jueves, 12 de noviembre de 2020

Cuáles alimentos trajeron los españoles en el proceso de ocupación y durante el Virreinato del Perú



En el proceso de ocupación y durante el virreinato, los españoles trajeron los siguientes principales alimentos:


Verduras y hortalizas. Espinaca, zanahoria, beterraga, nabo, berenjena, alcachofa, perejil, culantro, rábano, pepino y lechuga.


Granos y semillas. Garbanzos, lentejas y habas.


BESTE BOOKS DISPENSER - TOP SPANISH EDITION


Frutas. Uva, higo, melón, dátil, naranja, limón, toronja y plátano.


 Trigo (harinas, pan), Cebada, Avena, Centeno. Olivo (aceituna, aceite), Alfalfa.

martes, 10 de noviembre de 2020

Cultura o Civilización Vícús

 



Vicús es una civilización que se desarrolló entre los años 150 a. C. y 400 d. C. 


Está ubicada en la zona costera norte del Perú, en el curso inferior del río Piura, a 7 km del distrito de Chulucanas, en la provincia de Morropón, departamento de Piura.


Su área de influencia se extendió desde Tambo Grande y Salitral (parte alta del río Piura), hasta el norte en las provincias piuranas de Morropón, Ayabaca, Huancabamba y probablemente hasta la Sierra Sur de Ecuador.


Su sede administrativa, localizada en el "cerro Vicús", a una altitud de 170 msnm, y que da nombre a esta cultura, sirvió de enlace con otras ciudades andinas ubicadas más al norte. 


Se descubre porque en 1963 comenzó la fiebre de la huaquería o extracción ilegal de las riquezas enterradas de esta cultura, las que fueron vendidas.


Domingo Seminario Urrutia, dueño de tierras en la zona, al ver esta comercialización ilegal, comenzó a comprar cada pieza que le ofrecieron con la única finalidad de preservarlas en su lugar de origen y evitar su pérdida.



Luego, Seminario Urrutia, se pone en contacto con el Ministerio de Educación Pública y el Patronato Nacional de Arqueología, donde contrata el 4 de enero de 1964 a Ramiro Matos para que estudie esta nueva cultura. 


También contrató al arqueólogo Carlos Guzmán Ladrón de Guevara y al técnico José Casafranca Noriega.


El arqueólogo peruano Luis Guillermo Lumbreras se ocupó de la cultura vicús a partir de 1979.


Los vicús, eran conocedores de las aleaciones de plata, oro y cobre, usaron estos metales en la fabricación de sus instrumentos de labranza.


Su cultura se desarrolló en tres grandes etapas:


Etapa Chavín;


Etapa de desarrollo regional


Etapa de influencia Mochica.



La agricultura fue la base de su desarrollo económico. Se conoce que cultivaban calabaza o mate, maíz y algunos frutos, con sistemas de regadío avanzados.


Estas actividades se complementaban con la ganadería o la caza.


Cerca del Cerro Vicús se han encontrado casi dos mil pozos funerarios, verdaderas chimeneas mortuorias con una antigüedad de doce a catorce siglos.


Una de las características de Vicus son precisamente estas tumbas consistentes en pozos verticales tubulares de profundidad y diámetro variable. Al final del pozo hay un ensanchamiento que da al conjunto la forma de bota.


La profundidad del pozo oscila entre 4 y 15 m, pero hay algunos que alcanzan los 15 metros. El diámetro oscila entre los 70  y 1 m pero generalmente son de 80 cm.


Posiblemente las tumbas más profundas pertenezcan a gente de más importancia. Son también las que contienen mayor cantidad de piezas de cerámica y metálicas.


Generalmente el cadáver, reducido a polvo se encuentra en el fondo de la tumba, pero también puede estar ubicado más arriba. Una vez colocado el cadáver y los objetos que le correspondían por su clase, se volvía a cubrir la tumba con arena. Se han encontrado algunas tumbas vacías, lo cual hace suponer que estaban por ser ocupadas y disponibles, pero no se llegaron a usar.


