domingo, 30 de agosto de 2015

Los 5 Santos Católicos del Virreinato del Perú

Santa Rosa de Lima (el verdadero rostro)

En el Virreinato del Perú surgieron 5 santos católicos que marcaron la vida religiosa en Latinoamérica.

Ellos fueron:

.Santo Toribio de Mogrovejo 16/11/1538 - 23/03/1606

.San Francisco Solano 10/03/1549 - 14/07/1610

.Santa Rosa de Lima 30/04/1586 - 24/08/1617

.San Martín de Porres 9/12/1579 - 3/11/1639

.San Juan Macías 2/03/1585 - 16/09/1645

En todo lo que hoy se llama América Latina no aparecieron más santos hasta siglos después.


Santo Toribio de Mogrovejo

SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO


Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo (Mayorga, 16 de noviembre de 1538 - Zaña, Reyno del Perú, 23 de marzo de 1606). Eclesiástico español. Santo de la Iglesia católica y segundo Arzobispo de Lima. Misionero y organizador de la Iglesia católica en el virreinato del Perú. 

Sus padres, Luis de Mogrovejo y Ana de Robledo y Morán, de las casas de Villapadierna y Mogrovejo, pertenecían a la nobleza española. 

A los doce años, Toribio fue enviado por sus padres a estudiar a Valladolid. Después de algunos años, deseando estudiar Derecho civil y eclesiástico, se trasladó a la Universidad de Salamanca. Allí recibió la influencia de su tío Juan de Mogrovejo, profesor en dicha Universidad y en el Colegio Mayor de San Salvador en Oviedo. 

Habiendo sido invitado por Juan III, Rey de Portugal, a enseñar en la ciudad de Coimbra, Juan de Mogrovejo llevó consigo a su sobrino, y ambos residieron algunos años en la Universidad de esa ciudad. 

De vuelta a Salamanca, su tío falleció poco después del regreso. Toribio resolvió seguir la carrera de éste, llegando a ser profesor de leyes en la Universidad de Salamanca, donde su erudición y virtud le llevaron a ser designado como Gran Inquisidor de España. 

El emperador Felipe II al conocer sus cualidades le propuso al Papa Gregorio XIII su nombramiento como Arzobispo de Lima, sucediendo a Jerónimo de Loayza. En marzo de 1579, recibió el nombramiento para el cargo por parte del Papa Gregorio XIII. Como ni siquiera era sacerdote, habiendo recibido dispensa papal para la recepción de las diversas órdenes menores, fue ordenado en Granada y poco después, recibió la consagración episcopal en Sevilla. 

Finalmente, en septiembre de 1580 embarcó con destino a su sede episcopal, donde llegó en mayo del año siguiente. Lo acompañó su hermana, Grimanesa de Mogrovejo y el esposo de ésta, Francisco Quiñones, quien llegó a ser corregidor y alcalde de Lima. En marzo de 1579, Gregorio XIII lo nombró arzobispo de Lima en virtud a una cédula de presentación del rey. 

Llegó al puerto de Paita,(Perú), en mayo de 1581 e inició su trabajo como misionero viajando a Lima a pie, bautizando y enseñando a los nativos. 

Al llegar a Lima, como Arzobispo, tomó posesión de su sede el viernes 12 de mayo de 1581, se dedicó a lograr el progreso espiritual de sus fieles. La ciudad había quedado sin Arzobispo durante seis años, de 1575 a 1581 y estaba en una grave decadencia espiritual con un sistema en que el régimen de patronato facultaba a los Virreyes a intervenir en asuntos eclesiásticos, dando origen a frecuentes disputas entre el poder espiritual y el temporal, por lo cual los conquistadores cometían muchos abusos y los sacerdotes no se atrevían a corregirlos. Muchos para excusarse del mal que estaban haciendo, decían que "esa era la costumbre". Toribio de Mogrovejo les respondía que "Cristo es verdad y no costumbre". y empezó a atacar fuertemente todos los vicios y escándalos. Las medidas que tomó contra los abusos que se cometían, le atrajeron muchas persecuciones y atroces calumnias. Sin embargo, prefirió callar y solía decir: "Al único que es necesario siempre tener contento es a Nuestro Señor". 

Toribio de Mogrovejo se destacó por su fuerza de trabajo. Su generosidad lo llevaba a repartir a los pobres todo lo que poseía. Un día al regalarle sus camisas a un necesitado le recomendó: "Váyase rápido, no sea que llegue mi hermana y no permita que Ud. se lleve la ropa que tengo para cambiarme" Son abundantes los testimonios de su caridad, entrega y desinterés total por lo material: antes de poner su firma a cualquier decreto que lo requiriese, anteponía la palabra "gratis". En una ocasión, cuando se desató una terrible peste en la ciudad que causó innumerables muertos y enfermos, muchos de ellos pobres que abarrotaban los hospitales, le mandó decir a su cuñado que gastase todo su dinero en socorrerlos y que si faltaba, que pidiese prestado que luego él lo devolvería. En otra ocasión, un altercado gravísimo entre dos nobles limeños terminó con la condena a muerte de uno de ellos. Sólo el perdón del otro, que los ruegos de medio Lima no consiguieron, podía salvar de la ejecución al condenado. Ya a punto de realizarse el ajusticiamiento, el arzobispo de Lima fue a buscarlo, se arrodilló a los pies del ofendido y suplicó por su perdón como si fuera para él mismo obteniéndolo.  

Fue beatificado el 28 de junio de 1679 por el Papa Inocencio XI, mediante su Bula "Laudeamus" y canonizado el 10 de diciembre de 1726 por el Papa Benedicto XIII, mediante su Bula "Quoniam Spiritus".


