lunes, 28 de septiembre de 2015

Perú Invade Bolivia - Gran Mariscal Peruano Agustín Gamarra Logra la Independencia Verdadera del Pueblo Boliviano

Agustín Gamarra - Gran Mariscal del Perú

Tropas peruanas al mando del general Agustín Gamarra, invadieron la República de Bolivar (hoy Bolivia) en el año 1828.

Esta intervención militar fue la primera de importancia para la nueva Bolivia, porque se produjo a tres años de la independencia de este país.

El propósito real de Perú era forzar la salida de las tropas grancolombinas de territorio de Bolivia, dado que el gobierno peruano, luego de los roces con Bolívar, no terminó de asumir la pérdida del Alto Perú y su desmembración de la nación peruana.

Además, Perú empezó a sentirse amenazado por dos flancos, por un lado la Gran Colombia y por el otro la República de Bolívar, como así se llamaba al principio para auto-halago de Bolivar.

La intromisión peruana fue bien recibida por los bolivianos y no hubo batalla o combate alguno en contra de las fuerzas peruanas.

Como consecuencia de esta acción, Antonio José de Sucre, que gobernaba en Bolivia y las tropas grancolombinas se vieron forzadas a huir de territorio boliviano.

Antecedentes:

Pasado el fervor de la gratitud, los políticos bolivianos se dieron cuenta de que eran solamente subordinados de Bolívar quien ejercía la primera autoridad de su país, y que la mayoría de prefectos o empleados públicos eran personas nacidas en la Gran Colombia.

Existían casos de abusos: un comandante llamado Galindo, grancolombiano, fue ascendido a general de división; otro de la misma nacionalidad, apellidado Fernández, por recomendación de Bolívar, sin haber estado en Junín ni en Ayacucho, recibió una gratificación de cuarenta mil pesos. En esos mismos días, el general boliviano Pedro Blanco Soto (luego presidente de Bolivia) con su división se moría de hambre en Tarija. 

La cancillería de Bolivia no tomaba resolución alguna en los asuntos internacionales hasta después de recibir los correos con el visto bueno de Caracas y de Bogotá.

El descontento del pueblo boliviano contra la influencia bolivariana provocó el motín de Chuquisaca y la inmediata intervención de las fuerzas del Perú, que buscaban expulsar a las tropas colombianas y despejar todo lugar de una posible amenaza.

La intervención peruana no se hubiera podido llevar a cabo sin el apoyo de los principales hombres de Bolivia, estimulados no sólo por propia conveniencia, sino también por el deseo de ver a su patria libre e independiente de una posible amenaza grancolombina, al retener durante tanto tiempo a tropas de la esa nacionalidad.

La población de Bolivia se encontraba dividida parte de ella apoyaba a Sucre y otra a las ideas de Gamarra y Santa Cruz, quienes buscaban la reunificación del Alto y Bajo Perú. 

Tras conocer el motín y el estado convulsivo de Bolivia, Gamarra decide intervenir en Bolivia. 

El 1 de mayo de 1828, Gamarra cruza el río Desaguadero a la cabeza de 5 mil hombres, siendo Jefe de Estado mayor el general Manuel Martínez de Aparicio, a quien dejó guardando el paso del río. 

Gamarra publicó una proclama que encontró eco en una parte significativa de la población. En ella criticó la política de Sucre e hizo la indicación de que el Alto y el Bajo Perú debían formar una nación. 

Gamarra llegó a La Paz el 8 de mayo, a la sazón de hallarse a la cabeza del gobierno y de las tropas de Bolivia el presidente del consejo de ministros, general José María Pérez de Urdininea.

Habiendo abandonado los bolivianos fieles a Antonio José de Sucre la ciudad de Oruro, ésta fue ocupada por Gamarra, quien más tarde entró también en Potosí y La Plata. Gran parte de los habitantes de las tres ciudades le recibieron con los honores de un libertador por expulsar a las tropas grancolombinas.

Gamarra al ver que Sucre estaba detenido por las tropas bolivianas le hizo poner en libertad y el Gran Mariscal se retiró a Mojotoro. 

Con la ocupación de Cochabamba por las fuerzas del general Cerdeña, que estaba a órdenes de Gamarra, toda Bolivia con excepción de Santa Cruz y Tarija quedó ocupada por las fuerzas peruano-bolivianas. 

Viendo Antonio José de Sucre que la opinión del país estaba a favor de la salida de las tropas colombianas, y que toda resistencia era inútil, insinuó la conveniencia de entablar negociaciones entre Gamarra y Urdininea. Insinuación que encontró eco en la voluntad de ambos jefes, quienes enviaron sus representantes a Piquiza, en donde, el 6 de julio de 1828 se firmó el tratado con el mismo nombre de la localidad. El 7 de marzo de 1828, se canjearon las ratificaciones del tratado firmado en días anteriores. 

Entre otras cosas, se acordó en el tratado la salida de todos los extranjeros del territorio boliviano, tanto tropas auxiliares colombianas como aquellos otros extranjeros que hubieran tomado parte activa en la política boliviana; también se dispuso la reunión de un Congreso en Chuquisaca para admitir la dimisión de Sucre y nombrar un gobierno provisional. La salida de las tropas grancolombinas sería por el puerto de Arica, en transportes que proporcionaría el gobierno del Perú, debiendo Bolivia pagar los gastos del viaje. 

En cumplimiento del Tratado de Piquiza se convocó para el 1 de agosto el congreso constituyente, no obstante caducaron los poderes de los representantes, quedando sin efecto la convocatoria extraordinaria del congreso constitucional, hecha por el Consejo de Gobierno ante el cual había resignado Antonio José de Sucre la presidencia. 

Urdininea dirigió una proclama a sus compatriotas y otra al ejército, en las que los felicitaba por la emancipación y por haber llegado a conseguir patria en su propia patria. Prometió publicar un manifiesto para acreditar que el Tratado de Piquiza, que había sido firmado a fin de evitar a Bolivia pérdidas de vida e inútiles derramamientos de sangre. 

