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sábado, 22 de agosto de 2009

Perú es la cuna del Surf


Para muchos de sus habitantes, Lima no es una de las ciudades más acogedoras de Perú por la gran contaminación y congestionado tráfico, pero en su orilla alberga un paraíso para los surfistas: Waikiki.

Miraflores, un distrito acomodado en el sur de Lima, posee su propia Waikiki, bautizada así por el rico heredero azucarero Carlos Dogny, quien en 1941 regresó de Hawaí con una tabla bajo su brazo regalo de la leyenda del surf Duke Kahanamoku.

Dogny fundó el Club Waikiki, con el que ayudó a crear una cultura del surf en Perú, que celebró su primer campeonato nacional en 1955 y el primero a nivel internacional el año siguiente pese a que las raíces del surf en el país se remontan miles de años atrás.

En esta época del año, los surfistas locales corren olas hasta que cae la noche bajo la persistente neblina que arropa el cielo limeño durante el invierno.

Luis Gálvez, un peruano que surfea desde los cinco años, dice que no puede imaginar su vida sin ir al mar a perseguir olas siempre que se le apetezca.

"Mi vida sería completamente diferente", afirmó sacudiéndose el agua de su cabeza tras surfear en pleno mediodía en Punta Roquitas.

Gálvez, que ahora tiene 20 años, lo hace todos los días junto a decenas de surfistas.

Pero los surfistas extranjeros suelen pasar por alto las playas de Perú y van a otros lugares en busca de buenas olas.

Si bien la práctica del surf en el país andino viene desde las civilizaciones preincaicas, el deporte estuvo por años restringido a la clase pudiente debido a los altos costos del equipo importado y su popularidad aún sigue creciendo.

SURFEANDO POR LA HISTORIA PERUANA

Para algunos, Perú es la cuna del surf, que hace miles de años comenzó como un deporte llamado Chan Chan en el pueblo de Huanchaco, en la costa norte de Perú.

Hace unos 3.000 a.C, los pescadores preincaicos solían pararse en sus "caballitos de totora" y llegar hasta la orilla en lo que habría sido la primera tabla de surf del planeta.

Pero no fue hasta que Dogny fundó el Club Waikiki que el surfing despuntó en Perú.

Ya en el 2003, Perú apenas tenía 10 tiendas de surf y unos 10.000 surfistas, de acuerdo a la Enciclopedia del Surf.

Esto a pesar de que las muchas localidades como Huanchaco que hay a lo largo de los 2.214 kilómetros de la costa peruana -casi el doble de la costa de California- ofrecen a los surfistas oportunidades inimaginables para correr una ola.

Perú es también el hogar de Pico Alto, considerado uno de los mejores lugares de América para atrapar olas que pueden alcanzar hasta ocho metros.

Los surfistas peruanos están más que agradecidos de tener olas de clase mundial en su casa, y sin playas atestadas.

"Olvidas todos tus problemas cuando estás ahí", dijo David Serba, de 23 años, con su tabla antes de entrar al mar en Lima.

Madelyn Fairbanks
(Reporte de Madelyn Fairbanks. Escrito en español por Patricia Vélez, editado por Marion Giraldo)
Fuente: Reuters



martes, 9 de junio de 2009

Falleció Amador Ballumbrosio cultor de la música afroperuana

Amador Ballumbrosio Mosquera


Los restos del cultor de la música negra peruana Amador Ballumbrosio Mosquera, fallecido anoche, son velados en la casa que siempre vivió en su natal y entrañable Chincha, en la calle San José 325.

Su hijo y también artista, Amador “Chevo” Ballumbrosio, informó que su padre falleció luego de estar gravemente enfermo por siete años y que es velado acorde con lo que él hubiera deseado.

Agregó que será enterrado mañana a las 16:00 horas en el cementerio del pueblo, pues se espera la llegada de la hija mayor, Carmen Ballumbrosio, quien reside en Estados Unidos.

"Chevo" Ballumbrosio indicó que son 15 los hermanos, la mayoría dedicados a la música, pero lastimosamente los que residen en Europa no podrán llegar al entierro.

Amador Ballumbrosio Mosquera falleció anoche a la edad de 75 años, en su natal Chincha.

Sufría de diabetes desde hace varios años. Su estado de salud se resquebrajó más en el 2001, al sufrir un derrame cerebral.

Cultor del zapateo y del violín, Amador Ballumbrosio era además una autoridad sobre las tradiciones de la población afroperuana.
Fuente: Agencia Andina de Perú – www.andina.com.pe

Reportaje de Miguel Ángel Cárdenas M. publicado en el diario El Comercio de Perú en Noviembre 2007

No cualquiera se llama como él. Y es armónicamente consecuente con eso. Don Amador viene preparando la Navidad Negra en la calle San José --su barrio, en El Carmen--, con el denuedo de un amante de la eternidad. Será una fiesta para ayudar a la reconstrucción de El Carmen, que durará hasta el 6 de enero, en que empalmará con la festividad en honor de la Melchorita. "Tengo parálisis y por falta de circulación se me va muriendo el cuerpo", dice con alegre serenidad. "Mi pie izquierdo solito brinca. Y mi brazo izquierdo, con el que tocaba el violín, está tieso", continúa con alborozada paz. ¿Frustración por esto? ¿Miedo? ¿Rabia? ¿Aunque sea un poco de desazón frente a la muerte? Ni una chispa. Él es un amador de la vida.
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Este mito infinito de la cultura negra no acepta entrevistas formales, solo que uno se siente a su costado, con la puerta abierta, el olor inmortal de un seco con frejoles que prepare Avelina, su esposa y docta cocinera; y converse sin prisa, sin fecha de regreso, como si la vida recién fuese a empezar.
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Su casa tiene de museo, de templo y de bailódromo. Recuerda la primera vez que vio aparecer aquí a Micky González.
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Lo trajo César Calvo. Micky era hippie, llegó y fue bien recibido. Y comenzó a tocar valses. Se enamoró de la música negra y consiguió amigos en El Carmen y en El Guayabo, y comenzó a recopilar temas. A mí me gustaban "Lola", el "Akundún"... En el video de "Lola" aparece un amigo Eusebio que se casaba con Lola. Pero era pura 'ñanga', para el video nomás. Y la gente cree que fue un matrimonio de verdad, ja ja ja.
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También llegó Manongo Mujica.
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Muy buena gente Manongo. Él llegó en el año setenta y tantos. Vino con Micky, con 'Chocolate', y también vino 'Chaqueta' Piaggio, era muchachito, pero cantaba como un grande el chaqueta, cantaba tropical muy buena... él ha venido la otra vez con su señora a dar víveres... A Manongo no lo veo hace tiempo; era tremendo, tenía un cilindro que le sacaba música, hasta lo exprimía, ja ja ja. Él era bien concentrado, también sacaba música santera.
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Todos vinieron a conocerlo, el poeta César Calvo era tremendo bohemio.
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Vinieron a mataperrear. Era un demonio, ja ja ja. Era músico, poeta y loco. Talentoso, una vez presentó un festival en Chincha, hizo la Navidad Negra narrada. Él mismo la narró. Después a mí me compuso un tema de zapateo, hasta ahorita lo tengo y mis hijos lo difunden. Me acuerdo cuando iba a presentar su libro sobre Ino Moxo y fuimos a acompañarlo. Y me llevó para que lo ayudara con Ronaldo Campos, para que zapateara. Y lo hizo muy bien, llegamos a la casa de la mamá de César... Y su mamá le echó su bendición y lo bañó como un bebito a ese palomilla, ja ja ja.
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Usted tocaba el violín, cantaba y zapateaba con ellos. ¿Lo aprendió de sus ancestros africanos?
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Sí, pero el zapateo está relacionado con lo andino, eh. Está entreverado, porque el negro se unió con el andino para el zapateo. ¡Se unieron! Y componían temas en quechua y en castellano, y bailaban cada uno a su estilo. El negro en Chincha se quiere mucho con el serrano para la música.
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¿Qué le gusta a usted de la música andina?
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Sus lamentos, que llegan al bobo, pues. Cuando yo empecé en la música ya estaban los grandes compositores. Son antiguos, pues, muy antiguos. Hacían remembranzas, después le daban el ritmo, todo y lo iban acoplando, los temas y cuartetas.
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¿Quién le enseñó a zapatear?
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Un señor Carazas y un señor Augusto Milani, un negro capo, nacido en El Carmen. Era un yanacón, un obrero de la tierra. Era un buen danzarín. Yo era un chibolo de 4, 5 años. Así se comienza, de chibolito. Mis papás me llevaban y me compraban mis cosas. Todo era mezcla de negro con andino; por ejemplo, acá había comunidades de serranos y para el 24 de diciembre, todos ellos venían en procesión con la Virgen. Y después estaban hasta la Misa del Gallo y venía el concurso de contrapunto, el zapateo en las gradas de la iglesia. Estaban los mejores. Pero esto ya se perdió.
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Sé que usted siempre participaba y ganaba.
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Ganaba conforme me tocara mi rival. Tenía que desplumarlo, pues. Tenía que echarle todo lo que sabía, mi habilidad rítmica. Bien poco me ganaban y cuando me ganaban le metía su patada, ja ja ja. Y después nos íbamos a trompearnos y los viejos nos decían: por qué han peleado, carajo. Y nos rajaban peor. Y nos decían: esta es una cosa de amistad, no de bronca. Nos hacían abrazar ahí.
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¿Y quién le enseñó a tocar el violín?
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Don José Lurita, tenía 96 años, era un cholo cruzado con zambo, ja ja ja. ¡Buena gente! Me enseñó cuando yo ya estaba casado, a los 20 años. Y aprendí a cantar para el zapateo, que es una danza religiosa, eh.
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¿A los dioses africanos, de la sierra?
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A todos, a santos como San Martín también. A todos se les danza parejo. A la Melchorita se le compone su copla y sale. Yo le he enseñado a los niños de El Carmen. Y para el Día del Padre tenía mi conjunto de borrachos, ja ja ja, y borrachos zapateaban mejor todavía.
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Según el fotógrafo Lorry Salcedo, usted tenía un dicho: "Hasta que el cuerpo aguante".
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Ah, yo zapateaba hasta que salía humo.
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Y hasta que salía humo tuvo quince hijos, tremenda energía.
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No teníamos radio ni televisión, pues. Arriba Perú nomás, ja ja ja... Mi hijo Filomeno, que está en Estados Unidos, era el mejor zapateador. José y Miguel están en Francia, el que está en Lima es Amador Eusebio, que está en La Tarumba. Carmen, mi hija, está en España, ella solo baila. Jesús José, 'Cochacho', toca la guitarra.
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Ahora que hablaba de los dioses, el que era santero era 'Chocolate' Algondones, se asumía como Eleguá, el dios yoruba que abre los caminos.
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'Chocolate' era un dios. Era serio. Cuando tocaba su cajón iba rezando. Fumábamos el cigarro puro, no el bambeado. Los dioses santeros lo ayudan y acompañan, es que la cuestión de la música tiene muchos enemigos, son los envidiosos. Un músico que te tenga envidia te malogra, te trae cosas negadas. Es bien bravo. Me ha pasado que he tenido que limpiarme bien, una vez hubo una competencia en que me fregaron el violín. Cuando intentaba no tocaba nada... Pero creo que no hay que darse mucho a eso, porque te acomplejas. Yo doy una oración espiritual, pero no me meto tan profundo. 'Chocolate' por ratos lloraba solito, eso es complejo ya. Yo me controlaba más, porque si no te muñequeas, te vas para otro lado.
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Usted ha tocado con 'Caitro' Soto. Dicen que era mejor zapateador que cajonero.
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Sí. Es cierto. He tocado con él un disco que firmamos con Félix Casaverde, yo me tomo una hora para zapatear y 'Caitro' también. Así hicimos un disco. Caitro era una linda persona.
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¿Quién le ha parecido el mejor cajonero del Perú?
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'Chocolate' y, claro, 'Pititi'... Pero déjame contarte un chiste que me contó 'Caitro'. Era Viernes Santo, vivía en Lima, pero quería ir a Cañete, porque él era cañetano. Dice que se iba a probar su chicha de jora. Y su madre le dijo: "Lo que tú quieres es ir a 'monear' con tu carro. Así que anda tú solo nomás". Dice que estaba con su perro y vio a un señor que estaba paseándose en su caballo. Y le puso mal una montura. Y el negro le dijo: "Alguien tan grande como tú haciéndole eso al caballo". El caballo vio al negro y le dijo: "Oye, y a ti qué te importa". Ja ja ja. Dice que chapó su carro y se fue hasta su casa. Y le dijo a su perro, como quien no quiere la cosa: "¿Tú escuchaste lo que me dijo el caballo". Y el perro le dijo: "Sí y yo me quedé cojudo con lo que te dijo", ja ja ja. 'Caitro' era el despelote, ja ja ja. Me dio tanta risa.
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Contracorriente de El Comercio. 8 de noviembre de 200