En las tumbas corrientes se han encontrado ollas o diversos objetos de cerámica, agujas de cobre y trozos de tela.


Continúa siendo un misterio como se podía trabajar en una chimenea tan profunda de apenas 75 cm de diámetro, donde se tendría que formar necesariamente un tiro de succión capaz de producir un vacío en el fondo, el mismo que provocaría la muerte por asfixia de cualquier trabajador. Los huaqueros, para evitar este fenómeno excavan estas tumbas por el fondo desde un lugar abierto.


BEST BOOKS DISPENSER:


En las tumbas de los cementerios de Vicús, no se encuentra un cadáver. Lo que se encuentran son formas alargadas reducidas a polvo, de unos 6 cm de largo y 12 o 10 cm de espesor. Es una tierra de color marrón oscuro en la que no quedan ni los huesos, salvo algunas piezas dentarias.


Se supone que los cadáveres eran cremados y las cenizas envueltas en telas, depositadas en las tumbas, porque sí se han encontrado trozos de telas. Esto hace suponer que la cremación no se realizaba dentro de la tumba, sino fuera de ella. Luego las cenizas se trasladaban al interior de la tumba, y se daba con ellas la forma y tamaño deseados. No se han llegado a descubrir, lo que pudieron ser los crematorios de los antiguos Vicús.


La denominación de tierra de muerto, fue dada por los huaqueros piuranos, que guardaban por ellas temeroso respeto.


La colección Domingo Seminario Urrutia fue la más importante donde este exsenador y hacendado con el afán de dar a conocer más de esta cultura llega a exhibir en múltiples oportunidades su valiosa colección a nivel nacional. También cabe resaltar que Seminario tuvo un éxito rotundo exhibiendo esta colección en el Galería Nacional de Arte DC, Museo Solomon R. Guggenheim en New York como también en museos en México y Brasil.


La cerámica Vicús denota influencias de la Chavín/Cupisnique (etapa Chavín) y de la Moche temprana (etapa de influencia Mochica), pero existe entre ambas una cerámica puramente estilo Vicús (Etapa de Desarrollo Regional), con características muy propias de esta cultura, a la que, para diferenciarla, se la llama cerámica Vicús-Vicús.


Los Vicús hicieron dos clases de cerámica:


Uso doméstico: ollas, platos y vasijas de uso diario.


Uso ornamental: usadas mayormente en ceremonias.


En el estado actual de las investigaciones, (1990) la cerámica es la principal fuente de información sobre los Vicús. En general, su cerámica se caracteriza por su aspecto macizo y rústico, y por su tendencia escultórica realista. Morfológicamente, la cerámica Vicús ha sido separada en tres tipos:


-Vicús negativo: comprende círculos simples, volutas, y triángulos que aparecen en recipientes con figuras de animales. En los ceramios Vicús Negativo podemos apreciar guerreros, músicos, y escenas eróticas con figuras desnudas de ambos sexos.


-Vicús blanco sobre rojo: es similar a Vicús Negativo, ya que presenta recipientes escultóricos antropomorfos, fitomorfos y zoomorfos. Su decoración combina blanco, aplicaciones, incisiones y líneas.


-Vicús engobados monocromos: presenta una apariencia tosca, con manchas oscuras debido a defectos de cocción. Presenta recipientes con base acampanada, trípodes o pedestales.


Cerámica Vicús I y Vicús II:


-El primer período está formado por cerámica tosca, de baja calidad en comparación con su supuesto antecesor (el estilo Chavín) y su supuesto sucesor, (el estilo Mochica). 


-El segundo grupo está formado por cerámicas de acabado muy fino y formas compatibles con los complejos cerámicos de Lambayeque y Virú.


Hay vasijas cantarinas, porque dejan escapar melodiosos tonos a medida que se sirve el agua o licor que contienen. Otras que tienen como motivos ornamentales las serpientes, lanzan silbidos como los de un ofidio. Hay también algunas que semejan pájaros y silban como tales. Estas piezas pertenecen al período que podríamos llamar de esplendor que los arqueólogos conocen como Vicús-Vicús.


