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miércoles, 8 de abril de 2020

Imperio Inca: Atahualpa 13º Inca (de facto)


Atahualpa (Cuzco, circa 1500 - Cajamarca, 26 de julio de 1533) fue el último soberano inca, aunque no reconocido ni coronado como tal.

El Inca Huayna Cápac enfermó y murió.

Una vez muerto Huayna Cápac, reinaron sus dos hijos unos cuatro o cinco años en paz: Huáscar como Sapa Inca y Atahualpa como rey de Quito. 

Sin embargo, Huáscar se dio cuenta del error de su padre de dar a Atahualpa el gobierno de una inmensa provincia del norte, pues así quedaba bloqueada la ampliación de la frontera norte por parte de la casta cuzqueña, pues en el resto de las fronteras se había llegado a límites infranqueables, como el mar, las selva y el territorio al sur del Maule, poblado de salvajes. También entrevió que tal partición del imperio contradecía el mandato del primer inca Manco Cápac, que solo admitía un imperio incaico único. 

Para dar solución al problema, Huáscar invitó a su hermano que fuera al Cuzco para que jurara como su vasallo, en aras de un interés mayor como la unidad del Imperio. 

Atahualpa, simuló acatar la orden, pero pidió permiso para llevar consigo a miles de sus vasallos, a fin de celebrar fastuosamente las exequias de su padre, lo que Huáscar, sin sospechar malicia, aceptó. 

Secretamente, Atahualpa ordenó a sus generales que organizaran batallones y que le siguieran sigilosamente en su marcha al Cuzco; solo cuando ya estaba cerca del Cuzco ordenó a sus tropas que enarbolaran sus insignias y marcharan en orden de batalla contra Huáscar. 

Sus principales maeses de campo eran Challcuchimac y Quisquis; sus tropas superaban los 30.000, mayormente soldados experimentados en las últimas guerras de conquista realizadas por Huayna Cápac. 

Huáscar, sorprendido, convocó a sus tropas pero ya era tarde y solo pudo reunir unos 10.000 de los suyos y otras tropas del Contisuyo, que eran inexpertas, mientras otras con más experiencia y número, las del Collasuyo, tardarían en llegar por su lejanía. 

Hubo una serie de encuentros, hasta que la batalla definitiva se dio cerca del Cuzco, en Quepaypampa, donde los atahualpistas triunfaron, merced a su mayor número y experiencia militar. Aquel campo se conoció después como Yahuarpampa o campo de sangre. 

El mismo Huáscar fue capturado, atado y muerto. Atahualpa, de naturaleza sumamente cruel, ordenó una matanza de toda la familia de su hermano, sin respetar niños ni mujeres; se describe la manera espeluznante cómo se cumplió esta orden, aunque algunos de la casta cuzqueña lograron salvarse, entre ellos, según cuenta el Inca Garcilaso, estuvieron su madre y su tío, Isabel Chimpu Ocllo y Francisco Huallpa Túpac Yupanqui, que por entonces eran unos muchachos. 

Pero la ira de Atahualpa se cebó también con los criados de la casa real y poblaciones enteras fueron diezmadas. Otro en salvarse fue el que después sería príncipe Manco Inca, otro de los hijos de Huayna Cápac. 

La crueldad de Atahualpa fue tan extremada que en tiempos de la conquista española todavía los supervivientes de la masacre guardaban odio profundo hacia quien consideraban un inca advenedizo o auca (traidor) y hasta dudaban si en realidad era hijo de Huayna Cápac, ya que su conducta contrastaba con la natural piedad y benevolencia de los antiguos incas. (Parte tomada de "Los Cometarios Reales de los Incas" escrito por el Inca Garcilazo de la Vega a fines del siglo XVI).

Luego de estos hechos y transcurrido un tiempo gozando de las prerrogativas de un inca, Atahualpa se hallaba en unos baños termales cercanos a Cajamarca de camino al Cuzco para ser ungido como inca recibiendo la mascaypacha o corona de emperador.

Allí recibe la visita de representantes de la expedición española al mando de Francisco Pizarro, quienes lo invitaron a Cajamarca a reunirse con Pizarro, lo que es aceptado por Atahualpa.

Al llegar el inca, Pizarro utilizando un ardid lo captura, provocando la desbandada de todo su séquito.

Para su liberación Atahualpa ofrece pagar un multimilllonario rescate en oro a cambio de su libertad y Pizarro acepta su oferta. 

Ya recibido el oro del rescate, los españoles temiiendo un ataque indígena deciden deshacerse de Atahualpa. 

Lo acusaron de asesinar a su hermano Huáscar. de traición al propiciar una rebelión, y de conspiración contra la corona española, 

Lo sometieron a juicio, siendo declarado culpable y sentenciado a muerte por estrangulamiento.

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martes, 16 de julio de 2019

Imperio Inca: Huáscar 12° Inca

Huáscar - Ultimo Inca Legítimo

Huáscar (1491 Huascarpata, Cuzco-1533 Andamarca, Ayacucho) fue el último inca legítimo, y penúltimo si se considera al inca de facto. Atahualpa.

Fue uno de los diez hijos de sangre de Huayna Cápac y uno de los terceros con acceso al trono. 

Las versiones oficiales dicen que Huayna Cápac y su ya nombrado sucesor Ninan Cuyuchi, fallecieron en 1527 de viruela, cuya epidemia empezaba a brotar por el norte del Imperio incaico tras la ocupación española de América del Sur.


Ante este hecho, se decidieron por Huáscar como nuevo inca. El ya había sido nombrado como incap rantin (vicegobernador) de Cuzco por el mismo Huayna Cápac. 

Varios siguieron pretendieron el trono, entre ellos su medio hermano Atahualpa, quien terminaría quitándoselo por las armas en 1532, apresándolo y posteriormente acabando con su vida.

Este acto cruel e ilegal sucedió poco antes de que Atahualpa fuera capturado por Francisco Pizarro, jefe de la expedición española de ocupación del territorio inca.

Pizarro ordenó su ejecución por haber ordenado el asesinato de su hermano Huáscar, por el pecado de poligamia, y el delito de la esclavitud contra los nativos.

Huáscar veía en Atahualpa la mayor amenaza a su poder, ya que éste había pasado una década combatiendo en las campañas de su padre y tenía el apoyo de los generales y gente de Quito. 

No se opuso a que permaneciera como gobernador de Quito, por respeto a los deseos de su difunto padre, pero con dos condiciones: que no hiciera campañas militares para expandir sus territorios y que se reconociera vasallo suyo y le pagara tributos. 

Atahualpa aceptó. Lo cierto es que el territorio bajo el dominio de Atahualpa era un área muy rica y poblada, teniendo éste la posibilidad de realizar campañas de conquista a los ricos pueblos al norte de esta, algo a lo que, por cierto, ya no podía aspirar Huáscar, pues su frontera norte quedaba prácticamente cerrada por los dominios de su hermano. 

Huáscar comprendió que Atahualpa podía fácilmente fortalecerse hasta llegar a tener la capacidad de enfrentársele para someterlo. 

Atahualpa contaba además con las mejores tropas del imperio y los generales más experimentados de las campañas de su padre. 

Una tensa paz duró no más de cinco años, sin que ninguno de los dos realizara alguna campaña militar y dedicándose a disfrutar de las riquezas que heredaron. 

Huáscar aprovechó ese tiempo para conseguir el apoyo de los cañaris, una poderosa etnia que dominaba extensos territorios del norte del imperio y mantenían rencores hacia Atahualpa, pues éste los había combatido durante las campañas de su padre. 

La primera batalla la ganó Huáscar con un ejército comandado por su hermano y general llamado Atoc. 

Atahualpa aprovechó una tregua (en época de cosecha ninguna etnia andina debía realizar campañas bélicas) y tomó algunas ciudades norteñas. 

Poco a poco llegó a Cuzco casi invicto y derrotó finalmente a Huáscar. 

