miércoles, 25 de abril de 2018

La Presencia de Atahualpa en el Palacio Real de España

Estatua de Atahualpa en el Palacio Real de España

En el Palacio Real de España, se encuentra una estatua de homenaje a Atahualpa, quién gobernaba el Imperio Inca a la llegada de los españoles.

Atahualpa fue emboscado y luego muerto por Francisco Pizarro quién comandaba a las fuerzas españolas.

El último inca coronado con la mascaypacha fue Huáscar quién fue muerto por Atahualpa, Principe de Quito, el cual comando una rebelión en su contra, asumiendo por la fuerza el comando del Imperio.

Atahualpa nunca fue reconocido ni coronado como inca según las leyes o constitución del imperio.

Huáscar - Ultimo Inca Legítimo del Perú

domingo, 22 de abril de 2018

Combate de Arequipa - Derrota Humillante de Antonio José de Sucre y Guillermo Miller

Combate de Arequipa Combate de Arequipa (1823) Independencia del Perú Fecha 8 de octubre de 1823 Lugar Arequipa, Perú rigth Resultado Victoria realista Beligerantes Bandera de la Gran Colombia Gran Colombia Bandera de Chile Chile Bandera del Perú Perú Bandera de España Monarquía Española Comandantes Antonio José de Sucre Francisco Antonio Pinto Guillermo Miller Valentín Ferraz Antonio Tur Fuerzas en combate Ejército Unido Libertador del Perú 320 caballería Ejército Real del Perú 150 caballería y 250 infantería Bajas 52 muertos y 166 prisioneros s/d [editar datos en Wikidata] El combate de Arequipa fue un enfrentamiento bélico de la guerra de independencia peruana, ocurrido el 8 de octubre de 1823 en la ciudad de Arequipa, durante el cual la caballería independentista al mando de los generales Sucre y Miller que había quedado en la ciudad tras el reembarque de su infantería fue soprendida y derrotada por las fuerzas realistas al mando de los brigadieres Ferraz y Antonio Tur. Índice 1 Antecedentes 2 El combate 3 Consecuencias 4 Información adicional 5 Referencias 6 Bibliografía Antecedentes Tras el pedido de ayuda solicitado por el gobierno peruano al general Simón Bolivar los primeros meses de 1823, este envió al Perú una división grancolombiana de 3.000 soldados al mando del general Sucre (a la que se sumaría después otra división de la misma fuerza). Tras ser proclamado por el congreso peruano como Jefe Supremo Militar Sucre expedicionó al sur en apoyo de las fuerzas peruanas del general Andrés de Santa Cruz que operaban contra los realistas en la que se conoce como Segunda Campaña de Intermedios. La expedición al mando de Sucre se componía de aproximadamente 3.000 hombres, en su mayoría colombianos a excepción de la caballería, pertenecientes a los siguientes cuerpos: Comandante en Jefe General Antonio José de Sucre Oficialidad General Guillermo Miller General Francisco Antonio Pinto General Jacinto Lara Flag of the Gran Colombia.svgColombianos: Batallón Pichincha Batallón Vencedores Batallón Voltígeros Escuadrón de caballería Dragones de Colombia (50 hombres) Expedición libertadora del PerúChilenos: Batallón Nro. 4 (en esqueleto tras la batalla de Moquegua) Compañía de Artillería Escuadrón de caballería Dragones de Chile (180 hombres) Flag of Peru (1822 - 1825).svgPeruanos: Escudrón de caballería Guías de Riva Aguero (120 hombres) Por órdenes de Bolívar los húsares de Riva Aguero (posteriormente Húsares del Perú) fueron relevados por los Dragones de Chile (cuerpo de refuerzo que había llegado al Callao en noviembre de 1822) pues era voluntad del libertador que todas las unidades chilenas fueran desplazadas al sur,1​ donde se esperaba que prontamente arribara de Chile una numerosa expedición de refuerzo. Tras zarpar del Callao el 4 de julio la caballería al mando de Miller desembarcó en Chala, en la costa del departamento de Arequipa, el 21 del mismo mes. El 7 de agosto el teniente coronel Pedro Benigno Raulet que mandaba la caballería peruana sostuvo una escaramuza con la retaguardía del general Valdes que se dirigía al Alto Perú a batir a Santa Cruz, pero pese a la distracción este no detuvo su marcha. Continuando con su travesía por tierra Miller arribó al valle de Siguas el 26 de agosto donde encontró a Sucre que había desembarcado su infantería en la caleta de Quilca, tras avanzar por el valle de Vitor, la vanguardia del ejército libertador ocupó Arequipa el 30 de agosto luego que la guarnición realista de 800 hombres al mando del coronel Mateo Ramírez evacuara la ciudad. A su entrada a Arequipa, con el grueso del ejército el 31 de agosto, Sucre fue recibido con júbilo por la parte de la población partidaria de la independencia mientras que los civiles realistas mantenían una notable distancia. Por aquel entonces las tropas peruanas de Santa Cruz ocupaban parte significativa del Alto Perú y tras una favorable, aunque estratégicamente indecisa, batalla en Zepita se retiraron a Oruro a reunirse con el resto del ejército mandado por Agustín Gamarra. Los realistas sin embargo, habían agrupado también sus fuerzas, uniéndose los ejércitos del general Canterac, el virrey la Serna y el general Olañeta proveniente de Potosí, ahora en situación desventajosa el ejército de Santa Cruz se retiró a la costa siendo perseguido muy de cerca por el del Virrey perdiendo en la marcha muchos hombres y equipos, los realistas la llamaron la campaña del Talón. Cuando el general Sucre, cuyas avanzadas habían ocupado Puno, tuvo conocimiento de estas noticias contramarcho también primero a Cangallo en la ruta de Moquegua, donde se entrevistó con Gamarra y Santa Cruz quienes se retiraban al puerto de Ilo, y luego a Arequipa ciudad a la que regresó el 29 de septiembre, el 1.