Santa Rosa de Lima

SANTA ROSA DE LIMA


Santa Rosa de Lima O. P. (Lima, Perú, 30 de abril de 1586 - Lima, 24 de agosto de 1617) fue una Mística terciaria dominica . 

Fue la primera santa de América, excelsa Patrona de Lima, del Perú (desde 1669), del Nuevo Mundo y Filipinas (desde 1670). 

Además, es Patrona de institutos educativos, policiales y armados: Universidad Católica Santa Rosa (en Venezuela), Policía Nacional de la República del Perú y de las Fuerzas Armadas de Argentina. 

Nacida en el siglo XVI como Isabel Flores de Oliva, fue hija de Gaspar Flores, arcabucero natural de Baños de Montemayor, municipio de la provincia de Cáceres (España). Así lo asegura la placa en la casa de los Flores, la cual aún se conserva en dicho pueblo cacereño. En 1545, Gaspar salió de España, después de pasar por Puerto Rico y Panamá, que formaban parte del virreinato de Nueva España, llegó al Perú en 1547, como soldado del Pacificador Pedro de la Gasca, quien restableció la Real Audiencia en 1549, recuperando el dominio de la Corona tras la usurpación del poder por Gonzalo Pizarro, gobernante del Perú entre 1544-1548. Gaspar Flores fue nombrado arcabucero el 9 de marzo de 1557, por don Andrés Hurtado de Mendoza, tercer virrey del Perú entre 1556-1561. 

El 1 de mayo de 1577, se casó, en Lima, con la criolla limeña María de Oliva y Herrera, apellidos procedentes de Aragón. Ese mismo año servía de arcabucero en la guarda del V Virrey Francisco de Toledo (1569-1581). 

Debido a problemas económicos de la familia, trabajaba el día entero en el huerto y solía bordar con gran esmero para diferentes familias de la ciudad y así ayudar al sostenimiento de su hogar. 

A pesar de todo, se encontraba conforme con su forma de vida y no hubiera tratado de cambiarla si no hubiera sido por la insistencia de sus padres en casarla. Rosa resistió durante más de diez años y finalmente hizo voto de virginidad ante la imagen del "doctorcito" para confirmar su resolución. 

Al cabo de unos años ingresó en la Tercera orden de Santo Domingo a imitación de santa Catalina de Siena. A partir de entonces se recluyó prácticamente en la ermita que ella misma construyó, con ayuda de su hermano Hernando, en un extremo del huerto de su casa. Sólo salía para visitar el templo de Nuestra Señora del Rosario y atender las necesidades espirituales de los indígenas y los negros de la ciudad. También atendía a muchos enfermos que se acercaban a su casa buscando ayuda y atención, creando una especie de enfermería en su casa. 

Murió a los treinta y un años de edad en las primeras horas del 24 de agosto de 1617, fiesta de San Bartolomé, como ella misma lo profetizó y cuenta el padre Leonardo Hansen. 

El día de sus exequias y entierro, los devotos se abalanzaban sobre su cuerpo para arrancarle la vestimenta en busca de un recuerdo, aclamándola como santa. 

Hoy sus restos se veneran en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Lima (Santo Domingo), con notable devoción del pueblo peruano y de América que visita la Capilla dedicada a su culto en el Crucero del Templo dominicano. 

Su entierro fue uno de los más notables que vivió la ciudad de Lima. En la casa de la familia De la Maza se formaron grandes multitudes para contemplar a Rosa. El gentío hubo de esperar a su traslado hacia la Iglesia del Rosario. Al traslado acudieron el virrey, el Cabildo Secular y Eclesiástico, las órdenes religiosas presididas por la orden de Santo Domingo de Guzmán, los oidores y personas notables. Hubo de requerirse la fuerza de la guardia del virrey para impedir que Rosa fuera desvestida por los devotos que deseaban llevar alguna reliquia. A pesar de ello, tuvieron que cambiarle tres veces los hábitos e incluso en el traslado algún irreverente seccionó uno de sus dedos del pie. 

En el lecho de muerte, Gonzalo de la Maza hizo retratar el rostro de Rosa. A su efecto llamó al pintor italiano Angelino Medoro, quien realizó el primer testimonio de su apariencia física. 

La devoción del pueblo se excedió a tal punto, que en pocos años tuvieron que retirarla de la Cripta y colocarla en la Iglesia del Rosario. 

En 1634 se presentó a Roma la causa de Beatificación. La beatificación se realizó en el Convento Dominico de Santa Sabina en Roma, en 1668. 

Fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671, proclamándola por "Principal Patrona del Nuevo Mundo". 

En Lima, Roma, España y todos los países de América y Europa, se celebraron fiestas suntuosas en honor de la primera Santa natural de América. 

Los Pontífices en sus respectivas Bulas la proclamaron santa con el nombre de "Rosa de Santa María", y que posteriormente hubo de convertirse en Rosa de Lima, nombre toponímico común a muchos santos en el orbe cristiano. 

La tradición cuenta que el Papa Clemente X, luego de oír los argumentos sobre su canonización dijo: "¡Hum! ¡Patrona y Santa! ¿Y Rosa? que llueva flores sobre mi escritorio si es verdad", y la respuesta al instante fue una fragante lluvia de rosas sobre la mesa del Papa quien en ese momento procedió a la canonización.


San Martín de Porres


SAN MARTIN DE PORRES


San Martín de Porres Velázquez O.P. (Lima, 9 de diciembre de 1579 – 3 de noviembre de 1639) fue un fraile peruano de la orden de los dominicos. 

Es el primer santo mulato de América.

Conocido también como "el santo de la escoba" por ser representado con una escoba en la mano como símbolo de su humildad. 