Una vez derrotado el ejército cuzqueño, Huáscar fue capturado y conducido descalzo, semidesnudo y atado del cuello hasta donde se encontraba Atahualpa (quien también se encontraba prisionero por los españoles). 

Sin embargo, antes de que se encontraran, Atahualpa, temiendo que Pizarro liberara a Huáscar y le devolviera el poder, ordenó su ejecución en Andamarca, Ayacucho. 

Los restos de Huáscar fueron tirados al río Yanamayo. (Datos: Wikipedia y otras fuentes)

Huáscar - Ultimo Inca Legítimo
12° Inca del Tawantinsuyo

viernes, 21 de junio de 2019

Imperio Inca: Huayna Cápac - 11° Inca

Emperador Inca

Huayna Cápac (1468 - 1524) fue el undécimo y antepenúltimo emperador del Imperio Inca o Tawantinsuyo. 

Nació en Cuzco, hijo del Inca Túpac Yupanqui y de la Coya Mama Ocllo, era la época de las expediciones de conquista emprendidas por su padre durante el reinado de Pachacútec. 

Sarmiento de Gamboa dijo que Túpac Yupanqui enfermó en Chinchero, eligiendo como su sucesor al menor de sus hijos, hecho que disgustó a algunas panacas cuzqueñas que esperaban que el sucesor fuera Cápac Guari hijo de la concubina Chuqui Ocllo. Gracias a la oportuna intervención de su tío materno Huamán Achachi la conspiración no prosperó y fue nombrado Inca tomando el nombre de Huayna Cápac.

Con un inicio tan agitado empezó el gobierno del nuevo Inca, que básicamente tuvo que dedicar todos sus esfuerzos a consolidar los terrenos conquistados por su padre y sofocar las revueltas de provincias levantiscas. 

Huayna Cápac asumió el control político y religioso del Imperio, desplazando a Apo Chalco Yupanqui, el vigente Villac Umo (papa). Por primera vez en la época imperial se concentraban todos los poderes en una sola persona. Sin embargo, casi al final de su vida nombra un pariente suyo, Cusi Túpac Yupanqui, como nuevo Sumo Sacerdote del Sol.

Según el cronista Pedro Cieza de León, el Inca no se alejó mucho del Cuzco durante sus primeros años de gobierno, atendiendo el pedido de su madre. Como el transporte se realizaba a pie una expedición podía durar varios años, por lo que envió a su tío Huamán Achachi para que recorriera el camino del Chinchaysuyo hasta Quito. 

Sus campañas tenían la tendencia a dirigirse siempre hacia el norte. Por un lado, la dura resistencia selvática (pobladores y la naturaleza en sí) les bloqueaba el camino hacia el este, mientras que por el sur y por el oeste ya estaba todo descubierto. Así, el único camino posible era el norte, virtualmente inexplorado y a su vez zona altamente inestable dada la gran belicosidad de sus naturales. 

Los enfrentamientos en el norte duraron muchos años y, así, luego de arduas y cruentas batallas, las etnias norteñas fueron incorporadas al Tahuantinsuyo. 

Rostworowski afirma que estando Huayna Cápac en Quito, le llegó la noticia de extraños individuos barbados que navegando en "casas de madera" habían arribado a las costas por el norte. Era 1527 y Francisco Pizarro con sus compañeros habían pisado el territorio incaico. 

Enfrentando a los Chachapoyas:

Entre sus primeras campañas se tiene la incursión al reino de los chachapoyas, que se habían rebelado al poder imperial aprovechando la muerte de Túpac Inca. El Inca se encontraba en los funerales de su madre cuando tuvo noticia del alzamiento y dispuso marchar de inmediato a la región, no sin antes pasar por pueblos históricamente ligados al origen del Imperio, como el de los soras y el de los lucanas, donde fue muy bien recibido. 

Más tarde marcha a Jauja, donde impartiría sabia justicia, logrando mucha fama regional pese a su corta edad. 

Después de haber estado en Yauyos, descansa en Cajamarca y se prepara para la larga lucha.  
Los primeros choques resultaron favorables a los chachapoyas, quienes hacen retroceder varias veces al ejército imperial. Sin embargo, la política incaica de renovar las tropas dio sus frutos, puesto que una nueva oleada de gente fresca terminó por aplastar a los agotados pero heroicos chachapoyas, quienes ofrecieron paz incondicional. 

En Cajamarca:

Regresa al Cusco y se encarga de visitar el extremo sur del Imperio (Tucumán, noroeste Argentino y las provincias del Contisuyo), para luego volver a la capital y de ahí emprender una rápida campaña a Cajamarca, llegando a la región selvática de los Bracamoros, aunque fue repelido por los naturales y por las condiciones geográficas y climáticas de la región. Rehecho de su encuentro con los bracamoros, se dirigió a la región de los paltas, que habían dado muerte a los embajadores que dejó su padre. Enterados del arribo del Inca, enviaron espías disfrazados de leñadores, sin embargo, la treta fue descubierta y los espías recibieron castigo más que severo: acabaron asesinados, mientras que unos cuantos regresaron con narices , orejas cortadas y con los ojos vaciados. Los paltas, ante esto, se rindieron. 

En Quito:

Finalmente arriba a Quito, en donde tomaría por esposa a la princesa Paccha Duchicela, nombrada Shyri XVI, para luego emprender el viaje de regreso al Cusco, no sin antes dar permiso para que construcciones de tipo palaciego se puedan levantar en Quito. 

En estas campañas conquistó el territorio de las culturas preincaicas de la cuenca del Marañón. 

Visita al Litoral:

Antes de su visita al litoral emprendió marcha rumbo al santuario de Pachacámac. Para esto recorrió los pueblos de los soras y lucanas, así como la región de los belicosos huancas hasta llegar a la ruta de Huarochirí, por la cual descendió hasta el valle limeño. 

En el Norte:

Llegado al Santuario, recibió buenos vaticinios acerca de su campaña presente y la posterior, por lo que se dirigió a Tumbes, pasando por el territorio que fuera del Gran Chimú. Para esto tomó varios años, dado que a su paso fue construyendo canales y afirmando tierras de cultivo. 

Llegado a la región norteña, se informó de la rebeldía del cacique Tumbala, de la Isla Puná, y se dirigió hacia allá. El cacique consultó pueblos vecinos por ayuda, pero como todos ya se habían sometido al Inca, optó por una salida astuta. Fingió pasividad ante el Inca y cuando sus tropas se retiraban en balsas, atacó a la mitad y en la refriega cayeron muchos orejones. Huayna Capac, enterado de ello, montó en furia y él mismo dirigió la carga sobre los punaeños, venciéndolos tras dura lucha.

Más tarde, envió a su tío Huaman Achachi (quien lo salvó del complot durante su infancia) a visitar las nuevas regiones conquistadas del norte, mientras que él se dirigió al Collasuyo.

En Chile: 

Atravesando el Collao, llegó a la región de los charcas y de ahí, por el Paso del Huasco, llegó a Chile. 

Una vez ahí, retiró a los gobernantes dejados por su padre y puso en su lugar a los descendientes de los antiguos caudillos regionales, ganando el favor de la región entera. 

Luego se dirigió al Chile Central, sometiendo definitivamente los valles desde el Río Aconcagua hasta el Río Cachapoal.

Huayna Cápac recorrió todo el territorio anexado, especialmente Quillota, Aconcagua y Mapocho. 

En el Valle de Chile, invistió como Curaca (su representante) a los jefes locales Michimalonco y Tangalonco, dejando en un segundo plano al gobernador inca Quilicanta.

Organizó, la extracción del tributo en oro de Marga Marga, que debían enviar anualmente al Cuzco los curacas de Aconcagua, y la división del señorío político del valle en dos mitades: valle superior e inferior, quedando este último subordinado al primero. 

