lunes, 26 de octubre de 2015

Túpac Amaru I Fue el 4° y Ultimo de los Incas Rebeldes de Vilcabamba

Inca Túpac Amaru I

Se conoce como incas de Vilcabamba a los cuatro monarcas rebeldes, sucesores de Atahualpa, que se enfrentaron a la destrucción del Imperio inca por parte de los conquistadores españoles y sus aliados andinos.

Ellos encarnaban la resistencia de la élite cuzqueña y gobernaron entre 1537 y 1572, sobre un reducido pero influyente estado incaico llamado  Imperio Neoinca de Vilcabamba. 

Eran legítimos herederos de Huayna Cápac y parientes de Huáscar y Atahualpa.

El territorio sobre el que pudieron ejercer un poder efectivo, estaba al este de la ciudad actual de Cuzco y equivalía aproximadamente al tamaño del actual departamento del mismo nombre, que ya era controlado en esa época por los españoles.

Los Incas de Vilcabamba fueron: 

-Manco Inca Yupanqui 

-Sayri Túpac Inca 

-Titu Cusi Yupanqui 

-Túpac Amaru I

Túpac Amaru I (1545 - 24 de septiembre de 1572), fue el cuarto y último inca rebelde de Vilcabamba. Hijo de Manco Inca fue hecho sacerdote y guardián del cuerpo de su padre. 

Túpac Amaru I asumió como Inca de Vilcabamba después de que su medio hermano el Uari Inca Titu Cusi Yupanqui muriera en 1570. 

Los incas creían que su medio hermano se había visto forzado a admitir a los sacerdotes misioneros en Vilcabamba y que los españoles lo habían envenenado. 

En esos tiempos los españoles todavía no estaban advertidos de la muerte del anterior Uari Inca y habían enviado rutinariamente dos embajadores para continuar con las negociaciones en curso. El último de ellos fue el conquistador Atilano de Anaya quien, tras cruzar el puente de Chuquisaca, fue capturado y ejecutado junto con su escolta por el general inca Curi Paucar.

Al ser confirmada esta noticia por el cura de Amaybamba, el nuevo virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo, decidió someter por la fuerza al reino de Vilcabamba. 

Apelando a la justificación de que los incas habían roto "la inviolable ley de todas las naciones del mundo: el respeto a los embajadores" el virrey declaró formalmente la guerra el 14 de abril de 1572.

La expedición de conquista fue encargada al encomendero y regidor Martín Hurtado de Arbieto, como maestre de campo fue designado Juan Álvarez Maldonado y como alférez real y secretario Pedro Sarmiento de Gamboa. 

Las poderosas españolas estaban conformadas por varias piezas de artillería, 250 soldados españoles y 2500 nativos aliados, entre los cuales figuraban 1000 cañaris, enemigos mortales de la panaca de los incas rebeldes.

Para la defensa de Vilcabamba, el inca Túpac Amaru I contaba con aproximadamente 2000 soldados de los cuales 600 o 700 eran guerreros anti (llamados chunchos por los incas del Cuzco), de quienes el fallecido Titu Cusi solía decir a los emisarios españoles, fingida o realmente, que aún practicaban el canibalismo. 

Entre sus generales figuraban Hualpa Yupanqui, Parinango, Curi Paucar y Coya Topa.

Para atacar el baluarte inca, Hurtado de Arbieto dividió a su ejército en dos grupos, el primero de ellos bajo su mando directo atacaría por Chuquichaca mientras que la segunda columna, al mando de Arias de Sotelo, lo haría por Curahuasi. 

Se libraron gran cantidad de escaramuzas, pero la única gran batalla de la campaña tuvo lugar en Choquelluca, a orillas del río Vilcabamba. Los incas atacaron primero con mucho espíritu a pesar de estar solo ligeramente armados, pero los españoles y sus aliados indígenas lograron resistirlos; según Martín García Óñez de Loyola, los españoles llegaron a estar en un momento crítico a punto de ser arrollados por los guerreros incas, pero súbitamente éstos abandonaron el combate tras ser arcabuceados y muertos sus generales Maras Inga y Parinango.

Un momento cumbre del combate se alcanzó con la pelea personal y a mano limpia entre el capitán inca Huallpa y el español García de Loyola, cuando el comandante español se hallaba en una situación desesperada por haber recibido varios golpes directos y encontrarse en riesgo de ser desabarrancado, uno de sus leales disparó traidoramente sobre la espalda del inca, matándolo y provocando un clima de indignación que reavivó el combate. 

