miércoles, 8 de enero de 2020

Virreinato del Perú: José Fernando de Abascal y Sousa - Marqués de la Concordia - XXXVIII Virrey del Perú


José Fernando de Abascal y Sousa (Oviedo, 3 de junio de 1743 - Madrid, 31 de julio de 1821), Marqués de la Concordia, fue el XXXVIII Virrey del Perú (1806-1816).

Noble, militar y político español, mariscal de campo, trigésimo octavo virrey del Perú (1806-1816) y primer Marqués de la Concordia Española del Perú. 

Era hijo de José de Abascal y Sainz de Trueba y de Gertrudis de Sousa y Sánchez. De familia oriunda del Valle del Ruesga (Cantabria), establecida en Oviedo, Abascal ingresó de cadete en el Regimiento de Infantería de Mallorca, en 1762, donde aprendió gradualmente el arte de la estrategia que de tanto le sirvió después en América. 

Se incorporó en la Orden de Santiago, en 1795, y en la de Carlos III. 

Combatió desde las playas de Argel hasta los campos del Rosellón sin desdeñar para nada su dilatado servicio en las provincias indianas comenzando con Santa Catalina y la Colonia del Sacramento, y La Habana en 1796 hasta llegar a la Intendencia de Guadalajara. 

En 1804 fue nombrado Virrey del Perú. No llegó a tomar posesión del cargo, ya que en su viaje a Lima fue apresado por los ingleses.

Su periplo desde Veracruz a La Habana y de ahí -ya preso- hasta las Azores y Lisboa fue un aldabonazo a su conciencia de estadista al que pronto puso remedio. 

Jamás mandatario peruano alguno había hecho un trayecto de 3 mil 500 kilómetros de marcha terrestre entre Sacramento y Lima, cuando lo habitual había sido la ruta marítima Cádiz-La Habana-Veracruz-Panamá-Paita y de ahí, por tierra, hasta la Ciudad de los Reyes. 

Como Virrey, Abascal se centró en asuntos de salubridad pública, cultura y defensa, que le sirvieron de apoyo en los momentos difíciles por los que atravesó el virreinato, tanto en el interior como en el exterior del mismo. 

Creó numerosas escuelas-taller y con la colaboración del pintor José del Pozo creó la Real Escuela de Pintura de Lima. 

Apoyó la vacunación antivariólica de los súbditos peruanos, aprovechando la expedición del doctor José Salvany y Lleopart por tierras hispanoamericanas y con el apoyo del protomédico Hipólito Unanue. 

Otra medida fue la creación, fuera de los muros de la ciudad de Lima, de un cementerio para evitar enfermedades contagiosas que se pudieran acarrear del hecho de enterrar a los muertos dentro de las iglesias y conventos capitalinos, para lo cual hizo una cuantiosa inversión apoyada por aportaciones dispares y con el claro sostén del alto clero limeño así como del colegio médico. 

Creó el Colegio de Medicina y el Jardín Botánico (contando para ello con claustro de profesores, biblioteca, salas de prácticas, etc.) para la formación de galenos y especialistas, para lo que Abascal contó con muchos de los ilustres hombres peruanos y de los antiguos territorios virreinales como Quito y Santa Fe.

 La razón que le llevó a ello fue la observación que hizo, durante su penoso recorrido de toma de posesión, de las carencias que sufría gran parte de Sudamérica en esta materia. 

Impulsó los colegios de San Pablo y del Cercado para la instrucción de los hijos de la elite peruana y fundó el Colegio de Abogados capitalino, netamente criollo.  
En relación con las actividades de orden externo, destacaron las llevadas a cabo en armas y dinero a favor de Santiago de Liniers y Francisco Javier de Elío en la defensa de Buenos Aires y Montevideo, respectivamente, frente a los ataques de las Invasiones Inglesas al Río de la Plata comandadas por William Carr Beresford y John Whitelocke entre 1806 y 1807, como claro ejemplo de la nueva guerra habida entre España e Inglaterra por la hegemonía del mundo marítimo y que fueron repelidos eficazmente por los criollos. 

