambo, provincia de Paruro).

Al parecer Manco Capac nació en el siglo XIII d.C. en el poblado de Maucallaqta, cuyas ruinas existen en el distrito de Pacaritambo a 50 km. al sur del Cusco.

En realidad se sabe muy poco de la vida y obra de este personaje, sin embargo los principales cronistas le atribuyen algunos hechos dignos de mención como: la construcción del Inticancha, templo del Sol y sede de gobierno; su triunfo sobre las tribus huallas, sahuaseras y alcahuisas; la desecación de los pantanos del Cusco; y la división de la ciudad en cuatro barrios: Quinticancha, Chumbicancha, Sayricancha y Yarambuycancha.

Después de designar como sucesor a su hijo Sinchi Roca, Manco Capac murió y su cadaver fue momificado por sus descendientes que se agruparon en el ayllu real llamado Chima Panaca.

Durante el gobierno del Inca Pachacutec (S. XV) la momia o mallqui fue llevada al templo del Sol en una isla del Lago Titicaca.

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