Los cronistas españoles lo narraron así: Crónica de Martín de Murúa..."Peleóse con gran porfía de una parte y otra, y Martín García de Loyola se vio en un evidentísimo peligro de la muerte porque estando peleando salió un indio enemigo de tan gran disposición de cuerpo y fuerza, que parecía medio gigante y se abrazó con él por encima de los hombros que no le dejaba rebullirse, pero socorrió le un indio amigo, de los nuestros, llamado Currillo, que llegó con un alfanje y le tiró una cuchillada a los pies, que se los derribó, y segundando otra por los hombros lo abrió de suerte que cayó allí muerto, y así, mediante este indio, se libró de la muerte el capitán Martín García de Loyola, que cierto fue hazaña digna de poner en historia el ánimo y presteza con que Currillo quitó la vida al medio gigante de dos cuchilladas, y salvó a su capitán. 

Tras esta batalla los españoles capturaron la ciudad y el palacio de Vitcos, al acercarse la expedición a la ciudadela de Tumichaca fueron recibidos por su comandante Puma Inga, quien rindió sus fuerzas y manifestó que la muerte del comisionado español Anaya había sido responsabilidad de Curi Paucar y otros capitanes rebeldes a sus incas deseosos de la paz. 

El 23 de junio cayó ante la artillería española el último foco de resistencia inca, el fuerte de Huayna Pucará, que los nativos habían construido recientemente y se encontraba defendido por 500 chunchos flecheros. 

Los restos del ejército inca, ahora en retirada, optaron por abandonar Vilcabamba su última ciudad y dirigirse a la selva para reagruparse.

El 24 de junio los españoles tomaron posesión de la misma cumpliendo Sarmiento con las solemnidades del caso, quien tras enarbolar el estandarte real en la plaza del poblado proclamó "Yo, el capitán Pedro Sarmiento de Gamboa, alférez general de este campo, por mandato del ilustre señor Martín Hurtado de Arbieto, general de él, tomo posesión de este pueblo de Vilcabamba y sus comarcas, provincias y jurisdicciones". 

Acto seguido campeó tres veces el estandarte y a grandes voces dijo: "Vilcabamba, por don Felipe, Rey de Castilla y León", el estandarte es clavado en tierra y se realizan las salvas de ordenanza. 

Acompañado de los suyos Túpac Amaru I se había marchado el día anterior con dirección al oeste, dentro de los bosques de las tierras bajas. El grupo, que incluía a sus generales y a los miembros de su familia, se había dividido en pequeñas partidas en un intento de evadir la persecución. 

Grupos de soldados españoles y sus indios auxiliares fueron enviados para cazarlos trenzándose en sangrientas escaramuzas con la escolta del inca. Uno capturó a la esposa e hijo de Wayna Cusi. El segundo regresó. El tercero regresó también lo hizo con dos hermanos de Túpac Amaru, otros parientes y sus generales. El Uari Inca y su comandante permanecieron sueltos. 

A continuación un grupo de cuarenta soldados elegidos personalmente salieron en persecución de éstos. Siguieron el río Masahuay durante 170 millas, donde encontraron un almacén inca con cantidades de oro y vajilla de los incas. Los españoles capturaron un grupo de chunchos y los obligaron a decirles lo que habían visto, y si habían visto al Uari Inca. Estos informaron que se había ido río abajo, en bote. Los españoles construyeron después 20 balsas y continuaron la persecución. Río abajo descubrieron que Túpac Amaru había escapado por tierra. 

Continuaron con la ayuda de los aparis, los cuales avisaron qué ruta habían seguido los incas e informaron que Túpac Amaru I se veía ralentizado debido a que su mujer estaba a punto de dar a luz. Después de una marcha de 50 millas vieron una fogata alrededor de las nueve de la noche. Encontraron al Uari Inca Túpac Amaru y a su mujer calentándose entre sí. Les aseguraron que no se les produciría ningún daño y asegurarían su rendición. Túpac Amaru fue apresado. 

Los cautivos fueron traídos de regreso a las ruinas de Urcos y juntos se encontraron en Cuzco el 30 de noviembre. Los vencedores también trajeron los restos momificados de Manco Cápac y Titu Cusi Yupanqui y una estatua de oro de Punchao, la más preciada reliquia del linaje inca que contenía los restos mortales de los corazones de los incas fallecidos. Estos objetos sagrados fueron luego destruidos.