Antonio José de Sucre a fines de julio se presentó en La Plata, resuelto a leer personalmente su mensaje ante el congreso. Llegado el día designado para la instalación no hubo reunión, sin embargo al estar en La Plata casi todos los representantes, y al día siguiente sucedió lo mismo; y como no faltaron gritos ni agrupaciones tumultuosas en las que se pedía su cabeza, Sucre comprendió que se trataba de una intriga infame, y que sólo se esperaba su salida para que la augusta ceremonia tuviera lugar. Al partir, le encargó a Calvimonte la lectura de su mensaje, y dejó tres pliegos que contenían su renuncia, la organización del gobierno y la propuesta que debía hacer para la vicepresidencia de la república. El 2 de agosto de 1828 en la tarde, salió de La Plata seguido de numerosa comitiva que le acompañó muy lejos de la ciudad. El 25 del mismo mes llegó a Cobija en la costa y en la fragata inglesa Porcupine se embarcó para el Callao el 4 de septiembre del mismo año, con los Tenientes coroneles Estanislao Andrade, Juan Antonio Azaldeburo, el capitán José Valero y el capitán cirujano Santiago Zavala.

Gamarra ascendido a Gran Mariscal por el tratado de Piquiza, remitió 10.000 pesos a Braun para que salieran las tropas, encargó al General Aparicio que vigilara su marcha, y el 27 y 28 de julio de 1828 partieron de La Paz para Arica, por la ruta de Tacora, los escuadrones Dragones y Húsares de la Gran Colombia. El Mayor Zubiaga fue mandado de Oruro con anticipación para buscar y preparar transportes que los condujeran a su patria.

El 3 de septiembre de 1828 se despidió Gamarra del Ministro de Relaciones Exteriores, y el 8 del mismo mes declaró que Bolivia era libre para constituirse y que la Asamblea nacional quedaba encargada de regir sus destinos. En seguida dictó las disposiciones necesarias para que el ejército peruano siguiendo la ruta designada en el tratado, cruzara el río Desaguadero (antigua frontera de Perú y Bolivia). El regocijo que produjo esta declaración es indescriptible. La Plata se vistió de gala; los bailes y banquetes se sucedieron sin cesar, y cuando Gamarra cruzaba por las calles el pueblo no se cansaba de vivarle, ni las bellas de arrojarle flores de los balcones. 

La independencia de Bolivia era una realidad porque la mayoría de la población entendía que ya no se encontraba amenazada por tropas de la Gran Colombia. 

Gamarra y su ejército se pusieron en marcha para su patria, llegando a Arequipa el 17 de octubre de 1828, donde fue recibido en palmas por el pueblo y las autoridades, movidos y estimulados por el prefecto La Fuente, y también por el entusiasmo que siempre despiertan los hechos militares. 

En su proclama de despedida al pueblo boliviano Gamarra expresó: 

"...que las tropas que habían ido a restituirles sus derechos se marchaban sin haber faltado a su palabra y a sus promesas... Bolívar (la república) tiene ya existencia propia, su suerte queda en manos de sus hijos. Una asamblea nacional está convocada para reformar la carta ignominiosa que extranjeros ambiciosos os entregaron con la punta de sus bayonetas, solo para colonizaros. Su augusta inauguración sea el principio de vuestra gloria y prosperidad... sea feliz la patria, sea la asamblea nacional la columna de vuestra dicha, reuníos en torno de ella, respetad sus leyes, la concordia y la fraternidad sea vuestra divisa. Si no, siento decirlo, vais a sumiros en sangre y anarquía".

El 3 de julio de 1828, Simón Bolívar, que por esa fecha tuvo noticia de la ocupación de Chuquisaca por Gamarra, lanzó la siguiente proclama: "

"A los pueblos del Sur: La perfidia del gobierno del Perú ha pasado todos los límites y hollado todos los derechos de sus vecinos de Bolivia y de Colombia. Después de mil ultrajes sufridos con una paciencia heroica, nos hemos visto al fin obligados a repeler la injusticia con la fuerza. Las tropas peruanas se han introducido en el corazón de Bolivia sin previa declaración de guerra y sin causa para ello. Tan abominable conducta nos dice lo que debemos esperar de un gobierno que no conoce ni las leyes de las naciones, ni las de gratitud, ni siquiera el miramiento que se debe a los pueblos amigos y hermanos. Referir el catálogo de los crímenes del gobierno del Perú, sería demasiado y nuestro sufrimiento no podría escucharlo sin un horrible grito de venganza; pero yo no quiero excitar vuestra indignación, ni avivar vuestras dolorosas heridas. Os convido solamente a armaros contra esos miserables que ya han violado el suelo de nuestra hija, y que intentan aún profanar el seno de la madre de los héroes. Armaos colombianos del Sur. Volad a las fronteras del Perú y esperad allí la hora de la vindicta. Mi presencia entre vosotros, será la señal del combate."

Esta invasión, junto con los desacuerdos fronterizos en las provincias del sur de la Gran Colombia y el norte del Perú, fueron el detonante por el cual se produjo la posterior guerra grancolombo-peruana.

Así, de malas maneras y con rechazo de Bolivia y Perú termina para siempre la presencia e influencia de Simón Bolivar en esta parte de Sudamérica. 

¿No creen que falta el reconocimiento de Bolivia a Agustín Gamarra como su verdadero libertador? (Datos Base: Wikipedia)

domingo, 20 de septiembre de 2015

La Zamacueca Baile Peruano Madre de las Danzas Sudamericanas

Zamacueca Peruana Danza Madre de los Bailes Sudamericanos



La zamacueca es un antiguo baile del Virreinato del Perú, que es madre de las danzas sudamericanas, la Cueca chilena, la Zamba de Brasil, y la Marinera peruana. 

Sus más antiguas representaciones provienen de los siglos XVI y XVII, cuando esta forma mestiza musical comienza a destacar entre los barrios de clase media y baja del Rímac, Barrios Altos, El Callao y los bares ubicados entre los puentes, callejones y balcones limeños.

Musicalmente deriva del mestizaje o fusión de música y baile traídos por gitanos, los esclavos negros de Angola y mulatos que entre los siglos XVI y XVII conformaban gran parte de la ciudad de Lima.

Es un baile de pareja suelta, en el que se representa el asedio amoroso a una mujer por parte de un hombre. 