Martín de Porres o Porras fue hijo de un hidalgo burgalés, caballero de la Orden de Alcántara, Juan de Porres (según algunos documentos, el apellido original fue Porras) natural de la ciudad de Burgos, y de una negra liberta (horra), Ana Velázquez, natural de Panamá que residía en Lima. 

Su padre no podía casarse con una mujer de su condición, porque era muy pobre, lo que no impidió su amancebamiento con Ana Velázquez. Fruto de esta relación nació Martín y, dos años después, Juana, su única hermana. 

Martín de Porres fue bautizado el 9 de diciembre de 1579 en la Iglesia de San Sebastián en Lima.

Se formó como auxiliar práctico, barbero y herbolista. 

En 1594, a la edad de quince años, y por invitación de Fray Juan de Lorenzana, famoso dominico, teólogo y hombre de virtudes, entró en la Orden de Santo Domingo de Guzmán bajo la categoría de "donado", es decir, como terciario por ser hijo ilegítimo (recibía alojamiento y se ocupaba en muchos trabajos como criado). 

Así vivió 9 años, practicando los oficios más humildes. Fue admitido como hermano de la orden en 1603. Perseveró en su vocación a pesar de la oposición de su padre, y en 1606 se convirtió en fraile profesando los votos de pobreza, castidad y obediencia 

De todas las virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía la humildad, siempre puso a los demás por delante de sus propias necesidades. En una ocasión el Convento tuvo serios apuros económicos y el Prior se vio en la necesidad de vender algunos objetos valiosos, ante esto, Martín de Porres se ofreció a ser vendido como esclavo para ayudar a remediar la crisis, el Prior conmovido, rechazó su ayuda. 

Ejerció constantemente su vocación pastoral y misionera; enseñaba la doctrina cristiana y fe de Jesucristo a los negros e indios y gente rústica que asistían a escucharlo en calles y en las haciendas cercanas a las propiedades de la Orden ubicadas en Limatambo. La situación de pobreza y abandono moral que estos padecían le preocupaban; es así que con la ayuda de varios ricos de la ciudad - entre ellos el virrey Conde de Chinchón, que en propia mano le entregaba cada mes no menos de cien pesos - fundó el Asilo y Escuela de Santa Cruz para reunir a todos los vagos, huérfanos y limosneros y ayudarles a salir de su penosa situación. 

Martín siempre aspiró a realizar vocación misionera en países alejados. Con frecuencia lo oyeron hablar de Filipinas, China y especialmente de Japón, país que alguna vez manifestó conocer. 

Fue frugal, abstinente y vegetariano. Dormía sólo dos o tres horas, mayormente por las tardes. Usó siempre un simple hábito de cordellate blanco con una capa larga de color negro. Alguna vez que el Prior lo obligó a recibir un hábito nuevo y otro fraile lo felicitó, Martín, risueño, le respondió: “pues con éste me han de enterrar” y efectivamente, así fue.

A la edad de sesenta años, Martín de Porres cae enfermo y anuncia que ha llegado la hora de encontrarse con el Señor. La noticia causó profunda conmoción en la ciudad de Lima. Tal era la veneración hacia este mulato, que el Virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, Conde de Chinchón, fue a besarle la mano cuando se encontraba en su lecho de muerte pidiéndole que velara por él desde el cielo. Martín solicitó a los dolidos religiosos que entonaran en voz alta el Credo y mientras lo hacían, falleció. Eran las 9 de la noche del 3 de noviembre de 1639 en la Ciudad de los Reyes, capital del Virreinato del Perú. 

Toda la ciudad le dio el último adiós en forma multitudinaria donde se mezclaron gente de todas las clases sociales. Altas autoridades civiles y eclesiásticas lo llevaron en hombros hasta la cripta, doblaron las campanas en su nombre y la devoción popular se mostró tan excesiva que las autoridades se vieron obligadas a realizar un rápido entierro. 

En la actualidad sus restos descansan en la Basílica y Convento de Santo Domingo en Lima, (Perú) junto a los restos de santa Rosa de Lima y san Juan Macías en el denominado "Altar de los Santos Peruanos". 

Fue beatificado por el Papa Gregorio XVI, franqueando las barreras de una anticuada y prejuiciosa mentalidad. El Papa Juan XXIII que sentía una verdadera devoción por Martín de Porres, lo canoniza en la Ciudad del Vaticano el 6 de mayo de 1962.


San Juan Macías


SAN JUAN MACIAS


San Juan Macías fue un religioso y santo dominico español que evangelizó el Perú desde 1620.

Nació en la Ribera del Fresno, Extremadura el 2 de marzo de 1585 y murió en Lima - Perú el 16 de septiembre de 1645. 

Hoy tiene innumerables fieles que visitan su imagen en el altar principal de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario o de Santo Domingo y en el año 1970 se levantó un templo parroquial en su nombre en el distrito de San Luis (Lima). 

Fueron sus padres Pedro de Arcas y Juana Sánchez, por lo que su nombre debió ser Juan de Arcas Sánchez. El cambio de nombre se debe fundamentalmente a que las tierras de pastoreo eran llamadas "las Macías" y a los pastorcitos "los Macías". Por eso es que se le conoce como Juan Macías o Juan Pastorcillo. 

Se sabe que quedó huérfano desde los cuatro años y medio y bajo el cuidado de un tío que lo dedicó al pastoreo. Cuentan que a la edad de 8 años, una noche de Navidad, Juan interrumpió la conversación de sus parientes para decirles que se marcharía. Luego conoce a un comerciante con el que trabajó y con él hace un primer viaje a América. Llegó primero a Cartagena de Indias (Colombia) luego al Reino de Nueva Granada, pasando por Pasto y Quito (Ecuador), para llegar finalmente al Virreinato del Perú donde se quedaría hasta su muerte. 

