Minas de Plata de Potosí |
Al llegar los españoles al Imperio Inca, la población nativa ya había explotado en pequeña escala la mayoría de las minas de metal.
Los españoles copiaron de los indígenas en un principio la precaria técnica para purificar la plata.
El método de la «huaira» consistía en introducir en unos hornos la plata pura para que se derritiera por el fuego y saliera purificada.
Este sistema hacía que se perdiera buena parte del material y conforme se agotaba la plata de superficie se hacían necesarias técnicas más avanzadas.
Desde México, donde estaban las también fructíferas minas de Zacatecas, se exportó al Virreinato de Perú la técnica del azogue (el nombre antiguo del elemento químico mercurio), que requería moler previamente la plata para que, una vez hecha polvo, fuera absorbida por el mercurio. Más tarde se separaba el mercurio de la plata para obtener su pureza.
Este método era mucho más efectivo, tres veces más productivo que el de la huaira.
Coincidentemente, en esa época se descubrieron minas de azogue en Huancavelica.
La producción de plata creció mucho con el uso de mercurio.
Pero, la extracción era laboriosa y el proceso de mezcla requería mucha mano de obra.
Ante la demanda de más mineros se establecieron las normas para el trabajo de los indígenas en estas minas.
El virrey Francisco de Toledo generalizó en la década de 1570 el sistema de la mita, que se fundamentaba en la creación de turnos de trabajo obligatorio entre la población indígena para labores mineras.
Así, el rendimiento en la explotación de las minas de plata quedó vinculado a los cambios demográficos.
Es el caso de la gran epidemia de 1576 acabó en Nueva España (México) con cerca del 50% de la población, según estima John Lynch en su obra « Los Austrias», y provocó de golpe una caída del 35% en las remesas de metales. (Datos: Fuentes Varias)