Proviene de la terminología de "zamba" y "clueca" en alusión a aquel asedio similar al que efectúan los gallos a las gallinas y saca pasos de la pelea de gallos muy popular en las fiestas limeñas y trujillanas durante el Virreinato del Perú. Se suele finalizar a manera de fuga con la conocida resbalosa.

Nota distintiva de la zamacueca, como danza, es que se baila empuñando un pañuelo blanco en la mano derecha (tanto la dama como el varón), el cual es agitado alborotadamente en el aire por sobre la altura de la cabeza y con movimientos pélvicos heredados de la cultura afro. 

La zamacueca clásica es también conocida como canto de Jarana o marinera limeña. 



Inicialmente fue un género culto, limitado a una ejecución correcta solamente entre artistas de origen limeño, sobre todo criollos, mulatos y negros de familias tradicionalmente cultoras.  

El canto de Jarana es una forma más hispana o gitana, donde el lamento y la rebeldía son sinónimos expresivos. 

La forma corista y el tundete tiene una dulzura de origen africano, y el temperamento, la sátira y la ejecución de guitarra proviene del lamento gitano. 

Para su vestuario la mujer usa un camisón llamado anaco que sobresale a manera de blusa sobre la falda ancha pegada a la cintura. También son muy vistosas las famosas "Dormilonas", artísticos pendientes (aretes) trabajados en filigrama, obra de los orfebres del pueblo. El varón utiliza sombrero de paja fina, camisa a rayas o blanca, faja norteña y pantalón blanco o negro. 

Los máximos exponentes de dicho baile y forma musical se reunían en la afamada Fiesta de Amancaes en Lima, en donde se exponían concursos de platos típicos de distintas regiones, caballos peruanos de paso y por supuesto la música criolla.

Con el pasar de los años, la zamacueca llega a Chile entre 1824-1825, transformándose en la cueca chilena, principal baile de ese país.

Desde Chile pasó a Argentina, donde se convirtió en sus actuales variantes, la cueca cuyana y riojana. 

A lo largo del siglo XIX, la cueca también llega a Bolivia desde Arequipa (Perú), por un lado, y desde Chile, por el otro. 

Desde Bolivia llega al norte de Argentina, donde derivará en la cueca norteña. (Datos: Wikipedia)



lunes, 14 de septiembre de 2015

Los Políticos Peruanos deben Emular a Jose Luis Bustamante y Rivero

Jose Luis Bustamante y Rivero

Jose Luis Bustamante y Rivero fue un presidente modelo, el tipo de persona correcta que los peruanos extrañamos desde hace mucho tiempo y que quisiéramos ver ocupando el cargo de presidente del Perú.

Nació en Arequipa el 15 de enero de 1894 y falleció en Lima el 11 de enero de 1989.

Todo un ilustre peruano. Destacado abogado, diplomático, escritor y político. 

Entre los cargos importantes que ocupó sobresalen:

-Presidente Constitucional de la República del Perú de 1945 a 1948.

-Presidente de la Corte Internacional de Justicia de La Haya entre 1967 y 1969.

Hombre de formación jurídica y de reconocida probidad, llegó al poder representando una alianza de partidos, el Frente Democrático Nacional (FDN), de la que formaba parte el partido aprista. 

Gobernó al Perú con total honestidad y pleno apego a las leyes, algo poco usual en la historia peruana.

Su gobierno fue de amplias libertades públicas, pero lamentablemente sufrió la extrema oposición y ataques de su hasta entonces aliado el aprismo.

Hecho notable en su gestión fue extender la soberanía marítima peruana hasta las doscientas millas marinas, en 1947.

En octubre del año 1948 fue derrocado, mediante un golpe militar, por el General E.P. Manuel A. Odría.

Luego de vivir exiliado en Buenos Aires, Madrid y París, regresó al Perú en febrero de 1956.

Totalmente desilusionado de los políticos peruanos, no participó más en esta actividad, dedicándose a trabajar como abogado.

En ese período, fue incorporado a la Academia Peruana de la Lengua y también electo decano del Colegio de Abogados de Lima. 

En 1961, las Naciones Unidas lo nombró integrante de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. El 5 de abril de 1967, Jose Luis Bustamente y Rivero fue designado presidente de este alto tribunal internacional de justicia, cargo que ocupó hasta 1969. 

Tras terminar su período como magistrado de la Corte de La Haya, regreso al Perú y fue designado como mediador del enfrentamiento fronterizo entre Honduras y El Salvador, conflicto que terminó en octubre de 1980 con la suscripción en Lima de un tratado de paz entre ambas naciones.

Jose Luis Bustamante y Rivero es el presidente más distinguido que ha tenido Perú en toda su historia republicana.

Los políticos peruanos, tan venidos a menos en la actualidad, deben emular a Jose Luis Bustamante y Rivero. (Datos: fuentes varias)


Inicio del Mandato del Presidente Jose Luis Bustamantey Rivero

jueves, 10 de septiembre de 2015

Los Golpes de Estado en la Historia de Perú

Manuel A. Odría

Perú ha tenido 4 etapas bien marcadas en su historia:

-Etapa Pre Inca

-Etapa Inca

-Etapa Virreinal (monárquica)

-Etapa Repúblicana

De todas ellas la peor es la Etapa Republicana, caracterizada por el caos, desgobierno, desorden y corrupción. Periodo configurado por una mezcla de guerras civiles, insurrecciones y levantamientos.

Este caos resulta imposible describirlo totalmente en cuanto a las personas que trataron de tomar el poder por la fuerza.

A continuación, un listado de los casos más notables:

1844: Domingo Elias derroca a Ramón Castilla

1855: Ramón Castilla derroca a José Rufino Echenique

1865: Mariano Ignacio Prado derroca a Juan Antonio Pezet

1865: Pedro Diez Canseco derroca a Mariano Ignacio Prado

1872: Tomás Gutiérrez derroca a Manuel Pardo

1879: Nicolás de Piérola derroca a Mariano Ignacio Prado (durante guerra del guano y el salitre)

1882: Lizardo Montero se autoproclama presidente

1882: Miguel Iglesias se autoproclama presidente

1884: Andrés Avelino Cáceres se autoproclama presidente

1914: Óscar R. Benavides derroca a Guillermo Billinghurst.

1919: Augusto Leguía derroca a José Pardo y Barreda.

