miércoles, 25 de julio de 2018

¿A qué se llama la Escuela Cuzqueña?

Pintura de la Escuela Cusqueña

La Escuela Cusqueña es una célebre escuela de pintura, surgida en la ciudad virreinal del Cuzco. 

Es la única y más importante de la América española, y se caracteriza por su originalidad y su gran valor artístico resultado de la confluencia de dos corrientes poderosas: la tradición artística occidental, por un lado, y el afán de los pintores indígenas y mestizos de expresar su realidad y su visión del mundo, por el otro.

El aporte español, y en general europeo, a la escuela cusqueña de pintura, se da desde época muy temprana, cuando se inicia la construcción de la gran catedral del Cuzco. 

Con la llegada del pintor italiano Bernardo Bitti en 1583, se marca un primer momento del desarrollo del arte cusqueño. Este jesuita, introduce una de las corrientes en boga en Europa, el manierismo, cuyas principales características eran el tratamiento de las figuras de manera un tanto alargada, con la luz focalizada en ellas. 



Durante sus dos estancias en el Cusco, Bitti recibió el encargo de hacer el retablo mayor de la iglesia de su orden, el que reemplazado por otro después del terremoto, y pintar algunas obras maestras, como La coronación de la Virgen, actualmente en el museo de la iglesia de La Merced, y la Virgen del pajarito, ubicada en la catedral. 

Otro de los grandes exponentes del manierismo cusqueño es el pintor Luis de Riaño, nacido en Lima y discípulo del italiano Angelino Medoro. 

Riaño se enseñorea en el ambiente artístico local entre 1618 y 1640, dejando, entre otras obras, los murales del templo de Andahuaylillas. 

También destaca en estas primeras décadas del siglo XVII, el muralista Diego Cusihuamán, con trabajos en las iglesias de Chincheros y Urcos. 

El barroco en la pintura cusqueña es sobre todo el resultado de la influencia de la corriente tenebrista a través de la obra de Francisco de Zurbarán y del uso como fuente de inspiración de los grabados con arte flamenco provenientes de Amberes. 

Marcos Ribera, nacido en el Cusco en los años 1830, es el máximo exponente de esta tendencia. Cinco apóstoles suyos se aprecian en la iglesia de San Pedro, dos en el retablo mayor y otro en un retablo lateral. 

El convento de Santa Catalina guarda La Piedad, y el de San Francisco, algunos de los lienzos que ilustran la vida del fundador de la orden, que pertenecen a varios autores. 

La creciente actividad de pintores indígenas y mestizos hacia fines del siglo XVII, hace que el término de Escuela Cusqueña se ajuste más estrictamente a esta producción artística. 

Esta pintura es "cusqueña", no solo porque sale de manos de artistas locales, sino sobre todo porque se aleja de la influencia de las corrientes predominantes en el arte europeo y sigue su propio camino. 

Este arte cusqueño se caracteriza, en lo temático, por el interés en asuntos costumbristas como, por ejemplo, la procesión del Corpus Christi, y por la presencia, por vez primera, de la flora y la fauna andinas. Aparecen, asimismo, una serie de retratos de caciques indígenas y cuadros genealógicos y heráldicos. 

En cuanto al tratamiento técnico, ocurre un desentendimiento de la perspectiva sumado a una fragmentación del espacio en varios espacios concurrentes o en escenas compartimentadas. Nuevas soluciones cromáticas, con la predilección por los colores intensos, son otro rasgo típico de este estilo pictórico. 

La serie más famosa de la Escuela cusqueña es, sin duda, la de los dieciséis cuadros del Corpus Christi, que originalmente estuvieron en la iglesia de Santa Ana y ahora se encuentran en el Museo de Arte Religioso del arzobispado. (Datos: Wikipedia)



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