Pero el virrey Abascal no se limitó a prestar eficaz ayuda a un ataque concreto, sino que puso en marcha todo un ambicioso y acertado plan de defensa de la ciudad de Lima, el puerto del Callao y sus alrededores, la reparación de la antigua fábrica de pólvora y la reorganización del Ejército Real del Perú. 

Le dedicó especial atención al arma de artillería como ingenio de defensa y ataque de gran eficacia en las nuevas guerras que se avecinaban sin olvidarse, obviamente, de las armas de infantería y caballería, de entre la que destacó la creación de un regimiento de patricios (“La Concordia Española en el Perú”, cuyo nombre fue el mismo que se le dio a José Fernando de Abascal como título de Castilla en 1812), como símbolo de la unión entre los españoles peninsulares y americanos. 

Otro elemento de suma importancia en la defensa de los intereses de la corona fue la reorganización de una flotilla que custodió los mares del sur contra extranjeros e insurgentes. 

En Europa, coronado Napoleón Bonaparte emperador de los franceses, se lanzó a una política de expansionismo que logró la dominación de todo el continente europeo, a excepción de los reinos peninsulares ibéricos. 

Con la astucia y el engaño, Napoleón logró aprovecharse de la división interna de la familia real española, secuestrándola y colocando en los tronos luso e hispano a reyes bajo sus órdenes. 

En los virreinatos españoles, la noticia provocó una gran crisis. Las noticias generalmente confusas, la ineptitud de muchos de sus gobernantes para ejercer el mando y el revanchismo de parte de la elite criolla, fueron los ingredientes esperados por los revolucionarios. 

Estallaron, de este modo, apoyadas por los ingleses, las Guerras de Independencia Hispanoamericana -una guerra civil hispanoamericana- que acabó con la segregación de las provincias de ultramar americanas respecto de la metrópoli. 

Abascal juró lealtad al rey Fernando VII de Borbón, haciendo uso de su autoridad como máximo mandatario político, militar y jurídico del Perú. 

El virrey se lanzó a una campaña de apoyo pecuniario a favor de la causa española en el viejo continente, empezando por él y acabando por el súbdito más recóndito del virreinato sin olvidar a los intendentes, los comerciantes del consulado, los miembros de la Iglesia, etcétera. 

Las políticas contrarrevolucionarias del virrey Abascal (1810-1816) no se hicieron esperar, como el  Bando del 13 de julio de 1810 agregando provisionalmente la provincia de Charcas y Córdoba del Tucumán al virreinato del Perú. Las contraofensivas virreinales fueron siempre puramente defensivas frente a los ataques y rebeliones protagonizadas constantemente por los insurgentes, que se aprovecharon de la situación de descabezamiento que se dio en la península y a la dejación en sus funciones de algunos de sus representantes en América. 

Abascal fue el paladín de la causa real en los virreinatos, fue la lucha de un brazo contra un continente. Cuando no había rey en España, Abascal lo fue de América. 

Las acciones a favor del orden legal establecido se dieron primero en el territorio de la Real Audiencia de Quito, entre los años 1809 y 1810, por parte del conde de Ruiz de Castilla, poco apto para la ocasión y un inseguro marqués de Selva Alegre. También en la Capitanía General de Caracas acontecieron hechos que, desde sus inicios hasta su sofocamiento por parte de las tropas peninsulares de Pablo Morillo en 1815, tuvieron relación con el Perú. Apenas producida la Revolución de Mayo en Buenos Aires y vencida la contrarrevolución de Córdoba, Abascal declaró incorporadas al Virreinato del Perú las provincias del Alto Perú —la actual Bolivia— y asumió el control militar y la defensa de esos territorios frente a los avances de los ejércitos "de abajo". 

En el propio virreinato del Perú se dieron varias revueltas, de diverso cariz, que tuvieron lugar durante los diez años de gobierno del virrey con la nota común de estrepitoso fracaso, por no existir caldo de cultivo alguno en este territorio para un levantamiento revolucionario; el Perú fue finalmente independizado por fuerzas “extranjeras” que desde el Río de la Plata cruzaron la Cordillera de los Andes, y luego de independizar Chile, llegaron a través del Océano Pacífico al territorio peruano. 

