domingo, 28 de abril de 2013

El Triste Final de los Hermanos Gutiérrez


En 1872, los hermanos Gutiérrez usurparon el poder en el Perú y cometieron serios atropellos contra los peruanos.

El puebló reaccionó y los colgó en las torres de la catedral de Lima.

sábado, 30 de junio de 2012

Cultura Wari: Exponen Nuevos Restos Arqueológicos en Ayacucho



Un grupo de investigadores arqueólogos de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga (UNSH) en Ayacucho exponen nuevos hallazgos tras realizar excavaciones en el Complejo Arqueológico Wari.

Los hallazgos fueron realizados en el sector Vegachayuq Moqo donde se encontró un recinto de audiencias en forma de “D” rodeado por plataformas, que ha permitido el descubrimiento de evidencias de áreas de quema intensa de bloques de paja amarrados con diferentes tipos de sogas, así como armas bélicas: arcos y lanzas hechas de chonta y un probable reloj solar.

También se halló en la parte media del recinto, una especie de pedestal circular con una piedra tubular a través del cual se controlaba el paso del tiempo, que según los arqueólogos sería uno de los antecedentes del llamado Intiwatana del imperio de los Incas; así como estructuras arquitectónicas con hornacinas finamente revocadas.

Debajo del piso de la ocupación Wari se descubrió otro conjunto arquitectónico que no tiene antecedentes en la región de Ayacucho. Se trata de restos de una arquitectura vinculada a una etapa anterior, cultura Huarpa, que fueron construidos en base a tapiales con tierra compactada y materiales orgánicos finamente enlucidas y pintadas de blanco; por las características que presenta -según los investigadores- sería influencia de la cultura Nazca.

Estos estudios realizados hasta el momento permiten sostener  la tesis que la ciudad de Wari fue la capital de un poderoso imperio, varios siglos antes a los incas del Cusco.

Los trabajos forman parte de proyecto “Investigación y Puesta en Valor del sector de Vegachayuq Moqo-Wari”, en el Complejo Arqueológico Wari, ubicado en el distrito de Quinua, provincia de Huamanga, el cual está dirigido por el arqueólogo José Ochatoma Paravicino y cuenta con el apoyo de la Dirección Regional de Cultura de Ayacucho. (RPP)

jueves, 7 de junio de 2012

La Guerra de los Viracochas



Por: JUAN JOSÉ VEGA (*)

Ordinariamente se ha estimado que la Conquista del Perú acabó con la ejecución de Atao Huallpa; y así se enseña todavía. Pero no existe afirmación más falsa. Cuando el Inca fue agarrotado en Cajamarca, las guerras de los conquistadores contra los caudillos indígenas no se habían iniciado aún.

En efecto, fue sólo con el anuncio de su ejecución de aquel monarca indígena que sus generales, muerto ya su señor —liberados por tanto de toda promesa de pasividad—, empezaron las campañas militares contra los cristianos. Se iniciaron entonces las cruentas guerras de la Conquista del Perú; luchas en las cuales el español tuvo siempre a su lado a decenas de miles de indios aliados. Fue aquel un prolongado proceso heroico de cien batallas hasta hoy ignoradas por nosotros. Gloriosa resistencia que nos enorgullece con varías triunfos incaicos sobre las armas hispánicas. Épicas campañas en las cuales se formó un audaz pelotón de caballería peruana; y una elemental arcabucería incaica. Larga lucha que sólo habría de cerrarse con el asesinato de Manco Inca en las montañas de Vilcabamba la Vieja.

Por estas ideas nuestro libro constituye el primer intento peruano de escribir la historia de la conquista del Perú en forma integral. Pero posee, además, otra característica, que señalamos con interés. La de presentar también la “visión de los vencidos” y no sólo la de los vencedores. Al igual que un cronista del siglo XVI podemos afirmar nosotros que hemos trabajado esta obra “prosiguiendo la descendencia de los Reyes Incas de este reyno, y lo a ellos perteneciente, sin tratar despacio las cosas de los españoles, que por otros han sido ya tratadas”. De ahí que tanto resaltemos las victorias cuzqueñas sobre las mesnadas castellanas.

