En 1859 el hacendado peruano Manuel Salcedo solicitó permiso para traer mil inmigrantes, como colonos, para asentarse en su hacienda Talambo en el departamento de La Libertad, en la costa norte de Perú.
El permiso fue concedido y Salcedo logró el ingreso de 269 españoles de origen vasco de los cuales 95 eran hombres, 49 mujeres y 125 niños.
Manuel Salcedo quería que sembraran algodón, planta que ellos no sabían manejar, por lo que cultivaron hortalizas generándose un conflicto.
En los días anteriores Manuel Salcedo había recriminado a un colono, Marcial Miller, que le hizo frente, algo inusual en las costumbres peruanas.
Por ello Salcedo ordenó a su mayordomo, Carmen Valdés, arrestar a Miller, para lo cual el día 3 de agosto Valdés reclutó 40 hombres en el pueblo. La captura fue rechazada por los colonos quienes apoyaron a su compañero generándose un tiroteo.
En la lucha murió el colono Juan Miguel Ormazábal y uno de los enviados por Salcedo.
A pesar de la gravedad de los hechos, el juez de Chiclayo no concurrió al lugar del conflicto y permitió que el juez de paz enviara a un subalterno a instruir el caso, verbalmente. Este interrogó solo a los atacantes y concluyó que los vascos se habían amotinado en torno a Miller.
El día 23 de agosto el mismo juez decretó la libertad de Miller y el encarcelamiento de Valdés, quien huyó de la zona.
Finalmente el juez de Chiclayo condenó solo a dos de los atacantes a 4 meses de prisión.
Recurrieron los vascos a la Corte Superior de la Libertad, que en una sentencia dictada el 31 de octubre de 1863, declaró nula la sentencia anterior y ordenó instruir nuevamente la causa.
Salcedo recurrió ante el Tribunal Supremo que el 16 de febrero de 1864 decretó que el tribunal superior de La Libertad había exagerado los sucesos y sobrepasado sus funciones. También declaró nulas las sentencias dictadas por la primera y la segunda instancia.
El historiador De Novo y Colso escribió en 1882:
"Paréceme que son demasiadas las torpezas reunidas en personas autorizadas, y que tal coincidencia debía ser milagrosa ó rarísima ..."
El mismo de De Novo consideraba que la opinión pública peruana estaba de parte de los vascos, que los inmigrantes españoles publicaban artículos que indudablemente hubieran motivado serios conflictos en otros países y que en la misma España se pedía respeto por la separación de poderes en Perú.
Esta sentencia fue considerada por el representante español, Ugarte, como un alargamiento indefinido de la causa por lo que protestó ante el ministro de RR.EE. y exigió la satisfacción y las reparaciones que hubiere a lugar a los súbditos vascongados.
En ese momento, el Almirante Luis Hernández-Pinzón Álvarez, que estaba en Callao durante la Comisión Científica del Pacífico, se enteró del suceso y decidió intervenir a favor de los españoles.
El jefe de una escuadra naval española ocupó las islas Chincha en abril de 1864, y se consideró el incidente como un casus belli que desembocaría en la breve Guerra hispano-sudamericana de 1866, cuyo último episodio es el Combate del Callao del 2 de mayo de 1866.
Esta guerra, mayormente marítima, enfrentó a España con una alianza de naciones sudamericanas: Perú, Chile, Bolivia y Ecuador.