Atajo de Negritos (27/12/2008)



Hace 1 mes en la casa de Amador Ballumbrosio



Noviembre 2008 – clases de zapateo



Miki Gonzáles co Amador Ballumbrosio



lunes, 18 de mayo de 2009

Gastón Acurio: El evangelizador de la cocina

Gastón Acurio Jaramillo

Pasamos un día con el más exitoso chef latinoamericano. Lo acompañamos por Lima en un recorrido por cinco de los 14 restaurantes que tiene en la ciudad. Entre uno y otro, habló de su familia, criticó a la elite de su país, respondió a quienes lo candidatean como presidenciable y opinó de las tensas relaciones con Chile, donde pronto abrirá su tercer local. Este es el cocinero afuera de su cocina.

POR SABINE DRYSDALE, DESDE LIMA

Un todoterreno Ford negro se detiene frente a la entrada del mercado de Surquillo, en Lima. Gastón Acurio se baja por la puerta trasera, de jeans y polera negra. Tiene el pelo mojado; sus ojos algo hinchados acentúan sus rasgos de cusqueño.

Camina. Un hombre negro, que bordea los dos metros, se ubica detrás de él. Tres pasos detrás.

Entra y un foco ilumina su rostro; un canal de televisión. Lo rodea un grupo de estudiantes de cocina. Un extranjero lo saluda y le pasa su tarjeta. "Gastón, Gastón, Gastón", se oye en todas las direcciones. Recién levantado, se esfuerza por ser simpático.

De pronto se pierde entre los colores vivos de las frutas de la selva, de las papas, de los ajíes. El olor está mezclado: verduras, pollos muertos, sangre, pescado. Pregunta por las novedades. Compra un puñado de ajíes jalapeños; los va a probar, más tarde, en una leche de tigre. Pide un trozo de queso fresco.

–Muchas gracias, ¿cuánto es? –dice, metiéndose la mano al bolsillo.

–Dos soles.

–¿Dos soles no más? Ustedes mismos baratean sus productos. Yo no entiendo.

El hombre negro de dos metros le abre la puerta trasera del auto y parte.

Gastón Acurio saca un jalapeño de la bolsa y le da un mordisco.

–El ají me despierta -dice.

gastón a secas

Gastón Acurio ha perdido su apellido. Gastón, a secas, le llaman su chofer, los mozos, los clientes, los que hablan de él sin conocerlo. Tras abrir 14 restaurantes en Perú, exportarlos al mundo y convertirse en el evangelizador del sabor peruano, su nombre de pila pasó a ser una marca. Una insignia.

Hasta hace unos años el famoso no era él, sino que su padre, Gastón Acurio Velarde, ex senador, ex primer ministro, casi candidato presidencial. Un padre que lo mandó a estudiar Leyes a España para que fuera político como él. Que pensó que todo se había ido al tacho cuando se enteró de que su hijo no leía códigos sino que revolvía ollas en el Cordon Bleu de París cuando cocinar era sólo una afición. Cuando en su casa a nadie le importaba la cocina.

Desilusión.

Acurio recuerda el día en que todo eso cambió.

–Estaba en la cola de un banco, y a él, acostumbrado a que lo reconozcan en la calle, le dicen: "Usted es el papá de Gastón Acurio". Ahí se acabó su mundo.

Dos años antes había abierto junto a su señora, la alemana Astrid Gutsche, su primer restaurante en Lima, Astrid y Gastón con 45 mil dólares prestados –a pérdida– por amigos y parientes, cuando no tenían un centavo en el bolsillo, ella estaba embarazada y sus padres no se convencían de su pasión por la cocina.

–Pagamos la deuda a los tres meses -dice sonriendo.

Su padre le había exigido volver a trabajar en Perú. Acurio lo entendió como un deber.

–Yo he nacido en cuna de oro, he tenido todo para triunfar en la vida, en un país donde muy pocas personas tienen esa suerte. Como ser humano me corresponde devolver en mi propia tierra. La otra opción sería que no me importe lo que sucede fuera de mi restaurante, que lo único que me importe sea el restaurante para enriquecerme personalmente.

El Ford se detiene en la entrada de Astrid y Gastón, una casa colonial en el distrito de Miraflores. Son las once de la mañana. Aún están puestos los manteles sucios de la noche anterior.

Llama a Eduardo, el chef encargado. El tema de la reunión: la crisis.

–¿Revisamos las cositas? Siéntate, Eduardito. Ayer tuvimos una reunión de directorio, vimos los números y los resultados del control y no me falles en eso. En tiempos de crisis hay que cuidar el granito de arroz, sin renunciar a nada –dice.

Gastón le pasa los jalapeños y le pide que haga una leche de tigre cremosa de picor medio. Que se la mande a su taller donde por la tarde inventará nuevos platos para el restaurante de comida regional Chicha que abrirá en Arequipa.