Tales afirmaciones no pueden extrañar. La Conquista Española fue, en realidad, el fruto de varias guerras; y se logró en un dilatado ciclo, muy sangriento, durante el cual brilló el valor de un pueblo que se resistía a la dominación extranjera. Etapa aquella en la que, asimismo, resaltó la astucia por encima de las virtudes del soldado. Los conquistadores, en efecto, si bien empezaron utilizando a miles de indios nicaraguas, guatemalas y panamás, así como a gran cantidad de negros africanos, pronto supieron, astutamente, obtener un apoyo mucho más efectivo. Engañando a numerosos caciques peruanos, apareciendo como dioses, y ofreciendo autonomía y privilegios, así como corrompiendo a jefezuelos locales, consiguieron la adhesión de numerosos régulos indígenas. Creemos que a la osada voluntad de aventura, sumaron siempre los castellanos la treta y la trampa. Cosas corrientes en aquellos tiempos y que el Occidente por igual aplicó, en todas partes, durante la conquista del mundo.

Aquí en el Tahuantinsuyo los españoles, dotados de cerca de medio siglo de experiencia en la sujeción de América, emplearon, con gran éxito, una antiquísima máxima: dividir para vencer. Lanzando a unos indios contra otros fueron destruyendo, en cruentas batallas, a los dos fuertes núcleos incaicos: Cuzco y Quito. Pero los cristianos no sólo azuzaron los odios mortales que dividían a las aristocracias Hanan y Hurin de estas dos metrópolis. Simultáneamente favorecieron el alzamiento de poderosos curacazgos integrantes del Imperio de los Incas.

Cuzco y Quito, así, no sólo se combatieron ferozmente con trágica e implacable saña, mientras los españoles se fortalecían en el Perú. Libraron también guerras intestinas. Cuzqueños y quiteñistas hubieron de soportar dentro de sus respectivas áreas de influencia, una insurrección de curacas súbditos en varias de las más importantes comarcas del Tahuantinsuyo. Estos caudillos indígenas locales, con su ciega rebeldía, fueron instrumentos inconscientes de los cristianos en la lucha hispánica contra los principales centros incaicos.

Esta fragmentación interna fue aun más notoria cuando la gran sublevación de Manco Inca. Con tantas discordias se careció de elementos esenciales para la consecución del triunfo: simultaneidad en los pronunciamientos sincronización entre los dirigentes; unidad en la estrategia. Fue funesto a los rebeldes que, a causa de rencillas aristocráticas y de odios dinásticos, jamás lograse Manco unir a todas las fuerzas nativas; las que, juntas habrían resultado imbatibles. La sublevación carecía de mando único y, con frecuencia, los peninsulares utilizaron hábilmente a su favor estas escisiones y, atizándolas, lanzaron a unos indios contra otros.

Sucedió así que hubo varias rebeliones en lugar de una maciza. Cada señorío procedió por su cuenta, levantándose a destiempo y acatando a sus caciques, quienes no siempre mantuvieron fidelidad a las exigencias populares. Distintos régulos por rivalidad con los Incas, no prestaron suficiente respaldo al movimiento central cuzqueño. Asimismo, ciertos Curacas engañados por la perfidia del agresor, o corrompidos por los españoles, lucharon, al igual que en México, al lado de los conquistadores, siguiéndolos en tan equívoco empeño, considerables masas de indios sometidos al mandato irrefutable de esos soberanos locales.

El Inca contó de modo permanente sólo con el poderoso núcleo tribal forjador del Tahuantinsuyo: los clanes gloriosos de los Cuzcos. Estos ayllus, creadores del Imperio Incaico, fueron el alma de la insurrección. Allí, en la estrecha franja ceñida por los ríos Vilcanota y Apurímac, estuvo el baluarte principal de la resistencia. Guerreando contra España, aspiraban a reconstruir el perdido Tahuantinsuyo. Distinta fue la actitud de otros grupos nativos. En efecto, las demás “naciones” autóctonas combatientes intervinieron, aunque con valentía, sólo en una que otra fase de la Reconquista sin aceptar la supremacía de los Cuzcos. Aspiraron a su propia autonomía.

