miércoles, 30 de enero de 2019

La Defección del Coronel EP Segundo Leiva y el 2° Ejército Peruano

Tumba abandonada del coronel EP Segundo Leiva



El coronel EP Segundo Leiva es uno de los personajes más oscuros de la guerra del Guano y el Salitre de 1879.

Los dramáticos y numerosos telegramas del coronel Francisco Bolognesi en Arica diciendo "Apure Leiva Apure" contribuyeron a acrecentar las críticas en su contra.

Bolognesi no se rindió en Arica porque hasta último momento tuvo la esperanza que Leiva llegaría con el 2° Ejército Peruano por la retaguardia de los invasores chilenos, pero ello nunca ocurrió, y se inmoló con su ejército convirtiéndose en mártires.

Manuel Segundo Leiva Velasco, (*Camaná, Virreinato del Perú, 1815- † Lima, Perú, 1895) militar peruano de larga trayectoria en el ejército. Inició su carrera militar en 1835, hizo las campañas de la confederación peruano-boliviana encontrándose en las batallas de Yanacocha y Guías, durante la insurrección de Manuel Ignacio de Vivanco en 1841 combatió a ordenes de Ramón Castilla en el combate de Cuevillas. En 1843 obtuvo sus despachos de coronel efectivo de manos del mariscal Domingo Nieto. En 1865 se encontraba al mando de una de las divisiones del ejército del general Pezet; cuando el general Prado que había iniciado una revolución en Arequipa atacó Lima en noviembre de ese año el coronel Leiva desobedeció las órdenes del ministro José Luis Gómez Sánchez, lo que permitió que los revolucionarios se hicieran con el control de la capital. Concurrió al combate del 2 de mayo en las baterías del Callao que enfrentaban a la escuadra española del almirante Méndez Núñez, por lo que fue declarado benemérito a la patria.

Al momento de iniciarse la Guerra del Guano y el Salitre de 1879, es nombrado por el presidente Prado instructor de la Guardia Nacional, y cuando Nicolás de Piérola derrocó a Prado le confió la inspectoría general del ejército, posteriormente obtuvo el mando del segundo ejército del sur con sede en Arequipa.

Leiva llegó a Arequipa el 27 de abril de 1880. Inicia la marcha hacia Tacna el 12 de mayo​ con un ejército de alrededor de 3.000 hombres. Su marcha fue extremadamente lenta de manera que, el 26 de mayo, cuando se produce la batalla del Alto de la Alianza, él se encontraba recién en Torata - Moquegua.

Leiva tenía órdenes de amagar la retaguardia chilena, acción que hubiera significado la victoria peruana en Tacna y Arica, y el fin de la guerra.

El lento Leiva llega a la ciudad de Moquegua el 28 de mayo y el 30 a las inmediaciones de Locumba, punto desde el cual ordena el retorno a su cuartel general en Arequipa.

Según se dice fue Nicolás de Piérola quien le ordena primero hacer la marcha lenta y luego regresar para de esta manera causar la derrota de sus 2 principales comandantes, Montero en Tacna y Bolognesi en Arica, cuyas victorias hubieran significado 2 potentes rivales políticos, pensamiento que solo puede ser atribuido a un loco o a un presidente traidor puesto por Chile. Tacna y Arica cayeron así como un regalo en manos del vandálico y cruel invasor chileno cuyas hordas degollaron a soldados peruanos heridos y rendidos.

Luego de su vergonzoso regreso a su cuartel en Arequipa, Leiva fue depuesto del mando y en su lugar nombrado el coronel José de la Torre, recibiendo la orden de presentarse en Lima para dar cuenta de su conducta, proceso del que salió absuelto, luego e increíblemente el 22 de diciembre fue nombrado ayudante del presidente Nicolás de Piérola.

Como ayudante del presidente, dictó malas disposiciones en las batallas de San Juan y Miraflores, las  que se caracterizaron por la improvisación, pésima organización y decisiones erradas. ¿También parte de un complot contra Perú?

Los últimos años de su vida los pasó en la soledad y abandono hasta su fallecimiento en Lima en el año 1895. Sus restos se encuentran enterrados en el cementerio Presbítero Maestro en una pobre y olvidada tumba que solo lleva sus iniciales. (Datos: Wikipedia y otras fuentes)


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martes, 22 de enero de 2019

Virreinato del Perú: Melchor de Navarra y Rocafull - Duque de la Palata - 22° Virrey del Perú




Melchor de Navarra y Rocafull Martínez de Arroytia y Vique, duque consorte de la Palata (Torrelacárcel, 1626 - Portobelo, Panamá, 1691).

Fue un militar y hombre de estado español, vicecanciller de Aragón y virrey del Perú.