EL FRACASO

El imperio del cocinero Acurio está formado por los restaurantes Astrid y Gastón, La Mar, La Pepa, Panchita, Tanta, Pascuale y Chicha, repartidos en 14 sucursales en Perú y otras 14 en América Latina, España y EE.UU, con planes de abrirse mercado en Inglaterra. El año pasado facturaron US$ 75 millones de dólares; atienden a 5 mil personas al día. Y no termina ahí: su última aventura es una cadena de hoteles boutique llamada Nativa.

–¿Le da miedo el fracaso, que algún proyecto no funcione?

–Que tenga miedo a quebrar y diga acá no puedo ir porque puedo arriesgar mi patrimonio, no es lo que la gente espera de mí. Yo tomo mucho riesgo. Hago un restaurante en el lugar más caro de San Francisco, invierto 7 millones de dólares para una cebichería peruana que nadie conoce en una ciudad tan dada a otras costumbres gastronómicas. Es un riesgo altísimo que incluso puede hacerme quebrar. Pero eso es irrelevante para mí porque mi trabajo es otro, es llevar la gastronomía peruana al mundo, poner una bandera de liderazgo en países acostumbrados a mandarnos el mensaje de que ellos son los únicos capaces de esto y no nosotros, ¿me entiendes?

–¿Los peruanos tienen una baja autoestima?

–Antes; ya no, gracias a la cocina.

–¿Alguna vez usted caminó con la cabeza gacha?

–Sí, porque nos enseñaron a ser ciudadanos predestinados a ser tercermundistas. Ciudadanos de segunda categoría exportadores de materias primas, importadores de productos terminados, lo importado es bello, lo nacional es feo, entonces la cocina emerge como una reacción a eso y contagia a todo el país con ese sentimiento y hoy el peruano se siente orgulloso de serlo.

–Veo que, como quería su padre, usted se transformó en un político.

–Sin duda, sí. Política gastronómica. No tenemos miedo en decirlo: los cocineros del Perú somos un movimiento que lo único que busca es hacer de la gastronomía un instrumento de desarrollo económico y social. Ser exportadores de tendencias de consumo.

–Pero la política real.

–Me proponen a cada rato que sea candidato a la Presidencia y siempre digo que la gente está loca. Ahora más que nunca, en los programas políticos me mencionan como el outsider. Están locos, porque se imaginan que porque yo tengo un respaldo popular muy alto... con qué descaro voy a hacer uso de ese respaldo para alimentar mi vanidad y querer ser Presidente si no estoy preparado. Es absurdo. Eso no va a ocurrir jamás.

–¿Qué sector político lo identifica?

–Pienso que en el Perú es obligación moral ser de izquierda.

–¿Por qué?

–Porque es un país con mucha pobreza y todas las políticas tienen que estar en función de esas personas que son la mayoría. Una izquierda no entendida como el control de la actividad productiva por parte del Estado, no una izquierda que le quita al rico para darle al pobre, sino que como una serie de acciones del Estado para darles herramientas a los no favorecidos para que puedan ser creadores de riquezas.

CHILE-PERÚ

A la hora de almuerzo, como en una fiesta, en la cebichería La Mar, no cabe un alfiler. Los mozos corren. La música se mezcla con las voces. Varios esperan tomando un pisco sour parados en la entrada.

Acurio entra sonriente. Voltean a verlo. Bromea con la televisión sueca que justo hace una nota del restaurante. Lo saludan unas chilenas. Les dice que tengan cuidado con el pisco sour. Una mujer le manda un beso de parte de alguien que se supone él conoce en Caracas. Se pone rojo.

–Esto es lo que te decía, el compromiso, así quisiera retroceder ya no puedo, ya me fregué. Es defraudar a mucha gente

–¿Siempre ha tenido esta paciencia?

–No. Cuando abrimos el restaurante con Astrid, era un histérico.

Dice que hace diez años maduró, que logró apaciguar su escasa tolerancia a la frustración.

–Con Astrid nos conocimos estudiando cocina en Francia, y bueno, construimos este mundo que ningún sicólogo te recomendaría: que los dos hagan lo mismo, porque no es lo más sano para una pareja. Nuestra manera de llevar pacíficamente la relación, siendo los dos cocineros con ideas diferentes, fue dividirnos el terreno. Ella en lo dulce y yo en lo salado. Afortunadamente, porque yo no tengo la personalidad del pastelero.

–¿Cuál es la personalidad del pastelero?

–El pastelero es un arquitecto. Empiezas un día una torta y si te sale mal tienes que empezar al día siguiente porque es un proceso muy metódico, estructurado y de mucha precisión. En mi cocina todo es espontaneidad, vibraciones en el momento.

–Astrid es alemana. ¿Cómo funciona esa mezcla?

–Funciona, aparentemente, funciona. Todavía nos cuesta escuchar críticas del uno hacia el otro. O sea, las críticas, cuando vienen del cliente son bendición, son oportunidad, un regalo, pero cuando vienen de tu esposa, son dardos –dice, sonriendo–. Ya con el tiempo ni siquiera hace falta hablar para saber que es una crítica, un gesto es suficiente, un silencio.

–¿Cómo lo resuelven?

–Aprendes a tragarlo con serenidad, pero al comienzo podía ser el inicio de una batalla campal.

Al fondo de la barra de La Mar tiene un puesto reservado. Ofrece su cóctel favorito, el chilcano: pisco, ginger ale y limón.

–Puedes tomar 4 o 5 y no te emborrachas, no te empalagas.

Él prefiere un agua con gas.

Saluda a Victoriano, su mano derecha que comienza a presentarle los platos nuevos que han inventado para que los apruebe. O rechace.

Sobre la barra aparece un cebiche hecho con un pescado llamado charela.

Acurio se pone serio. Lo prueba, mastica.

–No, este no va. De sabor está bueno, pero la textura no. No va. No va.

Victoriano inmediatamente lo retira.

Le traen dos empanadas recién fritas, una de ají de gallina y la otra de mariscos. Les da un mordisco. Sólo uno.

–Están buenas, estas van.

Luego un tiradito con leche de tigre en base al ají charapita del Amazonas. Se mete un trozo a la boca.

–Está buenísima la leche. Este va.

–Su primer restaurante fuera de Perú y que marcó su internacionalización, fue en Santiago, una sucursal de Astrid y Gastón. Luego abrió La Mar y se apronta a abrir Tanta en el Parque Arauco. ¿Qué piensa de los chilenos?

–Yo vivo en un mundo de permanente peligro en ese punto que me has tocado. Ando muy confundido en el sentido de cómo puede haber esta doble cara de una relación entre dos países, que por un lado se acusan mutuamente de una serie de cosas y, por otro, dan demostraciones de amar lo que hace el otro. Me explico: el mejor restaurante de Chile, que acaba ser premiado, es de cocina peruana (Astrid y Gastón), ese es un aprecio hacia la cultura del Perú. Y, por otro lado, aquí las tiendas más exitosas, donde los peruanos acuden a comprar masivamente, son chilenas. Eso me confunde. Hay una herida abierta, el tema limítrofe, la guerra, hay gente que utiliza eso para exacerbar y ganar puntos políticos maquiavélicamente. Creo que hay mucha manipulación de personas que tienen intereses en que esta rivalidad, esta herida, continúe abierta.

LA CLASE DOMINANTE

Se sube a la Ford y su chofer parte raudo a Panchita, su anticuchería, la versión peruana de una parrillada. Es el restaurante que más vende. Se sienta en el lounge. Lo esperan los cocineros con platos nuevos.

Llega un cerro de papas fritas con chorizo.

–Esto es para los borrachos –dice riendo–. Va, está bueno.

Luego una tabla con tres tipos de longanizas. Discute el tamaño. Pero va.

Estos bocados serán su almuerzo. Nunca se come un plato entero de comida. En su casa no comen en la noche. Sólo cocina los domingos. Para la familia y los amigos. No va a cócteles ni a inauguraciones, tampoco a los matrimonios de sus amigos, porque simplemente no está dispuesto a ponerse una corbata.

–Aprendí a usar zapatos después de que fui al Palacio de Gobierno con zapatillas. En la revista Caretas aparece una foto en que sale el Presidente Alan García, yo y un ministro mirando mis zapatillas con la cara así (hace una mueca de entre asco e impresión). Desde ahí que salgo en el ranking de los peor vestidos. Pero cuando ves la lista de los 10 mejor vestidos, menos mal que no estoy. Representan justo todo lo opuesto a lo que hemos hablado todo el día.

Mientras mastica los chorizos, los cocineros lo miran expectantes, sonrientes.

–Son muy amables los peruanos.

–La clase trabajadora es muy amable, de una bondad y una paciencia a prueba de todo.

–¿Y la clase dominante?

–No tanto, ese es el problema del Perú. La clase dominante nunca ha estado a la altura de sus responsabilidades.

–¿Le avergüenza haber nacido en la clase alta?

–Puede ser. Lo que sí tengo claro es que mi generación no está dispuesta a ser igual que la anterior. No estamos dispuestos de que nos acusen de no haber estado a la altura de nuestras responsabilidades.