​Finalmente, de regreso al Cusco pasó por Coquimbo, Copiapó, Atacama y nuevamente el Collasuyo. 

Nuevamente en el norte:

Hallándose en Cochabamba, obtuvo preocupantes noticias del Chinchaysuyo. Los cayambis y los caranguis habían intentado desconocer el poder imperial y se levantaron contra el Inca. Huayna Capac recogió tropas en la región de los collas y se dirigió con ellas a la capital para hacer un último reclutamiento. 

Hecho esto, nombró generales a Auqui Toma (Hanan Cusco) y a Michi (Hurin Cusco). Preparados para la campaña al extremo norte del Tahuantinsuyo, en el año 1513 se dirigió con lo más selecto de sus tropas, contando entre ellas con la colaboración de dos de sus hijos: Ninan Cuyuchi, un hábil guerrero, y un joven pero experimentado Atahualpa. En el Cusco quedarían Huascar y los pequeños Manco Inca y Paullu Inca. Llegados a su natal y lejana Tumibamba, se levantó el palacio Mullu Cancha, en el cual se ubicaría una estatua de oro de su madre Mama Ocllo, que se dejaría al cuidado de la nación cañari. También se construyó la Casa del Sol y la de Ticci Viracocha Pachacama. Finalmente arribaría a Quito, desde donde despacharía emisarios para ordenar el sometimiento pacífico de los rebeldes, obteniendo una respuesta hostil. Es aquí que, reunido el Alto Mando, se decide lanzar una campaña en la región de los Pastos (Pats Awá o "gente escorpión"), en el sur de la actual Colombia, para lo cual se designan capitanes del Collasuyo, quienes afirmaban ser los más capaces para combatir en regiones como esa. Aparentemente, la afirmación resultó cierta, puesto que la victoria fue sumamente sencilla. Inmediatamente, a la llegada de la noche se dispuso una celebración entre los soldados triunfantes y fue en ese momento que el verdadero ejército de los Pastos cayó sobre los confiados incas, destrozándolos casi por completo. Los pocos que salvaron la vida se fueron replegando hasta que la guardia de los Orejones (que había quedado rezagada) logró defender la retirada. Se dice que aquí se lucieron tanto Ninan Cuyochi como Atahualpa. 

Conocedor de los hechos, Huayna Capac decidió enviar esta vez al grueso de su ejército, el cual sin problemas dominó la situación y produjo gran mortandad entre los Pastos, no salvándose ni mujeres ni niños. 

Dado que era época de lluvias, se replegaron todos a Tumibamba no sin antes haber dejado tropas y representantes en la región. Previo llamado de refuerzos, se dispuso el ataque a la región de los caranguis. La rendición de la primera fortaleza se logró con muchos apuros. Acto seguido, la mirada se dirigió al reducto principal de los caranguis, en pleno corazón de sus dominios, que estaba defendido no solo por los naturales, sino también por otabalos y cayambis, que les prestaban apoyo. Justamente para evitar más adhesiones a estos, Huayna Capac ordenó que sus principales jefes vayan por los alrededores anunciando que el Inca iba a tomar represalias contra la nación que apoyara de una forma u otra a los sitiados. Cumplido el cometido, se lanzó el primer ataque a la fortaleza. Un fracaso sonoro sacudiría los cimientos más profundos del Imperio en sí. Se produjo, por primera vez en la historia, la caída del Inca. Su litera, soportada por los Orejones, fue atacada por los cayambis y los cusqueños cedieron, provocando que el Inca impacte duramente contra el suelo. El desconcierto fue total y solo pudo salvar la vida Huayna Capac al ser protegido por 3 de sus más fieles capitanes. 

La Rebelión de los Orejones:

Finalmente, los Orejones también apoyarían y lograron poner a salvo al Inca. Lo que siguió a estos hechos es notable por cuanto el Inca decidió demostrar su enojo hacia sus capitanes y a sus nobles Orejones a través de varias acciones, como disminuirles las raciones de comida o no invitarlos a las fiestas en el campamento. Estos, al verse relegados públicamente, tomaron la imagen del Sol y se dirigieron al Cusco, siendo interceptados por mensajeros del Inca, a los cuales procedieron a capturar. Un último enviado recibió por respuesta: "decid al Inga que su poco apego y el hambre que nos apura nos hacen partir al Cusco". Finalmente, Huayna Capac se dirige a los Orejones en persona y les recrimina su actitud. Los Orejones de todas formas prosiguen su marcha y, Huayna Capac en acto insólito, pide que se retire la estatua de su madre, que se hallaba en el templo, para que la pongan frente a los desertores. Hecho esto, una india cañari sale al camino y, haciendo como si estuviera poseída por el espíritu de la Coya, les convence de quedarse. Los Orejones contestan al Inca: "Queremos más ser vasallos desfavorecidos que no hijos inobedientes". El Inca recurrió a este artilugio para ganar tiempo y organizar un banquete para agasajar a sus capitanes. Éste hecho es explicado por una arraigada costumbre andina, basada en la reciprocidad: todo Señor andino debía ofrecerles a sus súbditos regalos y favores a cambio de su labor, y Huayna Cápac estaba dejando de lado esta obligación para con sus ejércitos, que estaban formados por varios pequeños ejércitos al mando de señores de diversas grupos étnicos. Estos formaban el corazón del Tahuantinsuyo. El Inca tuvo que ofrecerles las acostumbradas ceremonias de petición de favores, para lograr que sus ejércitos volvieran a su mando, antes de iniciar otro ataque. 

Ataque a la Fortaleza:

El ataque a la fortaleza se reanudaría con participación de los Orejones', que pelearon tan bien que consiguieron ganar 4 de los 5 muros de la misma. Sin embargo, la caída del hermano del Inca, Auqui Toma, obligó a un replanteo de la situación. El mismo Huayna Capac encabezaría las acciones. El desenlace Decidido a culminar aquella guerra, se pone al frente de una división. La otra estaría comandada por el general Michi, del Hurin Cusco (uno de los Orejones), y la última estaría compuesta por los soldados del Chinchaysuyo. Estas dos estarían encargadas de atacar por los flancos, a modo de sorpresa, mientras que la división principal sería dirigida por el propio Inca y sería la que habría de llevar el mayor peso en la contienda. La batalla duraría varios días y, al cabo de un tiempo, el Inca daría la orden de retirada. Sus tropas lo siguieron y tras ellos iban los caranguis, que salieron de la fortaleza con el deseo de aplastar a los incas definitivamente. Justo en ese momento, las tropas que debían flanquear la fortaleza salieron de sus escondites respectivos y las tres columnas atacaron la fortaleza de tal modo que la lograron ganar completamente. Las represalias fueron, al estilo del Inca, muy severas. Como dice el historiador Raúl Porras Barrenechea, Huayna Capac "deseaba ser tan temido que de noche le soñaran los indios". Súbitamente el emperador se enfermó de lo que mucho tiempo se pensó era la viruela, lo cuál ha sido sin embargo descartado (McCaa, Nimlos & Hampe - Why Blame), entre otras razones por la falta de las marcas características de esta enfermedad en su momia, siendo más probable que fue envenenado con hierbas aparentemente medicinales por un curaca chachapoya (Ziemendorff - Revisión de argumentos respeto al hipotético asesinato del inca Huayna Cápac).