Su primera acción al llegar a Lima fue indagar sobre la Orden de Predicadores, indicando que se proponía ingresar a ella para servir a Dios de acuerdo a la voz que escuchó a los 20 años que le ordenaba venir al Perú. 

Su extrema bondad lo hacía frecuentemente repartir lo poco que tenía entre los pobres, hacía labor social y apoyaba a la Orden de Predicadores como hermano lego en el convento de dominicos de Santa María Magdalena donde finalmente fue admitido y luego el 23 de enero de 1622 tomó los hábitos. Un año después hizo los votos definitivos el 25 de enero de 1623. 

San Juan Macias, fue amigo íntimo de San Martín de Porres y coetáneo de Santa Rosa de Lima. Fueron los tres santos Dominicos que, en el siglo XVII animaron la vida Cristiana de la ciudad de Lima. 

Ya en el convento, San Juan Macías marcó su vida en la profunda oración, la penitencia y la caridad, pero debido a ello sufrió una grave enfermedad por la cual tuvo que ser intervenido en una peligrosa operación. Sin embargo, nunca descuidó a los más necesitados a quienes desde el portón del monasterio ayudaba. Era frecuente ver a los mendigos, los enfermos y los desamparados de toda Lima que acudían buscando consuelo. La clase alta, a quienes se les llamaba "pobres vergonzantes" tampoco era ajena a sus consejos, incluso el propio Virrey Toledo y la nobleza de Lima acudían a él. 

Su extrema humildad y respeto hacia sus semejantes era notoria. Daba de comer a sus pobres puesto de rodillas y a las mujeres jamás las miraba, fijando la vista en el suelo. Siempre trató de evitar cualquier tipo de tentación. 

Cuentan las crónicas que una noche un fuerte temblor de tierra sorprendió a Lima. Mientras los fieles rezaban el oficio en el coro, San Juan Masías oraba en la capilla de Nuestra Señora del Rosario. El primer sacudón hizo que los religiosos salgan presurosos a refugiarse en el jardín del claustro, pero el escuchó una voz que lo detuvo, el contó que era la Bienaventurada Virgen María y se quedó porque se sintió protegido. Finalmente quedó sano y salvo y el templo casi íntegro.

En 1678, en el Convento de Santo Domingo, Francisco Ramírez, novicio de 20 años de edad, con el objeto de limpiar su celda, levantó un pesado baúl, sin recordar que padecía de una hernia inguinal. El esfuerzo provocó el estrangulamiento de la misma por lo que se requería la intervención correspondiente, en ese entonces desconocida. Los facultativos, tras examinar al paciente, diagnosticaron un fatal desenlace por lo que le administraron los santos óleos. El Prior del Convento, R.P. Nicolás Ramírez, puso en manos del enfermo un pequeño cuadro de Fray Juan Macías, fallecido hacía 33 años, indicándole rezar pidiendo que intercediese por él. Los frailes dejaron al enfermo rezando y cayeron dormidos. Al retornar, tuvieron la sorpresa de encontrar al novicio incorporado y libre de dolencia. Este milagro fue autenticado por los frailes que presenciaron este hecho, siendo uno de los 2 que sirvieron para que el Papa Clemente XIII lo declare Venerable el 27 de febrero de 1763. 

Otro milagro tras su muerte fue la multiplicación del arroz, cuando una monja dominica recordó su nombre en voz alta cuando faltaba el cereal para los pobres, éste de pronto comenzó a aumentar desmesuradamente en la olla. Este hecho fue reconocido como milagro oficial. 

Sesenta años de edad contaba fray Juan Macías cuando le visitó la enfermedad que le llevaría a la tumba. El médico que le asistía había perdido toda esperanza de recuperación, y el propio fray Juan Macías se daba cuenta que le había llegado la hora de partir de este mundo al Padre, para entrar en la contemplación definitiva de aquellos, "Cielos nuevos y tierras nuevas" que, en repetidas ocasiones había visitado fugazmente en compañía de su venerable amigo San Juan Evangelista. En aquel trance supremo, de cara a la verdad absoluta que es Dios contó a los religiosos de su convento, los favores que Dios le había regalado en su vida, desde su niñez hasta aquel momento, y cómo le había hecho gozar de la visión de su santa gloria en repetidas ocasiones. No me olvide, hermano, y encomiéndame a Dios, le rogó fray Juan de la Torre, su amigo. "Padre mío, donde la caridad es más perfecta, cree su reverencia que me habría de olvidar? Le doy mi palabra: allá le seré mejor amigo de lo que le fui acá", le respondió. A otro que le recomendaba a sus pobres, le contestó: "Con que tengan a Dios les sobra todo; y para su consuelo, les queda el hermano Dionisio de Vilas y otros buenos amigos que no les harán faltar lo necesarios. Juan Quezada, benefactor de los pobres, llegó también hasta su lecho para pedirle que no se olvidara de él y de su esposa. "Olvidarme? En el corazón le llevó bien asentado, y también a la señora doña Sebastiana, su mujer". ¡Qué esperanza la que nos diste fray Juan. Cumple lo que dijiste! La hora señalada por Dios, ha llegado. Es la hora de la despedida definitiva. Fray Juan Macías se lo advierte a los hermanos, que lo acompañan: "Ahora, sí. Es llegada mi hora. Que se haga en mí la voluntad del Señor". Siguiendo la costumbre de aquellos tiempos, los religiosos de la comunidad se dirigen procesionalmente a la habitación de fray Juan, acompañando el Santo Viático. Fray Juan se sienta, con la ayuda de sus hermanos y, por última vez, recibe con todo fervor la santa comunión. Después de unos minutos de oración, en profundo recogimiento, el prior le administra el sacramento de la Unción de los Enfermos, en medio de salmos e himnos que los religiosos cantan invocando el perdón y la misericordia de Dios. Cuando los hermanos cantaban la tierna plegaria "Salve Regina", con la que los Dominicos despiden a sus hermanos de este mundo, fray Juan Macías entregaba su alma al Creador. Eran las 6:45 pm, del día 16 de septiembre de 1645. 