En la Capitanía General de Chile, a pesar de los intentos golpistas de José Miguel de Carrera y las cabriolas de Bernardo O'Higgins, la Reconquista real de ese territorio fue posible gracias a las tropas enviadas por Abascal desde el Perú. La victoria de la batalla de Rancagua y la captura de Santiago posibilitaron reabrir el importante comercio chileno-peruano, que sorteó los intentos de agotarlo por parte de los corsarios rioplatenses. 

En el abrupto Alto Perú, lugar de marchas y contramarchas, se destacaron, por su habilidad y eficacia, José Manuel de Goyeneche y José de La Serna, estrategas que han pasado a la historia militar por su destreza en las victorias —Batalla de Huaqui, Batalla de Vilcapugio, Batalla de Ayohuma y Batalla de Viluma— donde destrozaron, una y otra vez, a las tropas porteñas. La provincia de Tarija se transformó en el límite geográfico del avance revolucionario de las provincias "de abajo", que motivaría el cambio de la planificación continental de los revolucionarios rioplatenses en su avance sobre el Virreinato del Perú, centro del poderío militar realista, lo que sólo sería logrado después del retiro de Abascal. 

Por su parte, el Paraguay de Gaspar Rodríguez de Francia permaneció ajeno a la lucha independentista, escindiéndose tanto del imperio español como del Río de la Plata. En cambio no bastó la tenaz defensa de Montevideo por parte de Francisco Javier de Elío para acabar en el Río de la Plata con los impulsos revolucionarios dirigidos por los sucesivos gobiernos porteños. Tras algunos triunfos iniciales, Montevideo terminó sitiada durante largo tiempo, y la caída de la ciudad en poder de los revolucionarios porteños selló el triunfo emancipador del Río de la Plata. 

Finalmente se dio la vuelta a la paz y tranquilidad anterior a la invasión napoleónica de España, con la restitución del rey Fernando VII en 1814, la derogación de la Carta Magna, el restablecimiento de la Inquisición, la prohibición de la libertad de prensa y el aplastamiento de los levantamientos revolucionarios en toda la América española, a excepción del Río de la Plata. 

Sin embargo, algo había cambiado, era el principio del fin. En sus últimos días como virrey del Perú, Abascal se limitó a confirmar todas las reales órdenes llegadas desde Madrid, dar consejos del tipo de gobernante que necesitaban las provincias ultramarinas, rehabilitar a los jesuitas, dar carta blanca a la explotación de minas por medio de bombas de vapor y a los bancos de pesca balleneros, así como a mejorar la Ceca. 

En el año 1816 Abascal recibió desde España la noticia de su cese en las funciones de virrey del Perú, ordenándose su retorno a la metrópoli. 

Su reemplazante fue el militar español Joaquín de la Pezuela, que había arribado al Perú en 1805 y había servido en las operaciones bélicas de Abascal. 

De hecho, hasta esa fecha los independentistas de Buenos Aires aún enviaban expediciones para expulsar a la dominación española del Alto Perú, manteniendo un continuo estado de guerra. 

Su vuelta definitiva a España —cargado de títulos y honores, su única hija comprometida con un oficial peninsular y el reconocimiento de la elite social peruana por la que tanto hizo en los diez años más azarosos y meritorios de toda su vida— se produjo con la partida, el 13 de noviembre de aquel año, no sólo del Perú sino de América, a la que ya no volvió a ver jamás. (Datos: Wikipedia y otras fuentes)


miércoles, 1 de enero de 2020

Virreinato del Perú: Gabriel Miguel de Avilés y del Fierro - Marqués de Avilés - XXXVII Virrey del Perú


Gabriel Miguel de Avilés y del Fierro (Vich, Barcelona, España, 1735-Valparaíso, Chile, 1810).

Fue el XXXVII Virrey del Perú.

Con título nobiliario de IV Marqués de Avilés.


Era hijo de José de Avilés e Iturbide, I marqués de Avilés, coronel de dragones y corregidor de Vich (1728–1744), y de Isabel del Fierro Brito. 

Al igual que su padre siguió la carrera militar y en 1767 fue nombrado capitán del regimiento de Dragones de la Reina.

