martes, 5 de octubre de 2021

El cruel ritual de los incas al que puso fin la expedición española de Francisco Pizarro

 



Cuando el imperio cuzqueño o de los Incas sufría sequías, hambrunas o catástrofes naturales; se solían realizar ofrendas humanas al dios Sol.


Para esto fueron construidos centros ceremoniales en todo el Tawantinsuyo, en los cuales se sacrificaban personas en el denominado ritual del Capacocha.


En el ritual del Capacocha se utilizaban exclusivamente niños y niñas de todo el imperio, puesto que eran considerados seres puros. 


Eran elegidos por su belleza así como por la familia a la que pertenecían (por lo general era hijos de caciques).


Antes de las matanzas los pequeños eran narcotizados con coca y chicha (maíz fermentado) hasta quedar aletargados.


Aproximadamente un año antes del sacrificio, se procedía a elegir el niño o niña. Centenares de niños viajaban largas distancias en dirección al Cusco. Allí el inca presidía las ceremonias de elección del niño o niña que sería sacrificado.


El ritual del ‘Capacocha’ principal se realizaba en el Cuzco, en el Qoricancha, templo del sol.


Miles de niños murieron degollados como ofrendas inútiles a un dios inexistente.


Estos actos crueles y primitivos terminan con la llegada de Francisco Pizaro y la expedición española que ocupó vencedora el territorio del Imperio Cuzqueño.

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