Dos mujeres mayores, elegantes, peinadas de peluquería, beben en el bar. Una se le acerca a felicitarlo. Pero Acurio que durante todo el día había sido resignadamente amable con todo el mundo, pierde la paciencia.

–Señora, estoy ocupado.

Continúa.

–Cuando abrí mi primer restaurante hace 14 años había un sector de clase blanca que cuando entraba alguien mestizo –todos somos mestizos en el Perú– nos decían por qué dejas entrar ese tipo de gente aquí. A ese nivel. Eso ya no existe porque las grandes fortunas son de gente mestiza. Perú socialmente se ha integrado. Hoy las raras son ellas –dice mirando a las señoras que beben en el bar.

–¿Cómo es su relación con el dinero? ¿Qué hace con la plata?

–Como verás, prácticamente todo se reinvierte en crear riqueza. Y lo que no se reinvierte se manda a Pachacutec.

Ahí en una zona miserable de Lima, sin luz ni agua, Acurio impulsó la creación de una escuela de cocina para jóvenes en la pobreza. Donde todos los lunes hacen clases los chefs más prestigiosos de Perú.

–A mis hijas les he dicho que el 10 por ciento se va para ellas y el 90 por ciento para Pachacutec. No me parece ético acumular riqueza, sino que crearla.

EL RETIRO

Son las cuatro de la tarde, Acurio vuelve a subirse al asiento trasero de la Ford. Su día laboral terminará en su taller en el barrio de Barranco, parecido Bellavista pero cerca del mar. La puerta de entrada engaña. Es fea, está sucia, pero se abre y una enorme escalera de madera lleva hacia su living con televisor, su escritorio, entre moderno y bohemio. Por una ventana se cuela la luz sobre su cocina, brillan las ollas de cobre. Victoriano, su mano derecha, fríe un tacu tacu. A Acurio no le gusta. Le falta crocantez, dice. Victoriano hace otro. Hunde el dedo en la salsa de jalapeño que le mandó Eduardo, el chef de Astrid y Gastón. Le gusta. Da algunas instrucciones. Se sienta frente a la computadora, flanqueado por un enorme retrato blanco y negro de sus hijas adolescentes, Kiara e Ivalú.

Acurio está cansado.

–Mi sueño es tener un restaurante en el campo. Un restaurante de cuatro platos con lo que compre en el mercado ese día y a las tres de la tarde cierro. Es volver a los inicios. Pero ese, más que un sueño, es un premio del que no me puedo dar el lujo en este momento.

–¿Cuándo, entonces?

–En unos diez años. Ya me compré un sitio en Pachacamac, el último valle de Lima.
Sabine Drysdale.
Fuente: diario El Mercurio de Chile –
www.elmercurio.com

miércoles, 18 de febrero de 2009

Perú cuenta con 1,786 comunidades indígenas según último censo

Líder indígena de la tribu amazónica shipibo Julio Casurichi.

Un total de mil 786 comunidades indígenas, ubicadas en 11 departamentos, fueron identificadas geográfica y cartográficamente en los censos nacionales 2007: XI de Población y II de Comunidades Indígenas, informó el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

Indicó que ancestralmente en la Amazonía peruana se asienta población indígena perteneciente a 13 familias lingüísticas: arahuaca, cahuapana, harakmbut, huitoto, jíbaro, pano, peba-yagua, quechua, tacana, tucano, tupi-guaraní, zaparo y una sin clasificación.

Ello, según indicó, convierte al Perú en el país más heterogéneo de América, pues no existe otro en este continente con más familias lingüísticas, no obstante se comparte con otras naciones de América algunas de las familias mencionadas.

Estas familias lingüísticas agrupan 60 etnias como la amuesha, asháninka, ashéninka, caquinte, chamicuro, culina, matsiguenga, nomatsiguenga, piro, resígaro, chayahuita, jebero, amarakaeri, arazaeri, huachipaeri, kisamberi, pukirieri, bora, huitoto-meneca, huitoto-murui, actual, aguaruna, candoshi-murato.

Igualmente, huambisa, jíbaro, amahuaca, capanahua, cashibo-cacataibo, mayoruna, parquenahua, pisabo, shipibo-conibo, yagua, lamas, quichua, kichwaruna, aguano, ticuna, muniche, omagua, arabela, iquito y taushiro, entre otros.

Los resultados del censo permiten tener información de las 13 familias lingüísticas y de 51 etnias de las 60 existentes, pues no se empadronó a nueve de ellas, debido a que algunas ya no forman comunidades al ser absorbidas por otros pueblos, y por lo difícil de llegar a ellas por su situación de aislamiento.

Después de la ejecución de los censos, el INEI llevó a cabo una investigación de la existencia de dos pueblos étnicos no empadronados: los omagua y muniches (ambos en Loreto), encontrando personas mayores de 50 años que dijeron ser originarios pero que dejaron de hablar su lengua natal por la convivencia con no indígenas, con lo que pasaron a formar parte de la sociedad mestiza.

Si bien la clasificación etnolingüística resulta precisa, los asentamientos a través de las comunidades indígenas no siempre se presentan con personas de una misma etnia, sino algunas con más de dos etnias.

Así, de las mil 786 comunidades censadas, 21 presentan asentamientos poliétnicos, es decir, en una comunidad existen chamicuros y cocama-cocamilla; y en tres comunidades jeberos y chayahuitas, por citar dos casos.
Fuente: Agencia Andina de Perú – www.andina.com.pe

domingo, 18 de enero de 2009

Chucuito en el Puerto de El Callao, barrio de inmigrantes de Italia y España que vuelve a resplandecer

Chucuito - El Callao


A veces un detalle cambia la vida. Eso le pasó a Chucuito, una comunidad de pescadores del puerto limeño del Callao que ha vestido de colores sus fachadas para conquistar a los turistas con la misma coquetería que el barrio argentino de La Boca.

Debido su cercanía al mar, Chucuito alojó desde tiempos prehispánicos a pescadores, y a partir del siglo XVIII a españoles e italianos que se dedicaban a este oficio. Por ello aún se conservan algunas de las viviendas coloniales de adobe y otras tantas construidas de madera, al estilo genovés.

Hasta hace poco eran escasos los visitantes que osaban caminar por sus calles, consideradas una zona muy insegura, a pesar de la cercanía a la fortaleza del Real Felipe, construida a partir de 1747, y al balneario de La Punta, uno de los destinos gastronómicos favoritos de los limeños.

Pero este año Chucuito, nombre que se cree le dieron los indios collas que habitaron el lugar hasta la llegada de los conquistadores españoles, ha pasado del desprecio a la admiración cuando su la Municipalidad del Callao decidió pintar con colores vivos las fachadas de más de un centenar de viviendas, rehabilitar su bello parque y colocar farolas ornamentales en sus calles.


Se buscaba rescatar la tradición e historia y convertirlo en un centro turístico similar al barrio bonaerense de La Boca, con el que comparte el fuerte legado de sus inmigrantes italianos.

"En el caso del barrio argentino, las casas se pintaron con las pinturas de los barcos y en el caso de Chucuito, muchas viviendas fueron construidas con restos de antiguos barcos", explica el regidor provincial del Callao, José Danos.

Con unos 139.000 euros de inversión municipal, la vida cambió para los residentes de Chucuito, nombre que se cree le dieron los indios collas que habitaron el lugar hasta la llegada de los conquistadores españoles.

Han instalado pequeños negocios dirigidos a los turistas, como bodegas, restaurantes y tiendas de artesanías"A Chucuito no lo cambio por nada", asegura orgulloso Antonio Sotomayor, un jubilado de 86 años que desde hace casi cuatro décadas reside en el lugar que, según dijo, "antes era un pueblo joven (chabola) y ahora es distinto".

El anciano se siente un privilegiado al caminar en menos de un minuto desde su casa a la playa, gozar del aire puro y de muchos días con sol. Sotomayor cuenta que Chucuito, donde existía el caserío indígena de los "Pitipiti" antes de la llegada de los españoles, "es un sitio muy simpático y el clima es excelente".


El atractivo turístico de Chucuito es evidente. Y si bien se siguen viendo por sus calles con aire pueblerino a ancianos con sombreros y vendedores ambulantes en triciclos, los precios de las casas han comenzado a elevarse

Con los cambios, los precios de las casas han comenzado a subir.

De eso se queja Juan Acevedo, un pintor de Chucuito que dice que vivió en el barrio durante 20 años: "aquí me enamoré, me casé y después me abandonaron", recuerda. Ahora, con el alto precio de las viviendas y el corazón partido, ha tenido que mudarse a una zona aledaña y desértica.