Fue colegial de Oviedo, en Salamanca y tras haber sido miembro del Consejo Colateral de Nápoles y fiscal del Consejo de Italia, en 1672 fue nombrado vicecanciller del Consejo de Aragón, y como tal, miembro de la Junta de Gobierno Universal durante la minoría de edad de Carlos II.

Sus diferencias con Juan José de Austria motivaron que cuando éste tomó el poder en 1677, fuera destituido en represalia.

Tras la muerte del de Austria, Navarro fue restituido, siendo nombrado consejero de estado en 1680.

Fue Caballero de la Orden de Alcántara. 

En el año 1780, doña Josefa Rocafull, condesa de Montealegre y baronesa de Polop y su hija primogénita, la Marquesa de Albudeyte, solicitaron la facultad de hidalguía para el Vizconde de Santa Clara, marido de la Marquesa.

Fue nombrado virrey del Perú entre los años 1681 y 1689, llegando a Lima el 20 de noviembre de 1681. 

Entre sus muchas obras, llevó a cabo un censo de los indígenas para efectuar un nuevo reparto de los que debían servir en la mita de Potosí; y para remediar su notoria disminución en los pueblos próximos a dicho asiento, extendió la obligación pertinente a los de Canas y Canchis. 

Restableció la Casa de la Moneda de Lima (1683), que en 1572 había sido suprimida. 

Piratas ingleses, comandados por Edward Davis, saquearon e intimidaron a los pueblos de la costa, sin que hubiera fuerza para contenerlos (1686) y, al tiempo que los comerciantes armaban naves para perseguirlos, el Virrey inició la fortificación de las ciudades de Lima y Trujillo mediante la contribución de los gremios, las instituciones y los vecinos. 

Pero aquella obra fue destruida por un violento terremoto en Lima y Callao (20 de octubre de 1687), e incluso el propio Virrey hubo de pasar más de dos meses bajo una toldería armada en la Plaza Mayor. 

Se esforzó por reducir ciertos privilegios eclesiásticos (inmunidad, protocolo, provisión de curatos, etc.). 

Al finalizar su periodo, el 15 de agosto de 1689, se quedó en Lima hasta 1691, pendiente de la investigación de su administración. 

Terminada la investigación sin reparos se embarcó a España para ocupar la Presidencia del Consulado de Aragón, pero falleció durante el viaje, el 13 de abril de ese año, cuando estaba en Portobelo, Panamá. (Datos: Wikipedia)



LO QUE ESCRIBIO RICARDO PALMA EN LAS TRADICIONES PERUANAS:

"...En mi concepto, el duque de la Palata, descendiente de los reyes de Navarra y miembro del Consejo de Regencia durante la minoridad de Carlos II, fue (acépteseme la frase) el virrey más virrey que el Perú tuvo. Y tanto que por sí y ante sí hizo conde de Torreblanca en 1683 a D. Luis Ibáñez de Segovia y Orellana, y hecho conde se quedó, porque el monarca se conformó con morderse las uñas. Ni antes ni después virrey alguno se atrevió a tanto. Precedido de gran renombre y de inmenso prestigio y fortuna, efectuó su entrada en Lima el 20 de noviembre de 1681, siendo recibido por el Cabildo con pompa regia, bajo de palio y pisando sobre barras de plata. Instalado en palacio, desplegó el lujo de un pequeño monarca, implantó la etiqueta y refinamientos de una corte, y pocas veces se le vio en la calle sino en carruaje de seis caballos y con lucida escolta. Sus armas eran las de los Rocafull: escudo cuartelado; el primero y el último en gules, con un riquete de oro; el segundo y tercero en plata, y una corneta de sable; bordura de oro con cordones de gules, y cuatro calderos de sable. Ningún virrey vino provisto de autorizaciones más amplias para gobernar; pero también ninguno fue más que él sagaz, laborioso, justificado, enérgico y digno del puesto. Ninguno -escribe un historiador- habría podido decir con más razón que él a los que trataran de oponérsele en nombre de las leyes divinas y humanas: «Dios está en el cielo, el rey está lejos y yo mando aquí.» El duque de la Palata fue en el Perú punto menos que el rey; pero fue punto más que todos los virreyes sus antecesores. Sólo él pudo meter en vereda a las Audiencias de Panamá, Quito, Charcas y Chile, reprimiendo sus abusivos procedimientos. Los piratas traían alarmado el país con sus extorsiones y desembarcos en Guayaquil, Paita, Santa, Huaura, Pisco y otros lugares de la costa, y con el continuo apresamiento de naves mercantes que con caudales iban a Panamá o a la feria del Portobelo. El virrey empezó por ahorcar en Lima a cuanto pirata encontró en la cárcel, siendo uno de ellos el célebre Clerk, que por salvar del suplicio se había fingido sacerdote, exhibiendo papeles con los que pretendió probar que se llamaba fray José de Lizárraga. En seguida equipó las flotas, que después de diversos combates obligaron a los filibusteros a abandonar el Pacífico. De regreso para el Callao, entró una de las victoriosas flotas en la rada de Paita, y hallándose el almirante de paseo en tierra, estalló la santabárbara de la nave capitana, salvando únicamente dos hombres de los cuatrocientos que la tripulaban. imagen Fue entonces cuando para defensa de Lima, amagada durante todo el siglo XVII por los piratas, decidiose a complacer a los vecinos amurallando la ciudad. En menos de tres años y con un gasto que no llegó a setecientos mil pesos, se levantaron catorce mil varas de gruesos muros con catorce baluartes. A la vez se emprendió igual obra en Trujillo, gastándose en ella ochenta y cuatro mil pesos. Datan también de esta época la fundación de la casa de Moneda, a la que hicieron mucha oposición los mineros de Potosí; la de los monasterios de Trinitarias y Santa Teresa, y la del beaterio del Patrocinio. El de Navarra y Rocafull vino a relevar al virrey arzobispo Liñán Cisneros, quien quiso continuar gozando de las mismas prerrogativas y fueros de virrey, siendo la principal la de usar coche de seis mulas con cocheros descubiertos. Opúsose el de la Palata, y desde entonces anduvo el arzobispo quisquilloso con el nuevo gobernante. Este dictó en 20 de febrero de 1684 unas sabias y justísimas ordenanzas poniendo las peras a cuarto a los curas explotadores de los infelices indios. El arzobispo clamoreó en el púlpito contra las ordenanzas, empleando lenguaje virulento; mas el duque resolvió que, mientras el venerable predicador no diese satisfacción, no asistieran tribunales y corporaciones a fiestas de catedral. Aunque los canónigos fueron a palacio a dar explicaciones al virrey, éste no aceptó excusas, y el día de la fiesta de San Fernando se marchó al Callao. El entredicho entre el jefe civil y el eclesiástico produjo gran escándalo; y arrepentido el bilioso arzobispo puso fin a él, saliendo en su coche a recibir al virrey cuando éste regresaba del Callao. La reconciliación por parte del Sr. Liñán y Cisneros no fue sincera; pues dos años más tarde volvió a predicar presentando al virrey como enemigo de la Iglesia y como hombre que, con su ordenanza en daño de la bolsa de los curas, atraía sobre Lima el castigo del cielo. Desde enero de 1687 frecuentes temblores tenían acongojados a los habitantes de Lima; pero en la madrugada del 20 de octubre hubo uno tan violento que derrumbó muchas casas y los vecinos corrieron a refugiarse en las plazas y templos. A las seis de la mañana repitiose el sacudimiento, que fue ya un verdadero terremoto, pues vinieron al suelo los edificios que habían resistido al primer temblor. Juan de Caviedes, el gran poeta limeño de ese siglo, nos pinta así los horrores de este cataclismo, de que fue testigo: «¿Qué se hicieron, Lima ilustre, tus fuertes arquitecturas de templos, casas y torres como la fama divulga? No quedó templo que al suelo no bajase, ni escultura sagrada de quien no fueran los techos violentas urnas». Entre otras, la torre de Santo Domingo se desplomó, matando mucha gente. Todo era confusión y pánico, y sólo el virrey tenía serenidad de espíritu para tomar acertadas providencias en medio de la general tribulación. El 15 de agosto de 1689 fue el duque de la Palata relevado con el conde de la Monclova. Permaneció un año más en Lima, atendiendo a su juicio de residencia, y terminado éste se embarcó para España. Al llegar a Portobelo se sintió atacado de fiebre amarilla y murió el 13 de abril de 1690."



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domingo, 13 de enero de 2019

Virreinato del Perú: Melchor de Liñán y Cisneros - Conde de la Puebla de los Valles - 21° Virrey del Perú

Melchor de Liñán y Cisneros - Conde de la Puebla de los Valles
21º Virrey del Perú


Melchor de Liñán y Cisneros (Torrelaguna, 19 de diciembre de 1629 - Lima, Virreinato del Perú, 28 de junio de 1708), fue un clérigo secular y político español que sirvió en distintos cargos administrativos en los territorios de América.

Fue Obispo de Santa Marta (1664-67) y de Popayán (1667-71), Gobernador y Capitán General del Nuevo Reino de Granada (1671-75) y Presidente de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá (1671-74), Arzobispo de La Plata (Charcas) (1675-76), VIII Arzobispo de Lima (1678-1708) y XXI Virrey del Perú (interino, 1678-1681). 