Pese a esa situación, tan adversa, las derrotas ibéricas frente al Inca fueron numerosas. Podrían relievarse las infligidas a Hernando Pizarro en Ollantaytambo y a Gonzalo Pizarro en Chuquillusca; y estas batallas no constituyeron excepción. Manco venció a diversos jefes castellanos en Pillcosuni, Curahuasí, Jauja y Yeñupay. Por años tuvo en jaque a sus enemigos. Pero esto no fue todo.

Para comprender integralmente la magnitud de la Guerra de Reconquista, cabría agregar los sitios largos de Cuzco y Lima y los encuentros ganados por los lugartenientes del Inca. Tal 31 caso de las victorias alcanzadas por Titu Yupanqui, quien, sucesivamente, deshizo cuatro ejércitos conquistadores: los de los Capitanes Diego Pizarro, Gonzalo de Tapia, Cristóbal de Mogrovejo y Alonso de Gaete. De los mílites de esas magníficas expediciones, apenas quedaron vivos unos pocos: acabaron como siervos de Manco Inca. Campaña apoteósica la de Titu Yupanqui que culminó en la fuga de las tropas de Francisco de Godoy, ante las fuerzas incásicas que avanzaban, invencibles, hacia el océano. Fue entonces cuando los cuzqueños cercaron Lima. Otros héroes victoriosos fueron Ylla Tupac y Tisoc Inca, en el centro del Imperio y en el Titicaca, respectivamente.

¡Indios contra indios! Tal fue en realidad, el secreto de la rápida conquista del Tahuantinsuyo; porque las guerras de la penetración castellana eran, esencialmente, sanguinarias campañas de unas confederaciones tribales contra otras. Atroz contienda entre indios. Espantosas guerras civiles que los españoles aprovecharon hábilmente y sin escrúpulos. Anarquía política que los castellanos supieron reforzar a través del atizamiento del espíritu levantisco de numerosos régulos indígenas contra el orden imperial incaico.

Pero la crisis dinástica incaica, al momento de la conquista española, no puede explicarlo todo. Existían factores más profundos. Al caos político indígena se agregaron elementos que no eran fruto de las circunstancias de última hora, sino derivados de la esencia misma del Tahuantinsuyo. Nos referimos a la conformación multitribal del Imperio de los Incas. Como todo Imperio, fue un Estado constituído por diversas “nacionalidades”. Vastos señoríos separados entre sí por lenguas, dioses, costumbres, leyes y tradiciones. Eran federaciones cuyas altivas aristocracias, vencidas poco tiempo atrás por los Incas, apenas si permanecían sujetas por la autoridad imperial. No existía sentimiento nacional. Al ser atacada la organización incaica en su base por los conquistadores, muchos Curacas —ingenuamente— no vacilaron en dar su decidida adhesión a los cristianos, a los cuales, con frecuencia, se vio como portadores de autonomía local.

El Tahuantinsuyo no se hallaba, pues, suficientemente cuzqueñizado al producirse la agresión hispánica. La acción Unificadora del Cuzco había durado demasiado poco; y mucho faltaba aún Para que se formara una línea mínima de conciencia nacional, que comprendiese a todos los pobladores del imperio. Por ello, en algunos casos, el nivel político, todavía poco desarrollado en el Perú pre-hispánico hizo ver a los cristianos, no como conquistadores sino como libertadores. La conquista europea tomó forma de insurrecciones regionales contra el Inca.

Los españoles fueron así penetrando al Imperio. Auxiliaban a uno u otro bando según las conveniencias del momento. Aprovechando el caos, burlando a los jefes indios, minaron toda posibilidad de resistencia organizada. Frente al arrojo de los cuzqueños que se lanzaban sin miedo Contra el acero y el fuego, pudo más la astucia de los peninsulares, quienes eran protegidos por grandes masas de indios aliados. Las energías incaicas se gastaron en la lucha fratricida. Las de Occidente, en cambio, se aplicaron en objetivos muy concretos y perfectamente determinados.