Otro sello de identidad de la cerámica Vicús, es la representación desproporcionada de figuras humanas o animales. Las creaciones figurativas de Vicús son generalmente grotescas, y en ellas las facciones humanas aparecen notablemente exageradas.


Una característica repetida en los rostros escultóricos es la de la nariz prominente y ganchuda. Es la llamada nariz en «pico de loro». Las orejas son también tan prominentes como la nariz. Los ojos son abultados trabajados con incisión a manera de grano de café. Las divisiones anatómicas del cuerpo globular apenas se bosquejan. Los brazos son muy largos y alargados. Muy pocas veces se ha representado a la mujer, de lo cual se ha deducido que en la cultura Vicús estaban relegadas a un segundo orden. Como motivos también se representan figuras zoomorfas, antropomorfas. (Datos: Wikipedia y otras fuentes)


















lunes, 9 de noviembre de 2020

El Gran Enigma del Paradero de las Momias de los Emperadores Incas - Caso Sin Resolver por Siglos


Cuando morían, los gobernantes incas eran momificados y tratados como dioses vivientes. 


Tras la conquista, sus momias sufrieron numerosas vicisitudes hasta desaparecer de la historia.


Hoy en día, nadie sabe dónde se encuentran.


¿Por qué se le ocultó? ¿Razones que no deben conocerse?


Parece que con la llegada de los españoles, algunos súbdito responsabilizados de su custodia se llevaron las momias de sus monarcas a algún lugar seguro para que no pudiesen ser profanadas, y allí siguieran siendo veneradas en secreto.


 En 1558, Juan Polo de Ondegardo fue nombrado corregidor del Cuzco y entre sus objetivos estaba localizar las momias de los reyes incas. Tuvo éxito en su búsqueda, ya que descubrió las momias de varios gobernantes y sus coyas (reinas).


Best Books Dispenser - Top Spanish Edition:


El corregidor las reunió todas en su casa y allí las pudo ver el cronista Garcilaso de la Vega, que narra así el encuentro: 


"En la habitación encontré cinco cuerpos de los gobernantes incas, tres varones y dos hembras. Los cuerpos estaban perfectamente conservados [...]. Estaban vestidos como lo habían sido en vida. Fueron enterrados en una posición sentada, sus manos cruzadas a través de su pecho, la izquierda sobre la derecha, y sus ojos bajos, como si buscaran en el suelo [...]. Los cuerpos pesaban tan poco que cualquier indio podría llevarlos en sus brazos en la espalda de casa en casa".


Tras esta visita, los cuerpos fueron enviados a Lima, y el virrey Andrés Hurtado de Mendoza mandó conservarlos en el recinto del Hospital Real de San Andrés, donde el jesuita José de Acosta pudo verlas y describirlas. 


A partir de ese momento existen muy pocas menciones sobre estos cuerpos; la última data de 1638. 


Siglos después, en 1937, José de la Riva-Agüero dirigió una investigación para saber si, efectivamente, las momias seguían en el hospital o qué había sido de ellas. 


Se descubrieron varias criptas, pero en ninguna de ellas había momias.


Best Books dispenser - Top Spanish Edition:




En 2001, otra expedición arqueológica intentó dar con el paradero de las esquivas momias. Empleando un radar de penetración terrestre hallaron una cripta subterránea abovedada bajo el hospital y un pozo con basura de época colonial. 


En 2005 se excavó en estos lugares, pero no se halló ni rastro de momias. 


¿Estuvieron enterradas aquí las momias reales incas? ¿Fueron trasladadas en algún momento a otra ubicación? ¿Continúan ocultas en algún rincón del hospital? Por ahora estas preguntas permanecen sin respuesta y el destino de las momias de los grandes gobernantes incas continúa siendo un enigma.


¿Quién o quiénes retienen y ocultan las momias reales incas?


¿Cuáles son las misteriosas razones para haber llegado a la conclusión de que nadie debe verlas?