Con la muerte de fray Juan Macías se inició una nueva etapa de veneración de su memoria: Su sepulcro comenzó a ser visitado por mucha gente. Treinta y seis años después de su muerte, los restos de fray Juan Macías fueron trasladados a un ataúd de cedro y, para sorpresa de todos los presentes, lo hallaron incorrupto. Ahora mismo, se pueden apreciar los restos de fray Juan Macías, disecados, más no corruptos. 

Fue beatificado por el Papa Gregorio XVI, el 22 de octubre de 1837. El Papa Pablo VI lo canonizó el 28 de septiembre de 1975. 


San Francisco Solano


San Francisco Solano

Francisco Sánchez Solano Jiménez (Montilla, Córdoba, 10 de marzo de 1549 - Lima, Perú, 14 de julio de 1610).

Fue un fraile y sacerdote franciscano español, que misionó por el Perú, donde residió por 20 años hasta su muerte, predicando el cristianismo a los aborígenes.

Fue canonizado en 1726 por Benedicto XIII y es llamado "el Taumaturgo del Nuevo Mundo", por la cantidad de prodigios y milagros que se le atribuyen.

Nació en Montilla (Diócesis de Córdoba) en marzo de 1549. Francisco fue el hijo de Mateo Sánchez Solano y Ana Jiménez. Tuvo dos hermanos, Diego e Inés. Creció en un hogar cristiano y comenzó su educación con los padres de la Compañía de Jesús, los jesuitas de su ciudad, entrando luego en la Orden de San Francisco a los 20 años.

Cursó Filosofía y Teología en el convento de Loreto de Sevilla, ordenándose sacerdote en 1576. 

La muerte de su progenitor le hizo volver temporalmente a Montilla para visitar a su madre, que padecía ceguera. Sin embargo, su estancia se prolongó más de lo previsto debido a una epidemia de peste. En Montilla realizó varias curaciones inexplicables que dieron comienzo a su fama como hacedor de milagros.

En Montilla se atrajo las miradas de todos por el espíritu con que hablaba y la santidad que emanaba de todo su ser. 

En 1581, Francisco Solano fue destinado como vicario y maestro de novicios al convento cordobés de la Arruzafa, donde solía visitar a los enfermos y recomendaba a los más jóvenes que tuvieran paciencia en los trabajos y adversidades. 

Desarrolló, al igual que Francisco de Asís, el fundador de su Orden, una relación especial con los animales. Cuentan que había una serpiente de gran tamaño que atacaba a ganados y pastores y hacía estragos en toda la región, y a la cual Solano reprendió y ordenó ir al convento, donde fue convenientemente alimentada. Dicen que después de comer la serpiente se marchó y no volvió a causar daño en la comarca. 

En 1589, el rey Felipe II pidió a los franciscanos que enviaran misioneros a Sudamérica. Finalmente, y para alegría suya, Francisco fue el elegido para la misión de extender la religión en estas tierras. 

Después de un accidentado viaje al Perú, con naufragio y peligro de perecer en el trayecto, como su destino era Tucumán (actual Argentina), emprende este larguísimo viaje desde Lima, en compañía de ocho franciscanos más. Había que atravesar los Andes por el valle de Jauja, Ayacucho y llegar hasta Cuzco; cruzar la meseta del Collao (la actual Bolivia) por Potosí y entrar en los confines del norte argentino, para de nuevo bajar hasta Salta y finalmente hasta las llanuras del Tucumán. Aquí permanece hasta mediados de 1595, como misionero. Recorrió los territorios de Tucumán hasta las pampas y el Chaco Paraguayo y Uruguay. Tenía y se sirvió del don de lenguas y llegó a adquirirlas de los nativos a los que fue a predicar. 

Fray Francisco llegaba a las tribus más guerreras e indómitas y, aunque al principio lo recibían al son de batalla, después de predicarles por unos minutos con un crucifijo en la mano, conseguía que todos empezaran a escucharle con un corazón dócil y que se hicieran bautizar por centenares y miles. 

El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el rabel y la guitarra. En los sitios que visitaba divertía muy alegremente a sus oyentes con sus alegres canciones. Francisco Solano misionó por más de 14 años por el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba del Tucumán, siempre a pie, convirtiendo innumerables indígenas y también muchísimos colonos españoles. 

Un día en el pueblo llamado San Miguel, estaban en un toreo, y el toro feroz se salió del corral y empezó a cornear sin compasión por las calles. Llamaron al santo y éste se le enfrentó calmadamente al terrible animal. La gente vio con admiración que el bravísimo toro se acercaba a Fray Francisco y le lamía las manos y se dejaba llevar por él otra vez al corral, conducido por el cordón de su hábito.

El Virreinato y los superiores de la Orden residían en Lima (Perú) a donde llamaron a Fray Francisco en 1595. 

Llegado a Lima, fue nombrado Guardián del Convento de la Recolección. Como siempre, se resistió todo lo que pudo antes de aceptar cualquier cargo de responsabilidad, exagerando de manera deliberada su propia incapacidad para gobernar, pero finalmente tuvo que acatar la autoridad de sus superiores. 