Fue en medio de estas condiciones que se hizo factible el que unos diez mil españoles conquistasen el Perú en un decenio, cayendo dos mil de ellos en la lucha. Verdaderamente, tan reducida cifra de conquistadores llamó siempre la atención porque se había descuidado el estudio de la crisis interna que sufría la sociedad incaica. Y tal vez porque, también, olvidábamos que tal clase de derrumbes se han producido numerosas veces en la historia universal. Al respecto quizás el ejemplo más categórico lo proporcione el formidable Imperio Persa. Abarcaba desde el Danubio hasta el Indo, pero fue destruído por un pequeño número de falanges de Alejandro. Ocurrió así merced a terribles tensiones internas que afrontaba Darío III Codomano; las cuales estallaron ante la presencia del conquistador macedonio. Aunque ejemplo no menos válido lo proporciona la misma España Visigótica que apenas en un par de años fue conquistada desde Gibraltar hasta los Pirineos por sólo trescientos árabes, seguidos de algo más de cinco mil auxiliares bereberes norafricanos. Las luchas internas españolas frustraron una resistencia eficaz. Tanto la aristocracia coma el pueblo estuvieron divididos; en ambos grupos hubo una fracción poderosa a favor de los musulmanes invasores.

Aquí, por igual, se desintegró el Estado Incaico. Los curacas levantados contra Cuzco o contra Quito no midieron la trascendencia de su actitud. Como carecían de una conciencia nacional única, cada aristocracia actuó conforme a lo que creyó conveniente en aquel momento. La Política, —como se ha dicho— no era aun una ciencia muy avanzada entre aquellos nuestros pueblos de totems y de magia y de sagrados señoríos. Pero sí, en cambio, la Política gozaba de plenitud de desarrollo entre los peninsulares, quienes procedían de un mundo ya en plena mentalidad lógica.

Así, mientras el Cuzco, —y con él buena parte del Tahuantinsuyo—, reconoció al principio como intocables dioses a los españoles, otorgándoles el divino nombre de Viracochas, los conquistadores, duchos en los más arteros menesteres de la guerra, mantuvieron falazmente el engaño. Poco, pues, podían hacer indios que aún creían en deidades Viracochas salidas de las aguas, contra españoles venidos de la Europa Renacentista, cuyos ídolos eran el dinero y la inteligencia. Era el enfrentamiento de la franca amoralidad política del Occidente del siglo XVI con un pueblo que aún se enorgullecía del ama llulla”, del “no mentir”.

“El fin justifica los medios”, era un pensamiento que se practicaba con naturalidad en el viejo mundo, aunque no se confesase. Aventureros salidos de esos pueblos europeos fueron los que chocaron contra la sencillez de las colectividades antiguas del Perú. No sólo se enfrentaron, pues, el hierro contra a piedra y el arcabuz a la valentía elemental. Los dos mil quinientos años de evolución histórica que separaban al Tahuantinsuyo de España se reflejaron, por cierto, en ausencia de rueda y alfabeto, de pólvora y acero, de corceles y navíos entre nuestros indios, pero también plasmó tan dilatado lapso de diferenciación cultural en una conciencia política de menor desarrollo. En una mentalidad más llana; menos capaz del complicado juego de intrigo y ardid. Recursos que tanto cuentan en toda invasión.

Por estos motivos, con mayor razón aún, rendimos honores a los guerreros indígenas, especialmente cuzqueños, que cayeron heroicamente en defensa de su patria. A los que supieron morir en los mil combates que jalonan la historia de la Conquista del Perú. Titanes de la talla de Cahuide, negados hasta ahora en las historias oficiales. Héroes que hoy el pueblo peruano empieza a recuperar de un injusto olvido.

(1963).

(*) Juan José Vega Bello (n. Lima, 13 de septiembre de 1932 – m. Lima, 8 de marzo de 2003), fue un historiador, catedrático universitario y periodista peruano.

Desde muy joven incursionó en la docencia universitaria, siendo esta su actividad predilecta. En el campo de la investigación histórica, fue el principal impulsor de la revisión de las bases de la historia peruana, haciendo una interpretación novedosa de los hechos. Su proyecto historiográfico atendió básicamente al final del imperio de los incas y su conquista por los españoles, aunque también ha estudiado en profundidad la rebelión de Túpac Amaru II de 1780-81.

Uno de sus grandes aportes fue acabar con la creencia de que la conquista española del Perú finalizó con la captura y muerte del inca Atahualpa en 1533; en tal sentido puso en su verdadera dimensión histórica la resistencia inca iniciada por Manco Inca, que expuso magistralmente en su libro La guerra de los viracochas (Lima, 1963). Otra de sus obras importantes es la consagrada al caudillo Túpac Amaru II: José Gabriel Túpac Amaru (1969).