1929: Luis Miguel Sánchez Cerro derroca a Augusto Leguía.

1948: Manuel A. Odría derroca a José Luis Bustamante y Rivero.

1962: Ricardo Pérez Godoy derroca a Manuel Prado Ugarteche.

1963: Nicolás Lindley López derroca a Ricardo Pérez Godoy.

1968: Juan Velasco Alvarado derroca a Fernando Belaúnde Terry.

1975: Francisco Morales Bermúdez derroca a Juan Velasco Alvarado.

1992: Alberto Fujimori disuelve el Congreso de la República.

1992: Fallido golpe militar en Perú, de Jaime Salinas Sedó en contra de Alberto Fujimori.

2000: Fallido golpe militar en Perú, de Ollanta Humala en contra de Alberto Fujimori.

2005: Fallido golpe de Estado en Perú, de Antauro Humala en contra de Alejandro Toledo Manrique.

domingo, 30 de agosto de 2015

Los 5 Santos Católicos del Virreinato del Perú

Santa Rosa de Lima (el verdadero rostro)

En el Virreinato del Perú surgieron 5 santos católicos que marcaron la vida religiosa en Latinoamérica.

Ellos fueron:

.Santo Toribio de Mogrovejo 16/11/1538 - 23/03/1606

.San Francisco Solano 10/03/1549 - 14/07/1610

.Santa Rosa de Lima 30/04/1586 - 24/08/1617

.San Martín de Porres 9/12/1579 - 3/11/1639

.San Juan Macías 2/03/1585 - 16/09/1645

En todo lo que hoy se llama América Latina no aparecieron más santos hasta siglos después.


Santo Toribio de Mogrovejo

SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO


Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo (Mayorga, 16 de noviembre de 1538 - Zaña, Reyno del Perú, 23 de marzo de 1606). Eclesiástico español. Santo de la Iglesia católica y segundo Arzobispo de Lima. Misionero y organizador de la Iglesia católica en el virreinato del Perú. 

Sus padres, Luis de Mogrovejo y Ana de Robledo y Morán, de las casas de Villapadierna y Mogrovejo, pertenecían a la nobleza española. 

A los doce años, Toribio fue enviado por sus padres a estudiar a Valladolid. Después de algunos años, deseando estudiar Derecho civil y eclesiástico, se trasladó a la Universidad de Salamanca. Allí recibió la influencia de su tío Juan de Mogrovejo, profesor en dicha Universidad y en el Colegio Mayor de San Salvador en Oviedo. 

Habiendo sido invitado por Juan III, Rey de Portugal, a enseñar en la ciudad de Coimbra, Juan de Mogrovejo llevó consigo a su sobrino, y ambos residieron algunos años en la Universidad de esa ciudad. 

De vuelta a Salamanca, su tío falleció poco después del regreso. Toribio resolvió seguir la carrera de éste, llegando a ser profesor de leyes en la Universidad de Salamanca, donde su erudición y virtud le llevaron a ser designado como Gran Inquisidor de España. 

El emperador Felipe II al conocer sus cualidades le propuso al Papa Gregorio XIII su nombramiento como Arzobispo de Lima, sucediendo a Jerónimo de Loayza. En marzo de 1579, recibió el nombramiento para el cargo por parte del Papa Gregorio XIII. Como ni siquiera era sacerdote, habiendo recibido dispensa papal para la recepción de las diversas órdenes menores, fue ordenado en Granada y poco después, recibió la consagración episcopal en Sevilla. 

Finalmente, en septiembre de 1580 embarcó con destino a su sede episcopal, donde llegó en mayo del año siguiente. Lo acompañó su hermana, Grimanesa de Mogrovejo y el esposo de ésta, Francisco Quiñones, quien llegó a ser corregidor y alcalde de Lima. En marzo de 1579, Gregorio XIII lo nombró arzobispo de Lima en virtud a una cédula de presentación del rey. 

Llegó al puerto de Paita,(Perú), en mayo de 1581 e inició su trabajo como misionero viajando a Lima a pie, bautizando y enseñando a los nativos. 

Al llegar a Lima, como Arzobispo, tomó posesión de su sede el viernes 12 de mayo de 1581, se dedicó a lograr el progreso espiritual de sus fieles. La ciudad había quedado sin Arzobispo durante seis años, de 1575 a 1581 y estaba en una grave decadencia espiritual con un sistema en que el régimen de patronato facultaba a los Virreyes a intervenir en asuntos eclesiásticos, dando origen a frecuentes disputas entre el poder espiritual y el temporal, por lo cual los conquistadores cometían muchos abusos y los sacerdotes no se atrevían a corregirlos. Muchos para excusarse del mal que estaban haciendo, decían que "esa era la costumbre". Toribio de Mogrovejo les respondía que "Cristo es verdad y no costumbre". y empezó a atacar fuertemente todos los vicios y escándalos. Las medidas que tomó contra los abusos que se cometían, le atrajeron muchas persecuciones y atroces calumnias. Sin embargo, prefirió callar y solía decir: "Al único que es necesario siempre tener contento es a Nuestro Señor". 

Toribio de Mogrovejo se destacó por su fuerza de trabajo. Su generosidad lo llevaba a repartir a los pobres todo lo que poseía. Un día al regalarle sus camisas a un necesitado le recomendó: "Váyase rápido, no sea que llegue mi hermana y no permita que Ud. se lleve la ropa que tengo para cambiarme" Son abundantes los testimonios de su caridad, entrega y desinterés total por lo material: antes de poner su firma a cualquier decreto que lo requiriese, anteponía la palabra "gratis". En una ocasión, cuando se desató una terrible peste en la ciudad que causó innumerables muertos y enfermos, muchos de ellos pobres que abarrotaban los hospitales, le mandó decir a su cuñado que gastase todo su dinero en socorrerlos y que si faltaba, que pidiese prestado que luego él lo devolvería. En otra ocasión, un altercado gravísimo entre dos nobles limeños terminó con la condena a muerte de uno de ellos. Sólo el perdón del otro, que los ruegos de medio Lima no consiguieron, podía salvar de la ejecución al condenado. Ya a punto de realizarse el ajusticiamiento, el arzobispo de Lima fue a buscarlo, se arrodilló a los pies del ofendido y suplicó por su perdón como si fuera para él mismo obteniéndolo.  