Su obsesión por la pobreza era tal que en su celda, tan sólo tenía un camastro, una colcha, una cruz, una silla y mesa, un candil y la Biblia junto con algunos otros libros. 

Era el primero en todo y jamás ordenó una cosa que no hiciera él antes. Sus consejos eran prudentes, y cuando tenía que reprender a alguno de los demás frailes, lo hacía con gran celo y caridad. 

Sus excesivas penitencias y su espíritu de oración no le impedían ser alegre con los demás. Solano era también el santo de la alegría. 

Solano pasaría en Lima los últimos años de su vida. A pesar de su precario estado de salud, continuaba haciendo grandes penitencias y pasaba noches enteras en oración. También iba a menudo a visitar a los enfermos o salía a las calles a predicar con su pequeño rabel y una cruz en las manos. Así conseguía juntar a un gran número de personas y las congregaba en la plaza mayor, donde se dirigía a la muchedumbre en alta voz. 

Predicaba en todas partes: en los talleres artesanales, en los garitos, en las calles, en los monasterios e incluso en los corrales de teatro. 

Especial significado tuvo su oposición a ciertos espectáculos teatrales en los que a su juicio se ofendía a Dios. 

En octubre de 1605, Solano pasó a la enfermería del convento. Postrado y gravemente enfermo del estómago, apenas si podía salir a predicar y a visitar a los enfermos. Procuraba asistir a la comida en el refectorio junto con los demás frailes, pero comía muy poco, tan sólo unas hierbas cocidas. Además, seguía excediéndose en sus penitencias y no miraba por su delicada salud. 

En octubre de 1609, hubo un terremoto en la ciudad de Lima. 

Durante su última enfermedad, Solano era poco más que un esqueleto viviente. 

Finalmente murió el 14 de julio de 1610, día de San Buenaventura. Ese mismo día y a la misma hora se produjo un extraño toque de campanas en el convento de Loreto, en Sevilla, donde había estudiado Filosofía y Teología. (Datos: Wikipedia)

Manuel Pardo y Lavalle Principal Responsable del Desastre Peruano de 1879

Manuel Pardo y Lavalle - Presidente de Perú - 1872/1876

Manuel Pardo fue el Primer Presidente Civil del Perú elegido constitucionalmente por la voluntad popular. Gobernó en el período 1872 - 1876.

En esa época la política de solidaridad continental, que antaño auspiciara el presidente peruano Ramón Castilla, se hallaba en crisis.

Perú iba perdiendo paulatinamente su superioridad marítima en el Pacífico, mientras que Chile la iba ganando y demostraba tendencias de expansionismo territorial hacia el norte de sus fronteras. Estaba en curso un conflicto de Chile con Bolivia originado por la riqueza salitrera existente en el desierto de Atacama.

En esa convulsa situación el Gobierno de Manuel Pardo comete una barbaridad y suscribe el 6 de febrero de 1873 un Tratado de Alianza entre el Perú y Bolivia, de carácter estrictamente defensivo.

Firmaron este documento el ministro plenipotenciario boliviano Juan de la Cruz Benavente y el ministro de Relaciones Exteriores del Perú José de la Riva Agüero y Looz Corswarem (hijo del prócer de la Independencia). 

Según el tratado: 

"Las altas partes contratantes se unen y ligan para garantizar mutuamente su independencia, su soberanía, y la integridad de sus territorios respectivos, obligándose en los términos del presente Tratado, a defenderse de toda agresión exterior, bien sea de otros u otros estados independientes, o de fuerza sin bandera que no obedezcan a ningún poder reconocido".

El tratado sólo tenía aplicación y cumplimiento si alguno de los dos países era atacado. No era para atacar a algún país vecino, como maliciosamente han afirmado y siguen afirmando los chilenos, para justificar las planificadas agresiones que cometieron. 

Si nadie atacaba al Perú o a Bolivia, no tenía aplicación. Solo se hizo efecto cuando Chile invadió Bolivia en 1879. 

Fue un error que este tratado tuviera el carácter de secreto, pues el gobierno chileno ya lo conocía desde el momento en que fue firmado, a través de los espías que infiltró en Perú.

Aprobado el tratado por el Congreso del Perú y por el de Bolivia, se empezó a gestionar la adhesión de Argentina, que también se encontraba en litigios de frontera con Chile, por la posesión de la Patagonia. 

El gobierno argentino de Domingo Faustino Sarmiento aceptó el tratado y lo sometió al Congreso de su país para su aprobación, pero allí se entrampó ante la negativa del Senado, donde predominaban los opositores de Sarmiento. Al final, el gobierno argentino optó por zanjar sus diferencias con Chile de manera diplomática. 

La alianza quedó entonces reducida a Bolivia y Perú. En términos prácticos, Perú asumía toda la carga de la defensa porque Bolivia militarmente no significaba nada.

Las erróneas leyes de Pardo estancando primero y nacionalizando después las salitreras de Tarapacá, causaron también el desagrado de la alta clase chilena, ya que muchos de sus miembros tenían capitales invertidos en la explotación del salitre en Tarapacá, territorio peruano.

Esta fue razón principal y más importante para que los inversionistas principalmente británicos impulsaran y apoyaran los planes chilenos de expansión y conquista de esos territorios.

Fueron durante los años del gobierno de Pardo cuando llegaron a aguas chilenas los buques acorazados Cochrane y Blanco Encalada. 

Pese a que la marina peruana quedó en inferioridad de poderío frente a su par chilena, Pardo no hizo nada para contrarrestar esta situación. No realizó esfuerzo alguno para superar la falta de fondos originado en el desastre económico dejado por sus antecesores los gobiernos militares corruptos. 