En 1768, con el grado de sargento mayor, fue destinado a Perú. En 1771 se le designó sub-inspector para la instrucción de las milicias de caballería, aunque en la práctica actuaba como director de las tropas. En 1776 obtuvo por Real Orden el grado de coronel. Desde 1780 participó en la represión de las sublevaciones encabezadas por José Gabriel y Diego Túpac Amaru. Siendo comandante de Cuzco resistió a los ataques del primero y lo derrotó en varios enfrentamientos importantes. 

En el Cuzco, se casó con la viuda del marqués de Santa Rosa, Mercedes del Risco y Ciudad (1782), de quien se decía era persona en extremo piadosa. 

En 1785 heredó el título de Marqués de Avilés, concedido veinticuatro años antes al entonces intendente de Zaragoza, su padre, el brigadier José de Avilés. 

En 1787 fue nombrado gobernador del presidio y plaza fuerte del Callao. 

Permaneció en Perú hasta 1796, un año después de haber alcanzado el grado de teniente general. 

En 1796 Avilés ocupó el cargo de gobernador de la Capitanía de Chile. reemplazando en el cargo a Ambrosio O'Higgins, quien había sido nombrado virrey del Perú. 

En 1799 Avilés marchó a Buenos Aires como virrey del Río de la Plata. 

El 20 de junio de 1800 fue nombrado virrey del Perú por el rey Carlos IV, por fallecimiento de O'Higgins, aunque no ocupó el cargo hasta el año siguiente. 

En esta segunda etapa en Perú, Avilés residió como virrey en la ciudad capital Lima. 

Dedicaba gran parte de su tiempo a asuntos religiosos, por lo que era conocido popularmente como el "virrey devoto". 

Contrajo matrimonio con la religiosa dama limeña Mercedes Risco y Ciudad, apodada "la santa virreina", junto a la que sufragó diversas obras de caridad, como el hospital del Refugio para mujeres. 

Durante su gobierno se creó mediante Real Cédula la gobernación de Maynas, 15 de julio de 1802, y se incorporó Guayaquil al virreinato. 

Tras cesar en el cargo en julio de 1806, Avilés se quedó a vivir en Lima. 

Establecido en el pueblo de la Magdalena cercano a la ciudad, en 1807, fallecida su esposa y sin hijos, se trasladó a Arequipa, donde permaneció hasta 1810. 

Ese año decidió volver a España pero enfermó durante el viaje y murió en Valparaíso en septiembre. (Datos: Wikipedia y otras fuentes)


martes, 17 de diciembre de 2019

Virreinato del Perú: Ambrosio Bernardo O'Higgins y O'Higgins - Marqués de Osorno - XXXVI Virrey del Perú


Ambrosio Bernardo O'Higgins y O'Higgins (Ballenary, Condado de Sligo, Connacht, Reino de Irlanda, 1720 - Lima, Virreinato del Perú, 18 de marzo de 1801) fue el XXXVI Virrey del Perú.

Poseía los títulos nobiliarios de Marqués de Osorno, Marqués de Vallenar, y Barón de Ballenary.

Fue hijo de Charles O’Higgins y de su esposa y pariente Margaret O’Higgins (hija de William O'Higgins y de sus esposa Winnifred O’Fallon).

Los O’Higgins poseyeron grandes extensiones de tierras en los condados irlandeses de Sligo, Westmeath y Mayo, pero con las expropiaciones realizadas por Oliver Cromwell contra los católicos, y con las deportaciones de inquilinos hacia el condado de Sligo después de la conquista de Irlanda por el mismo Cromwell, las tierras de los O'Higgins se redujeron cada vez más. 

Debido a esto, el clan O'Higgins emigró al condado de Meath, donde se convirtieron en pequeños arrendatarios/campesinos al servicio de la familia Rowley-Langford. 

En 1751, Ambrosio arriba a Cádiz, en donde se dedica al comercio como un empleado de la firma Butler Trading House. 

Como irlandés y católico, le fue posible emigrar legalmente a la América española en 1756. 