Fue además, un innovador en la exposición histórica, sosteniendo que esta debía darse en un estilo sencillo y ameno, al alcance del entendimiento de cualquiera. Asimismo, fue uno de los historiadores que más viajó por el Perú, y el único de procedencia urbana que profundizó en el conocimiento del quechua clásico incaico. Estuvo casado con Carmela Miranda. (Wikipedia)

domingo, 20 de mayo de 2012

Benemérita Guardia Civil del Perú

Emblema de la Guardia Civil del Perú

La Guardia Civil del Perú ha sido la mejor institución policial que ha tenido Perú en toda su historia.

Esta institución fue eliminada por el Gobierno peruano en el año 1988, al fusionarla con las otras dos entidades policiales existentes, la Policía de Investigaciones del Perú con la función que su nombre indica, y la Guardia Republicana encargada de la custodia de fronteras, locales públicos, y cárceles. Se constituye en reemplazo la Policía Nacional del Perú.

Las razones para su eliminación fueron 2:

-Hacer cumplir el mandato de las leyes de la república, con igual tratamiento a todo tipo de personas.

-Ser una Institución eficiente y eficaz en el cumplimiento de su misión.

Al aplicar la ley a todos por igual generó resentimientos políticos, que tomaron venganza al llegar al poder.

Al ser eficiente y eficaz en todo aspecto generó celos en una institución militar que se sintió superada.

Ambos factores contribuyeron a realizar el proceso de fusión de las 3 instituciones policiales existentes, cuyo objetivo verdadero era suprimir a la Guardia Civil.

Primera Promoción de la Escuela de Oficiales de la Guardia Civil del Perú

Historia


En 1919, en el segundo gobierno de Augusto Bernardino Leguía Salcedo se decidió reorganizar la policía existente mediante el Decreto Ley Nº 1163 expedido el 7 de agosto. Entre otros aspectos se disponía el establecimiento de “una Escuela de Policía para los aspirantes a Oficiales e individuos de la institución”.

Como el propósito del Presidente Leguía era tomar como modelo a la Policía de España, solicita al rey de España don Alfonso XIII, el envío a la capital del Perú de una Misión de Policía española para organizar e instruir en el Perú a la Policía de la república.

Leguía mediante Resolución Suprema del 4 de abril de 1921, dispone se contrate una Misión de la Benemérita Guardia Civil de España, con la finalidad de establecer las bases sobre las que debería formarse la Guardia Civil del Perú, lo que se concretó, y se puso en marcha, al suscribirse en Madrid, el 1 de octubre de 1921, el acuerdo diplomático por el que se contrataba los servicios de una Misión de la Benemérita Guardia Civil Española, la misma que el 22 de noviembre de 1921 llegó a la capital del Perú y estuvo presidida por el entonces Teniente Coronel GCE Señor Pedro Pueyo España. Completaban la misión el Capitán GCE Señor Bernardo Sánchez Visaires, el Teniente GCE Señor Adolfo Carretero Parreño, que por enfermedad tuvo que volver a España, siendo reemplazado por el de igual clase Teniente GCE Señor Fernando Gómez Ayau y el Sargento 1ro GCE Señor José Gómez Hernández (primer instructor de Guardias).

Esta misión policial española, después de instalarse, se dedicó al trabajo de planificación y formulación de los proyectos para la reforma de la policía, entregando, al mes de su llegada, la documentación respectiva, el 21 de enero de 1922, habiendo presentado al Presidente Leguía y al Ministro de Gobierno y Policía Germán Leguía y Martínez, 14 proyectos de ley que comprenden el plan completo de reorganización de los cuerpos de Guardia Civil, Seguridad y Vigilancia de toda la república. Dicho trabajo fue de la aprobación del presidente Leguía, quien consideró el plan proyectado en los 14 referidos proyectos, el único hacedero para la reorganización, por sus excelentes formas de adaptación y por la economía que, a pesar del mejoramiento de todos los servicios, suponía.