¿Eran seres diferentes?

jueves, 5 de noviembre de 2020

El Ejército Real del Perú: Infantería

 


La infantería del Ejército Real del Perú con sede en Lima estaba compuesta por:


Los Granaderos: 


Eran escogidos entre los hombres de mejor conducta y constitución física, generalmente los más altos y fornidos del batallón, constituían una fuerza de choque y recibían su nombre de las granadas de mano que originalmente usaban en los combates. Su distintivo original eran las birretinas o gorros de piel de oso negro.

Discover GOSE:


-Los Cazadores: 


Eran soldados de infantería ligera, ágiles y de menor talla, adiestrados en tácticas de orden disperso o "guerrilla", en batalla eran usados como escaramuzadores o avanzadas. Se les entrenaba como tiradores de preferencia y en algunos casos solían portar fusiles más livianos y de mayor precisión ("Rifles" cuyo cañón en su interior era rayado para dar al disparo mayor alcance y precisión). Su distintivo era el cuerno de caza que llevaban en el Chacó o bordado en la casaca.


-Los Fusileros: 


Constituían el núcleo de la infantería, la poca precisión de las fusiles de la época hacía que la infantería utilizara formaciones cerradas (codo a codo) disparando por salvas sobre la formación enemiga para maximizar el daño producido por sus descargas. En caso de ser atacados por la caballería formaban un cuadro, donde la primera fila esgrimía sus bayonetas y la segunda disparaba sobre los jinetes enemigos. 

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Las Tapadas Limeñas durante el Virreinato del Perú ¿manto protector frente a epidemias?

 


Las tapadas limeñas fueron un ícono en la Lima antigua.


Fue una presencia original que no existió en ninguna otra ciudad de la América hispana.


El juego de insinuación, el símbolo de clandestinidad, acaso de una incipiente libertad femenina, llamaron la atención de los visitantes que pasaron por la majestuosa ciudad capital durante los trescientos años en que se usó el traje. (Wikipedia)


A esta explicación hay que sumar quizás la necesidad de protección frente a las epidemias de la época.


Entre 1585 y 1589 una epidemia de viruela y sarampión se extendió desde el Cuzco hacia el norte, hasta llegar a Quito. 


Ocurrieron muertes por millares. En Lima, solo en el Hospital de Santa Ana fallecían de 14 a 16 personas por día, situación que se mantuvo por 2 meses.


En total murieron en Lima unas 3 mil personas, 10 % del total pobladores que llegaban a unos 30 mil.


Por disposición del Virrey se establecieron varios hospitales en provincias, a fin de que los enfermos no fuesen alejados de sus pueblos. 


En 1588 otra epidemia se extendió por todo el virreinato; esta vez fue el terrible tifus exantemático que apareció por primera vez en América en Cartagena de Indias, desde donde se transmitió con fuerza a Lima, Cuzco, Potosí y Chile.


Otros casos más ocurrieron, por lo que es posible que como medida de protección las mujeres se taparan nariz y boca para evitar en algo los contagios al salir de casa.


Con saya y manto las limeñas eran unas figuras muy atractivas, misteriosas e insinuantes, con todo por descubrir. 







jueves, 29 de octubre de 2020

28 de Octubre de 1746: Ocurrió el mayor y devastador terremoto de Lima

Virrey Conde de Superunda


El 28 de Octubre de 1746, ocurrió en Lima, la capital del Virreinato del Perú, un gran terremoto, cuya potencia se estima en aproximadamente 9,0 de Magnitud de Momento (MW).


Las víctimas oscilaron entre 15 mil y 20 mil fallecidos.


Gobernaba entonces en el Perú el virrey José Antonio Manso de Velasco. 


Este terremoto es considerado el mayor ocurrido en Lima.


A las 10:30 p.m. del 28 de octubre de 1746, empezaron las violentas sacudidas de la tierra que obligaron a todos a salir de sus casas y buscar lugares descampados. 


No todos pudieron hacerlo y aun aquellos que ganaron la calle vinieron a sucumbir al derrumbarse los muros adyacentes. 


La confusión y el espanto cundieron por toda la ciudad.


La duración del sismo fue de tres a cuatro minutos.


Lima tenía 60 mil habitantes.
 