Fue beatificado el 28 de junio de 1679 por el Papa Inocencio XI, mediante su Bula "Laudeamus" y canonizado el 10 de diciembre de 1726 por el Papa Benedicto XIII, mediante su Bula "Quoniam Spiritus".


Santa Rosa de Lima

SANTA ROSA DE LIMA


Santa Rosa de Lima O. P. (Lima, Perú, 30 de abril de 1586 - Lima, 24 de agosto de 1617) fue una Mística terciaria dominica . 

Fue la primera santa de América, excelsa Patrona de Lima, del Perú (desde 1669), del Nuevo Mundo y Filipinas (desde 1670). 

Además, es Patrona de institutos educativos, policiales y armados: Universidad Católica Santa Rosa (en Venezuela), Policía Nacional de la República del Perú y de las Fuerzas Armadas de Argentina. 

Nacida en el siglo XVI como Isabel Flores de Oliva, fue hija de Gaspar Flores, arcabucero natural de Baños de Montemayor, municipio de la provincia de Cáceres (España). Así lo asegura la placa en la casa de los Flores, la cual aún se conserva en dicho pueblo cacereño. En 1545, Gaspar salió de España, después de pasar por Puerto Rico y Panamá, que formaban parte del virreinato de Nueva España, llegó al Perú en 1547, como soldado del Pacificador Pedro de la Gasca, quien restableció la Real Audiencia en 1549, recuperando el dominio de la Corona tras la usurpación del poder por Gonzalo Pizarro, gobernante del Perú entre 1544-1548. Gaspar Flores fue nombrado arcabucero el 9 de marzo de 1557, por don Andrés Hurtado de Mendoza, tercer virrey del Perú entre 1556-1561. 

El 1 de mayo de 1577, se casó, en Lima, con la criolla limeña María de Oliva y Herrera, apellidos procedentes de Aragón. Ese mismo año servía de arcabucero en la guarda del V Virrey Francisco de Toledo (1569-1581). 

Debido a problemas económicos de la familia, trabajaba el día entero en el huerto y solía bordar con gran esmero para diferentes familias de la ciudad y así ayudar al sostenimiento de su hogar. 

A pesar de todo, se encontraba conforme con su forma de vida y no hubiera tratado de cambiarla si no hubiera sido por la insistencia de sus padres en casarla. Rosa resistió durante más de diez años y finalmente hizo voto de virginidad ante la imagen del "doctorcito" para confirmar su resolución. 

Al cabo de unos años ingresó en la Tercera orden de Santo Domingo a imitación de santa Catalina de Siena. A partir de entonces se recluyó prácticamente en la ermita que ella misma construyó, con ayuda de su hermano Hernando, en un extremo del huerto de su casa. Sólo salía para visitar el templo de Nuestra Señora del Rosario y atender las necesidades espirituales de los indígenas y los negros de la ciudad. También atendía a muchos enfermos que se acercaban a su casa buscando ayuda y atención, creando una especie de enfermería en su casa. 

Murió a los treinta y un años de edad en las primeras horas del 24 de agosto de 1617, fiesta de San Bartolomé, como ella misma lo profetizó y cuenta el padre Leonardo Hansen. 

El día de sus exequias y entierro, los devotos se abalanzaban sobre su cuerpo para arrancarle la vestimenta en busca de un recuerdo, aclamándola como santa. 

Hoy sus restos se veneran en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Lima (Santo Domingo), con notable devoción del pueblo peruano y de América que visita la Capilla dedicada a su culto en el Crucero del Templo dominicano. 

Su entierro fue uno de los más notables que vivió la ciudad de Lima. En la casa de la familia De la Maza se formaron grandes multitudes para contemplar a Rosa. El gentío hubo de esperar a su traslado hacia la Iglesia del Rosario. Al traslado acudieron el virrey, el Cabildo Secular y Eclesiástico, las órdenes religiosas presididas por la orden de Santo Domingo de Guzmán, los oidores y personas notables. Hubo de requerirse la fuerza de la guardia del virrey para impedir que Rosa fuera desvestida por los devotos que deseaban llevar alguna reliquia. A pesar de ello, tuvieron que cambiarle tres veces los hábitos e incluso en el traslado algún irreverente seccionó uno de sus dedos del pie. 

En el lecho de muerte, Gonzalo de la Maza hizo retratar el rostro de Rosa. A su efecto llamó al pintor italiano Angelino Medoro, quien realizó el primer testimonio de su apariencia física. 

La devoción del pueblo se excedió a tal punto, que en pocos años tuvieron que retirarla de la Cripta y colocarla en la Iglesia del Rosario. 

En 1634 se presentó a Roma la causa de Beatificación. La beatificación se realizó en el Convento Dominico de Santa Sabina en Roma, en 1668. 

Fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671, proclamándola por "Principal Patrona del Nuevo Mundo". 

En Lima, Roma, España y todos los países de América y Europa, se celebraron fiestas suntuosas en honor de la primera Santa natural de América. 

Los Pontífices en sus respectivas Bulas la proclamaron santa con el nombre de "Rosa de Santa María", y que posteriormente hubo de convertirse en Rosa de Lima, nombre toponímico común a muchos santos en el orbe cristiano. 

La tradición cuenta que el Papa Clemente X, luego de oír los argumentos sobre su canonización dijo: "¡Hum! ¡Patrona y Santa! ¿Y Rosa? que llueva flores sobre mi escritorio si es verdad", y la respuesta al instante fue una fragante lluvia de rosas sobre la mesa del Papa quien en ese momento procedió a la canonización.


San Martín de Porres


SAN MARTIN DE PORRES


San Martín de Porres Velázquez O.P. (Lima, 9 de diciembre de 1579 – 3 de noviembre de 1639) fue un fraile peruano de la orden de los dominicos. 

Es el primer santo mulato de América.

Conocido también como "el santo de la escoba" por ser representado con una escoba en la mano como símbolo de su humildad. 

Martín de Porres o Porras fue hijo de un hidalgo burgalés, caballero de la Orden de Alcántara, Juan de Porres (según algunos documentos, el apellido original fue Porras) natural de la ciudad de Burgos, y de una negra liberta (horra), Ana Velázquez, natural de Panamá que residía en Lima. 