Enfrentando a los Guaraníes:

En su tiempo, habiendo salido grandes ejércitos de los indios guaraníes gente guerrera, traidora y soberbia, éstos llegaron al Perú, y después de haber hecho grandes destrucciones en las provincias se volvieron victoriosos; pero quedándose algunos entre las sierras hicieron siempre grandes daños en todas las provincias de los Charcas, Porco y Chichas, donde se avecindaron y poblaron. Apoderáronse de los valles de Mataca (que son cercanos a esta Villa) y de allí acometían a los de esta provincia de Porco, quedando siempre victoriosos porque su forma de guerra era de noche y en haciendo sus saltos se retiraban a las montañas en cuya aspereza se mantenían. Asaltaron al pueblo de Cantumarca y lo entraron con gran mortandad de sus vecinos, y rehaciéndose allí trataban ya de continuar sus victorias en las demás provincias sujetas a Huayna Ccápac. Noticiado este rey de aquel atrevimiento llamó sus capitanes, y con numeroso ejército salió con ellos del Cuzco; llegó al valle de Tarapaya donde se reforzaron algunos días. Bañóse este rey en aquella laguna, gozoso de ver una obra maravillosa de sus antepasados, y habiendo descansado lo que convenía envió 4,000 soldados con uno de sus hijos a Cantumarca. Estaban los guaraníes bien prevenidos y así no rehusaron 3,000 aventajados combatientes de salirles al encuentro, y se portaron con tal valor que mataron 200 de los del inga. Huyeron llevándose la noticia los que quedaron, de que indignado el rey partió al punto con diestros capitanes, y aunque le resistieron los enemigos al cabo fueron deshechos y muertos más de 6,000 guaraníes; los pocos que quedaron huyeron sin parar hasta meterse en las montañas de los Charcas. Recibió Cantumarca muy gozoso a su rey Huayna Cápac y le hicieron grandes fiestas por sus victorias. Pasadas éstas se encaminó a Ccolque Porco y Andaccaua, asientos de sus minas de donde le sacaban innumerables arrobas de plata. Antes de partirse vio nuestro famoso Cerro, y admirado de su grandeza y hermosura dijo (hablando con los de su corte): "Este sin duda tendrá en sus entrañas mucha plata"; por lo cual mandó a sus vasallos que luego que llegasen a Ccolque Porco (que está distante de esta Villa siete leguas) volviesen, labrasen sus minas y le sacasen el rico metal. Así lo hicieron, y habiendo traído sus instrumentos de pedernal y madera fuerte subieron al Cerro; y después de haber tanteado sus vetas, estando para comenzar a abrir sus venas, se oyó un espantoso estruendo que hizo estremecer todo el Cerro y tras esto fue oída una voz que dijo: "No saquéis la plata de este Cerro, porque es para otros dueños". Asombrados los indios de oír estas razones desistieron del intento, volviéronse a Porco [y] dijeron al rey lo que había sucedido; refiriendo el caso en su idioma, al llegar a la palabra del estruendo dijeron "Potocsi" que quiere decir dio un gran estruendo, y de aquí se derivó después (corrompiendo una letra) el nombre de Potosí. Esto sucedió (según la más probable cuenta) 83 años antes que los españoles descubriesen este famoso Cerro, y desde aquel tiempo se llamó Potocsi. Don Antonio de Acosta en la Historia de Potosí le da otra etimología, añadiendo que no tan solamente por el suceso dicho se llamó Potocsi mas también porque luego que se descubrió el Cerro lo nombraron los indios Orcco Poctocchi, que quiere decir cerro que brota plata. Añade más este autor, diciendo que antes que el rey Huayna Cápac viniese a esta provincia de Porco llamaban los indios al Cerro, Súmac Orcco, que significa hermoso cerro, por su hermosura exterior que, con más razón lo pudieran llamar así si vieran y sacaran la interior que tenía; mas guardóla Dios para otros dueños, según se oyó en aquella voz que queda dicho, como lo cuentan el comentador Garcilaso de la Vega, el capitán Pedro Méndez, Bartolomé de Dueñas y Juan Sobrino.

A decir de Garcilaso, el Inca predijo la llegada de misteriosos viajeros que arribarían vía marítima (relato que muestra similitud con la historia chimú arribo de Naylamp en la costa norte peruana). Lo cierto es que el Inca llegó a saber de las naves que estaban explorando el litoral pero murió sin obtener una respuesta certera sobre la identidad de los viajeros. 

También murió sin dejar un claro indicio sobre su sucesión. El designado, de algún modo, llegó a ser Ninan Cuyochi, un hijo bastardo con gran manejo de las armas, pero que también moriría como su padre. Ante la gravedad de la situación, surge la figura del hijo de la segunda Coya (la primera no llegó a darle sucesión al Inca), Huascar Inca, quien se encargaría de gobernar al Imperio los próximos años, así como la figura de Atahualpa que gobernará en el norte del imperio. 

Seguiría una guerra civil al final de la cual Atahualpa se impone sobre su hermano. 

La figura de Huayna Capac se puede ubicar en la lista de los grandes gobernantes del Imperio, junto a su padre y a su abuelo, mientras que su hijo Huáscar Inca representaría la decadencia. Sin embargo, lejos de tanta felicidad, lo cierto es que el Tahuantinsuyo ya había empezado a declinar momentos antes de iniciarse el gobierno del joven Inca. El atentado de su regente, así como las intrigas de serrallo, pasando por el encumbramiento de las clases militares y terminando en el relajamiento de la nobleza (los pobres trabajaban ya no solo para el Inca y el Sol, sino que también debían trabajar para las familias de los que habían sido incas), eran muestras de que algo ya andaba mal en un Imperio que había crecido desmesuradamente rápido. 

No puede negarse que Huayna Cápac mantuvo sólidamente unido y fuerte al Tahuantinsuyo. 

Tenía una gran capacidad de liderazgo, gran voluntad y un admirable arrojo. 

A decir de un conquistador español:

 "si la tierra no huviera estado dividida, si Guaynacaba no huviera muerto, no la pudiéramos entrar ni ganar"

(Datos: Wikipedia)

Tawantinsuyo o Imperio Inca

lunes, 13 de noviembre de 2017

Imperio Inca: Túpac Yupanqui - 10º Inca del Perú

Inca Túpac Yupanqui

Túpac Yupanqui (Cusco, 1441-Chinchero, 1493) fue el décimo soberano del Imperio Inca. Le llamaban «El Resplandeciente» 

Sucesor del Inca Pachacútec; asumió el correinado probablemente entre los 15 y 20 años (entre 1456 y 1461).

Luego, tras la muerte de su padre, se hizo cargo absoluto del poder. Debía tener poco más de 30 años.


Durante su época como hatun auqui y luego como inca (‘rey’) empleó la mayor parte de su tiempo en campañas bélicas de conquista o «pacificación», e incluso de exploración.

Llegó a Quito por el norte, el río Maule por el sur, el país de los opataris y el Paititi por el este1 y Mangareva (Oceanía) por el oeste.

También tuvo activa participación en el gobierno. Así, estableció a los curacas, realizó el primer censo general, distribuyó el trabajo, asignó impuestos, cimentó el sistema de mitimaes, continuó la construcción de los grandes caminos, ordenó las cárceles, propagó el culto al Sol e implantó un calendario basado en sí mismo, embelleció con palacios la ciudad de Tumipamba en honor de su hijo recién nacido Huayna Capac y fundó la ciudad de Quito.

Tomó como esposa principal a su hermana Mama Ocllo (homónima de la esposa del primer Inca), con la cual tuvo pocos hijos. Sin embargo, dejó fuerte descendencia entre concubinas y esposas secundarias.

Murió en Chincheros, tal vez envenenado por su esposa Chuqui Ocllo para favorecer a su hijo. Sin embargo, tras haberlo escogido como sucesor, se rectificó a último momento y designó como inca (emperador) al muy joven Huayna Cápac.

Su momia perduró hasta la invasión quiteña, donde los generales quiteños Quizquiz y Calcuchimac la quemaron en venganza por haber conquistado Quito. La Capac Panaca, que conforma su descendencia, recogió las cenizas y las habría escondido por Calispuquio junto a su deidad tutelar.

