Formó parte de una nueva clase media próspera y emergente.
Se educó Lambayeque, en el Colegio de la Señorita Gallo y en el Colegio Nacional creado por el Presidente José Balta.
Con motivo de la inundación de Lambayeque de 1871, sus padres lo enviaron a estudiar en el extranjero, donde recibió una formación liberal orientada al comercio y a la economía.
Regresó a Lima a los dieciséis años entrando a trabajar en la Casa Prevost.
Durante la Guerra del Guano y el Salitre de 1879, muy joven, combatió en la defensa de Lima en la batalla de Miraflores.
Posteriormente se convirtió en un exitoso exportador de arroz y azúcar y trabajó como representante de compañías norteamericanas de seguros.
En definitiva era un prestigioso hombre de negocios y un exitoso funcionario de empresas extranjeras, representando el sueño de prosperidad y encumbramiento.
Ya era un hombre de fama y fortuna cuando fue llamado a ser Ministro de Hacienda, durante los gobiernos de Manuel Candamo y José Pardo, en momentos muy difíciles para el país.
Como Ministro fue muy exitoso, logrando levantar la economía nacional.
Por sus éxitos en el manejo económico, es elegido posteriormente Presidente de Perú entre 1908 a 1912, y luego reelegido entre 1919 al 1929.
En su primer gobierno enfrentó una muy fuerte oposición política, así como un intento de golpe de estado por parte de los partidarios de Nicolás de Piérola, del que salió bien librado.
En su segundo gobierno, entre 1919 y 1929, luchó por la reconstrucción nacional, el progreso, la solución de los problemas limítrofes, la paz interna, la unión panamericana, la industria, el transporte y las comunicaciones.
Sus mandatos se caracterizaron por una política de construcción para el desarrollo, abriendo avenidas, caminos y carreteras, saneamiento, electricidad, llevando ferrocarriles hasta los puntos mas lejanos del país.
Durante su presidencia, se celebraron los centenarios de la Independencia del Perú (1921) y de la batalla de Ayacucho (1924), que consolidaron la independencia sudamericana, lo que dio motivo a una serie de celebraciones, construcción de monumentos históricos y sobre todo, tomó como motivo para la modernización de Lima, capital del Perú, la que era poco mas que una aldea polvorienta y expuesta a la insalubridad, realizando la construcción y pavimentación de calles, arborización, un adecuado tratamiento de la basura, alumbrado público, trazado de nuevas urbanizaciones, etc.
Entre las muchas medidas positivas de Leguía se tiene la creación de la Guardia Civil del Perú, un cuerpo policial de élite que brindó por muchas décadas un servicio extraordinario a la población, el que lamentablemente fue cerrado en el primer gobierno aprista de Alan García Pérez, aparentemente por venganza política, pues los Guardias Civiles, en cumplimiento de la ley, contenían los disturbios políticos vandálicos de la época. Los peruanos esperan la reivindicación y reactivación de este gran cuerpo de policía.
La actual avenida Arequipa, se denominaba avenida Leguía en su honor. Con el golpe militar de Sánchez Cerro (asesinado posteriormente) se cambió su nombre por el de Arequipa, lugar donde ocurrió el golpe militar. El nombre original debe ser repuesto en honor a este gran presidente.
Por orden del dictador Sánchez Cerro, Leguía fue encarcelado en la Isla San Lorenzo.
El dictador había dicho: "Leguía permanecerá en prisión tanto como dure mi gobierno, y si fuera necesario habría una segunda revolución para que regrese a la prisión que él merece".
Los últimos y dramáticos meses de la vida de Leguía, privado de su libertad, son narrados por Basadre de la siguiente manera:
"el 16 de noviembre de 1931 llegó a ser trasladado a la Clínica Naval de Bellavista para que se le hiciera una operación quirúrgica. El 18 de noviembre una bomba de dinamita fue arrojada villanamente al interior de este hospital y cayó a pocos metros del cuarto ocupado por el enfermo, después de que había sido anunciada su mejoría. Murió, sin embargo, en el hospital naval el 6 de febrero de 1932 a los 69 años. Sólo pesaba entonces 67 libras. Se ha dicho que llegó a dar a su confesor el encargo de expresar que no guardaba rencor a nadie, que perdonaba a quienes procuraron hacerle mal, que deseaba la felicidad y la prosperidad del Perú al que había amado mucho y que su último pensamiento era para sus hijas y sus hijos".
Leguía subió al poder rico y murió pobre. Entre sus bienes sólo se encontraron algunas pólizas de seguros, medallas y varios objetos que le habían sido obsequiados por gobiernos extranjeros. Si muchos se enriquecieron durante su gobierno, él no lo hizo. De todos los presidentes que ha tenido Perú es el único que murió encarcelado y en las condiciones más patéticas, y sin embargo, fue el mejor.
Sin duda, Augusto B. Leguía fue el mejor y más honesto presidente que ha tenido Perú.