lunes, 24 de diciembre de 2018

No Hay Peor Enemigo de un Peruano que Otro Peruano

Mártires de Arica: Lo que pudo ser una victoria se convirtió en sangrienta derrota
por acción de otros malos peruanos.


"...Llegó un presidente boliviano que decidió elevar los impuestos a lo que se negaron los británicos, entonces éstos recurren a Chile para que invada los territorios bolivianos, ofreciéndoles financiamiento, armas, municiones, uniformes, botas, caballos, cañones, buques de guerra y todo lo que necesitasen en dinero.

Chile acepta e invade Bolivia, iniciándose una guerra, la mal llamada Guerra del Pacífico, siendo su verdadero nombre la Guerra del Guano y el Salitre.

Perú trata de mediar, pero es rechazado brutalmente por Chile, aduciendo un pacto secreto firmado entre Bolivia y Perú que mellaba los intereses chilenos.

Atendiendo a los intereses de las empresas británicas, que querían también los yacimientos de salitre y guano peruanos, Chile declara la guerra a Perú.

Perú, descuidado por políticos, empresarios y militares corruptos, es invadido y derrotado por los propiamente dichos mercenarios británicos, los chilenos.

Nos sorprendió ver cómo un presidente de Perú como Nicolás de Piérola, en plena guerra, tramara la derrota de sus 2 principales comandantes en dos importantes y claves zonas del sur peruano, y en Lima negara un ataque sorpresivo con altas posibilidades de éxito sobre tropas chilenas descontroladas.

Es cierto, el 12 de marzo de 1880 vimos como la corbeta Unión salió de El Callao a su séptima y última expedición en la Guerra del Guano y el Salitre, con destino al bloqueado puerto de Arica.

En la madrugada del 17 de marzo, la Unión, amparada en la oscuridad y en absoluto silencio a bordo, entró en Arica, navegando temerariamente pegada a la costa y burlando a la escuadra bloqueadora.

La maniobra exitosa de la Unión fue recibida con júbilo por los peruanos y por las tripulaciones de los buques de guerra extranjeros, que se habían percatado y observado las maniobras de la corbeta peruana.

Los bloqueadores chilenos burlados recién se dieron cuenta de lo que estaba pasando a plena luz del día, cuando la Unión ya estaba descargando los suministros, proceso que se llevó a cabo sin dificultades.

 En igual forma como entró, la Unión salió de regreso sin que los chilenos se dieran cuenta.

Lamentablemente, Nicolás de Piérola, el presidente peruano, deseaba la derrota de su país en Tacna y Arica, por ello en un acto de alta traición, mandó con la Unión los siguientes pertrechos:

-2 ametralladoras (una de ellas malograda);
-400 pares de zapatos
-Tela blanca en gran cantidad.

Eso era todo, ni armas, ni municiones, ni alimentos, ni dinero, ni medicinas, nada de eso.

Lo que vimos nos parecía un mal sueño, pero era la realidad.

El presidente Piérola estaba resuelto a que el Perú sea derrotado, para evitar un triunfo que debía enaltecer a Lizardo Montero, jefe peruano en Tacna, y a Francisco Bolognesi comandante peruano en Arica, hecho que hubiera podido debilitar su futuro político.

Pero, la cosa no quedó a ahí, existieron más acciones depredadoras de parte de Nicolás de Piérola en contra de su propio país.

El Segundo Ejército Peruano con sede en Arequipa marchó hacia Tacna para unirse al Primer Ejército Peruano, y realizar una maniobra envolvente sobre las tropas invasoras chilenas.

Llegando a poca distancia del campo de batalla, el comandante del 2° Ejército, el coronel Segundo Leiva, decide traicionar al Perú, retornando a Arequipa por órdenes del presidente peruano, las que sumisamente y por cobardía obedece dejando abandonado a su suerte al Primer Ejército.

Como era de esperarse, las tropas peruanas, junto con mal preparados y desganados soldados bolivianos, son abatidas en Tacna, hecho que el presidente peruano celebró más que los mercenarios chilenos.

En Arica sucede lo mismo. Vimos los numerosos telegramas que Bolognesi remitía a Leyva para que apure el paso y envuelva a las tropas chilenas, pero nunca tuvo respuesta y murió en medio de una cruel masacre que incluyó el degüello de soldados peruanos rendidos y también de los heridos..." continúa.

Texto: Capítulo VII "Una Larga Noche Oscura y Tempestuosa", del libro "Vuelo Espía Sobre Perú: Vultur Gryphus Narra Incrédulo Lo Que Vió"".

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