Conquistas:

Por el este, se dirigió al Chinchaysuyo para anexar más territorios. Por el norte conquistó a los chachapoyas, huambos y guayacondos. Se enfrentó al Imperio chimú, dirigiendo su atención a su amurallada ciudad capital: Chan Chan. Ante esto, Túpac Yupanqui elaboró una certera estrategia: desviar el río Moche, principal proveedor de agua para Chan Chan. Como la ciudad se encuentra en medio del desierto, no tardó muchos días en anunciar la rendición. Después de esta primera expedición volvió al Cusco con un cargado botín y muchos orfebres y artesanos que fueron de gran utilidad en la enseñanza de estas artes en la capital. Descansó ahí dos años, y enseguida salió nuevamente por el norte anexando más etnias y derrotando otras que por su «salvajismo» no las anexaría por no ser de interés. 

En las cercanías de Quito edificó la fortaleza de Quinche, donde posteriormente algunos creen que habría nacido su hijo Huayna Cápac, aunque es más probable que haya nacido en Tumipamba. Al volver a Cusco luego de 4 años, se le tentó comandar otra campaña de conquista en el Norte, en el golfo de Guayaquil, donde derrotó a los Puná y a los Paches. 

Por el sur, su mirada se dirigió al valle de Cañete y al señorío del Huarco. Aliado con los chinchas, creyó que su victoria sería segura pero los hechos le demostrarían lo contrario. Su campaña por esas tierras, la más ardua que habría de luchar en su vida y que le sirvió mucho en su desarrollo como guerrero, le tomó cerca de cinco años. Por esto decidió apelar a otros recursos para conseguir la derrota definitiva de tan recia gente. En efecto, mandó emisarios para señalarles a los líderes de la región (encabezados por una fiera mujer guerrera) que ambas naciones alcanzarían una alianza con el fin de mutuo beneficio entre ambos, siendo que los del Huarco aportarían constantemente alimentos y productos al Imperio mientras que los incas respetarían su autonomía. Ante esto, grandes celebraciones se darían inicio y en plena fiesta los soldados del joven Túpac Yupanqui irrumpirían contra las principales posiciones defensivas para tomarlas. Esto lo conseguirían en todos los reductos, salvo en la fortaleza de Ungará. Aquí la lucha se hizo más dura y costó muchas vidas el tomarla. Finalmente, viéndose rodeados y deseosos de salvar sus cuerpos de la furia del príncipe imperial, los sobrevivientes se lanzaron desde lo alto de la fortaleza en un salto que años más tarde emularía el famoso Cahuide ante los españoles. A su llegada al lugar, Túpac Yupanqui, congestionado por la ira, ordenó que todos los prisioneros fueran ajusticiados y colgados de esos muros como escarmiento a todos los pueblos que siguieran su ejemplo.

También, dirigió una campaña en el Antisuyo (región selvática). Con un ejército dividido en 3 (uno de ellos comandado por su hermano Amaro Yupanqui), anexaron a las tribus: Opotari, Manú y Yanasimi. 

La crónica "Suma y Narración de los Incas”, de Juan de Betanzos (a. 1551), es una de las crónicas más autorizadas que se escribieron sobre el Imperio Incaico debido a que fue confeccionada sobre la base de los datos proporcionados por la gente allegada a la corte de Angelina, antigua esposa del Inca Atahuallpa que casó luego con Betanzos. 

Efectivamente, en la Introducción del libro de Juan de Betanzos publicado por María del Carmen Rubio (2004) se indica que Betanzos (pag. 16): “…interrogaba a sabios, guerreros y personajes de avanzada edad que todavía conservaban en la memoria los hechos sucedidos en las campañas expansivas o represivas de Tupac Inca Yupanqui o de Huayna Capac, y a otros muchos más…”: “…de esta forma, el cronista obtuvo las noticias necesarias que le permitieron escribir y describir, casi según oía, los hechos sucedidos durante los años esplendorosos del gobierno incaico …”. En los capítulos XXXIII al XXXV, Betanzos describe el alzamiento de los “Collas” a quienes Tupac Yupanqui enfrentó y persiguió hasta llegar, primero a Arapa (cerca de Puno), luego a Chuquiabo (actual ciudad de La Paz) y posteriormente a Urocoto (probablemente Oronkota, al noreste del actual departamento de Potosi, en Bolivia) hasta llegar, subsiguientemente, a lo que llamó: “la provincia de los Mayos Mayos, en un fuerte que en ella hay junto a un pueblo llamado Tongoche” (Ibid, pag. 196). Aunque no proporciona datos acerca de la ubicación exacta de esta “provincia de los mayos mayos” puede deducirse cuál era su situación geográfica real puesto que se encontraba a: “…doscientas leguas de la ciudad del Cuzco…” y, desde allí, hizo incursiones a: “los Chiriguanaes” y a “los Juríes”. Desde luego, el único punto geográfico a partir del cual se pueden alcanzar ambos emplazamientos no es otro que el que conocemos como Tarija, al sur de la actual República de Bolivia. 

Tupac Yupanqui (siempre según Betanzos), habría llegado posteriormente hasta: “…un río grande, que dicen ser el de La Plata…” y luego: “…fuese por la vera de él hasta que llegó a sus nacimientos, que dicen ser a las espaldas de Chile…//…pasó los puertos y cordilleras de nieve y montañas altas, sujetando y conquistando todo…”. De retorno de Chile, Tupac Yupanqui y sus ejércitos vuelven a entrar en territorio del Collasuyo pasando por Carangas, Aullagas, Chichas y Llipi (Lípez) hasta llegar a Chuquisaca, los Charcas, Pocona y Sabaypata, lugares en los cuales construye fortalezas y deja guarniciones de mitimaes. 

Siete años después de su partida, probablemente en 1478, retorna al Cuzco (“…y estuvo Topa Ynga Yupangue, desde que salió del cuzco para pacificar esta provincia de Collasuyo hasta que volvió a la ciudad del Cuzco, siete años…”. Betanzos, op. Cit., pag. 204). Esta “hoja de ruta” que, según Betanzos, siguió Tupac Yupanqui, es coincidente con la que señala el Capac Ayllu, un documento confeccionado en 1569 por quienes se consideraban a sí mismos: “… nietos de los Incas conquistadores…”, es decir, nietos de los Incas Tupac Yupanqui y Wayna Capac (Rowe, J.H. Probanza de los Incas nietos de conquistadores”. HISTORICA. Vol. IX, No. 2, [1569] 1985: 193-245). Este documento, confeccionado igualmente sobre la base de los datos proporcionados por los quipucamayos Incas todavía existentes, hace mayores especificaciones respecto a la zona que nos ocupa englobando regiones, etnias y datos de interés histórico importantísimos respecto no solamente de la actual zona de Tarija sino también de la de los chichas, chiriguanaes, el Tucumán y los juríes, haciendo ver que el conocimiento que los Incas tenían de toda esa zona era desde luego muy amplio. 

Efectivamente, indica: “…entro en la provincia de los chichas y moyomoyos y amparais y aquitas copayapo churomatas y caracos y llego hasta los chiriguanos [y] hasta tucuman y alli hizo una fortaleza y pusso muchos yndios mitimaes…” Contiene, evidentemente, muchos de los datos del documento anterior pero ampliados, de tal forma que ambos documentos se complementan, uno a otro. En ambos es la misma “hoja de ruta” que los Incas conquistadores siguen, desde “los collas”, en el Altiplano, hasta “los juríes”, en el Tucumán, pasando por los Chichas y varias otras zonas a las que caracteriza por el nombre de los pueblos que las habitaban. Nombra no solamente a los “moyos moyos” -que son probablemente los mismos Mayos Mayos a los que se refiere Betanzos- sino que añade a varios otros grupos que Betanzos no contempla; entre ellos a: “chichas”, “amparais”, “aquitas”, “copayapos”, “churomatas” y “caracos”. El paso que Tupac Yupanqui utilizó para llegar a los “chiriguanaes” fue seguramente el la llamada “Puerta del Chaco”, por la actual localidad de Santa Ana y el que usó para llegar a Humahuaca y el Tucumán tuvo que haber sido el corredor que atraviesa los valles de Tojo y Livi Livi, única vía expedita y con caminos para llegar a esas zonas. 

