Pizarro y sus Hombres en la Isla del Gallo |
La expedición de Francisco Pizarro en búsqueda del Perú duraba ya varios meses y solo había encontrado hambre, enfermedades, calor, mosquitos, culebras venenosas y miseria.
Se agregaba a ello la fuerte resistencia que le hacían los indígenas en cada punto que tocaba a lo largo del camino.
Descontentos los soldados murmuraban contra el capitán trujillano, pero no se atrevían a contradecirlo y le obedecían a regañadientes.
Sin embargo, cuando un día le escucharon decir a su jefe que mientras él estuviera con vida nadie regresaría a Panamá, se consumó la defección.
Pizarro envió a Diego de Almagro a Panamá por más hombres y vituallas, pero los soldados descontentos se dieron maña para enviar al gobernador un pedazo de papel que decía: “A Señor Gobernador, / miradlo bien por entero, / allá va el recogedor / y acá queda el carnicero”.
A fines de septiembre de 1527, un navío se acercó al tenso campamento en la Isla del Gallo (actual Colombia). Pizarro pensó que venían los refuerzos de Almagro. Sin embargo, la algarabía de la tropa le hizo entender que la traición se había consumado.
En efecto, llegó a la playa el capitán de la nave, Juan Tafur, quien le comunicó que traía la orden de llevarse a todos a Panamá.
Pizarro, que había jurado morir antes que volver sin descubrir aquel país de ensueño, miró a los ojos a aquellos desmoralizados hombres y pronunció su famosa arenga que pasó a la historia.
Ya de 50 años, estaba convencido de que era la empresa más importante de su vida, entonces trazó con su espada una raya en el suelo y dijo levantando la voz:
«Por este lado se va a Panamá a ser pobres. Por este otro al Perú a ser ricos. Escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere».
Solo 13 hombres de los 112 supervivientes que componían su expedición decidieron cruzar la línea para «ser ricos en el Perú, los demás regresaron a Panamá.
En la Catedral de Lima reposan los restos de Francisco Pizarro. Se puede apreciar en su capilla un mural con la lista de los compañeros que cruzaron la raya para conquistar el Perú, los llamados Trece de la Fama o de la Isla del Gallo.
Aparecen los siguientes nombres:
Cristóbal de Peralta
Nicolás de Rivera
Domingo de Soraluce
Francisco de Cuéllar
Pedro de Candia
Alonso de Molina
Pedro de Alcón
García de Jarén
Antonio de Carrión
Alonso Briceño
Martín de Paz
Juan de la Torre
Francisco Rodríguez de Villafuerte.
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