Acevedo siempre regresa a Chucuito a pintar las casas de clientes que prefieren tonos sobrios como el nogal y el crema, que contrastan con el azul eléctrico, malva, verde brillante, turquesa, morado y mostaza que le han devuelto el color, y la vida, a uno de los rincones más tradicionales del Callao.
Fuente: www.20minutos.es

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Peruano Juan Diego Flórez es considerado como el mejor tenor del “bel canto” del mundo

Juan Diego Flórez

La más mágica de las expresiones relacionadas con el universo de la ópera, el bel canto, significa literalmente 'bello canto'. La esencia del bel canto llegó a su culmen durante las tres primeras décadas del siglo XIX, con cantantes que poseían una tesitura, una virtuosidad y una expresividad por las que no tardaron en entrar en el mundo de la leyenda. Estos extraordinarios intérpretes eran las 'rockstars' de su época y provocaban el delirio de los espectadores a donde quiera que iban y actuaban.

Por suerte, el bel canto se impone también hoy en los escenarios, sobre todo gracias a la contribución de Juan Diego Flórez. Durante los diez últimos años, el tenor peruano ha seducido a la crítica y al público de todo el mundo gracias a sus proezas técnicas y a una seguridad estilística probablemente equivalentes a las de los mejores tenores que se podían escuchar hace 50 años. Su extraordinaria vocalidad, junto a su irresistible presencia escénica, condujo a los grandes teatros líricos a reponer numerosas obras escasamente interpretadas.

Juan Diego Flórez ha alcanzado una etapa de su carrera en la que puede permitirse el lujo de invitar a eminentes colegas suyos a grabar con él. Este tipo de iniciativa es relativamente habitual en la música popular, pero, en cambio, es raro o, incluso, inédito, entre las estrellas de la ópera de este calibre. Así lo ha hecho para 'Bel Canto Spectacular', su nuevo disco. «Elegí a aquellos a los que quería invitar. Son todos amigos míos con los que ya había actuado antes. Les llamé e intenté convencerlos. No fue fácil hacer coincidir las agendas. De ahí que sea una suerte que hayan podido formar parte de esta aventura».

Esta iniciativa viene a confirmar, por si fuese necesario, la supremacía del tenor peruano en el repertorio. Pero, ¿qué es, para él, el bel canto? «Ante todo, un canto ligado, es decir elegantemente homogéneo. Eso es muy importante. Así como la agilidad y los agudos, que son omnipresentes en el bel canto, sobre todo para el tenor y la soprano. Mucha expresividad, también, porque la orquestación no reúne demasiados efectos dramáticos para apoyarnos. Todo reposa sobre nosotros. Y, por último, la comunicación, el mensaje que hay que hacer pasar».

El bel canto experimentó su apogeo con la música de una virtuosidad extraordinaria de Gioachino Rossini, el estilo elegante y modulado de Vincenzo Bellini y la urgencia teatral de Gaetano Donizetti. Mencionar a estos tres compositores es aludir a los gigantes del bel canto, todos ellos esenciales en la carrera de Flórez. A pesar de que el tenor tienda a subrayar que el término de gigante se le puede aplicar a todo lo que se remonta a la época de las óperas de Haendel.


El bel canto entró en la vida de Flórez en Lima, cuando era un simple estudiante del conservatorio. «Andrés Santa María, el director del Coro Nacional de Perú, era un fan del bel canto y fue él el que me enseñó». Bajo la tutela de Santa María, Flórez descubrió que conseguía con facilidad «hacer evolucionar» su voz a través de las partituras barrocas. Una aptitud que iba a mostrarse crucial para su futuro de cantante. El joven tenor cantó varias óperas belcantistas, mientras era estudiante del Curtis Institute of Music de Filadelfia, pero la auténtica revelación fue su trabajo en 'Il viaggio a Reims' de Rossini en Italia con el tenor Ernesto Palacio. Compatriota peruano, que se convirtió en el mentor más influyente de Flórez, Palacio convirtió a Rossini en su especialidad a lo largo de toda su prestigiosa carrera. «Después de eso —recuerda Flórez— me sentí extraordinariamente cómodo con el estilo belcantista. Él me enseñó a cantarlo con vocales claras y abiertas. Cuando regresé al Curtis para la repetición de Viaggio a Reims, todo el mundo estaba impresionado, porque ya no cantaba como antes. Este encuentro con Ernesto Palacio me ayudó a confirmar que mi repertorio iba a ser el bel canto y, sobre todo, Rossini». Todos los elementos estaban en su sitio para el despegue internacional de Flórez en 1996, a los 23 años, en 'Matilde di Shabran' de Rossini en el Festival de ópera Rossini de Pesaro.

El triunfo conseguido en Pesaro marcó el comienzo de una carrera que ha ido cosechando éxito tras éxito, dado que las reencarnaciones de Flórez abarcan varias de las que están representadas en este disco. Es algo extraordinario, por ejemplo, oírle hacer suyo el estilo enormemente barroco y los espectaculares agudos de Rossini. Pero también le encanta el carácter, que él define como 'legatissimo', de la música de tres óperas de Donizetti, que todavía no interpretó en el escenario: 'Lucrecia Borgia', 'La Favorite' y 'Linda de Chamounis'. Y también disfruta con 'I puritani' de Bellini.

«Cuando se cantan las partituras de Bellini —explica Flórez— se le pone a uno la carne de gallina. Y durante un instante, uno se convierte en su propio público. A menudo, me emociono realmente con ellas, lo cual no deja de ser peligroso. Porque, cuando uno está emocionado, puede resentirlo el canto. Por eso, hay que controlarse».

Está claro que Flórez adora compartir su entusiasmo por este repertorio con artistas capaces de evolucionar a su mismo nivel, como los invitados de este disco: la soprano italiana Patricia Cioli («Dispone de una magnífica delicadez en su voz, es una auténtica cantante de bel canto por su forma de cantar, su ornamentación y su flexibilidad»); la soprano Anna Netrebko («No es sólo una gran cantante, sino también una gran actriz, desborda energía y proporciona mucha credibilidad a todo lo que hace»); la mezo-soprano italiana Daniela Barcellona («Una voz realmente excepcional, amplia pero increíblemente flexible y expresiva»); y el barítono polaco Mariusz Kwieclen («Cuando interpretamos el Don Pasquale en el Met, quedé realmente impresionado por su timbre y por lo coloreada que es su voz»).

Para Flórez, «este disco es realmente un regalo, porque en él se puede encontrar a los mayores artistas actuales, sin hablar de mí mismo. Es extraordinario poder escucharlos a todos en un mismo CD. Me siento orgulloso de cantar en este disco con estos maravillosos cantantes, maravillosos colegas y maravillosos amigos».
ROGER PINES
Fuente: diario El Mundo de España –
www.elmundo.es


martes, 11 de noviembre de 2008

En Perú se encuentra "El Reino de la Coca"



El jefe echa una ojeada al sembrío de coca y observa que comienza a ralear, señal de que su esposa, con el crío a cuestas, su hermana Gema y el ahijado Carlos han trabajado como Dios manda. Al ritmo que llevan, mañana o pasado habrá terminado la cosecha, que este año ha sido mayor de lo que se esperaba. Alirio, flaco y taciturno, da la espalda a la cuadrilla y prosigue su tarea, que consiste en mezclar las hojas en remojo con querosén, hasta que adquieran un tono blancuzco. Es la primera etapa en la preparación de la pasta-base de la que luego se obtiene la cocaína.

La plantación y el laboratorio rústico se encuentran en medio de un bosque de ceibos tropicales. Entre los árboles se divisa el valle de Apurímac con el caudaloso río que lo atraviesa, formando espectaculares caídas de agua o tranquilos remansos. Los sucesivos gobernantes han soñado con transformar esta región del sur del Perú en un paraíso turístico, con hoteles de primera categoría y toda la gama de deportes de aventura que cabe imaginar. Posiblemente, los cerros donde hoy se cultiva la coca formarían parte de un recorrido ecológico si el narcotráfico no hubiera echado raíces en la zona.

Perú produce anualmente 49.000 toneladas de hoja de coca, de las cuales sólo 9.000 se destinan al consumo legal, como antídoto contra la fatiga o el soroche (el mal de las alturas). El último informe de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDD) señala que el 57% de los cultivos –unas 25.000 hectáreas- se concentran en Alto Huallaga y en los valles de los ríos Ene y Apurimac, donde la temperatura no baja de los 14 grados centígrados.

Baptiste, un cura francés de la orden de los Franciscanos, es el único afuerino con salvoconducto para internarse selva adentro. Se ganó la confianza de los militares y de los cocaleros luego de negociar la liberación de un grupo de rehenes, en octubre de 2006. Fue entonces cuando comenzó a visitar a las familias como la de Alirio, primero con la idea de prestarles servicios religiosos, y luego, de convencerlos –con mucho tacto- de que sustituyan la coca por otros cultivos. Todos los reciben con grandes muestras de cariño pero, hasta hoy, no ha logrado convertir a ninguno a la fe de plantar palmitos, piña o kivi en vez del alcaloide.