Su padre no podía casarse con una mujer de su condición, porque era muy pobre, lo que no impidió su amancebamiento con Ana Velázquez. Fruto de esta relación nació Martín y, dos años después, Juana, su única hermana. 

Martín de Porres fue bautizado el 9 de diciembre de 1579 en la Iglesia de San Sebastián en Lima.

Se formó como auxiliar práctico, barbero y herbolista. 

En 1594, a la edad de quince años, y por invitación de Fray Juan de Lorenzana, famoso dominico, teólogo y hombre de virtudes, entró en la Orden de Santo Domingo de Guzmán bajo la categoría de "donado", es decir, como terciario por ser hijo ilegítimo (recibía alojamiento y se ocupaba en muchos trabajos como criado). 

Así vivió 9 años, practicando los oficios más humildes. Fue admitido como hermano de la orden en 1603. Perseveró en su vocación a pesar de la oposición de su padre, y en 1606 se convirtió en fraile profesando los votos de pobreza, castidad y obediencia 

De todas las virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía la humildad, siempre puso a los demás por delante de sus propias necesidades. En una ocasión el Convento tuvo serios apuros económicos y el Prior se vio en la necesidad de vender algunos objetos valiosos, ante esto, Martín de Porres se ofreció a ser vendido como esclavo para ayudar a remediar la crisis, el Prior conmovido, rechazó su ayuda. 

Ejerció constantemente su vocación pastoral y misionera; enseñaba la doctrina cristiana y fe de Jesucristo a los negros e indios y gente rústica que asistían a escucharlo en calles y en las haciendas cercanas a las propiedades de la Orden ubicadas en Limatambo. La situación de pobreza y abandono moral que estos padecían le preocupaban; es así que con la ayuda de varios ricos de la ciudad - entre ellos el virrey Conde de Chinchón, que en propia mano le entregaba cada mes no menos de cien pesos - fundó el Asilo y Escuela de Santa Cruz para reunir a todos los vagos, huérfanos y limosneros y ayudarles a salir de su penosa situación. 

Martín siempre aspiró a realizar vocación misionera en países alejados. Con frecuencia lo oyeron hablar de Filipinas, China y especialmente de Japón, país que alguna vez manifestó conocer. 

Fue frugal, abstinente y vegetariano. Dormía sólo dos o tres horas, mayormente por las tardes. Usó siempre un simple hábito de cordellate blanco con una capa larga de color negro. Alguna vez que el Prior lo obligó a recibir un hábito nuevo y otro fraile lo felicitó, Martín, risueño, le respondió: “pues con éste me han de enterrar” y efectivamente, así fue.

A la edad de sesenta años, Martín de Porres cae enfermo y anuncia que ha llegado la hora de encontrarse con el Señor. La noticia causó profunda conmoción en la ciudad de Lima. Tal era la veneración hacia este mulato, que el Virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, Conde de Chinchón, fue a besarle la mano cuando se encontraba en su lecho de muerte pidiéndole que velara por él desde el cielo. Martín solicitó a los dolidos religiosos que entonaran en voz alta el Credo y mientras lo hacían, falleció. Eran las 9 de la noche del 3 de noviembre de 1639 en la Ciudad de los Reyes, capital del Virreinato del Perú. 

Toda la ciudad le dio el último adiós en forma multitudinaria donde se mezclaron gente de todas las clases sociales. Altas autoridades civiles y eclesiásticas lo llevaron en hombros hasta la cripta, doblaron las campanas en su nombre y la devoción popular se mostró tan excesiva que las autoridades se vieron obligadas a realizar un rápido entierro. 

En la actualidad sus restos descansan en la Basílica y Convento de Santo Domingo en Lima, (Perú) junto a los restos de santa Rosa de Lima y san Juan Macías en el denominado "Altar de los Santos Peruanos". 

Fue beatificado por el Papa Gregorio XVI, franqueando las barreras de una anticuada y prejuiciosa mentalidad. El Papa Juan XXIII que sentía una verdadera devoción por Martín de Porres, lo canoniza en la Ciudad del Vaticano el 6 de mayo de 1962.


San Juan Macías


SAN JUAN MACIAS


San Juan Macías fue un religioso y santo dominico español que evangelizó el Perú desde 1620.

Nació en la Ribera del Fresno, Extremadura el 2 de marzo de 1585 y murió en Lima - Perú el 16 de septiembre de 1645. 

Hoy tiene innumerables fieles que visitan su imagen en el altar principal de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario o de Santo Domingo y en el año 1970 se levantó un templo parroquial en su nombre en el distrito de San Luis (Lima). 

Fueron sus padres Pedro de Arcas y Juana Sánchez, por lo que su nombre debió ser Juan de Arcas Sánchez. El cambio de nombre se debe fundamentalmente a que las tierras de pastoreo eran llamadas "las Macías" y a los pastorcitos "los Macías". Por eso es que se le conoce como Juan Macías o Juan Pastorcillo. 

Se sabe que quedó huérfano desde los cuatro años y medio y bajo el cuidado de un tío que lo dedicó al pastoreo. Cuentan que a la edad de 8 años, una noche de Navidad, Juan interrumpió la conversación de sus parientes para decirles que se marcharía. Luego conoce a un comerciante con el que trabajó y con él hace un primer viaje a América. Llegó primero a Cartagena de Indias (Colombia) luego al Reino de Nueva Granada, pasando por Pasto y Quito (Ecuador), para llegar finalmente al Virreinato del Perú donde se quedaría hasta su muerte. 

Su primera acción al llegar a Lima fue indagar sobre la Orden de Predicadores, indicando que se proponía ingresar a ella para servir a Dios de acuerdo a la voz que escuchó a los 20 años que le ordenaba venir al Perú. 

Su extrema bondad lo hacía frecuentemente repartir lo poco que tenía entre los pobres, hacía labor social y apoyaba a la Orden de Predicadores como hermano lego en el convento de dominicos de Santa María Magdalena donde finalmente fue admitido y luego el 23 de enero de 1622 tomó los hábitos. Un año después hizo los votos definitivos el 25 de enero de 1623. 