º de octubre antes de la evacuación general de su infantería Sucre dirigió a los pueblos de Arequipa esta procalama:2​ Arequipeños: Os hablo por la primera vez. Mi lenguaje será el del dolor cuando me despido de vosotros. El ejército unido piso vuestro territorio entre el júbilo de los patriotas ilustres y de los corazones amantes del Perú. La acogida generosa que le habeís prestado y el respeto debido a los pueblos me exigen ahora una ligera manifestación de los sucesos que obligan a este ejército a desampararos llevando cada soldado el sentimiento de no haber vertido su sangre por vosotros... Tras enumerar y criticar los desaciertos de la campaña de Santa Cruz y la imposibilidad de hacer frente con las tropas a su mando al grueso del ejército real, Sucre finaliza dirigiendo a los españoles (realistas) de la ciudad las siguientes palabras: ...Si mientras el ejército libertador vuelve nuevamente sobre estas provincias y observáis una conducta menos franca, acordaos que nuestra causa es la causa de los pueblos contra sus tiranos y que jamás los despotas subyugaron a los hombres que resolvieron ser libres. Temed la venganza. Mientras tanto los realistas, después de lograr el desbande de Santa Cruz, dirigieron sus miradas a la división de Sucre estacionada en Arequipa, en los días siguientes el ejército real avanzó a marchas forzadas con intención de batir a Sucre llegando a Apo, punto ubicado a pocas leguas de la ciudad, El 7 de octubre Ferraz donde tuvo conocimiento que ya la infantería enemiga había salido para la caleta de Quilca donde esperaban sus buques pero que su caballería, a excepción de los dragones colombianos, compuesta por 320 soldados en tres escuadrones, a las órdenes del general Miller y del mismo Sucre aun permanecía en la urbe. El combate Confirmadas estas noticias y tras dar un descanso a sus tropas el virrey ordenó que el brigadier Valentín Ferraz atacara y batiera a los independentistas que aun ocupaban Arequipa para ello dispuso la salida de tropas escogidas compuestas 150 soldados de caballería divididos en tres mitades de granaderos de la Guardia, una de la escolta del virrey y otra de Cazadores dragones, y dragones Americanos más 250 infantes de los batallones de Gerona, Victoria, Cazadores, Centro y Cantabria al mando del Coronel de este último cuerpo, el brigadier Antonio Tur. A las primeras horas del día 8 las avanzadas independentistas divisaron en Cangallo a la fuerza realista en movimiento dando la alarma a Sucre y al resto de sus tropas, al llegar Ferraz a las inmediaciones de la ciudad divisó a la cabllería independentista convenientemente formada por lo que mando entonces una columna a atacar por la calle que conduce al puente sobre el rio Chili, mientras que él con el resto de la fuerza atacaría de frente atravesando la ciudad. Al desembocar en la plaza y antes de que pudiera desplegarse convenientemente la columna que avanzaba sobre el puente fue atacada por el escuadrón Guías que mandaba Raulet quien antes de recibir órdenes se lanzó sobre la caballería realista, logrando arrollarla y obligándola a retroceder pero reforzada esta por dos compañías al mando del mismo Ferraz fue luego superado y su escuadrón destrozado siendo rechazado hacia el puente de la ciudad con muchas bajas.3​ El teniente coronel Raulet y su escuadrón con mucho valor disputó la entrada al enemigo pero fue rechazado con considerable perdida y conducido a la ciudad. Los patriotas hicieron algunas cargas galantes pero fueron finalmente expulsados. Memorias del General Miller4​ No vacile un momento en atacarlos y para ejecutarlo con más ventaja dispuse que el teniente coronel ayudante de EMD Francisco Valle con la mitad de cazadores dragones y dragones americanos, sostenida por 50 cazadores de Cantabria al mando de su capitán Carbalan, marchase por una de las calles de la izquierda que se dirige al puente... La mitad de cazadores y dragones que salió a la plaza antes de tiempo... fue cargada por tres enemigas que la obligaron a retroceder por la calle del Comercio... cargué con decisión a los que venian por el frente (arrollando a la compañía de cazadores) que fueron completamente batidos por nuestros valientes granaderos y perseguidos por diferentes calles hasta el puente. Parte del brigadier Ferraz5​ Diezmado el escudrón peruano y mientras Ferraz con el grueso de la caballería realista avanzaba combatiendo por las calles San José y del Comercio (hoy Mercaderes) Miller se reunió con Sucre en la plaza de armas quien le confió entonces el mando de la retaguardia que ahora