Cayeron las partes altas de templos, conventos, mansiones y diversas construcciones.


Culminado el sismo nubes de polvo ocultaron la visión de la población.


La noche fue verdaderamente angustiante, aun sin saberse todavía en Lima la desgracia del vecino puerto del Callao, que fue arrasado por un maremoto. 


Muchos, para no quedar sepultados entre las ruinas, así como para hallar amparo en la compañía de los demás, se refugiaron en la Plaza Mayor y otros se retiraron al fondo de sus huertas, de modo que en las casas que aún permanecían en pie o entre los escombros de otras reinaba un gran silencio.


La procesión del Señor de los Milagros se realizó por primera vez después del devastador terremoto de 1687, cuando el muro otra vez se mantuvo en pie. Se hizo una réplica en lienzo que salió en procesión desde el humilde barrio de Pachacamilla -hoy Santuario y Monasterio de las Nazarenas- hasta la pluricultural Plaza Mayor y las principales calles de la ciudad, y los Barrios Altos. Se declara como fiesta oficial después del terremoto de octubre de 1746. 


Amaneció el día sábado 29 de octubre y los ojos de los sobrevivientes contemplaron con espanto la ruina de la ciudad. De las tres mil casas que componían las ciento cincuenta islas o manzanas que se encerraban dentro de las murallas de Lima, apenas veinticinco se mantuvieron incólumes. Las calles se veían obstruidas por los escombros y el interior de los edificios ofrecía un aspecto desolador. Las torres de la Catedral se desplomaron y cayeron sobre las bóvedas destruyéndolas. Otro tanto sufrieron las torres de las iglesias de San Agustín, La Merced y San Pablo de la Compañía. Prácticamente todas las iglesias, conventos, monasterios, capillas y hospitales, sufrieron más o menos iguales destrozos. El arco magnífico que estaba a la entrada del Puente de Piedra, coronado por la estatua ecuestre del rey Felipe V (cuya muerte, acaecida el 9 de julio de ese año, se ignoraba todavía en el Perú), se vino al suelo, quedando la escultura desgajada en el suelo y entorpeciendo el paso. 


En el Palacio virreinal, no quedó un lugar habitable y el Virrey hubo de acomodarse en una barraca de tablas y lona. Pero no estaba en mejores condiciones el Santísimo Sacramento que del Sagrario fue conducido a una ramada que se improvisó en la Plaza mayor. 


El edificio del Tribunal del Santo Oficio quedó igualmente en ruinas. 


La Desaparición del Puerto de El Callao:


Desde las primeras horas del día comenzaron a circular voces sobre la destrucción del Callao y el virrey envió a aquel puerto a algunos soldados de a caballo, a fin de cerciorarse del hecho. Estos trajeron la confirmación del desastre y a poco ya toda la ciudad lo sabía, pues a ella llegaron también unos cuantos sobrevivientes de la embestida del mar. Lo que contaron dichos sobrevivientes fue algo horrendo, con ribetes apocalípticos. 


Media hora después del terremoto se había entumecido el mar y elevado a enorme altura, y con horrible estruendo se había precipitado por dos veces sobre la tierra, la que inundó, y barrió todo lo que encontró a su paso. 


El Marqués de Obando, Jefe de la Escuadra y General de la Mar del Sur, dijo que los cuatro mayores navíos que había en el puerto, soltando las anclas fueron lanzados por encima del presidio y vinieron a varar el uno dentro de la plaza, el otro, cargado de trigo, a escasa distancia del anterior y los otros dos hacia el sudeste, como a distancia de un tiro de cañón de los baluartes. 


El número de los que perecieron en el puerto se calcula en unos cuatro a cinco mil, prácticamente toda la población; sólo se salvaron 200 personas. 


El mar se retiró, pero no volvió a su límite antiguo. Toda la zona portuaria del Callao se hundió después del terremoto. 


El reporte oficial mencionó más de 10 mil muertos en Lima, Callao y villas adyacentes. 