"Ustedes no mencionen al Ejército ni al Gobierno. Al primer signo de hostilidad nos marchamos", advierte el prelado al periodista y al fotógrafo que le acompañan en esta expedición. En el camino nos cruzamos con un par de individuos armados de escopetas. "¿Van de caza?", pregunta el cura. "Eso mismo, padre", responden, y se quitan el sombrero.

Alirio es un hombre de pocas palabras y, cuando habla, su voz es como una sonajera de piedras: el hábito de probar la mezcla —que además de combustible contiene ácido sulfúrico, cal y amonio— le afectó las cuerdas vocales. Lacónicamente explica que nada es tan lucrativo como la coca. Posee 17 hectáreas con un rendimiento de entre 80 y 100 arrobas (11.5 kilos) de hoja de primera calidad. El kilo de pasta base se cotiza en la selva a 370 dólares la unidad. Baptiste calcula que en un año Alirio puede obtener un ingreso de 10.000 dólares. Una fortuna, considerando que con la cría de cerdos y el cultivo de yuca apenas comían. Los narcotraficantes que se encargan de transportar los alijos hasta Brasil, por vía fluvial o aérea, ganan cuatro veces más.

Se sabe que el tráfico está en manos de los remanentes de Sendero Luminoso, pero en el valle nadie menciona al grupo terrorista por su nombre. Se comenta que el Ejército está preparando un gigantesco operativo para acabar con la columna del comandante José, autores de la matanza de 19 civiles y soldados, hace un mes. La extirpación del terrorismo liquidaría el negocio de la droga, pero en los rostros de los cocaleros no se aprecian signos de alarma.

Bajo el mandato de Alejandro Toledo hubo varios intentos de erradicar los cultivos. Los cocaleros bloquearon los caminos, asaltaron cuarteles de Policía y llegaron a tomar la municipalidad de Ayacucho, una de las principales ciudades del sur. Ciertos grupos de derechos humanos y ONG se plegaron a la campaña hasta que Toledo tuvo que desistir. Seguramente, Alirio y los suyos piensan que el actual presidente, Alan García, tampoco se atreverá a desafiar a las 50.000 familias que han prosperado enormemente con la ayuda de esos ingenuos que no aciertan a encontrar el vínculo entre la hoja de cocaína, el narcotráfico y las masacres que cada tanto cometen los senderistas, agitando la bandera de la "revolución permanente".
RAMY WURGAFT
Fuente: diario El Mundo de España


sábado, 18 de octubre de 2008

Perú, Acusado de Fallar en Protección a las Tribus en la Amazonía



Las evidencias de que la indiscriminada tala de árboles en la Amazonia peruana llevó a algunas de las últimas tribus aisladas del mundo a huir hacia Brasil, agravando los conflictos por tierra y alimento, han aumentado, dijeron un investigador brasileño y grupos de defensa de derechos indígenas.

Desde su puesto de observación en el remoto estado brasileño de Acre, José Meirelles, funcionario de la agencia de asuntos indígenas del Brasil, dijo a Reuters que veía evidencias de tribus no contactadas huyendo por la destrucción de sus tierra de origen.

"Para ponerlo de manera simple, los desforestadores están matando y expulsando a estos pueblos aislados. Está claro que ellos (los indios) están viniendo para acá", afirmó Meirelles a Reuters por correo electrónico.

Meirelles, quien ha vivido 20 de sus 60 años investigando y mapeando tribus aisladas del área, dijo que el mes pasado él y un colega habían sido atacados cerca de su puesto por un grupo de indios armados con flechas.

Estas flechas son de una variedad distinta a las que utilizan las tribus brasileñas que él ha estudiado, lo que sugiere que son indígenas que huyen de Perú.

"Hasta hace dos años, había tres pueblos (en el área). Un cuarto se mudó recientemente al área. El corte de pelo, las flechas y el lugar donde viven son distintos de los otros", escribió Meirelles.

El ataque tuvo lugar en la misma zona de donde en mayo se divulgaron fotografías de indígenas no contactados, lo que causó un frenesí en los medios de comunicación y desató llamados a Perú para que se restringiera la tala de árboles en la región de Ucayali.

La agencia peruana que otorga licencias para explotación de petróleo ha cuestionado en ocasiones la existencia de tribus no contactadas.

Un funcionario del organismo peruano de asuntos indígenas comentó a Reuters que pretenden divulgar un estudio completo de las tribus aisladas y sobre la tala de árboles, que fue prometido varios meses atrás.


Sin embargo, agregó que los resultados iniciales indican que la tala no está llevando a esos grupos a huir del país.

"Es parte de la política de estado reconocer y proteger comunidades indígenas no contactadas", dijo el funcionario, que pidió no ser identificado.

CONFLICTO POR RECURSOS

Brasil tiene 26 tribus nativas confirmadas que viven con escaso o nulo contacto con el resto del mundo y sobreviven gracias a la caza y a que se agrupan, tal como lo han hecho por siglos.

Survival International, un grupo que defiende los derechos de los pueblos indígenas, dice que al menos hay tres grupos en el lado peruano de la frontera.

"El gobierno (peruano) ha dejado muy en claro que quiere abrir grandes sectores del Amazonas, obviamente debido a los reductos de petróleo y gas", dijo David Hill, de Survival International.

"En este caso hay un problema de deforestación en todas las áreas, que no debería estar ocurriendo y que impide hacer algo al respecto", puntualizó Hill.

Beatriz Huertas, funcionaria del grupo internacional de defensa de los derechos de los indígenas CIPIACI, pasó tres semanas en la frontera en junio y dijo que la deforestación había causado conflictos entre las tribus por la escasez de recursos en Perú, lo que los había obligado emigrar a Brasil.

Huerta comentó a Reuters que los líderes indígenas del extremo brasileño del Río Branco le dijeron que habían sido atacados por tribus peruanas recién llegadas.

"Por una parte ellos son perseguidos y asesinados por los deforestadores y cuando huyen, entran en conflicto con otras tribus rivales aisladas. Así que tienen que mantenerse buscando un espacio en donde puedan alimentarse", agregó Huerta.
Stuart Grudgings
(Reporte adicional de Raymond Colitt en Brasilia y Dana Ford en Lima; Editado al español por Maria Pia Palermo)
Fuente: Reuters

sábado, 4 de octubre de 2008

La Cultura Aymara

Cultura o Civilización Aymara

Aimara, aimará, aymara o aymará es el nombre que recibe un pueblo indígena americano que ancestralmente habitaba la meseta andina del Lago Titicaca desde tiempos precolombinos, repartiéndose su población entre el occidente de Bolivia, el sur del Perú y el norte de Chile.

Alternativamente, reciben el nombre de collas, aunque no hay correspondencia biunívoca entre ambos nombres.

Las naciones o pueblos que ancestralmente lo conformaban eran: aullaga, ayaviri, cana, canchis, carangas, charcas, chicha, larilari, lupacas, umasuyus, pacaje, pacasa y quillaca.

A estos pueblos se les ha atribuido una única identidad con el nombre qullasuyu y conformaron una parte del Imperio Inca.

Historia
Los aimaras se asocian a sí mismos como la civilización centrada en Tiwanaku. Hay evidencia lingüística que sugiere que provinieron de más al norte, ocupando la meseta del Titicaca después de la caída de Tiawanaku.

No se han encontrado evidencias de que los habitantes de la civilización de Tiahuanaco tuvieran lenguaje escrito.

El territorio tiwanaku fue fundado aproximadamente en 200 a. C., como una pequeña villa, y creció a proporciones urbanas entre el 300 y el 500, consiguiendo un importante poder regional en el sur de los Andes.

En su máxima extensión, la ciudad cubría aproximadamente 6 km², y tuvo un máximo de 40.000 habitantes.

Su estilo de alfarería era único, del encontrado hasta 2006 en Sudamérica. Una característica importante son las enormes piedras que se encontraron en el lugar; de aproximadamente diez toneladas, las cuales ellos cortaban, le daban forma cuadrada o rectangular y esculpían.

Colapsó repentinamente aproximadamente en 950. La ciudad fue abandonada y su estilo artístico se desvaneció.

Desaparecido el Imperio Tiwanaku, la región quedó fragmentada en varias etnias aimaras que conviven con los Urus quienes en un momento tuvieron el dominio de la cuenca lacustre.

Estos aimaras se caracterizan por sus necrópolis compuestas por tumbas en forma de torres-chullpas. Existen también algunas fortalezas denominadas pucaras.

El modelo por el cual se regulaban estas etnias es el de verticalidad o control de los diversos pisos ecológicos que sostienen su economía de subsistencia.

Ningún grupo humano necesita tanto de sus relaciones con la costa y con los valles como los pueblos aimaras del altiplano, por esta razón cada centro de la puna controlaba por medio de la colonización de zonas periféricas situadas a diferentes alturas y con climas varios.

A mediados del siglo XV el reino Colla conservaba un extenso territorio con su capital Hatun-Colla. El inca Viracocha incursionó en la región, pero quien la conquistó fue su hijo Pachacutec, noveno Inca.