Los españoles hicieron varios intentos para convertir a Túpac Amaru I al cristianismo pero se cree que estos esfuerzos fueron rechazados por un hombre que estaba convencido de su fe. 

Los cinco generales incas que capturados recibieron un juicio sumario en el que nada fue dicho en su defensa y fueron sentenciados a la horca. Varios de los que murieron de las severas torturas que recibieron fueron también colgados. 

El juicio del Uari Inca comenzó un par de días más tarde. Túpac Amaru fue condenado por el asesinato de los sacerdotes en Urcos, de los cuales fue probablemente inocente. Fue sentenciado a la decapitación. Numerosos clérigos, convencidos de la inocencia de Túpac Amaru I, suplicaron de rodillas al virrey que el líder Inca fuera enviado a España para ser juzgado en vez de ser ejecutado.

Un testigo ocular del día de la ejecución, el 24 de septiembre de 1572, lo recordaba montado en una mula con las manos atadas a su espalda y una soga alrededor del cuello. Otros testigos dijeron que había grandes masas de personas y que el Uari Inca estaba rodeado por cientos de guardias con lanzas. 

Frente a la catedral, en la plaza central de Cuzco, un patíbulo había sido erigido. Se dice que había entre 10 mil y 15 mil personas presentes. 

Túpac Amaru subió al patíbulo acompañado por el obispo de Cuzco. Mientras lo hacía, se dice en las fuentes que "una multitud de indios [sic], que llenaron completamente la plaza, vieron el lamentable espectáculo de que su señor e Inca iba a morir, ensordecieron los cielos, haciéndolos reverberar con sus llantos y lamentos" (Murúa 271).

Como es relatado por Baltasar de Ocampa y fray Gabriel de Oviedo, prior de los dominicos en Cuzco, ambos testigos oculares, el inca levantó su mano para silenciar a las multitudes, y sus últimas palabras fueron: "Ccollanan Pachacamac ricuy auccacunac yahuarniy hichascancuta (Ilustre Pachacamac, atestigua como mis enemigos derraman mi sangre)"

A decir de algunos historiadores, cuando el virrey Toledo dejó su cargo para regresar a España fue recibido por el rey Felipe II con las siguientes palabras: 

«Podéis iros a vuestra casa, porque yo os envié a servir reyes, no a matarlos»...aludiendo a la trágica muerte de Túpac Amaru I.

Cerca de cuarenta años después de que la conquista del Imperio Inca hubiese comenzado con la ejecución de Atahualpa, esta concluyó con la ejecución de su sobrino Túpac Amaru I. 
Con el fin de prevenir el resurgimiento del imperio y borrar todo rastro de su descendencia, la fuente de futuras generaciones reales fue prontamente eliminada por el virrey. Varias docenas de personas, incluyendo al hijo de tres años de Túpac Amaru, fueron desterradas a los actuales México, Chile, y Panamá.

Sin embargo, a algunos se les permitió finalmente retornar sus lugares de origen y 2 siglos después, uno de sus descendientes, José Gabriel Condorcanqui Túpac Amaru II, lideró un levantamiento indígena en 1780. (Datos: Wikipedia)

domingo, 25 de octubre de 2015

Desde 1880 No se Sabe Nada del Fantasmal 2° Ejército Peruano

Francisco Bolognesi y Oficiales
Esperaron Hasta Ultimo Momento
la Llegada del 2° Ejército Peruano
de Segundo Leiva

El 26 de mayo de 1880, durante la Guerra del Guano y el Salitre, se produjo lo que se conoce como la Batalla del Alto de la Alianza. en la que fueron derrotados por Chile los ejércitos de Perú y Bolivia.

Nicolás de Piérola, había dado un golpe de Estado, asumiendo la jefatura del Estado peruano como dictador. 

Lizardo Montero, comandaba las fuerzas peruanas en Tacna, al mando del Primer Ejército Peruano. 

Para evitar una victoria de Montero sobre los chilenos, lo que le daría muchos bonos políticos, Piérola deja de enviarle armas, municiones, alimentos, ropa, dinero y todo tipo de suministros. 

A Montero se suman de mala gana los bolivianos, mal entrenados, pésimamente armados, y sin ningún deseo de combatir. 

Según el tratado de la alianza Perú-Bolivia, el mando lo asume el "comandante" boliviano Narciso Campero. 

La estrategia inicial era que los chilenos debían enfrentar al primer ejército peruano, siendo rodeados por la retaguardia por el Segundo Ejército Peruano al mando del coronel Segundo Leiva.