Pardo detuvo el repotenciamiento de las dos armas de la defensa nacional, el Ejército y la Marina. La gestión que, según el historiador Jorge Basadre, había iniciado el presidente Balta para adquirir dos navíos blindados a imitación de Chile, no fue continuada por Pardo. En cuanto al Ejército, Pardo lo redujo a menos de 3 mil efectivos.

Mientras tanto, Chile realizaba una carrera armamentística con miras a llevar adelante su política expansionista. En 1874, llegaba a Valparaíso la fragata blindada Almirante Cochrane, y en 1876 lo hacía su gemela, la fragata Blanco Encalada, con las que Chile adquiría la supremacía marítima en el Pacífico Sur. 

Los biógrafos de D. Manuel Pardo no omiten decir que instado porque el Perú se armase y reforzase su escuadra, mandando construir en Inglaterra dos blindados como lo había hecho Chile, dijo a los que le interpelaban:

"El Perú tiene dos poderosos blindados y ellos no son sino su alianza con Bolivia y la Argentina". 

Incurrió así en un muy grave error que fue fatal para Perú, llevándolo al desastre con la miserable Guerra del Guano y el Salitre de 1879, en la cual hordas bárbaras chilenas saquearon el país, cometiendo crímenes de lesa humanidad. Los bolivianos huyeron al inicio de los enfrentamientos bélicos.

La crisis económica dificultó la compra de navíos blindados y material bélico en general, y Manuel Pardo permaneció pasivo frente a ello, tomando en cambio el equivocado camino de  formar alianza con un país desarmado y caótico.

Fue el miserable estado de la marina de guerra y del ejército peruano lo que alentó a Chile, con el apoyo de Inglaterra, a desatar la guerra, con un claro objetivo:


Apropiarse de territorios ricos en salitre y guano

(Datos: Wikipedia)

martes, 25 de agosto de 2015

Reducciones - El Inicio de los Pueblos en el Perú

Santa Rosa de Ocopa - Provincia de Concepción - Junín

En el Imperio Inca la gente vivía dispersa y localizada principalmente en los terrenos donde trabajaban.

Con una gran dispersión en todo el territorio era bastante difícil para los conquistadores españoles la tarea de organizar, administrar y controlar a los pobladores.

Las "reducciones de indios", fueron las poblaciones en las que se asentaron los indígenas en la América española.

Desde los inicios de la presencia española en América, se puso énfasis en la condición jurídica de los "indios" y fue de interés la constitución de pueblos indígenas.

En las "Instrucciones..." (a Nicolás Ovando), la Corona ordenaba que los llamados 'indios' vivieran en los pueblos de los españoles.

Las Leyes de Burgos, primer código de los españoles en las Indias, encargaban a los encomenderos el adoctrinamiento de los indígenas que tuvieran encomendados, y a los indígenas les ordenaba vivir cerca de los poblados de los españoles, porque con la conversación continua que con ellos tendrán, como con ir a la iglesia los días de fiesta a oír misa y los oficios divinos, y ver cómo los españoles lo hacen, más pronto lo aprenderán.

Sin embargo, los abusos de los encomenderos y, sobre todo, el carácter "evangelizador" de los reyes castellanos, que fundaban sus derechos sobre las tierras y personas de las Indias en el encargo del papa de evangelizar a los indios, les hizo organizar los esfuerzos necesarios para facilitar el trabajo de los misioneros, para lo que era imprescindible la concentración de los indígenas en pueblos y ciudades al estilo castellano, si bien separados de los españoles.

Al mismo tiempo, para que la Corona pudiese ofrecer a los nativos protección y servicios, era preciso que la recaudación de los impuestos fuese eficaz, lo que no se podría realizar si la población vivía dispersa.

De esta forma, puede deducirse que el sistema de reducciones no sólo tenía como propósitos principales los misioneros y evangelizadores, sino que también tuvo unos fines de carácter demográfico, económico y político.

La organización efectiva de las reducciones data de 1531, según las instrucciones comunicadas a la segunda Audiencia de Nueva España.

En cada reducción de indios debía haber una iglesia, atendida por un cura doctrinero (para adoctrinar a los indígenas en la religión católica; he aquí el propósito evangelizador). El sostenimiento del sacerdote corría a cuenta de los tributos que los nativos estaban obligados a pagar (y aquí el propósito político y tributario).

El régimen de vida en las reducciones era comunitario y los bienes de las reducciones (incluidas las tierras) pertenecían a la reducción, sin que pudiesen ser enajenados.

La mayoría de las reducciones fueron incorporadas a la corona española, aunque también se dieron a particulares en concepto de encomiendas.

El conjunto de reducciones incorporadas a la corona recibió el nombre de corregimiento, a cuyo mando estaba un corregidor. Sin embargo, esto trajo consigo el aumento de la corrupción, puesto que el cargo de corregidor era comprado y no conllevaba sueldo, lo que provocó todo tipo de extorsiones. 

Los franciscanos y, fundamentalmente, los jesuitas organizaron también reducciones, siendo estas últimas las que alcanzaron mayor desarrollo, organización y relevancia, especialmente en los actuales territorios de Paraguay, Argentina y Brasil.

En la Nueva España merece especial atención la obra del oidor Vasco de Quiroga, obispo de Michoacán, fundador de los llamados pueblos-hospitales. En el Virreinato del Perú destaca el virrey Francisco Álvarez de Toledo, organizador y promotor del sistema de reducciones. (Datos: Wikipedia)

martes, 18 de agosto de 2015

Quipucamayoc los Economistas del Imperio Inca

Quipucamayoc - El Economista del Imperio Inca

Los Quipucamayoc eran las personas encargadas de registrar los acontecimientos, llevar las estadísticas y asesorar el manejo del grande y complejo estado inca de dos millones de kilómetros cuadrados y más de 12 millones de habitantes.