según Miller había sido reducida a 140 jinetes tras los primeros combates. Paralelamente a los combates que tenían lugar en la ciudad los civiles realistas aprovecharon la oportunidad para manifestar su apoyo a las fuerzas reales: Su entusiasmo llegó a punto que batiéndose los contendientes en la plaza mayor y en las calles, y antes de declararse por ningún lado la victoria, apareció el retrato del rey expuesto en el balcón de las casas capitulares y se oyeron los más expresivos vivas a Su Majestad confundidos con el ruido de un repique general de campanas... Hasta el bello sexo, naturalmente tan tímido como compasivo, se lanzaba con precipitación a las calles a recoger y prestar prontos socorros a los heridos sin distinción de amigos y de enemigos. Semejante humana conducta merecerá siempre los mayores elogios. Memorias del General García Camba6​ Con estos restos de su caballería Miller evacuo la ciudad con dirección a Uchumayo siendo perseguido en todo momento por los granaderos de la guardia al mando de Ferraz cuya infantería había quedado en la ciudad, tras cruzar el puente de Uchumayo Miller divisó que solo 100 jinetes realistas le seguían el paso de los que solo 39 se encontraban devidamente formados por lo que a favor de esta superioridad numérica ordenó cargar a los dragones de Chile mandadados por el comandante Castañón, según las crónicas del viajero inglés Robert Proctor este cuerpo estaba formado por malos elementos de la sociedad chilena y no se caracterizaba por su disciplina siendo que era conocido irónicamente como "los inocentes" debido a las tropelías que cometía en campaña, para empeorar las cosas los soldados chilenos no sabían manejar las lanzas con las que estaban armados y cargados a su vez por los granaderos realistas fueron completamente derrotados y puestos en fuga.7​ Observando que los enemigos que nos perseguían desde Arequipa, no ascendían a 100 caballos (cuando más) y nuestras fuerzas llegaban hasta casi el doble en número, dispuse una carga de dos leguas de aquí. Al efecto formaron los dragones de Chile en tres pelotones, los húsares de Raulet quedando una cuadra a retaguardia de reserva. Nuestra tropa estaba bien formada y ocupaba una posición ventajosa. El enemigo tenía solamente un pelotón de 39 hombres formados, los restos se retiraron por la marcha de flanco con el objeto de mejor situarse. En este favorable momento dimos la carga pero tal era la cobardía de nuestros soldados que todos volvieron caras y huyeron con el mayor desorden de 39 enemigos...No puedo culpar ningún oficial. Todos que observe se portaron bien. El comandante Castañon con otros penetraron las filas enemigas. La tropa sin embargo de este ejemplo se dispersó como por mágico. Parte del general Miller a Sucre8​ Miller diría después que sus hombres "habían sido abatidos por acontecimientos, que en la otra mano, habían arrojado a los realistas con más valor de lo habitual".9​ Durante la persecución el mismo Miller estuvo a punto de ser capturado por los granaderos realistas, incluso algunos de ellos que probablemente habían servido en el ejército independentista le reconocieron en su huida y tras saludarlo le solicitaron que se rindiera pero Miller que iba bien montando logró evadir todos sus intentos para cercarlo rechazando además sus propuestas de rendición, finalmente los realistas detuvieron la persecución por el cansancio de sus caballos a los que incluso habían relevado con los tomados a los muertos y prisioneros enemigos. Miller tras referir estos últimos sucesos señalaría, en sus memorias, que sus perseguidores no realizaron ningún tiro de carabina contra su persona a pesar de hallarse relativamente a corta distancia de ellos. Las bajas independentistas ascendieron a 52 muertos y 166 heridos y prisioneros entre estos últimos el comandante Castañón del escuadrón Dragones de Chile y 5 oficiales. Castañón era un oficial español que había desertado del ejército realista en Costa Firme, según el historiador chileno Gonzalo Bulnes era un "oficial muy distinguido que murió en la prisión."10​ Los realistas capturaron como botín 142 caballos ensillados, 98 carabinas, 120 cartucheras, más de 100 sables, 60 lanzas y tres clarines,11​ el número de bajas sufridas no es consignado en la bibliografía abajo señalada. Consecuencias Acompañado de un reducido grupo de oficiales y soldados Miller llegó a Quilca, de donde marchó a Lima via Camaná en donde según él, conoció a la bella musa del poeta peruano y prócer de la independencia Mariano Melgar a quien fusilaran los realistas tras la batalla de Umachiri. Los generales Sucre, Lara y Alvarado se embarcaron en Quilca con el resto de la infantería. El grueso ejército real al mando del virrey ocupó Arequipa el 10 de octubre. El 16 del mismo mes el general Olañeta destruyó la montonera patriota del comandante José Miguel Lanza en el Alto Perú tomándole además 500 hombres de tropa y 31 oficiales junto con gran cantidad de equipos y armas. Al concluir el año de 1823 las tropas reales se encontraban nuevamente en situación victoriosa.