Oriundo de la villa de Torrelaguna, en el arzobispado de Toledo, fue hijo de Francisco de Liñán de Cisneros e Isabel González. Estaba emparentado con el gran cardenal de los Reyes Católicos, Francisco Jiménez de Cisneros. 

En la Universidad de Alcalá de Henares estudió Artes y Teología, doctorándose en esta última materia. Luego de recibir las órdenes sacerdotales, ofició de cura en las villas de Santa María de Buitrago y de Torrelaguna. En 1660 pasó a la villa y corte de Madrid, donde tuvo a su cargo la parroquia de San Salvador, en la que se mantuvo hasta 1664. Al mismo tiempo ejerció como Calificador del Santo Oficio. Su desempeñó en tales responsabilidades le sirvió de trampolín para pasar a América investido de las más altas dignidades. 

El 30 de agosto de 1664 fue nombrado Obispo de Santa Marta en el Nuevo Reino de Granada (actual Colombia), tomando posesión de su sede el 18 de enero de 1665. El 22 de junio de 1666 fue promovido al Obispado de Popayán, tomando posesión el 20 de octubre de 1667 como obispo electo. 

El 5 de diciembre de 1670 la Corona le nombró Gobernador y Capitán General interino de Nueva Granada y Presidente de la Real Audiencia de Santafé, cargos que asumió el 2 de junio de 1671.

Continuaba siendo gobernador de Nueva Granada, cuando la Santa Sede lo designó como Arzobispo de La Plata, en la provincia de Charcas (actual Bolivia) (15 de septiembre de 1671). 

El 14 de diciembre de 1676, Liñán y Cisneros fue promovido a la arquidiócesis de Lima, vacante entonces por la muerte del arzobispo fray Juan de Almoguera. 

Por entonces el virrey Conde de Castellar era víctima de acusaciones calumniosas que motivaron a que la corte lo cesara del gobierno y encomendara al arzobispo Liñán el mando interino del Virreinato (8 de marzo de 1678). 

Liñán se convirtió así en el vigésimo primer virrey del Perú, cargó que asumió el 7 de julio de 1678. 

Por primera vez asumía un arzobispo el mando del virreinato peruano, aunque sólo a título interino. 

Su gobierno duraría un breve período de tres años y cuatro meses (1678-1681).  
La máxima preocupación del virrey-arzobispo se concentró en la protección de los indìgenas. 

A su gestión le correspondió aplicar la Recopilación de Leyes de Indias, que fue promulgada el 18 de mayo de 1680. Un año antes Liñán había prohibido la esclavitud de los indios apresados en la guerra de la frontera de Chile. 

Como prueba de su buena administración de la Real Hacienda, Liñán remitió a España la cantidad de 2.164.080 pesos, a los que se sumó el envío de 150.000 pesos en calidad de donativos de los comerciantes limeños con motivo del matrimonio del rey Carlos II (a quien la posteridad recuerda con el apelativo de “El Hechizado”). 

Los franciscanos de origen criollo y peninsular protagonizaron en 1680 disturbios entre sí tanto en Cuzco como en Lima. Los franciscanos criollos (es decir, nacidos en América) se oponían en el Cuzco al nombramiento de prelados venidos de España. Los más recalcitrantes fueron trasladados a Lima, donde desencadenaron violentos incidentes, los que obligó al virrey a usar la fuerza armada para restablecer el orden. 

Mediante cartas y edictos pastorales reformó la vida en los conventos de monjas a fin de salvaguardar el orden y la moral. Dispuso que en cada uno de los monasterios no hubiese más de 80 a 100 monjas y 50 donadas, visto el número considerable de mujeres que solían encerrarse. 

Por entonces llegaron a Lima las noticias de las beatificaciones de Francisco Solano (25 de enero de 1675) y Toribio de Mogrovejo (28 de junio de 1679), ambos ilustres personalidades de origen español pero que habían florecido en suelo peruano (Mogrovejo había sido el segundo Arzobispo de Lima). Las fiestas celebratorias se realizaron en Lima 23 de abril de 1679 y el 27 de abril de 1680, respectivamente. El virrey-arzobispo cuidó la solemnidad de las ceremonias. 

Por lo demás, su actuación como prelado se caracterizó por el desprendimiento y la austeridad. 

Liñan entregó el gobierno virreinal a su sucesor, Melchor de Navarra y Rocafull, Duque de la Palata, el 20 de noviembre de 1681, y al cabo de un mes la correspondiente memoria o Relación de su administración. 

Fue premiado con el nombramiento honorario de consejero de Su Majestad y con el título de Conde de la Puebla de los Valles, que renunció en favor de su hermano José de Liñán y Cisneros. 

Finalizado su interinato virreinal, Liñán siguió residiendo en Perú en su calidad de Arzobispo de Lima. 

Murió el 28 de junio de 1708, a la edad de 78 años. 