San Juan Macias, fue amigo íntimo de San Martín de Porres y coetáneo de Santa Rosa de Lima. Fueron los tres santos Dominicos que, en el siglo XVII animaron la vida Cristiana de la ciudad de Lima. 

Ya en el convento, San Juan Macías marcó su vida en la profunda oración, la penitencia y la caridad, pero debido a ello sufrió una grave enfermedad por la cual tuvo que ser intervenido en una peligrosa operación. Sin embargo, nunca descuidó a los más necesitados a quienes desde el portón del monasterio ayudaba. Era frecuente ver a los mendigos, los enfermos y los desamparados de toda Lima que acudían buscando consuelo. La clase alta, a quienes se les llamaba "pobres vergonzantes" tampoco era ajena a sus consejos, incluso el propio Virrey Toledo y la nobleza de Lima acudían a él. 

Su extrema humildad y respeto hacia sus semejantes era notoria. Daba de comer a sus pobres puesto de rodillas y a las mujeres jamás las miraba, fijando la vista en el suelo. Siempre trató de evitar cualquier tipo de tentación. 

Cuentan las crónicas que una noche un fuerte temblor de tierra sorprendió a Lima. Mientras los fieles rezaban el oficio en el coro, San Juan Masías oraba en la capilla de Nuestra Señora del Rosario. El primer sacudón hizo que los religiosos salgan presurosos a refugiarse en el jardín del claustro, pero el escuchó una voz que lo detuvo, el contó que era la Bienaventurada Virgen María y se quedó porque se sintió protegido. Finalmente quedó sano y salvo y el templo casi íntegro.

En 1678, en el Convento de Santo Domingo, Francisco Ramírez, novicio de 20 años de edad, con el objeto de limpiar su celda, levantó un pesado baúl, sin recordar que padecía de una hernia inguinal. El esfuerzo provocó el estrangulamiento de la misma por lo que se requería la intervención correspondiente, en ese entonces desconocida. Los facultativos, tras examinar al paciente, diagnosticaron un fatal desenlace por lo que le administraron los santos óleos. El Prior del Convento, R.P. Nicolás Ramírez, puso en manos del enfermo un pequeño cuadro de Fray Juan Macías, fallecido hacía 33 años, indicándole rezar pidiendo que intercediese por él. Los frailes dejaron al enfermo rezando y cayeron dormidos. Al retornar, tuvieron la sorpresa de encontrar al novicio incorporado y libre de dolencia. Este milagro fue autenticado por los frailes que presenciaron este hecho, siendo uno de los 2 que sirvieron para que el Papa Clemente XIII lo declare Venerable el 27 de febrero de 1763. 

Otro milagro tras su muerte fue la multiplicación del arroz, cuando una monja dominica recordó su nombre en voz alta cuando faltaba el cereal para los pobres, éste de pronto comenzó a aumentar desmesuradamente en la olla. Este hecho fue reconocido como milagro oficial. 

Sesenta años de edad contaba fray Juan Macías cuando le visitó la enfermedad que le llevaría a la tumba. El médico que le asistía había perdido toda esperanza de recuperación, y el propio fray Juan Macías se daba cuenta que le había llegado la hora de partir de este mundo al Padre, para entrar en la contemplación definitiva de aquellos, "Cielos nuevos y tierras nuevas" que, en repetidas ocasiones había visitado fugazmente en compañía de su venerable amigo San Juan Evangelista. En aquel trance supremo, de cara a la verdad absoluta que es Dios contó a los religiosos de su convento, los favores que Dios le había regalado en su vida, desde su niñez hasta aquel momento, y cómo le había hecho gozar de la visión de su santa gloria en repetidas ocasiones. No me olvide, hermano, y encomiéndame a Dios, le rogó fray Juan de la Torre, su amigo. "Padre mío, donde la caridad es más perfecta, cree su reverencia que me habría de olvidar? Le doy mi palabra: allá le seré mejor amigo de lo que le fui acá", le respondió. A otro que le recomendaba a sus pobres, le contestó: "Con que tengan a Dios les sobra todo; y para su consuelo, les queda el hermano Dionisio de Vilas y otros buenos amigos que no les harán faltar lo necesarios. Juan Quezada, benefactor de los pobres, llegó también hasta su lecho para pedirle que no se olvidara de él y de su esposa. "Olvidarme? En el corazón le llevó bien asentado, y también a la señora doña Sebastiana, su mujer". ¡Qué esperanza la que nos diste fray Juan. Cumple lo que dijiste! La hora señalada por Dios, ha llegado. Es la hora de la despedida definitiva. Fray Juan Macías se lo advierte a los hermanos, que lo acompañan: "Ahora, sí. Es llegada mi hora. Que se haga en mí la voluntad del Señor". Siguiendo la costumbre de aquellos tiempos, los religiosos de la comunidad se dirigen procesionalmente a la habitación de fray Juan, acompañando el Santo Viático. Fray Juan se sienta, con la ayuda de sus hermanos y, por última vez, recibe con todo fervor la santa comunión. Después de unos minutos de oración, en profundo recogimiento, el prior le administra el sacramento de la Unción de los Enfermos, en medio de salmos e himnos que los religiosos cantan invocando el perdón y la misericordia de Dios. Cuando los hermanos cantaban la tierna plegaria "Salve Regina", con la que los Dominicos despiden a sus hermanos de este mundo, fray Juan Macías entregaba su alma al Creador. Eran las 6:45 pm, del día 16 de septiembre de 1645. 

Con la muerte de fray Juan Macías se inició una nueva etapa de veneración de su memoria: Su sepulcro comenzó a ser visitado por mucha gente. Treinta y seis años después de su muerte, los restos de fray Juan Macías fueron trasladados a un ataúd de cedro y, para sorpresa de todos los presentes, lo hallaron incorrupto. Ahora mismo, se pueden apreciar los restos de fray Juan Macías, disecados, más no corruptos. 

Fue beatificado por el Papa Gregorio XVI, el 22 de octubre de 1837. El Papa Pablo VI lo canonizó el 28 de septiembre de 1975. 


San Francisco Solano


San Francisco Solano

Francisco Sánchez Solano Jiménez (Montilla, Córdoba, 10 de marzo de 1549 - Lima, Perú, 14 de julio de 1610).

