lunes, 1 de julio de 2019

La Institución de la Encomienda - Del Encomendero al Hacendado

Casa Hacienda Moreyra
Construida Mitad Siglo XVII

La institución de la encomienda fue una forma de canalizar la ambición de los conquistadores por crear un sistema feudal en América y la primera gran fuente de beneficios para la Corona y los nuevos terratenientes. 

Como explica el libro «La empresa de América: los hombres que conquistaron imperios y gestaron naciones» (EDAF), el proceso consistía en «encomendar» a un grupo de indígenas a un conquistador, un encomendero, como si se tratara de un vasallaje pero sin cesión de tierras.

Todo indígena varón entre los 18 y 50 años de edad era considerado tributario, lo que significaba que estaba obligado a pagar un tributo al Rey en su condición de «vasallo libre» de la Corona castellana o, en su defecto, al encomendero que ejercía este derecho en nombre del Monarca.

Las encomiendas, no en vano, eran una cesión de los Reyes Católicos a cambio de que los conquistadores corrieran con los gastos de la evangelización: debían pagar, entre otros, el hospedaje del cura doctrinero.


El encomendero tenía numerosas obligaciones, de las cuales las principales eran enseñar la doctrina cristiana y defender a sus encomendados (como los indígenas encomendados en cualquiera de las colonias españolas de América y Filipinas), así como defender y ayudar a multiplicar sus bienes. 

Para ser encomendero había que probar la limpieza de sangre y honor del linaje, por lo tanto, sólo las personas con condición de hidalgos podían serlo.

El encomendero era una persona con mucho dinero y con poder en la sociedad virreinal, pues las cantidades de tierra dadas para las encomiendas solían ser muy grandes y de gran productividad. 

Los indígenas encomendados tenían la labor de trabajar la tierra y producir. 

Los encomenderos también pagaban impuestos a la corona en proporción a lo que recibían del trabajo de los nativos. Los impuestos que pagaban los encomenderos se conocían con el nombre de "la demora" y se distribuían así: una quinta parte del total para el rey, una cuota para el cura doctrinero.

La codicia de los conquistadores dio lugar en su origen a numerosos abusos, pero conforme la Corona española fue ganando fuerza institucional en el Nuevo Mundo, fue posible ejercer un mayor control sobre los encomenderos abusivos. 

Con el paso de los años, las encomiendas perdieron su papel en la colonización y cómo fuente de beneficios. 

Junto a las encomiendas, una gran fuente de ingresos de los conquistadores en la primera fase fueron los botines de guerra, los saqueos a poblaciones prehispánicas y las expediciones en busca de tesoros fabulosos que inflaban la imaginación de aquellos hombres procedentes en su mayoría de Extremadura y Andalucía. 

En su origen bastaba con el trueque de oro a cambio de objetos europeos, pero más pronto que tarde llegaron los saqueos.

Terminado el virreinato e implantada la república, los encomenderos derivaron en los llamados hacendados, y las encomiendas se llamaron haciendas. (Datos: Fuentes varias)



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