En total ocupó la sede arquiepiscopal limeña 30 años, 4 meses y 3 días, siendo el más largo período de un arzobispo de Lima en toda la historia virreinal. 

Su cadáver reposa en un sepulcro colocado al lado del Evangelio mayor de la iglesia parroquial del Sagrario, que él construyó a su costa después del terremoto de 1687. (Datos: Wikipedia)








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jueves, 27 de diciembre de 2018

Virreinato del Perú: Baltasar de la Cueva y Enríquez de Cabrera - Conde de Castellar - 20° Virrey del Perú

Baltasar de la Cueva y Enríquez de Cabrera - Conde de Castellar - 20° Virrey del Perú



Baltasar de la Cueva y Enríquez de Cabrera (1627 - 1686) Conde de Castellar, fue el 20° Virrey del Perú en el período 1674 - 1678.

Fue un noble, político, militar y diplomático español que ocupó el más alto cargo del Imperio Español en América como Virrey del Perú. 

Nació en Madrid y fue bautizado en la iglesia de San Martín el 12 de abril de 1627, siendo hijo de Francisco III Fernández de la Cueva, VII duque de Alburquerque, IV marqués de Cuéllar, VII conde de Huelma y de Ledesma, que ocupó los cargos de Virrey de Cataluña y de Sicilia, y de su tercera esposa, Ana Enríquez de Cabrera y Colonna, hija de Luis Enríquez de Cabrera y Mendoza, cuarto duque de Medina de Rioseco, octavo Almirante de Castilla, y de Victoria Colonna, hija del Gran Condestable de Nápoles.

Fue enviado a Salamanca para comenzar con su instrucción, estudiando en el Colegio Mayor de San Bartolomé, donde se recibió como bachiller el 25 de marzo de 1647, donde fue más tarde rector. 

Pasó después a la Universidad de Salamanca, de la que salió licenciado en Cánones y Leyes en 1650, siendo nombrado el mismo año deán de la Catedral de Salamanca, y un año más tarde ocupó la rectoría de la universidad.

En 1654 fue nombrado oidor de la Real Audiencia y Cancillería de Granada, y el 3 de marzo de 1659 fue investido caballero de la Orden de Santiago. Sucesivamente ocupó los cargos de ministro y fiscal del Consejo de las Órdenes, embajador real en Venecia, gentil hombre de cámara del rey, miembro del Consejo Supremo de Guerra, y ministro del Consejo de Indias. 

En 1665 fue designado como embajador extraordinario en Alemania ante Leopoldo I de Habsburgo, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico hasta que en 1671 regresó de nuevo a España siendo nombrado en 1673 Virrey del Perú.

Tras la muerte en el cargo de Pedro Fernández de Castro Andrade y Portugal, X Conde de Lemos, fue designado en funciones Álvaro de Ibarra, hasta que el 26 de septiembre de 1673 el rey Carlos II de España expidió su Real cédula por la que le nombró sucesor del Conde de Lemos. 

A su favor jugaba la experiencia como virreyes que había en su familia,​ su pertenencia al Consejo de las Indias, que le procuraba cierta experiencia en los asuntos del Nuevo Mundo, y ser el mejor financiero con que se contaba en la Corte,​ por lo que un virrey de estas características en las circunstancias económicas que vivía el virreinato era una elección muy acertada.

Hizo su entrada en Lima el 15 de agosto de 1674, donde recibió el mando del virreinato de manos de la Real Audiencia de Lima. La cámara de comerciantes de la ciudad cubrió el suelo bajo el arco triunfal por donde pasó el nuevo virrey con 400 barras de plata de 4,6 kilogramos cada una. 

Su mandato se caracterizó por un gobierno económico nunca antes visto: adoptó severas medidas para reducir considerablemente el gasto público, y estableció por primera vez un presupuesto general anual. Además, ningún libramiento podía ser cobrado sin su firma, medida nunca antes aplicada, con lo que consiguió vigilar mejor que ningún otro virrey todos los movimientos del dinero de la Real Hacienda.

Además del importante ahorro que implantó, durante su mandato, un minero de Potosí llamado Juan del Cerro, inventó una nueva manera de refinar la plata, consiguiendo con ello un beneficio del 50 por ciento. Con todo ello, el virrey mandó a España más de 2,5 millones de pesos anuales durante su mandato, más otros 7 millones que envió a Panamá, Valdivia, Buenos Aires, Huancavelica, Chile y Cartagena de Indias para llevar a cabo importantes infraestructuras, como las murallas del presidio de El Callao, que se llevaron a cabo bajo la dirección del ingeniero francés Alejandro de Bournonville, duque de Bournonville.