Oficiales Destacados del Ejército Real del Perú

Valentín Ferraz - Derrotó a Sucre y Miller en Arequipa

Gerónimo Valdés

Natural de Villarín de Asturias, arribó a América en 1816, se distinguió en la batalla de Torata, por sus méritos fue nombrado vizconde de Torata. Según Miller su fuerte carácter hacia que fuera "temido por sus oficiales pero idolatrado por sus soldados" quienes solían decir que "en campaña el tío siempre está en casa" haciendo referencia al hábito que tenía de compartir las penurias de sus hombres en campaña, no teniendo en su mesa más que sus simples raciones de soldado y durmiendo al aire libre envuelto en un poncho o dos a la cabeza de sus tropas donde quiera se encontrasen en marcha.

José de Canterac

Natural de Castel Jaloux (Francia), llegó al Perú en 1818, hizo la campaña al Alto Perú, fue nombrado jefe de estado mayor por el virrey la Serna, derrotó a los independentistas en las importantes batallas de Macacona y Moquegua en 1822 y 1823 respectivamente pero fue derrotado en Junín (1824), tras la batalla de Ayacucho firmó la capitulación al estar el virrey herido.


Joaquín de la Pezuela

Natural de Huesca, arribó al Perú en 1805, se distinguió en las campañas del Alto Perú en especial en la batalla de Viluma, fue nombrado Marqués de Viluma y posteriormente virrey del Perú. Desprestigiado por el fracaso de la campaña en Chile y debilitado por el desembarco de la expedición libertadora fue depuesto por sus subordinados. 

José de la Serna

Natural de Jerez de la Frontera, de larga experiencia en las guerras europeas paso en 1815 al Perú, combatió con distinción en el Alto Perú ascendiendo a teniente general, tras el Pronunciamiento de Aznapuquio reemplazó a Pezuela como virrey del Perú. 

Manuel Olaguer Feliú

Natural de Ceuta, arribó al Perú en 1817 tras la batalla de Chacabuco. Mariscal de Campo, Subinspector y Director del Real Cuerpo de Ingenieros del Virreinato, integró la Junta de Guerra presidida por el Virrey Pezuela, luego fue nombrado por el Virrey de La Serna miembro de la Junta de Pacificación.

José Manuel de Goyeneche

Noble criollo (hijo de españoles) natural de Arequipa, de importante desempeño en la campaña contra el Ejército del Norte, obtuvo una importante victoria en Huaqui, fue nombrado Conde de Guaqui. 