En Lima las víctimas no debieron pasar de 2.000, habiendo diversidad en los datos al respecto, lo que se explica por no haberse dado a todos los cadáveres sepultura: muchos quedaron insepultos entre las ruinas y sólo con el tiempo fueron paulatinamente descubriéndose. De todos modos una cifra crecida teniendo en cuenta la población total, de unos 60.000 habitantes. 


En cuanto a las edificaciones, Lima sufrió una destrucción total, excepto 25 casas de las 3.000 que conformaban la ciudad.


Luego del sísmo la tierra continuó moviéndose aunque con menor intensidad. Un reporte de José Eusebio de Llano Zapata describe todas las réplicas: Los movimientos continuaron en forma intermitente hasta las 5:00 a.m. y muchos remezones se sintieron hasta el Cuzco y desde el 28 de octubre hasta el 10 de noviembre se produjeron 220 réplicas más, y hasta el 28 de octubre de 1747 fueron un total de 568 temblores. 


Tan abatidos se hallaban los ánimos y tan honda impresión había causado la noticia de la ruina del Callao que el día 30, había comenzado a esparcirse el rumor de nueva salida del mar, toda la gente, presa de irresistible pánico, comenzó a huir en bandadas hacia los montes vecinos, sin que en su carrera nadie fuese capaz de detenerla. 


El Virrey, sabiendo que la noticia carecía de fundamento, hubo de montar a caballo a fin de contener a la multitud y desvanecer la falsa noticia que con delincuencial intento había comenzado a difundir un negro caballista. 


Hizo lo mismo el Marqués de Obando en compañía de un religioso franciscano y sólo después de mucho trajinar por todas las veredas que salen al campo se logró que volviera un tanto la calma. Ya cerca del anochecer comenzaron a deshacerse las aglomeraciones de gente de toda clase y condición que se habían formado y empezaron a volver a sus casas con más orden que a la salida. 


Debido a la confusión y desorden que reinaba en todas partes, así como por haber abandonado sus casas los dueños, la baja plebe se entregó al robo y saqueo. Hubo que recurrir a la tropa y el Virrey destinó tres patrullas de soldados con sus correspondientes cabos para que de continuo rondasen toda la ciudad y apresasen a los malhechores. 


En el Callao se hizo más necesaria esta providencia por los muchos objetos que iba arrojando el mar a la playa, que despertaban la codicia de bandidos y simples buscones. 


Por esta razón hubo de expedirse un decreto ordenando al Tribunal del Consulado velase por que no se cometiesen robos y recogiese cuanto se hallase a fin de restituirlo a los interesados. 


Como en toda la extensión de las playas que se suceden desde el Morro Solar hasta La Punta y también por el lado de Bocanegra varaban los restos de la ruina no era fácil evitar la audacia de los merodeadores, pero a fin de reprimirla se publicó un bando amenazando con pena de la vida al que hiciera alguna sustracción y se fijaron dos horcas en la ciudad y otras dos en el Callao, para contenerlos. 


Los días que se siguieron fueron de angustia, tanto por no cesar de temblar la tierra como por la amenaza del hambre y las epidemias. 


Gracias a las acertadas medidas adoptadas por el Virrey se logró abastecer a la población prontamente aunque no tan de inmediato que no se dejara sentir la escasez. Dispuso que de las vecinas provincias se remitiese cuanto antes el trigo almacenado y, convocando a los panaderos, les proporcionó el auxilio necesario, así para abastecerse de harina como de agua, por haberse roto los acueductos y cañerías de la que venía a la ciudad. 


Encomendó a los alcaldes ordinarios, D. Francisco Carrillo de Córdoba y D. Vicente Lobatón y Azaña la ejecución de estas medidas y de otras al mismo intento, como el abastecimiento de carne fresca. 


En cuanto a las epidemias, dice Llano Zapata en su Carta o Diario que hasta mediados de febrero del 1747 habían muerto en la ciudad, víctimas de tabardillo, dolores pleuríticos, disentería y cólicos hepáticos hasta dos mil personas, número excesivamente crecido para la Lima de entonces. 