En Chile desplazó a los diaguitas de los valles transversales y parte de los picunches (grupo mapuche septentrional) que habitaban el valle de Chile (el actual valle del Aconcagua o el valle del Mapocho) y algunas comarcas ubicadas al sur de él, produciendo que estos se desplazaran hacia tierra de mapuches, y allí se unieran los diaguitas y picunches con los mapuches, fijándose así los límites del Imperio Inca, en una zona que convencionalmente los historiadores y la arqueología extienden hasta el río Maule. 

Tomó el camino de regreso por la costa pasando por Pica, Huantajaya, Ariacca, Tácana y en Sama tomó rumbo hacia el Cusco. 

El cronista Pedro Cieza de León expresa: Caminó por toda la provincia del Collao hasta salir de ella, envió sus mensajeros a todas la naciones de las Charcas y Carangas y más gentes que hay en aquellas tierras. De ella, unos le venían a servir y otros a darles guerra... Yendo victorioso adelante de los charcas, atravesó muchas tierras o provincias y grandes despoblados de nieve hasta que llegó a lo que llamamos Chile y señoreó y conquistó todas aquellas tierras, en los cuales dicen llegaron hasta el río Maule. En lo de Chile, hizo algunos edificios y tributáronle de aquellas comarcas mucho oro en tejuelos. Dejó gobernadores y mitimaes y, puesto en orden lo que había ganado, volvió al Cusco Pedro Cieza de León . 

El Inca Garcilaso de la Vega en su libro Comentarios Reales de los Incas y el español Alonso de Ercilla en el poema épico La Araucana relatan la expedición Inca al sur:

En esta campaña al sur se libró una guerra entre 20.000 hombres de Yupanqui y 20.000 guerreros de las tribus mapuches, al sur del Maule. El subgrupo picunche conocido como promaucaes por los españoles, enterados de la venida de los Incas se aliaron con los subgrupos Antalli, Pincu y Cauqui. Los incas enviaron parlamentarios para que reconozcan a Túpac Yupanqui como soberano. Los purumaucas decidieron dar batalla y se enfrentaron por tres días con los incas. Durante el enfrentamiento hubo muchos muertos en ambos bandos y ningún ejército vencedor. Al cuarto día decidieron no enfrentarse. Los purumaucas se retiraron del campo de batalla cantando victoria, en tanto los incas intentaron asegurar el control de pequeñas zonas conquistadas al norte del Maule. Los escasos restos encontrados dan cuenta de que nunca pudieron lograr su objetivo de asentarse y durante los meses siguientes su subsistencia se centró en la recolección de frutos y el saqueo de pequeños poblados. ...duró la batalla todo el día sin reconocerse ventaja, en que hubo muchos muertos y heridos...El cuarto día...no salieron de sus alojamientos...los Purumaucas...se volvieron a sus tierras, cantando victoria...los Incas...resolvieron en volverse a lo que tenían ganado y señalar el río Maulli por término de su Imperio y no pasar adelante en su conquista hasta tener nueva orden de su Rey Inca Yupanqui...El Inca les envió a mandar que no conquistasen más nuevas tierras, sino que atendiesen con mucho cuidado en cultivar y beneficiar las que habían ganado....

Según los restos arqueológicos encontrados especialmente en la última porción del camino del inca que alcanza a avanzar de norte a sur en el centro de la capital de Chile, nuevos contingentes incas se sumaron a la lucha durante la década siguiente, produciéndose enfrentamientos decisivos entre los pueblos mapuches y los ejercitos incas, principalmente bajo la estrategia de guerrillas que más tarde aplicarian con los propios conquistadores españoles, que se presume la ganaron los incas por la mayor cantidad de fuentes y cronistas que lo apoyan y los descubrimientos de yacimientos arqueológicos bajo la ciudad de Santiago de Chile, que se presumia de fundación española. Según muchas teorias de historiadores actuales chilenos a la llegada de los españoles los mapuches habían hecho retroceder a los incas hasta el río Mapocho "mapuche" denominación que nunca correspondió al río, sino que a la línea divisoria entre ambos grupos, la cual se había desplazado en ese lapso de tiempo desde doscientos kilómetros al sur. 

Cabe destacar que al norte de esta línea permanecía un asentamiento perteneciente a Vitacura, uno de los principales lugartenientes de Tupac Yupanqui y que hasta el día de hoy designa a una de las principales comunas de Santiago, capital de Chile. 

La Polinesia

A partir de las crónicas realizadas por los cronistas españoles Pedro Sarmiento de Gamboa, Martín de Murúa y Miguel Cabello Valboa durante la conquista; recogieron una serie de relatos sobre que, estando en la costa norte (en las islas Puná), habría tenido conocimiento de unas islas lejanas en las cuales encontraría oro, decidiendo ir en busca de ellas. Alistado una gran flota de naves,​ Túpac Tupanqui habría zarpado con 20 mil expedicionarios, llegando a unas islas llamadas Ninachumbi y Auachumbi;​ algunos historiadores postulan como hipótesis de que estas islas serían verdaderas y estarían ubicadas en la Polinesia. Esta crónica dio pie, al historiador José Antonio del Busto, para la formulación de una teoría sobre que esas dos islas serían Mangareva y Rapa Nui, basándose en treinta pruebas que considera haber descubierto, entre ellas el hecho que en Mangareva existe una leyenda sobre un rey tupa, que vino del este en naves con velas, trayendo orfebrería, cerámica y textilería y del que hasta hoy existe una danza. Un relato similar existiría en las islas Marquesas. Además, agrega que el Ahu Vinapu, en Rapa Nui, está construido en forma similar a las construcciones incaicas del Cusco, y que el rey tupa en Rapa Nui habría tomado el nombre de Mahuna-te Ra'á, traducido como ‘hijo del Sol’ basándose en una leyenda rapa nui.​ Retornó a los dos años trayendo consigo gente negra (que serían prisioneros polinesios hallados en Mangareva), sillas de latón (que sería en realidad un trono de un material parecido a la tumbaga, recogido del reino de Chimú al terminar el viaje), pellejos y quijadas de caballos (que más podían haber sido de lobos marinos machos) que fueron conservadas en la fortaleza de Sacsayhuamán. Esta hipótesis es apoyada por la travesía que hizo el explorador noruego Thor Heyerdahl, denominada Kon-tiki en honor al dios de los incas, Wiracocha, el creador del universo, pues Kon-tiki es una advocación del mismo. 


Conquistas Más al Sur:

Datos aportados por crónicas españolas, tales como el Informe de Miguel de Olavarría o el del padre Joan Anello Oliva en su Historia del Perú (publicada en una traducción al francés) indican que la expansión habría llegado más al sur, o que posteriormente se habría producido una hipotética última expansión o invasión más al sur hasta el río Biobío. Miguel de Olaverría expresa que "conquistaron y subjetaron a todos los indios que avia desde la Serena asta el gran río de Biobio como oy se ve e aver llegado hasta el dicho rio por los fuertes que hicieron en el cerro del Río Claro, donde pusieron y tuvieron frontera a los indios del estado con quienes tuvieron muchas batallas" y el padre Anello Oliva expresa que: Sometió hasta el valle de Arauco, donde pasó el invierno, después de haber construido algunos fuertes. Sometió a continuación las provincias de Chillhue y de Chillcaras. El historiador José Antonio del Busto en su libro Túpac Yupanqui recogería el supuesto testimonio del cronista Cristóbal de Molina, en el cual se contaría que Túpac Yupanqui cruzó más allá del Maule y el Biobío, alcanzando hasta el Canal de Chacao, observando desde la orilla la Isla de Chiloé, el "fin del mundo" y, sin interés por conquistar esas tierras "pobres y frías", regresó al gobierno del Tahuantinsuyo, tras su larga ausencia. 