La Guardia Civil y Policía, era una nueva Institución Policial Peruana de naturaleza, carácter y organización militar, porque fue creada, con los mismos principios doctrinarios de la Guardia Civil de España, por la Misión de la Guardia Civil de España la cual trajo y aplicó los mismos reglamentos de la Guardia Civil de España, entre estos: La Cartilla del Guardia Civil, donde en su Art. 1º señalaba, que:El honor ha de ser la principal divisa del Guardia Civil, debe por consiguiente conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás, así como su Reglamento Militar, que estaba, con respecto al Régimen del Personal, relacionado con su situación, ascensos, beneficios y otros; su Reglamento para el Servicio en Tiempo de Paz, en el cual la Guardia Civil de Perú estaba organizada, al igual que la Guardia Civil de España, en Comandancias, Sectores, Líneas y Puestos, siendo estos últimos los que realizaban su servicio policial mediante correrías, que llegaban hasta el último rincón del País; también su Reglamento de Campaña, su Reglamento Interno para el aspecto disciplinario, sus Manuales de Criminalística, de Procedimientos en Materia Criminal, de Documentación Policial y Administrativa (se introdujeron por primera vez los términos de Atestado, Información Sumaria y otros), la Guardia Civil del Perú también heredó de la Guardia Civil Española su monograma con las letras G.C. entrelazadas.

Escuadrón de la Guardia Civil del Perú

Lo más notable de la labor de la Misión Española de Policía, fue el aspecto moral y material que realizó en el personal, el cual fue rigurosamente seleccionado, con buenos elementos; con presencia; instrucción mínima; porte militar y con marcada personalidad; sujeto a una severa y rigurosa disciplina militar, de tal modo que a todos sus integrantes, hasta el último Guardia, se les pueda dar autoridad; con todas las garantías inherentes a su autoridad y con estabilidad en el puesto. (Wikipedia)


viernes, 11 de mayo de 2012

En la Amazonía Peruana También Existieron Grandes Civilizaciones Pre Incas


Pieza Arqueológica Encontrada en la Amazonía Peruana


"Civilizaciones amazónicas"

Artículo escrito por Isaac Bigio, publicado en la columna “Mundo al Dia” en el diario Correo de Lima Perú del 11 de mayo del 2012.

El Amazonas tiene la mayor cuenca fluvial del planeta. Allí se concentra un quinto del agua dulce y un tercio de la flora y fauna terrestres.

Desafortunadamente, hoy nuestros países no saben cómo aprovechar sus riquezas sin poner en riesgo su futuro. La tala indiscriminada de la mayor jungla del globo para madera o para abrir campos libres para los cultivos o la ganadería está haciendo que las lluvias laven la poca capa de tierra fértil que esta tiene, haciéndola improductiva y además extinguiendo especies de plantas, hongos y animales que son vitales para nuestra existencia o que pueden tener beneficios para la medicina o la ciencia.

Si esta tendencia no se detiene, para mitad de siglo ello podría conducir a que dicho pulmón verde del globo acabe como el Sahara, el cual hace 10 milenios era una gran sábana de plantas, ríos y lagos.

Algo que genera optimismo es que la arqueología viene descubriendo que en esta selva, que se pensaba estaba habitada por pocos "salvajes", hubo hasta hace 5 siglos grandes civilizaciones. La Amazonía central ha estado poblada hace 9 milenios y allí se piensa que están los restos humanos americanos más antiguos.

Según Charles C. Mann, el Amazonas es un jardín plantado por los hombres, por ello se explica el alto porcentaje de frutas comestibles que esta tiene. Uno de las hallazgos es una amplia cantidad de "tierra negra" artificial, la misma que tiene hasta 2 metros de espesor y que está fabricada por amerindios en base a una combinación de arcillas, huesos y maderas semiquemadas, la cual ha transformado el ácido suelo amazónico en zonas altamente productivas y estables, y cuya fórmula no puede ser replicada por la ciencia moderna.

Esta forma de enriquecer la tierra para las siguientes generaciones es algo que contrasta con la tendencia actual de buscar una ganancia inmediata a costa de deteriorar el inmediato futuro. Gracias a ello es que la Amazonía pudo haber sostenido una alta población mayor a la actual.