Así como al norte se encontraban los collas, al sur estaba la Confederación Charca que tenía dos grupos: Los Carangas y Quillacas en torno al lago Poopó, y los Charcas que ocupaban el norte de Potosí y parte de Cochabamba. Ambos, Charcas y Collas eran de habla aimara.

La cultura material de los Carangas presenta extensas necrópolis o chullpares algunos de los cuales conservan todavía restos de pintura en sus muros exteriores. Una vez que los carangas fueron conquistados por los incas, Huayna Cápac los llevó a trabajar al valle de Cochabamba como mitimaes.

El señorío denominado Charca, al que estaban adscritos Cara-caras y Chichas, fue conquistado por los incas en tiempo de Túpac Inca Yupanqui y llevados a la conquista de Quito.

Por su parte el pueblo de los Cara-cara era tan belicoso como el Charca y aún mas, en su territorio tienen lugar aun hoy en día luchas denominadas "T'inkus".

El Inca Lloque Yupanqui inició la conquista del territorio aimara a finales del siglo XIII, la que fue continuada por sus sucesores hasta que a mediados del siglo XV fue completada por Pachacútec al derrotar a Chuchi Kápak.

De todas formas se cree que los incas tuvieron una gran influencia sobre los aimaras por algún tiempo, ya que su arquitectura, por la cual son muy conocidos los incas, fue claramente modificada sobre el estilo Tiwanaku, y finalmente los aimaras conservaron un grado de autonomía bajo el imperio Inca.

En la actualidad, la mayor parte de los aimaras viven en la región del Lago Titicaca y están concentrados en el sur del lago.

El centro urbano de la región aimara es El Alto, la ciudad de 750.000 habitantes, que colinda con la sede de gobierno de Bolivia, La Paz. Además, muchos aimaras viven y trabajan como campesinos en los alrededores del Altiplano.

Se estima en 1.600.000 a los bolivianos aimara-parlantes. Entre 300.000 y 500.000 peruanos utilizan la lengua en los departamentos de Puno, Tacna, Moquegua y Arequipa. En Chile hay 48.000 aimaras en las áreas de Arica, Iquique y Antofagasta, mientras que un grupo menor se halla en las provincias argentinas de Salta y Jujuy.

El aymara utilizó como medio de comunicación un tipo de proto khipus, que se ha comprobado fue un tipo de lenguaje escrito.

Cultura
Su idioma es el aimara, aunque muchos de ellos hablan castellano, idioma dominante en los países donde viven. Actualmente también poseen bandera, conocida como la Wiphala, la cual consiste en 7 colores con forma de cuadrados unidos diagonalmente.

Acostumbran sembrar y masticar hojas de coca, costumbre adquirida durante la época de la conquista y alentada por los españoles para obtener mayor rendimiento laboral debido a los alcaloides que contiene.

Religiosidad
Por su condición de hoja sagrada de la coca durante la época del imperio incaico, su uso estaba restringido al inca, nobleza y sacerdotes bajo pena de muerte.

Además del uso en masticación, utilizan las hojas de coca en remedios al igual que en rituales al ofrecérselas al Dios sol Inti y a la Diosa de la tierra Pachamama.

Durante este último siglo, estas plantaciones les ha traído conflictos con las autoridades, para prevenir la creación de la droga cocaína. Sin embargo, la coca tiene gran participación en la religión de los aimaras, al igual que antes con los incas y últimamente se ha convertido en un símbolo cultural de su identidad.

Los cultos de Amaru, Mallku y Pachamama son la formas más antigua de celebración que los aimaras aún realizan en la actualidad.
Fuente: Wikipedia – www.wikipedia.org









jueves, 25 de septiembre de 2008

Rasgos de la Cultura Peruana Actual desde la Optica de un Chileno

Lima

(tomado de El Mercurio de Santiago de Chile)

Nuestro vecino vive un momento único: su economía crece casi 10 por ciento anual, sus exportaciones se disparan, la prensa internacional alaba a sus nuevos escritores, las revistas de viajes recomiendan sus encantos, desde el salvaje Amazonas hasta la refinada nueva gastronomía limeña. Por eso fuimos hasta allá. Para descubrir cómo viven los peruanos su minuto de gloria.

El último boom limeño es la cumbia. Todos hablan de eso, y se escucha y baila en los barrios populares y en discotecas chic. La moda explotó hace poco y nadie la frena: hay récords de ventas y los "cumbieros" son fotografiados en revistas dirigidas al ABC1 peruano. Apenas uno llega a Lima, ve dentro del aeropuerto Jorge Chávez una gigantesca fotografía del Grupo 5 –la banda emblema de esta moda–, que bajo el auspicio de una compañía de celulares da la bienvenida a la ciudad donde todos, tarde o temprano, hablan de un boom.

–Y además de la cumbia, hay boom inmobiliario ¿no?– pregunté, estos días en Lima.

–Claro, igual que en Caracas o Bogotá, pero acá los precios del metro cuadrado han subido en un porcentaje mayor que en las otras ciudades– me dijeron varios.

–También hay un boom literario, ¿no?– pregunté otra vez.

–Eso lo han dicho The Guardian y The New York Times en grandes reportajes. Citan autores jóvenes como Santiago Roncagliolo y Daniel Alarcón, la generación intermedia de Alonso Cueto y la vigencia de Mario Vargas Llosa. También mencionan el auge internacional de los nuevos cronistas y de la revista Etiqueta Negra. Sin dejar de lado las editoriales: hoy Lima tiene tantas o más editoriales independientes que Buenos Aires–
me dijeron varios.

–También hay boom del turismo ¿no?– pregunté otra vez.

–Claro, aunque se supone que el crecimiento más fuerte será entre la mitad del 2009 y el 2010– me dijeron varios.

–También hay un boom gastronómico ¿no?– pregunté otra vez.

–Ése es el principal. El auge de la comida peruana ha sido destacado en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica. Han venido todos los canales de televisión de comida a hacer especiales. Nuestros chefs tienen fama internacional, la comida peruana ya es una marca mundial. Y también hay un boom interno. Hasta hace poco, los restaurantes limeños eran sólo para la aristocracia. Hoy va mucha más gente, todas las semanas– me dijeron varios en estos días de recorrido por Lima, la ciudad donde la verdadera moda es la palabra boom.

Un sándwich. Después de varios días en Lima y su destape gastronómico, dan ganas de comerse un sándwich. En estas jornadas he probado cebiches con salsas de colores, cortes de sushi-fusión con mezclas insólitas, carnes agridulces, chupes boutique, nuevo ají de gallina y todo tipo de chifas (en Lima hay más de 3 mil chifas, como se le llama a los restaurantes chino-peruanos). Por eso, este mediodía de domingo sólo quiero un bendito sándwich.

Camino por Miraflores, un tradicional y próspero barrio limeño.Voy por la calle Comandante Espinar, rumbo al óvalo (rotonda) Gutiérrez, donde hay un multicine, una iglesia y un casino lleno de tragamonedas. Ahí comienza San Isidro: otro barrio donde se nota el auge económico (edificios nuevos, restaurantes caros, arreglo de calles). En el
número 651 de Espiner hay un cartel enorme que dice "sanguchería". Es lo que ando buscando, para dejar de sentirme un cebiche-victim. Hay poca gente en la fila. El lugar es moderno, tiene cajeras que hablan por micrófono y diferentes tipos de sándwiches. El sitio se llama Pasquale, así que pido "un lomo saltado Pasquale, para comer aquí, y una Inca Kola".

Salgo pensando que, aunque sea por una comida, he podido escapar del boom gastronómico. Horas más tarde, descubro que no ha sido así. Sucede cuando le comento a un amigo limeño que almorcé un sándwich "buenazo" en Pasquale.

–Ah, claro que la conozco, es la sanguchería de Gastón Acurio– me dice, nombrándome a la cara más famosa del auge internacional de la comida limeña.

Acurio, que ha formado una suerte de imperio internacional a partit del cebiche, y que en Santiago tiene una sucursal de su exitoso restaurante Astrid & Gastón y acaba de inaugurar la primera sede chilena de La Mar, siempre está presente en esta nueva Lima. Tarde o temprano aparece, aunque trates de escaparte.

Es difícil explicar el repentino auge de una comida ancestral como la peruana. Una astronomía con influencias de cuatro continentes y que ha logrado, gracias a su fama, darle identidad a Lima. Perú siempre ha atraído una gran cantidad de turistas extranjeros a Machu Picchu, elegida el año pasado entre las nuevas 7 maravillas del mundo, habría que agregar íconos turísticos como el Amazonas– pero hasta hace unos años, los visitantes apenas pasaban unas horas por Lima. Hoy se quedan en promedio, tres noches. Es decir, tres cenas.

El peruano Julio Villanueva Chang, fundador de la revista Etiqueta Negra, tiene su propia visión del auge.

–En Lima se come comida local como en pocas ciudades del mundo. Sin habérselo propuesto, hoy Perú está haciendo con México lo que España hizo con Francia: acabar con el monopolio de ser la mejor comida de un continente.