Fue un fraile y sacerdote franciscano español, que misionó por el Perú, donde residió por 20 años hasta su muerte, predicando el cristianismo a los aborígenes.

Fue canonizado en 1726 por Benedicto XIII y es llamado "el Taumaturgo del Nuevo Mundo", por la cantidad de prodigios y milagros que se le atribuyen.

Nació en Montilla (Diócesis de Córdoba) en marzo de 1549. Francisco fue el hijo de Mateo Sánchez Solano y Ana Jiménez. Tuvo dos hermanos, Diego e Inés. Creció en un hogar cristiano y comenzó su educación con los padres de la Compañía de Jesús, los jesuitas de su ciudad, entrando luego en la Orden de San Francisco a los 20 años.

Cursó Filosofía y Teología en el convento de Loreto de Sevilla, ordenándose sacerdote en 1576. 

La muerte de su progenitor le hizo volver temporalmente a Montilla para visitar a su madre, que padecía ceguera. Sin embargo, su estancia se prolongó más de lo previsto debido a una epidemia de peste. En Montilla realizó varias curaciones inexplicables que dieron comienzo a su fama como hacedor de milagros.

En Montilla se atrajo las miradas de todos por el espíritu con que hablaba y la santidad que emanaba de todo su ser. 

En 1581, Francisco Solano fue destinado como vicario y maestro de novicios al convento cordobés de la Arruzafa, donde solía visitar a los enfermos y recomendaba a los más jóvenes que tuvieran paciencia en los trabajos y adversidades. 

Desarrolló, al igual que Francisco de Asís, el fundador de su Orden, una relación especial con los animales. Cuentan que había una serpiente de gran tamaño que atacaba a ganados y pastores y hacía estragos en toda la región, y a la cual Solano reprendió y ordenó ir al convento, donde fue convenientemente alimentada. Dicen que después de comer la serpiente se marchó y no volvió a causar daño en la comarca. 

En 1589, el rey Felipe II pidió a los franciscanos que enviaran misioneros a Sudamérica. Finalmente, y para alegría suya, Francisco fue el elegido para la misión de extender la religión en estas tierras. 

Después de un accidentado viaje al Perú, con naufragio y peligro de perecer en el trayecto, como su destino era Tucumán (actual Argentina), emprende este larguísimo viaje desde Lima, en compañía de ocho franciscanos más. Había que atravesar los Andes por el valle de Jauja, Ayacucho y llegar hasta Cuzco; cruzar la meseta del Collao (la actual Bolivia) por Potosí y entrar en los confines del norte argentino, para de nuevo bajar hasta Salta y finalmente hasta las llanuras del Tucumán. Aquí permanece hasta mediados de 1595, como misionero. Recorrió los territorios de Tucumán hasta las pampas y el Chaco Paraguayo y Uruguay. Tenía y se sirvió del don de lenguas y llegó a adquirirlas de los nativos a los que fue a predicar. 

Fray Francisco llegaba a las tribus más guerreras e indómitas y, aunque al principio lo recibían al son de batalla, después de predicarles por unos minutos con un crucifijo en la mano, conseguía que todos empezaran a escucharle con un corazón dócil y que se hicieran bautizar por centenares y miles. 

El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el rabel y la guitarra. En los sitios que visitaba divertía muy alegremente a sus oyentes con sus alegres canciones. Francisco Solano misionó por más de 14 años por el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba del Tucumán, siempre a pie, convirtiendo innumerables indígenas y también muchísimos colonos españoles. 

Un día en el pueblo llamado San Miguel, estaban en un toreo, y el toro feroz se salió del corral y empezó a cornear sin compasión por las calles. Llamaron al santo y éste se le enfrentó calmadamente al terrible animal. La gente vio con admiración que el bravísimo toro se acercaba a Fray Francisco y le lamía las manos y se dejaba llevar por él otra vez al corral, conducido por el cordón de su hábito.

El Virreinato y los superiores de la Orden residían en Lima (Perú) a donde llamaron a Fray Francisco en 1595. 

Llegado a Lima, fue nombrado Guardián del Convento de la Recolección. Como siempre, se resistió todo lo que pudo antes de aceptar cualquier cargo de responsabilidad, exagerando de manera deliberada su propia incapacidad para gobernar, pero finalmente tuvo que acatar la autoridad de sus superiores. 

Su obsesión por la pobreza era tal que en su celda, tan sólo tenía un camastro, una colcha, una cruz, una silla y mesa, un candil y la Biblia junto con algunos otros libros. 

Era el primero en todo y jamás ordenó una cosa que no hiciera él antes. Sus consejos eran prudentes, y cuando tenía que reprender a alguno de los demás frailes, lo hacía con gran celo y caridad. 

Sus excesivas penitencias y su espíritu de oración no le impedían ser alegre con los demás. Solano era también el santo de la alegría. 

Solano pasaría en Lima los últimos años de su vida. A pesar de su precario estado de salud, continuaba haciendo grandes penitencias y pasaba noches enteras en oración. También iba a menudo a visitar a los enfermos o salía a las calles a predicar con su pequeño rabel y una cruz en las manos. Así conseguía juntar a un gran número de personas y las congregaba en la plaza mayor, donde se dirigía a la muchedumbre en alta voz. 

Predicaba en todas partes: en los talleres artesanales, en los garitos, en las calles, en los monasterios e incluso en los corrales de teatro. 

Especial significado tuvo su oposición a ciertos espectáculos teatrales en los que a su juicio se ofendía a Dios. 

En octubre de 1605, Solano pasó a la enfermería del convento. Postrado y gravemente enfermo del estómago, apenas si podía salir a predicar y a visitar a los enfermos. Procuraba asistir a la comida en el refectorio junto con los demás frailes, pero comía muy poco, tan sólo unas hierbas cocidas. Además, seguía excediéndose en sus penitencias y no miraba por su delicada salud. 

En octubre de 1609, hubo un terremoto en la ciudad de Lima. 

Durante su última enfermedad, Solano era poco más que un esqueleto viviente. 

Finalmente murió el 14 de julio de 1610, día de San Buenaventura. Ese mismo día y a la misma hora se produjo un extraño toque de campanas en el convento de Loreto, en Sevilla, donde había estudiado Filosofía y Teología. (Datos: Wikipedia)

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