Los Quipucamayoc, eran educados por los amautas en escuelas especiales llamadas Yachayhuasi, eran los especialistas en elaborar, “leer” y archivar los quipus, podían ser de la nobleza, y de no serlo eran los “honorables” (especialistas calificados) dotados de una memoria prodigiosa.

Los Quipucamayoc eran lo que es hoy el analista económico o responsable del análisis y planeamiento estratégico y el quipu era el equivalente de la actual computadora.

El quipu era un sistema de registro de cantidades en cuerdas con nudos y colores que pendían de un “cordel matriz” que era sostenido en forma horizontal para tener una visión ordenada de los nudos o grupos de los mismos. Los quipus llamados “numéricos” permitían el registro de cantidades.

Diversos cronistas españoles de la época amplían el alcance del quipu de ser solo un registro numérico afirmando haber visto la lectura de ellos sobre pasajes históricos, cómputos de calendario y astrología, música etc.

El quipu más antiguo encontrado hasta ahora fue hallado en el año 2005, entre los restos de la civilización madre de Caral y tiene una antigüedad que se remonta aproximadamente al año 2500 a. C

Los quipucamayoc tenían el conocimiento de sistemas estadísticos y numéricos, de pronósticos, de administración de recursos humanos, materiales y tributarios, de manejo de censos e inventarios, etc.; eran la base del sistema socio - económico del Imperio de los Incas. 

Después de la conquista española, el uso de los quipus fue inicialmente incentivado, tanto por la administración colonial como por la iglesia. 

El virrey Francisco de Toledo, incorporó entre 1570 y 1581 el quipu al sistema administrativo del Virreinato. 

Eran frecuentemente utilizados en el culto católico para memorizar las oraciones y para recordar los pecados en la confesión, hasta que en 1583 el III Concilio de Lima prohibió su uso. 

A pesar de esta prohibición las comunidades continuaron usando quipus. 

En 1622 el párroco de Andahuaylillas, Juan Pérez Bocanegra escribió un texto sobre el quipu confesional en su Ritual formulario, que describe cómo los indígenas iban a confesarse con quipus que registraban sus pecados. 

Los quipus fueron usados por lo menos hasta 150 años después de la Conquista.

En la actualidad, se sigue investigando el significado de los cerca de 700 quipus sobrevivientes, incluyendo los encontrados durante el siglo XX en tumbas de toda naturaleza, lo que sirve para ampliar los conocimientos sobre el antiguo Perú. (Datos: Wikipedia y otras fuentes)

viernes, 14 de agosto de 2015

Caral en Perú es la Civilización Madre de América - Tiene Igual Nivel que las Más Grandes del Mundo

Caral en Perú es Parte de las Civilizaciones Madre del Mundo

Hace unos 5 mil años apareció en Perú, Caral, la civilización madre de América, tan antigua como las grandes civilizaciones madre del mundo.

A diferencia de las otras civilizaciones antiguas que interactuaron entre sí, y con ello enriquecieron su desarrollo, Caral creció en total aislamiento pues no tuvo vínculos con ninguna civilización, ni siquiera con la otra grande de América, la Olmeca, pues se adelantó a ella en 1 mil 500 años.

Relación de Civilizaciones o Culturas Madre del Mundo por Antigüedad:

-Mesopotamia......5 mil 700 años

-Egipto......5 mil 300 años

-Caral-Perú......5 mil años

-India......4 mil 600 años

-China......3 mil 900 años

-Olmecas-México......3 mil 200 años

-Creta......3 mil años 

martes, 4 de agosto de 2015

Los Chasquis - El Eficiente Servicio Postal del Imperio Inca

Chasquis - Servicio Postal del Imperio Inca

Los chasquis era el sistema postal inca, integrado por corredores jóvenes que llevaban los mensajes o recados en el sistema de correos del Tawantinsuyo

Eran los mensajeros personales del Inca, que utilizaban un sistema de postas para entregar mensajes u objetos. 

Los chasquis eran jóvenes diestros y preparados físicamente desde temprana edad, y recorrían a través de un sistema de postas (tambos), los extensos caminos construidos por el estado inca

De los chasquis dependía el flujo de información y la llegada oportuna de disposiciones como una orden de suspensión de una acción bélica o la llegada refuerzos a una batalla. 

Eran hijos de curacas, gente de confianza.

Llevaban siempre un pututu, trompeta de caracol, para anunciar su llegada y alertar a su relevo.

Por armas portaban una porra y una huaraca, siempre contaban con un quipu que contenía la información,. Formaba parte de su indumentaria un atado a la espalda, donde portaban objetos y encomiendas, también una vara, y en la cabeza, un penacho de plumas blancas a modo de identificador visual.

Los chasquis se convirtieron en los receptores del saber ancestral, recibido de parte de los hamawt'a (sabios ancianos), para ser entregado a un nuevo relevo, y así transmitir los conocimientos en forma hermética, a fin de preservar los principios esenciales de la cultura andina ante el avasallamiento de la civilización occidental.

Los españoles que invadieron el territorio de los incas, desde 1532, quedaron tan impresionados con la eficiencia del sistema de chasquis que los corredores se mantuvieron en el Virreinato del Perú. 

Pedro de Cieza de León, cronista español, escribió: “Los incas inventaron un sistema de postas que era lo mejor se pudiera pensar o imaginar… las noticia no podría haber sido transmitida a través de una mayor velocidad que con los caballos más veloces“.(Datos: Wikipedia)

video: profesoralejandrore

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