La quiebra de diversos comerciantes limeños en 1677, y la decadencia que sufría la feria de Portobello hicieron que el Tribunal del Consulado de Lima enviase una fuerte queja al rey sobre el gobierno que llevaba a cabo el conde de Castellar. Carlos II dio la razón a los comerciantes, y sin tan siquiera dejar que el virrey fuese escuchado, le notificó su destitución en el cargo de una manera nunca antes vista, escribiendo luego al instante que reciba el despacho en que se lo envío a mandar, es decir, le obligaba a abandonar su cargo de manera inmediata. El 7 de julio de 1678 fue relevado de su cargo, teniendo que entregar el gobierno a Melchor de Liñán y Cisneros, recién nombrado arzobispo de Lima. Además, fue obligado a permanecer desterrado en Paita a esperar la resolución de su juicio de residencia, así como de un estricto juicio paralelo que se llevó a cabo sobre todos sus actos. El fallo emitido el 24 de abril de 1680 lo dejó absuelto por completo y libre de todo cargo, y le obligó a pagar 12.000 pesos en concepto de costas. Entonces obtuvo permiso para trasladarse a Santiago de Surco el 5 de julio de 1681, y de allí nuevamente a Lima, desde donde zarpó desde El Callao de regreso a España el 21 de septiembre de dicho año.

Últimos años Una vez de vuelta en España, en 1682 volvió a desempeñar su plaza en el Consejo de Indias, que ocuparía hasta su muerte, acaecida en Madrid el 3 de abril de 1686. (Datos: Wikipedia)



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lunes, 24 de diciembre de 2018

No Hay Peor Enemigo de un Peruano que Otro Peruano

Mártires de Arica: Lo que pudo ser una victoria se convirtió en sangrienta derrota
por acción de otros malos peruanos.


"...Llegó un presidente boliviano que decidió elevar los impuestos a lo que se negaron los británicos, entonces éstos recurren a Chile para que invada los territorios bolivianos, ofreciéndoles financiamiento, armas, municiones, uniformes, botas, caballos, cañones, buques de guerra y todo lo que necesitasen en dinero.

Chile acepta e invade Bolivia, iniciándose una guerra, la mal llamada Guerra del Pacífico, siendo su verdadero nombre la Guerra del Guano y el Salitre.

Perú trata de mediar, pero es rechazado brutalmente por Chile, aduciendo un pacto secreto firmado entre Bolivia y Perú que mellaba los intereses chilenos.

Atendiendo a los intereses de las empresas británicas, que querían también los yacimientos de salitre y guano peruanos, Chile declara la guerra a Perú.

Perú, descuidado por políticos, empresarios y militares corruptos, es invadido y derrotado por los propiamente dichos mercenarios británicos, los chilenos.

Nos sorprendió ver cómo un presidente de Perú como Nicolás de Piérola, en plena guerra, tramara la derrota de sus 2 principales comandantes en dos importantes y claves zonas del sur peruano, y en Lima negara un ataque sorpresivo con altas posibilidades de éxito sobre tropas chilenas descontroladas.

Es cierto, el 12 de marzo de 1880 vimos como la corbeta Unión salió de El Callao a su séptima y última expedición en la Guerra del Guano y el Salitre, con destino al bloqueado puerto de Arica.

En la madrugada del 17 de marzo, la Unión, amparada en la oscuridad y en absoluto silencio a bordo, entró en Arica, navegando temerariamente pegada a la costa y burlando a la escuadra bloqueadora.

La maniobra exitosa de la Unión fue recibida con júbilo por los peruanos y por las tripulaciones de los buques de guerra extranjeros, que se habían percatado y observado las maniobras de la corbeta peruana.

Los bloqueadores chilenos burlados recién se dieron cuenta de lo que estaba pasando a plena luz del día, cuando la Unión ya estaba descargando los suministros, proceso que se llevó a cabo sin dificultades.

 En igual forma como entró, la Unión salió de regreso sin que los chilenos se dieran cuenta.

Lamentablemente, Nicolás de Piérola, el presidente peruano, deseaba la derrota de su país en Tacna y Arica, por ello en un acto de alta traición, mandó con la Unión los siguientes pertrechos:

-2 ametralladoras (una de ellas malograda);
-400 pares de zapatos
-Tela blanca en gran cantidad.

Eso era todo, ni armas, ni municiones, ni alimentos, ni dinero, ni medicinas, nada de eso.

Lo que vimos nos parecía un mal sueño, pero era la realidad.

El presidente Piérola estaba resuelto a que el Perú sea derrotado, para evitar un triunfo que debía enaltecer a Lizardo Montero, jefe peruano en Tacna, y a Francisco Bolognesi comandante peruano en Arica, hecho que hubiera podido debilitar su futuro político.

Pero, la cosa no quedó a ahí, existieron más acciones depredadoras de parte de Nicolás de Piérola en contra de su propio país.