Conforme a lo que la expedición de Orellana mostró, en el Amazonas había kilómetros de ciudades seguidas. Debido a la falta de piedras y rocas, estas urbes estaban hechas de madera y barro, y no sobrevivieron al despoblamiento que se dio cuando las epidemias que trajeron los europeos mataron a más del 95% de los nativos. Es más, algunas naciones amazónicas llegaron a tener metrópolis basadas en distintos anillos urbanos interconectados en amplias rutas que atravesaban de este a oeste y de norte a sur. En la Amazonía boliviana (Beni) se han encontrado masivas islas, montículos y lagunas artificiales donde se crearon granjas de frutas y peces.

Los caribes y los arahuacos, que iban desde la Florida a Argentina, parecen haberse originado en la Amazonía, de la cual pudieron haber provenido también los puquinas (de donde vienen los incas). (Isaac Bigio – diario Correo)

viernes, 20 de abril de 2012

La Llegada de la Religión Católica al Perú


La religión católica llega al Perú a través de las diversas ordenes religiosas existentes en la época, llámense Dominicos, Franciscanos, Mercedarios, Jesuitas, y Agustinos.


 





 

videos: http://www.youtube.com/user/unrealbug

martes, 17 de abril de 2012

Las Culturas Preincas Moche y Nazca (5 videos)

Presentamos una descripción resumida de 2 importantes culturas que existieron en Perú antes de la llegada de los Incas, se trata de la cultura Moche en el norte peruano y de la cultura Nazca en el sur. Los videos incluidos corrresponden al Programa Sucedió en el Perú.


Señor de Sipán


Cultura Moche 


Moche, también llamada cultura mochica, es una cultura arqueológica del Antiguo Perú que se desarrolló entre el 100 a. C. y el 700 d. C. en el valle Moche teniendo como capital al territorio que hoy se denomina Huacas del Sol y de la Luna en la actual Provincia de Trujillo, Región La Libertad, esta cultura se extendió hacia los valles de la costa norte del actual Perú. Las sociedades moche desarrollaron una compleja tecnología de canales de riego, evidenciando amplios conocimientos en ingeniería hidráulica y ampliando la frontera agrícola. Además, hicieron uso intensivo del cobre en la fabricación de armas, herramientas y objetos ornamentales. Fueron considerados los mejores ceramistas del Perú antiguo gracias al fino y elaborado trabajo que realizaron en sus cerámicos. En ellos representaron a divinidades, hombres, animales y escenas significativas referidas a temas ceremoniales y mitos que reflejaban su concepción del mundo, destacándose la asombrosa expresividad, perfección y realismo con que los dotaban. Políticamente, las sociedades moche — de fuerte segmentación en clases sociales — se organizaban en señoríos comandados por autoridades religioso-militares. (wikipedia)


Líneas de Nazca


Cultura Nazca 


Nazca es una cultura arqueológica del Antiguo Perú que surgió en la provincia de Nazca (departamento de Ica) alrededor del siglo I y entra en decadencia en el siglo VI. Se ubicó a orillas del Río Grande entre los años 300 a.C. a 600 d.C. Tuvo un área de influencia que llegó a abarcar hasta Pisco por el norte, hasta Arequipa por el sur y por el este hasta Ayacucho. Hasta el siglo VI d. C., aumentaron sus contactos con la zona andina, llegando inclusive hasta las zonas altas de Ayacucho. Este contacto tuvo especial importancia en la formación de la cultura Huari. Un aspecto impresionante de Nazca es su cerámica policromada, con figuras de hombres, animales, plantas, etc. En muchas de estas cerámicas, se representan a hombres mutilados. El arte textil floreció tanto como en la época de los Paracas. Tuvieron un estilo propio de trabajo de los metales, aunque de menor calidad al de la época de Chavín. Lo más impresionante de esta civilización son los trazos efectuados por los Nazca en las Pampas de Nazca y en otros sitios de la costa sur del Perú. Los trazos conocidos como Líneas de Nazca se ubican en una zona geográfica con pocas precipitaciones, lo que demuestra conocimientos de geografía y meteorología. Como dato sumamente interesante y que refuerza la teoría del conocimiento meteorológico 
de los Nazcas. (wikipedia)
  
 

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