"y esde saber que cuando los espanoles entraron en el Cuzco había indios que se acordabande un senor Inga que se llamaba Tupa-Inga Yupangue, el cual fue padre de Guaynacaba,padre de Tabalipa y de Guascar y de Mango Inga, y dexo otros muchos, pero questostres fueron los mas principales, y los que los espanoles alcanzaron a los principios de lasierra haber. Este Tupa Inga Yupargue conquisto por su persona, según dicen los indios,la mayor parte de estos reinos, y fue muy valeroso e hizo y acrecento los caminos realesde la sierra y llanos quinientas leguas de aquella parte del Cuzco; este conquisto el Collao, que se rebelo muchas veces, y desde el Cuzco hasta las provincias de Chile, queson quinientas leguas, y toda su habitación fue desde el Cuzco hacia el estrecho de Magallanes, y trabajo mucho y al cabo vino a morir en el Cuzco, y sucediole su hijo Guainacaba".

Muerte

En Chincheros, Chuqui Ocllo, una de las esposas de Túpac Yupanqui lo convenció de que su hijo Cápac Huari lo sucediera, sin embargo Túpac Yupanqui cambió de opinión decidiéndose por Titu Cusi Yupanqui (Huayna Cápac). Esto provocó la ira en Chuqui Ocllo quien envenenó a Túpac Yupanqui aproximadamente en 1493. 

Posteriormente en 1532, cuando el ejército del rebelde Atahualpa tomó la ciudad de Cusco, las etnias que conformaban su ejército aún guardaban un resentimiento inmenso a Túpac Yupanqui por haberlos conquistado. Estas etnias quemaron su momia en Cusco bajo el mando de Quisquis. (Datos: Wikipedia)

Inca Túpac Yupanqui - Mascarón de Proa del Buque Escuela Peruano Unión

B.A.P. Unión Lleva a Túpac Yupanqui como Mascarón de Proa


jueves, 31 de agosto de 2017

Imperio Inca: Pachacutec - 9° Inca del Perú

Pachacutec
9° Inca del Perú

El Inca Pachacútec, hijo del Inca Wiracocha, fue el noveno gobernante del gran Imperio Inca que dominó Sudamérica.

Aunque no había sido designado como sucesor por su padre Wiracocha, dirigió una defensa militar ante el belicoso ejército chanca mientras que éste y su hijo Inca Urco habían huido para protegerse.

La victoria sobre los chancas, hizo que Wiracocha lo reconociera como su sucesor alrededor del 1438. 

Como parte de su visión de estadista y caudillo guerrero conquistó muchas etnias y estados, destacando su conquista del Collao que acrecentó el prestigio de los incas y particularmente de Pachacútec, quien por la notable expansión de sus dominios fue considerado un excepcional líder, dando vida a historias épicas e himnos gloriosos en tributo a sus hazañas.

Mientras aún vivía, su hijo y sucesor Túpac Yupanqui derrotó al señorío Chimú y continuó con la expansión del Tahuantinsuyo. 

Además de conquistador, guerrero y emperador, diversas crónicas afirman que fue también un gran administrador, planificador, filósofo, observador de la psicología humana y muy carismático.

Algo importante, Pachacútec es el primer inca del cual se encuentran referencias históricas que corroboran su existencia, por lo que es reconocido como el "primer inca histórico".

La relevancia de su figura y legado, así como el de su denominación, lleva a pensar a varios estudiosos que tiene una importancia mucho mayor que la de solo un personaje, llegando a representar el inicio de toda una época de transición y reestructuración para la sociedad inca, etapa de cambios que continuaría posterior a su muerte en 1471, por su hijo Túpac Yupanqui y su nieto Huayna Cápac.

El historiador británico Sir Clement Markham, dijo de Pachacutec: 

"Él más grande hombre que la raza aborigen de América haya producido"

Otros historiadores y cronistas comparan la figura de Pachacutec con la de Carlomagno en Europa, haciendo referencia a la expansión del Estado Inca y la consolidación del imperio que logró; e incluso a la de Solón, recalcando los dotes de legislador y estadista que se cuenta tuvo Pachacútec, dijeron de él: 

"Con sus medidas dio unidad geográfica e idiomática, iniciando la uniformidad que permitió más tarde la formación del Perú actual".

Según la información recogida por varios cronistas, los historiadores aceptan comúnmente que el gobierno de Pachacútec se inició alrededor del año 1438 y terminó con su muerte alrededor del año 1471.

Realizó varias expediciones conquistadoras ya dominados los curacas vecinos. Pachacútec decidió organizar una expedición hacia los antiguos territorios chancas. Al mando de más de 40 mil hombres, transportado en andas, el Inca se dirigió hacia el río Apurímac. Al llegar a Curahuasi, a 26 leguas del Cuzco, entregó una palla del Cuzco al jefe chanca Túpac Uasco. Con este acto Pachacútec logró la adhesión del sinchi. La expedición continuó hacia Andahuaylas, donde, tras una reunión del consejo de orejones, se resolvió avanzar hacia el territorio de los soras. La resistencia ofrecida por los sinchis Guacralla, de Soras, y Puxayco, de Chalco, fue desbaratada con facilidad. Los soras y rucanas huyeron hacia las proximidades del río Vilcas y se refugiaron en un peñón. Después de permanecer algún tiempo en Soras, el Inca levantó su cuartel general y se desplazó hacia Huamanga, conquistando todos los pueblos visitados en el trayecto. 

El siguiente objetivo fue Vilcashuamán, un centro importante de la región; cuando llegó a este lugar, Pachacútec mandó construir un Templo del Sol y varias edificaciones. De esta manera el asentamiento se convirtió en un importante centro administrativo. Una vez dominada toda la región de los chancas y sus confederados, se emprendió el regreso a tierras cusqueñas. 

Pasaron aproximadamente diez años después de la coronación de Pachacútec, cuando murió en su residencia de Calca el viejo Inca Huiracocha. En honor a su rango, Pachacútec organizó un solemne entierro. El cuerpo del Inca difunto fue paseado en andas por el Cuzco portando sus armas e insignias reales. El cortejo fúnebre se desplazaba acompasado por el lento retumbar de los tambores, cuyo sonido marcaba el paso de decenas de guerreros. 

Al poco tiempo, Pachacútec reinició su campaña militar expansionista, enviando un grupo de soldados al mando de Apo Conde Mayta hacia la frontera con los collas, poderoso grupo que tenía como señor a Chuchi Cápac, también conocido como el Colla Cápac. No tardó Pachacútec en unirse a estas tropas de avanzada, ingresando en tierras enemigas hasta llegar al pie del Vilcanota. Enterado el Colla Cápac de la incursión inca en sus territorios, se dirigió con sus ejércitos al pueblo de Ayaviri para esperarlos. Al llegar Pachacútec a esta localidad pudo comprobar que no se produciría un sometimiento pacífico, por lo que se entabló una larga batalla. A medida que la lucha se prolongaba temiendo ser derrotados, los collas se replegaron hacia Pucará, hasta donde fueron perseguidos por los incas. En Pucará se libró un segundo enfrentamiento del que no solamente salieron victoriosos los cusqueños, sino que lograron tomar prisionero al poderoso Colla Cápac. Una vez asegurado el triunfo, Pachacútec se dirigió a Hatun Colla, morada del curaca derrotado, donde permaneció hasta que todos los pueblos subordinados se acercaron a rendirle obediencia. Tras pequeñas luchas con los pobladores de Juli y los pacasas, Pachacútec consiguió dominar todo el Collao,​ dejando allí guarniciones y un gobernador general. 

Su siguiente destino fue el territorio de Condesuyos: sus conquistas le llevaron por Arequipa y Camaná, y regresó al Cuzco por Chumbivilcas. 

