sábado, 22 de agosto de 2020

Expediciones Científicas Españolas: El Arbol de la Quina

Estatua a Carlos III en el Jardín Botánico de Madrid 

La gran aportación científica española en el siglo XVIII fueron las expediciones científicas. 

España, sola o asociada a otras Cortes europeas, realizó 63 expediciones durante la Ilustración, más que ninguna otra nación. 

Todo ello porque ningún otro país se encontraba con un imperio tan extenso ni tantas posibilidades naturales a su alcance. 

Carlos III, un gran amante de la naturaleza, explica en una Real Cédula las razones de estas expediciones:

«Por cuanto conviene a mi servicio, y bien de mis Vasallos el examen y conocimiento metódico de las producciones Naturales de mis Dominios de América, no sólo para promover y los progresos de las ciencias Phisicas, sino también, para desterrar las dudas y adulteraciones que hay en la Medicina, Pintura y otras Artes importantes, y para aumentar el Comercio, y que se formen Herbarios, y Colecciones de Productos Naturales, describiendo y delineando las Plantas que se encuentren en aquellos mis fértiles Dominios para enriquecer mi Gabinete de Historia Natural y Jardín Botánico de la Corte…».



La primera de las expediciones fue dirigida por Casimiro Gómez Ortega y desarrollada en el reinado de Carlos III, hacia 1777, con destino al Virreinato del Perú. En Lima, gobernaba el Virrey Manuel de Guirior - Marqués de Guirior.

Franceses, ingleses, holandeses y españoles surcaban en este periodo los mares no solo en busca de metales preciosos, el platino entre otros, sino también del deseado «oro verde», esto es, la quina, la droga exótica más importante a nivel comercial de las traídas del Nuevo Mundo.

Esta sustancia, que se extrae de la corteza de una especie de árbol originario de América del Sur en la selva lluviosa de Amazonia, fue introducida en terapéutica por los jesuitas ya en el siglo XVII como poderoso febrífugo, del que se dijo que «fue para la medicina lo que la pólvora para la guerra». 

No en vano, supuso el ariete definitivo para la destrucción del paradigma galenista de que una droga de cualidad caliente solo podía combatir a enfermedades de temperatura fría. 

El empleo de la quina para combatir el paludismo, fiebres tercianas y otras enfermedades similares puso en cuestión estas teorías medievales.

El deseo de hallar nuevas especies del género Chinchona presidió las aventuras científicas del periodo ilustrado en ultramar, pero no fue el único aliciente para el Jardín.



Con el hallazgo de la quina, la Real Botica se convirtió en el centro receptor a nivel internacional de los descubrimientos que venían del Nuevo Mundo y, sobre todo, de las corachas de esta planta (considerada demoniaca por el mundo protestante) 

En esta institución destacaron médicos como José Quer o los botánicos José Ortega y Juan Muniain, así como Miguel Barnades, médico de Carlos III, que escribió la obra referente de su tiempo sobre este campo. 

Bajo la dirección de Casimiro Gómez Ortega, impulsor de la primera expedición, el Jardín llegó a convertirse en uno de los más importantes de Europa. (Datos: diario ABC de España)

Arbol de la Quina


Real Jardín Botánico de Madrid



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