miércoles, 8 de abril de 2020

Imperio Inca: Atahualpa 13º Inca (de facto)


Atahualpa (Cuzco, circa 1500 - Cajamarca, 26 de julio de 1533) fue el último soberano inca, aunque no reconocido ni coronado como tal.

El Inca Huayna Cápac enfermó y murió.

Una vez muerto Huayna Cápac, reinaron sus dos hijos unos cuatro o cinco años en paz: Huáscar como Sapa Inca y Atahualpa como rey de Quito. 

Sin embargo, Huáscar se dio cuenta del error de su padre de dar a Atahualpa el gobierno de una inmensa provincia del norte, pues así quedaba bloqueada la ampliación de la frontera norte por parte de la casta cuzqueña, pues en el resto de las fronteras se había llegado a límites infranqueables, como el mar, las selva y el territorio al sur del Maule, poblado de salvajes. También entrevió que tal partición del imperio contradecía el mandato del primer inca Manco Cápac, que solo admitía un imperio incaico único. 

Para dar solución al problema, Huáscar invitó a su hermano que fuera al Cuzco para que jurara como su vasallo, en aras de un interés mayor como la unidad del Imperio. 

Atahualpa, simuló acatar la orden, pero pidió permiso para llevar consigo a miles de sus vasallos, a fin de celebrar fastuosamente las exequias de su padre, lo que Huáscar, sin sospechar malicia, aceptó. 

Secretamente, Atahualpa ordenó a sus generales que organizaran batallones y que le siguieran sigilosamente en su marcha al Cuzco; solo cuando ya estaba cerca del Cuzco ordenó a sus tropas que enarbolaran sus insignias y marcharan en orden de batalla contra Huáscar. 

Sus principales maeses de campo eran Challcuchimac y Quisquis; sus tropas superaban los 30.000, mayormente soldados experimentados en las últimas guerras de conquista realizadas por Huayna Cápac. 

Huáscar, sorprendido, convocó a sus tropas pero ya era tarde y solo pudo reunir unos 10.000 de los suyos y otras tropas del Contisuyo, que eran inexpertas, mientras otras con más experiencia y número, las del Collasuyo, tardarían en llegar por su lejanía. 

Hubo una serie de encuentros, hasta que la batalla definitiva se dio cerca del Cuzco, en Quepaypampa, donde los atahualpistas triunfaron, merced a su mayor número y experiencia militar. Aquel campo se conoció después como Yahuarpampa o campo de sangre. 

El mismo Huáscar fue capturado, atado y muerto. Atahualpa, de naturaleza sumamente cruel, ordenó una matanza de toda la familia de su hermano, sin respetar niños ni mujeres; se describe la manera espeluznante cómo se cumplió esta orden, aunque algunos de la casta cuzqueña lograron salvarse, entre ellos, según cuenta el Inca Garcilaso, estuvieron su madre y su tío, Isabel Chimpu Ocllo y Francisco Huallpa Túpac Yupanqui, que por entonces eran unos muchachos. 

Pero la ira de Atahualpa se cebó también con los criados de la casa real y poblaciones enteras fueron diezmadas. Otro en salvarse fue el que después sería príncipe Manco Inca, otro de los hijos de Huayna Cápac. 

La crueldad de Atahualpa fue tan extremada que en tiempos de la conquista española todavía los supervivientes de la masacre guardaban odio profundo hacia quien consideraban un inca advenedizo o auca (traidor) y hasta dudaban si en realidad era hijo de Huayna Cápac, ya que su conducta contrastaba con la natural piedad y benevolencia de los antiguos incas. (Parte tomada de "Los Cometarios Reales de los Incas" escrito por el Inca Garcilazo de la Vega a fines del siglo XVI).

Luego de estos hechos y transcurrido un tiempo gozando de las prerrogativas de un inca, Atahualpa se hallaba en unos baños termales cercanos a Cajamarca de camino al Cuzco para ser ungido como inca recibiendo la mascaypacha o corona de emperador.

Allí recibe la visita de representantes de la expedición española al mando de Francisco Pizarro, quienes lo invitaron a Cajamarca a reunirse con Pizarro, lo que es aceptado por Atahualpa.

Al llegar el inca, Pizarro utilizando un ardid lo captura, provocando la desbandada de todo su séquito.

Para su liberación Atahualpa ofrece pagar un multimilllonario rescate en oro a cambio de su libertad y Pizarro acepta su oferta. 

Ya recibido el oro del rescate, los españoles temiiendo un ataque indígena deciden deshacerse de Atahualpa. 

Lo acusaron de asesinar a su hermano Huáscar. de traición al propiciar una rebelión, y de conspiración contra la corona española, 

Lo sometieron a juicio, siendo declarado culpable y sentenciado a muerte por estrangulamiento.

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