Tras pasar por la Capitanía General de Chile y Virreinato del Perú, una mala racha de negocios lo devolvió a Cádiz en 1760. De allí volvió a Chile en 1761, como asistente de otro irlandés, el ingeniero John Garland. Trabajó como dibujante y diseñó los refugios cordilleranos que posibilitaron tener correo todo el año entre Santiago y Buenos Aires. 

En 1766, en un viaje a España, se le aconsejó quedarse en Chile, donde se le asignaron diversos trabajos de ingeniería. Mientras permanecía en la zona de la frontera, estalló una nueva guerra con los mapuches (1769-1771) tras lo cual se estableció la movilización de los extranjeros residentes. Enrolado bajo el rótulo de "aventurero", participó en varias acciones bélicas contra los mapuches. 

Durante su residencia en Los Ángeles (Chile), donde vivió durante casi 18 años, fue nombrado (en 1770) capitán del Cuerpo de Dragones de la frontera, alcanzando tres años después el grado de teniente coronel y, en 1780, la comandancia general y el cargo de inspector de milicias. 

En 1782 era maestro de campo de Concepción. Entre 1786 y 1788 asumió como primer Intendente de Concepción.​ Cercano y leal al gobernador Ambrosio de Benavides Medina, tras la muerte de éste, fue postulado para llenar la vacante. 

Fue nombrado Gobernador de Chile, pese a las pretensiones de Tomás Álvarez de Acevedo. Asumió el cargo en propiedad en mayo de 1788. 

Considerado uno de los gobiernos más emprendedores de toda la colonia, su gestión (1788-1796) se ajustó a las políticas que desde la metrópoli se señalaban. 

Coherente con los principios del despotismo ilustrado, conjugó el fomento del progreso con el ejercicio de una autoridad imponente, pero no avasalladora. 

En 1796 fue designado Virrey del Perú.

Siendo el virreinato el territorio más rico del Imperio español, el título de virrey era una destacada distinción. 

Ocupó el cargo ejerciendo una buena administración del vasto territorio, hasta su fallecimiento en Lima en 1801. 

Sus restos reposan en la Iglesia de San Pedro, en el centro de la ciudad de Lima. 

El mayor legado de O'Higgins fue su hijo Bernardo.


sábado, 14 de diciembre de 2019

El Juicio de Residencia: Buena práctica contra la corrupción de los gobernantes que debe retornar



El juicio de residencia fue un procedimiento judicial del derecho castellano, que consistía en que al término del desempeño del funcionario público se sometían a revisión sus actuaciones y se escuchaban todos los cargos que hubiese en su contra.


El funcionario no podía abandonar el lugar donde había ejercido el cargo, ni asumir otro hasta que concluyese este procedimiento


El juicio de residencia tuvo en la administración del Virreinato del Perú una gran importancia, y comprendía a toda clase de funcionarios, desde virreyes y presidentes de Audiencia, gobernadores, hasta alcaldes y alguaciles. 


Todos los virreyes debían pasar un juicio de residencia antes de que tomara posesión del cargo su sucesor, y no podían regresar a España hasta concluir éste.


En el proceso se analizaba el grado de cumplimiento de las instrucciones recibidas a lo largo de su mandato y durante seis meses se investigaba su labor, reuniendo numerosa información a través de diferentes testigos.


Toda autoridad que terminaba de ejercer su cargo debía ser sometida al juicio de residencia, es decir, las autoridades no se podían mover de su lugar físico mientras duraba la investigación con relación a su desempeño.


El juicio era sumario y público. 


Con el fin del Virreinato del Perú, terminó también esta buena práctica, lo que dio lugar a un aumento significativo de la corrupción en los ya más de 200 años del período republicano.


Con la actual corrupción generalizada en Perú y Latinoamérica se impone el restablecimiento de los juicios de residencia, la buena práctica que se aplicó en el Virreinato del Perú.


Los casi 3 siglos del período virreinal fueron la época de oro del Perú,


viernes, 22 de noviembre de 2019

Cerámica de Chulucanas: Un Prestigiado Producto de Bandera del Perú


La "Cerámica de Chulucanas" es una denominación de origen para la alfarería producida en Chulucanas, provincia de Morropón, departamento de Piura en la costa norte de Perú. 