El Segundo Ejército Peruano con sede en Arequipa marchó hacia Tacna para unirse al Primer Ejército Peruano, y realizar una maniobra envolvente sobre las tropas invasoras chilenas.

Llegando a poca distancia del campo de batalla, el comandante del 2° Ejército, el coronel Segundo Leiva, decide traicionar al Perú, retornando a Arequipa por órdenes del presidente peruano, las que sumisamente y por cobardía obedece dejando abandonado a su suerte al Primer Ejército.

Como era de esperarse, las tropas peruanas, junto con mal preparados y desganados soldados bolivianos, son abatidas en Tacna, hecho que el presidente peruano celebró más que los mercenarios chilenos.

En Arica sucede lo mismo. Vimos los numerosos telegramas que Bolognesi remitía a Leyva para que apure el paso y envuelva a las tropas chilenas, pero nunca tuvo respuesta y murió en medio de una cruel masacre que incluyó el degüello de soldados peruanos rendidos y también de los heridos..." continúa.

Texto: Capítulo VII "Una Larga Noche Oscura y Tempestuosa", del libro "Vuelo Espía Sobre Perú: Vultur Gryphus Narra Incrédulo Lo Que Vió"".

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jueves, 13 de diciembre de 2018

Algo Oculto en el Encuentro Atahualpa - Pizarro

Encuentro de Atahualpa y Pizarro en Cajamarca




 "Coincidiendo con las circunstancias en que por la fuerza Atahualpa asume como inca, aparece en la costa norte peruana un grupo armado montado en caballos, con espadas, arcabuces y cañones, y con casco y armadura de metal, algo que por primera vez veíamos en esta parte del mundo.

Según nos enteramos después pertenecían a un continente más desarrollado, y venían con fines de conquista.

El nombre del comandante del grupo era Francisco Pizarro.

Atahualpa se encontraba por coincidencia también en el norte, en Cajamarca, pasaba unos días de descanso en unas pozas de agua caliente natural, cercanas a la población, que hoy se llaman Los Baños del Inca.

Pero ¿fue solo una coincidencia?, nos pusimos a averiguar y nos enteramos, que los seres de otros mundos, siempre interesados con respecto al bienestar de los pobladores de la región, habían contactado en Panamá con Pizarro, pues sabían que estaba organizando una expedición de conquista, le habían informado sobre el estado crítico del Imperio Inca, así como la ubicación de Atahualpa, y le habían urgido para que zarpe con sus soldados hacia el Perú.

Le dijeron a Pizarro que estaban desencantados con los trágicos sucesos que estaban ocurriendo en el Imperio Inca, el crimen de Atahualpa contra su hermano, y la usurpación del trono imperial.

Querían el fin del Tawantinsuyo, y el inicio de una nueva era, con la introducción de todos los avances culturales, científicos, sociales, económicos y religiosos que podía aportar Pizarro.

Para ellos, Atahualpa y sus seguidores debían ser depuestos y con ellos finalizar la existencia del Imperio Inca.

Le ofrecieron a Pizarro todo su apoyo, y le aseguraron el éxito de su misión.

Pizarro desembarca en la costa norte peruana y avanza hacia la sierra, con destino a Cajamarca, cruzando la Cordillera de los Andes en fuertes caballos españoles.

Llega a Cajamarca y se instala, mandando una delegación a visitar a Atahualpa, quién se relajaba en los cercanos baños térmicos.

Los comisionados fueron recibidos por Atahualpa a quién saludaron a nombre de Pizarro, y le trasmitieron su invitación para que lo visite en Cajamarca, la que fue aceptada.

Pero, nos quedamos sorprendidos ¿cómo un inca acepta que elementos extraños invadan su imperio y lo inviten a presentarse en un lugar que está dentro de su propio territorio? ¿no hubiera tenido que ser al revés, que el inca los invitará a visitarlo?

Según información que recibimos, los seres celestiales, habían también aparecido en Cajamarca avisándole a Atahualpa de la próxima visita de un dios (por Pizarro), le dijeron que debía cumplir sus indicaciones, sometiéndose a todos sus mandatos. 

Cuando llega la delegación de Pizarro a visitarlo, Atahualpa se sorprende al ver gente distinta a ellos, montada sobre grandes y desconocidos animales (los caballos), de la que emanaban luces (los reflejos de las corazas frente al sol).

Atahualpa, ya no tenía ninguna duda, eran los dioses anunciados por los extraterrestres.