Pío Tristán

Noble criollo natural de Arequipa, combatió en el Alto Perú a órdenes de Goyeneche y dirigió la ofensiva sobre el norte argentino. 

Andrés García Camba

Natural de Lugo, oficial de caballería y luego de estado mayor participó en varias campañas militares desde su llegada a América en 1816 hasta la misma batalla de Ayacucho, fruto de su propia experiencia personal redactó sus memorias para la historia de las armas españolas en el Perú, una importante fuente historiográfica. 

Baldomero Espartero

Natural de Ciudad Real, llegó al Perú en 1815, fue organizador y comandante del Batallón ligero del Centro, se distinguió en la campaña de 1823 en las batallas de Torata y Moquegua. Tuvo un destacado papel en la posterior historia de España. 

Valentín Ferraz

Natural de Huesca, se embarcó para el Perú en 1816, se distinguió como oficial de caballería, formó y comandó el escuadrón Granaderos de la Guardia, cuerpo que a decir de Espartero "no cedía en nada a los mejores de Europa"​ a cuya cabeza obtuvo la victoria en el combate de Arequipa, recuperando la ciudad tras vencer a la numéricamente superior caballería grancolombiana al mando de los generales Sucre y Miller. 

Pedro José de Zavala

Noble criollo natural de Lima, coronel del batallón de Españoles de Lima, sirvió junto a sus hijos Toribio y Juan de Zavala en el ejército real, secundó el Pronunciamiento de Aznapuquio, tras es final de la guerra su hijo Toribio optó por ostentar la nacionalidad peruana mientras que Juan la española, el primero de ellos combatiría junto a un nieto suyo en el combate del 2 de mayo de 1866 contra la escuadra española falleciendo durante la acción, paralelamente Juan se desempeñaba como Ministro de Marina de España.

Cayetano Ameller,

Natural de Cádiz, llegó al Perú en 1816 como capitán del Batallón ligero Gerona, en 1822 era comandante del mismo, tuvo una muy distinguida participación en la batalla de Torata, donde realizó una brillante carga a la bayoneta con su batallón derrotando y poniendo en fuga a los batallones Nro 4 y Nro 11 del ejército de los andes y el Nro 5 de Chile; ascendido a brigadier marchó a las órdenes de Valdés contra el insurrecto Olañeta, en esta campaña su batallón fue diezmado y el mismo muerto en la batalla de Lava donde Olañeta fue derrotado el 17 de agosto de 1824.7

Felisiano Asín y Gamarra

Comandante general de caballería en la batalla de Torata, dirigió la carga sobre la infantería enemiga, cayo mortalmente herido durante el ataque. (Datos: Wikipedia)

Bandera del Regimiento de Caballería Real del Cuzco

Bandera del Regimiento de Caballería Real del Cuzco


jueves, 5 de abril de 2018

El Glorioso Ejército Real del Perú

Ejército Real del Perú

El Ejército Real del Perú, fue la agrupación militar organizada por las autoridades españolas del Virreinato del Perú para hacer frente al proceso de insurrección independentista que a principios del siglo XIX convulsionó al Imperio Español.

En documentos españoles se le conocía como Ejército del Perú,​ haciendo referencia al ejército de esa dependencia territorial.

En el Virreinato del Río de la Plata, a su ejército se le denominaba Ejército Auxiliar del Perú.

Los jefes realistas le llamaban Ejército Real del Perú o, abreviadamente, Ejército Real, sin embargo durante el trienio liberal se denominó Ejército Nacional. 


El término Ejército Español, era utilizado por los republicanos independentistas para antagonizar a su enemigo.

En las referencias independentistas también se encuentra el sobrenombre de Ejército Godo en relación al antiguo pueblo indoeuropeo que pobló la España peninsular.

Las tropas reales en el Perú se componían principalmente de peruanos, entiéndase por tales a los habitantes del Virreinato del Perú.

El ERP estaba organizado en batallones y milicias según su lugar de procedencia o casta, siendo así que existían unidades de negros y mulatos, como el batallón de Pardos de Arica y de mestizos e indígenas organizados según sus pueblos de origen como el escuadrón de caballería miliciana Dragones de Tinta. 

Sin embargo la necesidad de cubrir las bajas y refundir en una sola distintas unidades hacían que la evolución de muchos de los cuerpos realistas de línea terminasen como una amalgama de castas, clara expresión de la realidad social peruana. 