Las características de la fabricación de las cerámica de Chulucanas es la técnica del paleteo que se realiza en el moldeo a mano, con golpes de paleta, el uso de pigmentos naturales, el método de decoración de la 'pintura negativa' basado en la reducción del oxígeno en la cocción y el ahumado con hojas de mango. 

Las características más predominante de la cerámica es el uso de tonos negros, las figuras ovaladas y los diseños geométricos. 

Las temáticas son mayormente costumbristas. 

Alrededor de 2000 artesanos y 400 talleres existen en el distrito de Chulucanas. La mayoría de los artesanos se encuentran en el centro poblado La Encantada. 

La Cerámica tradicional de Chulucanas se caracteriza por representar las costumbres de un pueblo heredero de una rica cultura, y tradiciones arraigadas que se mantienen a pesar del tiempo.

En el 2005, fue reconocido como producto de bandera de Perú por la Comisión Nacional de Productos de Bandera (Coproba). 

Es un producto de gran fama nacional e internacional que se exporta con gran éxito a un importante número de países del mundo. (Datos: Wikipedia y otras fuentes)












miércoles, 20 de noviembre de 2019

Virreinato del Perú: Francisco Gil de Taboada Lemos y Villamarín - XXXV Virrey del Perú


Francisco Gil de Taboada Lemos y Villamarín (Santa María de Soutolongo, Lalín -Pontevedra, 24 de septiembre de 1733 - Madrid, 1809).

Fue un noble, político y marino español. Capitán General de la Real Armada Española

Ejerció como el XXXV virrey del Perú (1790-1796).

Nació en el seno de una distinguida familia de Galicia, sus padres fueron Diego Felipe Gil de Taboada y Villamarín, señor de Dés, y María Josefa de Lemos y Rois.

A los 16 años de edad se convirtió en caballero de San Juan de Jerusalén, orden en la que llegó a ser Gran Cruz y bailío, y comendador de Puertomarín. 

Se convirtió en Guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz el 27 de octubre de 1752. Fue ascendido a alférez de fragata el 23 de diciembre de 1754, a alférez de navío el 12 de abril de 1760, a teniente de fragata el 8 de abril de 1765 y a teniente de navío el 3 de septiembre de 1767. Durante estos mandos estuvo embarcado en diferentes buques, haciendo cruceros por el Mediterráneo y los océanos Atlántico y Pacífico. Ascendió a capitán de fragata el 22 de octubre de 1770. Con este mando se le nombró gobernador de las islas Malvinas (1774 - 1777),​ pero luego fue ascendido a capitán de navío el 17 de febrero de 1776, siendo nombrado capitán de la recién creada Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Ferrol, cargo que desempeñó durante algunos años. Fue ascendido a brigadier el 19 de junio de 1781, siguiendo en el cargo anterior; a jefe de escuadra, el 21 de diciembre de 1782.

Ascendió a teniente general el 4 de marzo de 1789. Con este grado, pasó en 1790 a ser nombrado como virrey del Perú y presidente de la audiencia de Lima, los más altos cargos del Imperio Español en ultramar.

Su período de gobierno de seis años se cuenta entre los más notables del virreinato:

-Decidido apoyo a las letras y a la instrucción pública. 

-Facilitó el trabajo de la expedición científica de las corbetas “Descubierta” y “Atrevida”, dirigida por el capitán Alejandro Malaspina, y con la cual llegaron naturalistas como Tadeo Haenke y Luis Née (1790). 

-Apoyó las exploraciones realizadas en la pampa del Sacramento por los franciscanos Sobreviela y Girbal, y protegió el establecimiento de un laboratorio mineralógico en Lima, cerca del paseo de Aguas, puesto al cuidado del barón Timoteo de Nordenflicht. En este laboratorio se desarrollaron pruebas para establecer un nuevo método en el beneficio de los yacimientos andinos. 

-Inauguró la Escuela Náutica a cargo del capitán Agustín Mendoza.

-Autorizó la elaboración y exportación libre del azúcar.

-Instaló un anfiteatro anatómico en el hospital de San Andrés (1792).

-Llevó a cabo un censo general de población en el virreinato peruano, que arrojó la cifra global de 1 076 122 habitantes, sin considerar la intendencia de Puno (1791). Esta última jurisdicción, que permaneció durante algunos lustros en el ámbito del Río de la Plata, fue reincorporada definitivamente al Perú en enero de 1796. 