Durante esos días luctuosos, las rogativas, procesiones de penitencia y públicas manifestaciones de piedad fueron casi ordinarias y los predicadores de uno y otro clero llenaban las calles con sus voces de gemido, excitando a todos a la desesperación y al arrepentimiento. A su vez, el virrey encomendó a los hermanos de la cofradía de la caridad la tarea de sepultar los cadáveres y de asistir a los muchos enfermos que no bastaban a contener los hospitales, en ruinas la mayor parte de ellos, pues en el de Santa Ana para indios perecieron 60 al caer sobre ellos la pesada techumbre de las salas. El clero limeño atribuyó la desgracia a la ira divina desencadenada por una serie de razones, a saber: Las injusticias que se cometían contra los pobres. Las prácticas ilícitas de la codicia y la usura. El torpísimo pecado de la lujuria. La vanidad de las mujeres con sus escandalosos vestidos, en especial los escotes demasiados abiertos.


La fe católica no sufrió merma y más bien se incrementó notablemente la devoción al Señor de los Milagros, venerada imagen que solía ser sacada en procesión en eventos de ese tipo, manifestación admirable de fe colectiva que ha persistido a través de los siglos. 


El Virrey Manso de Velasco desde un principio mostró gran presencia de ánimo y adoptó todas las medidas que pudieran contribuir a detener el desorden y hacer menos grave la desgracia. 


En los años siguientes Manso de Velasco dedicó todos sus esfuerzos a la reedificación de la capital y de su puerto, por lo que se le puede considerar con razón como el segundo fundador. 


Conde de Superunda:


Por todos estos servicios y por la construcción de la estupenda fortaleza del Callao, que elevó en el terreno que ocuparon las olas en el desborde del mar, el vice rey recibió del rey Fernando VI con fecha de 8 de febrero de 1748 el título de Conde, con la expresiva denominación de Superunda, “sobre las olas”. 


El terremoto de Lima del año 1746 conmovió a todo el mundo civilizado. Las noticias que del mismo se publicaron en español fueron traducidas al inglés, italiano y portugués y circularon abundantemente, pues se hicieron de algunas varias ediciones. 


Poco a poco volvieron las cosas a tomar su ritmo normal en Lima, aun cuando el recuerdo de tan funesto episodio quedó por mucho tiempo grabado en el espíritu de los sobrevivientes de la catástrofe.


Plano de Lima Amurallada

Catedral de Lima sin sus Torres

El Callao Arrasado por el Mar

martes, 27 de octubre de 2020

Nuestras Raíces - Extendidas, Profundas y Fibrosas

 

Ejército Real del Perú - Reconociéndolos como peruanos


Siglos atrás nuestros pueblos fueron conquistados por el Imperio Inca y estuvimos 1 siglo bajo su tiránica dominación


Luego, el Imperio Inca fue conquistado por el Imperio Español, y estuvimos bajo su dominio por 3 siglos en un período cumbre, como Virreinato del Perú.

Libro Relacionado:


Nadie puede dudar entonces que nuestra base más amplia viene del virreinato, período donde se produjo un gran mestizaje, dando origen a la raza que actualmente predomina en Perú.


Luego vienen 2 siglos ya de república, un declive a una época turbulenta y descontrolada de lucha por el poder entre bandas civiles y militares, período en el que llegaron inmigrantes africanos, chinos, japoneses, alemanes, austriacos, italianos, franceses, palestinos, turcos, malayos, ingleses, irlandeses, árabes etc.

Libro Relacionado:


Muchos peruanos se sienten herederos de los incas y no lo son tanto, no saben que más tienen de españoles que de incas, y que más aportó a la nacionalidad el Imperio Español que el Imperio Inca. Por supuesto que la república no ha aportado nada de valor, solo corrupción. 


Si nos enorgullecen los santos peruanos que aparecieron en la época del virreinato como Santa Rosa, San Martín de Porres, etc. porque no nos vamos a sentir orgullosos del Ejército Real del Perú, de los alabarderos y arcabuceros, y de tantos otros peruanos trabajadores durante la época del Perú Virreinal. (jlhurtadov@gmail.com)

Libro Relacionado:

Noticias e Información que no se puede perder