En la Lima de hoy, los restaurantes han adquirido un estatus que va más allá del gastronómico. Esta noche, por ejemplo, el famoso Pescados Capitales tiene la cocina cerrada y sin embargo está repleto de limeños. El motivo es la presentación del libro Toque de queda, de Raúl Tola: un famoso y mediático conductor de televisión, que acaba de publicar un conjunto de cuentos ambientados en los años de Sendero Luminoso. Es decir, la Lima de ayer.

Sobre las mesas del Pescados Capitales hay copas y botellas de vino. El bar está abierto, y hay un micrófono por el que hablan amigos y conocidos del autor.

El libro refleja muy bien esos años de bombas, de apagones, cuando en mitad de la noche Lima se iluminaba con los reflejos de una nueva explosión. Hay un cuento donde el protagonista está en su casa, en mitad de un apagón, y en eso entran unos terroristas con linternas y le alumbran la cara– dice Phillip Butters, periodista de la televisión
peruana y uno de los encargados de presentar Toque de queda.

Aquí están los nuevos rostros de la televisión local mezclados con gente como Antonio Cisneros, el poeta vivo más importante de Perú. Hay modelos rubias, periodistas extranjeros y escritores.

Todos los presentadores son jóvenes y dicen más o menos lo mismo: crecimos en una ciudad azotada por el terrorismo, y es bueno no olvidarse de aquello.

Esto parece un homenaje a Fujimori– comento en voz alta en la mesa, en mitad de la presentación. Según muchos, Perú comenzó a cambiar cuando el gobierno de Alberto Fujimori barrió con Sendero Luminoso. Hoy, Fujimori está preso.

La respuesta me sorprende:

Escribir de Sendero Luminoso se está convirtiendo en un nuevo boom.

La respuesta me la da la dueña de una empresa de comunicaciones, y viene acompañada de una explicación:

El que puso de moda eso fue Santiago Roncagliolo, cuando ganó el premio de novela Alfaguara a los 33 años con Abril Rojo, la novela donde habla del gobierno de Fujimori y su lucha contra Sendero. Ahora todos escriben de eso: o del rescate de la embajada, o de los videos, o de los años de las bombas.

Luego de los discursos comienza una fiesta en el restaurante. Al rato cae todo el elenco del programa boom de la TV: la versión peruana de Bailando por un sueño. El bar sigue abierto. Raúl Tola, el conductor de televisión, parece feliz de que ya no exista toque de queda.

Siempre se supo poco de Lima. Su apodo de "Lima la horrible" parecía hecho a la medida, aunque recién ahora asoma como una sub-valoración de su vida cultural. Hasta hace una década, Lima era conocida por pocas cosas: el cebiche (con b, como les gusta a los peruanos), Sendero Luminoso y Vargas Llosa.

Hoy el cebiche está de moda, escribir de los años de Sendero está de moda y, frente a todos esos celulares que le sacan fotos y a esa multitud que lleva libros para que los firme, está Vargas Llosa. Es el último día de la edición 13 de la Feria Internacional del Libro de Lima, y un par de policías custodia a uno de los escritores más importantes de Latinoamérica. Intento acercarme, pero el tumulto es una pared. Vargas Llosa parece una estrella de rock, o un actor de telenovelas.

De pronto el autor de Pantaleón y las visitadoras deja de firmar libros y, rodeado de cámaras, se va por un pasillo largo hasta el auditorio. Lo sigo. Llevo en el cuello mi credencial de autor invitado (vine a presentar La vida de una vaca, y tengo ganas de que sea un boom).

Hay 800 personas sentadas, más muchas que lo escucharán de pie. Vargas Llosa sube al escenario y todos aplauden. Estamos aquí para el lanzamiento del libro Las guerras de este mundo, que recoge ensayos sobre su obra de autores como Alonso Cueto, Jorge Edwards, Enrique Krauze, José Miguel Oviedo, Nélida Piñón y Antonio Tabucchi.

Además de cerrar la feria del libro, Vargas Llosa será el presidente del jurado del Festival Internacional de Cine que comienza la misma semana en Lima, y estará presente en la Universidad Católica donde se inaugurará una gran retrospectiva de su obra, con objetos originales hasta ahora nunca expuestos. La actividad cultural limeña está en auge y Vargas Llosa es, nuevamente, protagonista del boom.

El Juanito es un bar de Barranco, la zona bohemia de Lima. El lugar, frecuentado por vecinos históricos, jóvenes artistas y escritores con ganas de hacer historia, es lo que en Perú se llama huarique, una picada.

En el Juanito me encuentro con Juan Manuel Robles, autor del libro Lima Freak, donde asoman insólitos personajes. Como Laura Bozzo, la animadora que pasó su arresto domiciliario –por nexos con Vladimiro Montesinos– dentro de un estudio de TV, para seguir con su programa diario.

Robles, quien viste de negro y saluda levantando cejas, ganó un concurso de cuentos gastronómicos con el relato Huancaína Freak. Y ahí describe a Lima: "Vivo en una ciudad enferma, trastornada por la comida, adicta a losorgasmos del paladar. Todos cocinan, todos dicen haber creado un plato, todos tragan y todos son críticos: comer es un carnaval permanente y una explosión demencial".

Entre los jurados del concurso estaba Gastón Acurio.

–El verdadero boom es que hay más consumo– dice Robles, y pide otra ronda de cervezas.

Noches más tarde, en el restaurante El Señorío de Sulco, de Isabel Álvarez (madre del chef Flavio Solórzano, inventor del helado de coca), comparto un pisco sour con Daniel Titinger, autor del libro Dios es peruano (imitado en Chile con Dios es chileno) y que tiene un perro llamado Pisco. Y me dice:

–Es cierto lo del boom. Pero tienes que tener cuidado en qué esquina doblas. Por ahí, te equivocas y te sales del boom.

Los expertos económicos dicen que lo mejor del crecimiento peruano está por venir. Que el auge de una industria arrastrará consigo a otras. El entusiasmo tocó techo hace unas semanas, cuando el presidente Alan García dijo que Perú debía postular para organizar los Juegos Olímpicos de 2016.

Por ahora, en el bar el Dragón de Barranco, como todos los miércoles en la noche, lo que de verdad está en alza es el ritmo que pone el DJ, que mezcla música electrónica de hoy y éxitos de los 80. Los limeños saltan y levantan los brazos, disfrutando sin importar si la música es de la época de las bombas de Sendero o del actual boom del Grupo 5, los reyes de la cumbia.

Comer

Astrid & Gastón. Nueva comida peruana. 50 dólares por persona aprox. Cantuarias 175, Miraflores; tel.(51-1) 444 1496; ayg@qnet.com.pe

El Señorío de Sulco. Cocina peruana. 40 dólares por persona aprox.Malecón Cisneros 1470, Miraflores; tel. (51-1) 441 0183; www.senoriodesulco.com

Malabar. Nueva cocina peruana. 30 dólares por persona aprox. Camino Real 101, San Isidro; tel. (51-1) 440 5200; malabarrestaurante@hotmail.com

Wa lok. Cocina china-peruana. 15 dólares por persona aprox. Jirón Paruro 864, Barrio Chino; tel. (51-1) 427 2656.

Picadas:

Mi Perú: en sus paredes hay cientos de tarjetas personales de los comensales y fotos de la selección de fútbol. Pida concentrado de cangrejo. Av. Lima 861, frente a la plaza Butters.

Juanito: con más de 70 años, todas las noches se prende con su ambiente bohemio. Pida un sándwich de jamón del norte con cebolla. Av. Grau 274.

Sonia: cebichería a la antigua. Pida conchitas a la parmesana y pulpo al olivo. Agustín Lozano La Rosa 173, Chorrillos.

Comprar

Ropa: 10 años cumple Larcomar, un centro comercial ubicado en el barrio de Miraflores y frente al mar. Tiene ropa de moda, artesanía de buena calidad, restaurantes y cines. Hace pocos meses se inauguró una nueva ala, dedicada a tiendas boutiques. www.larcomar.com

Libros: la última novedad es Ksa Tomada, en el barrio de San Isidro. Además de libros cuenta con cafetería y una nutrida agenda de eventos culturales. Conquistadores 1238, San Isidro; www.libreriaksatomada.blogspot.com

Dormir

Hotel La Castellana. 3 estrellas. Desde 50 dólares. Grimaldo del Solar 222, Miraflores.

Hotel Posada del Inca. 3 estrellas. Desde 80 dólares Alcanfores 329, Miraflores.

JW Marriott Hotel and Stellaris Casino. 5 estrellas. Desde 200 dólares. Malecón de la Reserva 615, Miraflores.

Sonesta Lima Hotel El Olivar. 5 estrellas. Desde 130 dólares. Pancho Fierro 194, San Isidro.
Por Juan Pablo Meneses desde Lima, Perú.
Fuente: diario El Mercurio de Chile – www.elmercurio.com

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