-En su gobierno aparecieron La Gaceta del Gobierno, del Diario erudito y económico de Lima, promovido por Jaime Bausate y Mesa (1790); del famoso Mercurio Peruano, órgano de la Sociedad de Amantes del País (1791); y, de las Guías de forasteros, compuestas bajo la responsabilidad del sabio Hipólito Unanue. 


LIBROS SUGERIDOS SOBRE PERU: -Estableció una academia de bellas artes.

-Promovió los estudios de ciencias naturales en la Universidad de San Marcos. 

El 7 de junio de 1796, Gil de Taboada traspasó las insignias de mando virreinal a su sucesor, don Ambrosio O’Higgins.

El Virrey Gil de Taboada dejó una memoria de gobierno que figura entre las más sobresalientes de todos los virreyes del Perú. 

Francisco Gil de Taboada abandonó el puerto del Callao el 23 de diciembre de 1796 para emprender el regreso a España. Allí continuó su brillante carrera administrativa, siendo nombrado director general de Marina (1803) y luego titular del ministerio de Marina (1805). 

Se retiró de la vida pública al establecerse el régimen del invasor francés José Bonaparte. 

Falleció en Madrid en 1810, cuando contaba con 77 años de edad.

A su regreso a España pasó con éxito por el Juicio de residencia, donde un tribunal especial analizaba todas las actuaciones de su gobierno como virrey, con arreglo a lo establecido en las Leyes de Indias. (Datos: Wikipedia y otras fuentes)


martes, 19 de noviembre de 2019

El Conflictivo Collasuyo


El Collasuyo o territorio de los Collas, fue una de las provincias en que se dividió el Imperio Inca o Tawantinsuyo.

Fue el mayor y el más austral de los suyos o provincias del Imperio, se extendía al sur de Cuzco (Perú), desde los Andes y el altiplano de Bolivia, hasta la ribera norte del río Maule (Chile), y desde las costas del Pacífico hasta los llanos de Santiago del Estero (Argentina).

Los reinos aimaras, con fuertes lazos culturales entre ellos, fueron llamados por los incas con el nombre genérico de collas.

Hacia 1450 fueron invadidos por las fuerzas del inca Pachacútec, quien conquistó el altiplano, después de grandes combates. 

El Collasuyo crece después hacia el sur con intervenciones de los incas Túpac Yupanqui y Huayna Cápac.

Los incas llevaron la cultura y el desarrollo a los pueblos que hoy son parte de Bolivia, Chile, Paraguay y Argentina.

Por el contrario, el Imperio Inca tuvo que enfrentar continuas revueltas en el Collasuyo, enviando sus ejércitos a combatirlas y restablecer el orden.

Con la llegada del Imperio Español, el Collasuyo pasa a formar parte del Virreinato del Perú que tenía a Lima como capital.

Al igual que los incas, los españoles llevaron a esas tierras cultura y desarrollo, pero no pudieron evitar los desórdenes y conflictos internos entre collas.

Para sofocar y restablecer el orden, fueron enviados desde Lima, en varias oportunidades, numerosos regimientos del Ejército Real del Perú.

En la actualidad, el espíritu conflictivo del Collasuyo se mantiene, estamos viendo como Bolivia y Chile han generado conflictos autodestructivos imparables con severos atentados contra la vida y la infraestructura física de las ciudades.


LIBROS SUGERIDOS SOBRE PERU:
Ya no existen ni el Imperio Inca, ni el Virreinato del Perú, entonces la solución a los conflictos se hace mucho más difícil porque depende de cada país colla.

Nos preguntamos ¿en el futuro será necesario restablecer una organización como el Tawantinsuyo o Virreinato del Perú con capacidad de actuación en la Sudamérica Castellana?.

Mientras tanto, en la actualidad, Perú está obligado a mantener una importante fuerza militar con capacidad suficiente como para afrontar en cualquier momento conflictos destructivos generados en el Collasuyo actual que podrían sobrepasar sus fronteras. (jlhurtadov@gmail.com)

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