Con posterioridad a la victoria frente a chancas y collas, las obligaciones legislativas de Pachacútec lo retuvieron en el Cuzco, por lo que tuvo que encargar (y no dirigir más) las siguientes expediciones conquistadoras del Imperio Inca, mientras él se encargaba de la remodelación del Cuzco y la consolidación del gobierno imperial. 

La primera de estas expediciones fue encargada a su hermano Cápac Yupanqui hacia territorios del reino Chimú, y las demás a su hijo y sucesor Túpac Yupanqui tanto al norte como al sur del imperio, con estas conquistas el Tahuantinsuyo llegaría cerca su máxima expansión y mejor consolidación.

En Áncash, Cápac Yupanqui, derrotaría en 1465 a los grupos étnicos confederados de huaylas, pincos, piscopampas, huaris y conchucos, no sin antes construir el tambo militar de Maraycalle, luego de que derrotara a la facción sureste (señoríos de Allauca Huari y Pincos) avanzó en dirección norte hacia el río Yanamayo, donde fue atacado y obligado a retroceder a un lugar elevado, eligió las alturas de Yauya por su ubicación estratégica: podía vigilar cualquier avance armado proveniente de los valles de cualquier dirección, comprendió que las huestes del ejército confederado, conformado aún por los señoríos de Icho Huari, Piscopampas, Conchucos y Sihuas no se rendirían, por lo que construyó este tambo militar a 4200 msnm con 29 habitaciones que miden en promedio de 15x11 m. en capacidad de albergar hasta 90 soldados cada uno, por lo que en un momento este complejo pudo albergar a casi 3000 hombres bien alimentados y resguardados. Desde este punto dirigió los asedios a todas los centros poblados de la región. Los confederados tuvieron ventajas sobre los cusqueños debido a la ubicación elevada de sus fortalezas que las hacían inexpugnables, luego de medio año de batallas lograron derrotar a los rebeldes. Dos de esos caciques rebeldes, pertenecientes a la región Icho Huari del Señorío de Huari, legaron sus nombres a los lugares que defendieron hasta la muerte: Kátin y Riway, cuya gesta todavía es recordada por los pobladores chacasinos. 

Por otro lado, al encargar las expediciones conquistadoras a su hijo y sucesor Túpac Yupanqui, Pachacútec se encargó y continuó con las remodelaciones de la capital del imperio: la ciudad del Cuzco. Al haber aumentado la población de la capital las demandas de viviendas, alimentos y necesidades primarias también aumentaron, por lo cual Pachacútec emprendió una serie de obras constructivas y agrícolas: la formación de nuevos barrios, su distribución en solares y el levantamiento de nuevas plazas y "canchas"; el Sapa Inca hizo despoblar varias áreas alrededor del Cuzco para que sean utilizadas como sementeras, reubicando a sus ocupantes en zonas con clima similar. Del mismo modo, se intensificó la producción agrícola gracias a la creación de canales en la ciudad del Cuzco, a la mejor distribución de aguas, a los nuevos sistemas de almacenamiento y construcción de andenes.

Puede considerarse su primera gran obra arquitectónica la reedificación del "Templo del Sol" o "Inticancha", la edificación humilde de sus antepasados se transformó en un templo repleto de riquezas, se refaccionó la estructura con bloques líticos obtenidos desde las canteras de Salu, a cinco leguas del Cuzco; por toda la nueva suntuosidad del palacio pasó a ser conocido como "Coricancha" (Templo de oro). "Y visto por él (Pachacútec) el sitio donde a él mejor le pareció que la casa debía se edificada, mandó que allí fuese traído un cordel, y siéndole traído, levantáronse del lugar donde estaban él y los suyos, y siendo ya en el sitio donde había de ser la casa edificada, él mismo por sus manos con el cordel midió y trazó la Casa del Sol; y habiéndola trazado, partió de allí con los suyos y fue a un pueblo que dicen Sallu, que es casi cinco leguas de esta ciudad, que es donde se sacan las canteras, y midió las piedras para el edificio de esta casa, y así medidas, de los pueblos comarcanos pusieron las piedras que les fue señaladas y las que fueron bastantes para el edificio de esta casa (...) así como el Inca Yupanqui la había trazado e imaginado". Tomado de "Suma y narración de los Incas", cronista Juan de Betanzos. 

Otro de los cambios más importantes realizados por Pachacútec fue la división del creciente imperio en cuatro suyus, teniendo como centro la ciudad del Cuzco (ombligo del mundo); al este el Antisuyu, al oeste el Contisuyu, al norte el Chinchaysuyu y al sur el Collasuyu.  

Pachacútec, no tuvo ninguna duda de que el joven Túpac Yupanqui era el más capacitado de sus hijos para sucederlo en el poder. Murió naturalmente en pleno apogeo del imperio, fue reconocido y valorado como el más grande Inca por sus contribuciones a la expansión y consolidación del naciente Imperio inca. Su momia fue llevada en su tiana o asiento, cargada por los grandes señores hasta la plaza Aucaypata, donde se le rindió homenaje. Las exequias reales se iniciaron con el encuentro entre las momias de Pachacútec y Huiracocha Inca, su padre. El fallecido soberano fue vestido con suntuosas mantas y adornos de oro y plata, además de un tocado de plumas y un escudo de armas. Finalmente su momia fue colocada en el centro de Tococache (actual barrio de San Blas, en Cuzco) en un templo dedicado al trueno que él mismo mandó a edificar. 

La sucesión en el mando del Imperio inca, fue asumida por su hijo, Túpac Inca Yupanqui, con quien había co-gobernado durante los últimos años y quien había demostrado una gran destreza guerrera y conquistadora en las expediciones que Pachacútec le había encargado tanto hacia el norte como hacia el sur del territorio imperial. De este modo, sin ninguna objeción, Túpac Yupanqui se ceñiría la mascaipacha y asumiría por completo el gobierno del Tahuantinsuyo, tras la muerte y exequias reales de su padre.

Gracias a Pachacútec los dominios del incario dejaron de constituir un simple reino para conformar el Tahuantinsuyo, un Estado que logró dominar y controlar política, militar y económicamente a otros estados y cacicazgos ubicados en las proximidades de los Andes. Esta transformación devino de las victorias obtenidas ante varios estados que rodeaban inicialmente el reino inca: principalmente la confederación chanca y el señorío de los Ayamarca. 

También se debió a Pachacútec la implantación del sistema de mitmakuna o mitimaes -traslados- en todo el Tahuantinsuyo. Estos eran grupos humanos desplazados por el Estado a cualquier punto conquistado por el incario a fin de cumplir tareas específicas que vertebraran y cohesionaran el imperio. Los mitimaes colonizaban, llevaban consigo las técnicas y modos de producción cusqueños, enseñaban las leyes y costumbres y divulgaban la religión de los incas. También realizaban una labor de control de las poblaciones recién incorporadas al Tahuantinsuyo. Su función era de producir los elementos básicos que cubriesen las necesidades de los súbditos y la de reproducir los rasgos culturales con el objetivo de quechuizar a los recién incorporados.

 Desde el punto de vista de los logros urbanísticos y arquitectónicos, Pachacútec mandó canalizar los ríos Huatanay y Tullumayo, que frecuentemente anegaba la ciudad del Sol, Cuzco. Asimismo reedificó y ornamentó con grandes riquezas el santuario del Inticancha o recinto del Sol, cuyo nombre hizo cambiar por el de Coricancha, que significa "recinto de oro". Restauró el palacio de Pomamarca o Ciudad del Puma, y el de Patallacta, donde falleció, en Carmenca. 

Finalmente, planificó la construcción del templo-fortaleza de Sacsayhuamán, ubicada al norte de la ciudad del Cuzco, la misma que empezó a levantar su hijo Túpac Yupanqui y concluyó su nieto Huayna Cápac, padre de Huáscar y Atahualpa

Algunos historiadores le atribuyen también el arregló del acllahuasi en Cuzco, y la planificación y construcción de la ciudadela de Machu Picchu. (Datos: Wikipedia)

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