Atahualpa, atendiendo la invitación de Pizarro, viaja a Cajamarca con su ejército completamente desarmado, donde es recibido por Pizarro quien mediante una estratagema logra secuestrarlo y encerrarlo..."(continúa)

Texto: Parte del Capítulo V del libro "Vuelo Espía Sobre Perú"

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lunes, 10 de diciembre de 2018

Virreinato del Perú - Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade y Portugal - Conde de Lemos - 19° Virrey del Perú

Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade y Portugal - Conde Lemos
19° Virrey del Perú

Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade y Portugal, (* Madrid, 1632 - † Lima, 1672) fue el 19° Virrey del Perú.

Fue poseedor de muchos títulos nobiliarios:

-X conde de Lemos

-VII Marqués de Sarria

-VIII conde de Andrade

-IX conde de Villalba

-III Duque de Taurisano

Ejerció como Virrey del Perú entre los años 1667 a 1672.

Nacido en Madrid en 1632, fue educado para la guerra, siendo favorito de la corte cuando el rey Carlos II lo nombró virrey de Perú en 1666. 

El 9 de noviembre de 1667 llegó al puerto de El Callao e hizo su entrada en Lima tomando posesión de su cargo el 21 de noviembre como nuevo Virrey del Perú. 

Fue famoso en ese período al ser justiciero e inflexible.

Se preocupó por la pureza de las prácticas religiosas.

Dio impulso a la construcción de edificaciones en Lima, y fundó algunas instituciones públicas en Lima, como un hospital para indios convalecientes y un hospicio para mujeres arrepentidas: la Casa de las Amparadas. 

En su período, bandos de mineros se enfrascaron en disputas, el virrey acudió para resolver la situación, ejecutando a los principales revoltosos. 

A principios de 1670 llegaron a Lima noticias sobre el famoso corsario inglés Henry Morgan, quien había tomado Chagres, capturado y saqueado la ciudad de Panamá. Esto motivó a que el virrey Fernández de Castro enviara una expedición de 18 barcos y 3 mil soldados, los que llegaron ya tarde a Panamá pues Morgan ya había abandonado la ciudad

Fue un católico muy devoto y cercano a los Jesuitas.

Participó en la construcción de la Iglesia de Los Desamparados, cerca al puente en el río Rímac, en Lima. 

Colaboró en la fundación de la Casa de Amparadas para prostitutas arrepentidas colaborando con el Venerable padre Francisco del Castillo. 

Santa Rosa de Lima:

El conde y su esposa, la condesa Ana Francisca de Borja y Doria, también fueron importantes auspiciadores de la canonización de santa Rosa de Lima, tanto en la Corte en España y por esa intermediación con la Santa Sede. 

El 12 de febrero de 1668 Rosa fue beatificada, con una celebración oficial que se llevó a cabo el 15 de abril de ese año en la Basílica de San Pedro en Roma, la comunicación oficial llegó a Lima el 18 de enero de 1669. El conde y la condesa recibieron, el 15 de junio de 1670, en el puerto de Callao la escultura de la Beata Rosa de Lima enviada desde la Ciudad del Vaticano obra del escultor Melchor Caffa. 

Con ocasión de su beatificación, el féretro de madera de Rosa de Lima fue reemplazado por uno de plata, costeado por la condesa.

Por requerimiento de la regente española Mariana de Austria, el 11 de agosto de 1670 Rosa fue nombrada Patrona de las posesiones españolas en América y Filipinas. 

La Beata Rosa de Lima, fue canonizada el 12 de abril de 1671 por el Papa Clemente X. 

Rosa fue la primera nacida en América en ser consagrada como santa católica. 

Señor de los Milagros:

Durante su gobierno se produjo un hecho prodigioso al intentar borrar la imagen del Señor de los Milagros, tal como lo pedía la iglesia católica, algo desconocido lo impedía y no fue posible hacerlo, razón por la cual el virrey asombrado decidió reconocer el culto a la imagen y mandó edificar una ermita.

El 14 de septiembre de 1671 se ofició la primera misa ante las altas autoridades eclesiásticas y civiles, fecha que coincide con el día de La Exaltación de la Cruz, comenzándose a difundir el culto y a llegar de diferentes lugares numerosos fieles, comenzándolo a llamar al crucificado Santo Cristo de los Milagros, o de Las Maravillas. 

Falleció en Lima, el 6 de diciembre de 1672. Su cuerpo fue sepultado en la Iglesia de Nuestra Señora de Desamparados siendo su corazón depositado a los pies de la imagen de Nuestra Señora de los Desamparados, en la Iglesia que ayudó a construir.

Cuando la antigua Iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados, detrás de Palacio de Gobierno, fuera demolida en 1938 el corazón del conde de Lemos fue llevado a la Iglesia de San Pedro y puesto en un nicho entre los altares de San Francisco de Borja y San Luis Gonzaga. El resto de su cuerpo fue trasladado a su ciudad natal. (Datos: Wikipedia)

Santa Rosa de Lima

Señor de los Milagros

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