Étnicamente la masa de las tropas reales la formaban la Casta de indígenas mestizos, los cuales eran reclutados con preferencia sobre los indígenas tributarios, los negros esclavos o los criollos, y en general del resto de tejido económico productivo del país. 

En el contexto socio-cultural de la época la masa mestiza se componía en su mayoría de quechua hablantes los cuales no dominaban el español, lo que ha llevado a algunos autores a afirmar que el ejército realista estaba compuesto casi en su totalidad por indígenas.

El ejército real estaba formado inicialmente por unidades veteranas (permanentes) y de milicias (movilizadas), los primeros eran soldados a tiempo completo, generalmente de dotación (Fortificaciones) como el Real de Lima, mientras que los segundos se levantaban en caso de necesidad militar. Las milicias podían ser de dos tipos: urbanas o provinciales. Las milicias urbanas, estaban limitadas más bien a la defensa de una localidad concreta y tenían componentes más irregulares. Las milicias provinciales en cambio, eran capaces de desplazarse a distancia, y tuvieron un papel protagónico y un destacado desempeño, de tal manera que sentaron las bases para la consolidación de una fuerza regular propia (como los regimientos de Línea del Cuzco o de Arequipa) y que dieron lugar a una sucesión de victorias militares, como la obtenida por el brigadier José Manuel Goyeneche en la batalla de Guaqui. 

La infantería se dividía en batallones los que eventualmente podían agruparse con uno o dos adicionales para constituir un regimiento, cada batallón contaba con 6 u 8 compañías en las que a su vez formaban 100 soldados en promedio aunque esta cifra nominal solía variar. De las compañías que formaban un batallón al menos una debía ser de granaderos y otra de cazadores, ambas llamadas de "Preferencia", siendo las seis restantes de fusileros. Las compañías de Preferencia de varios regimientos podían agruparse en batallones mixtos de solo Granaderos o Cazadores en una disposición táctica ad hoc para una batalla, como sucedió por ejemplo en la Batalla de Cancha Rayada (1818). 

Las características de estos soldados de eran las siguientes: -Los Granaderos: eran escogidos entre los hombres de mejor conducta y constitución física, generalmente los más altos y fornidos del batallón, constituían una fuerza de choque y recibían su nombre de las granadas de mano que originalmente usaban en los combates aunque su uso en la época era ya casi anecdótico. Su distintivo original eran las birretinas o gorros de piel de oso negro aunque lo costoso y escaso de este material hacía que fuera reemplazado también por pieles negras de perro, mono o cabra. En un punto del campo de batalla yacían más de 30 granaderos realistas, y por la posición que tenían sus cadáveres se conocía que habían hecho una valerosa resistencia, y perecido casi al mismo tiempo en la formación que tenían á la cabeza de una columna. Memorias del general Miller, La batalla de Ayacucho.

Los Cazadores: eran soldados de infantería ligera, ágiles y de menor talla, adiestrados en tácticas de orden disperso o "guerrilla", en batalla eran usados como escaramuzadores o avanzadas. Se les entrenada como tiradores de preferencia y en algunos casos solían portar fusiles más livianos y de mayor precisión ("Rifles" cuyo cañón en su interior era rayado para dar al disparo mayor alcance y precisión). Su distintivo era el cuerno de caza que llevaban en el Chacó o bordado en la casaca. 

 Los Fusileros: constituían el núcleo de la infantería, la poca precisión de los fusiles de la época hacía que la infantería utilizara formaciones cerradas (codo a codo) disparando por salvas sobre la formación enemiga para maximizar el daño producido por sus descargas. En caso de ser atacados por la caballería formaban un cuadro, donde la primera fila esgrimía sus bayonetas y la segunda disparaba sobre los jinetes enemigos. Esta formación fue muy utilizada en el Alto Perú para repeler los repentinos ataques de los gauchos. 

Originalmente la caballería realista era toda de milicias y estaba formada por dragones, estos soldados eran una especie de infantería montada, armada de fusil y sable, que combatía tanto a pie como a caballo. La caballería de línea armada de carabinas y sables aparecería por primera vez en 1813 en el Alto Perú. 

Las unidades expedicionarias fueron utilizadas de base la creación de cuerpos de húsares, granaderos a caballo y lanceros. 

El arma de artillería se dividía en artillería de plaza y de campaña, la primera utilizaba piezas fijas y de mayor calibre, como las ubicadas en la fortaleza del Real Felipe en el Callao, la artillería de campaña se componía de piezas de montaña, obuses y morteros. Se trataba de armas más livianas y fáciles de transportar. 

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