Leiva, adicto a Piérola recibe órdenes de demorar la marcha desde Arequipa hasta Tacna, así su ejército tarda un mes en aproximarse a Ilo, y luego retorna apresuradamente, en pocos dias a Arequipa, sin haber realizado su cometido de enfrentar a los invasores chilenos.

Derrotado Montero en Tacna, los bolivianos huyen cobardemente a la serranía por segunda vez, para no participar más en la guerra.

En Arica comandaba Francisco Bolognesi, quién no aceptó el pedido de rendición que le hicieron llegar los chilenos, esperando también la llegada del Segundo Ejército Peruano del coronel Leiva.

Bolognesi espera hasta el último aliento de vida la llegada del Segundo Ejercito Peruano, lo que nunca ocurrió, y muere acribillado junto con sus pficiales y soldados sometidos a degüellos criminales por los chilenos.

Bolognesi, más que un héroe, fue una víctima de la traición de sus propios compatriotas. 

Piérola, Segundo Leiva, y el 2° Ejército Peruano de Arequipa, convirtieron lo que pudo ser una victoria peruana y el fin de la guerra, en una sucia derrota.

Después de estas acciones el tristemente célebre 2° Ejército Peruano, no aparece en ninguna otra batalla o contienda. 

¿Lo que ocurrió, no califica en el delito de traición a la patria? ¿Alguna vez el Estado peruano investigó, juzgó y sancionó estos hechos que condujeron a la derrota peruana y a la pérdida de territorio? No tenemos información al respecto, pero parece que no. 

Pensamos que si Bolognesi se hubiese enterado que el 2° Ejército Peruano no iba a llegar nunca, hubiera preferido la rendición, porque sabía que sólo, la victoria era imposible, y él no era un suicida y menos un criminal para llevar a la muerte a tantos peruanos. 

¿Aparecerá alguna vez el fantasmal 2° Ejército Peruano? (jlhurtadov)

martes, 20 de octubre de 2015

Guerra entre la Gran Colombia y Perú 1828/1829

Batalla de Cruces - Guerra Gran Colombia Vs Perú

Luego de la expulsión de Sucre y sus tropas grancolombianas de territorio boliviano por parte del Ejército Peruano al mando de Agustín Gamarra, Simón Bolivar lanza la siguiente proclama el 3 de julio de 1828:

"A los pueblos del Sur: La perfidia del gobierno del Perú ha pasado todos los límites y hollado todos los derechos de sus vecinos de Bolivia y de Colombia. Después de mil ultrajes sufridos con una paciencia heroica, nos hemos visto al fin obligados a repeler la injusticia con la fuerza. Las tropas peruanas se han introducido en el corazón de Bolivia sin previa declaración de guerra y sin causa para ello. Tan abominable conducta nos dice lo que debemos esperar de un gobierno que no conoce ni las leyes de las naciones, ni las de gratitud, ni siquiera el miramiento que se debe a los pueblos amigos y hermanos. Referir el catálogo de los crímenes del gobierno del Perú, sería demasiado, y nuestro sufrimiento no podría escucharlo sin un horrible grito de venganza; pero yo no quiero excitar vuestra indignación, ni avivar vuestras dolorosas heridas. Os convido solamente a armaros contra esos miserables que ya han violado el suelo de nuestra hija, y que intentan aún profanar el seno de la madre de los héroes. Armaos colombianos del Sur. Volad a las fronteras del Perú y esperad allí la hora de la vindicta. Mi presencia entre vosotros, será la señal del combate".

Simón Bolivar nunca llegó para dar la señal de combate como prometió, pero el conflicto quedó latente.

Es más, Perú realizó un proceso de expulsión de las tropas "libertadoras" de Simón Bolivar de su territorio, los que se comportaban, al igual que en Bolivia no como libertadores sino como conquistadores, realizando todo tipo de excesos.


Por estas razones, tiempo después se produce la Guerra grancolombo-peruana (1828-1829) que fue un conflicto armado que enfrentó a la Gran Colombia, conformada por los actuales países de Colombia, Venezuela, Panamá y Ecuador, contra la República del Perú. 


El origen de esta disputa hay que buscarla en la tensión surgida entre los gobiernos de ambos países, no bien consolidadas sus respectivas independencias: el gobierno de tendencia liberal del Perú y el gobierno conservador colombiano, representado por el Libertador Bolívar. 


Perú, tras liberarse del régimen bolivariano o vitalicio, ayudó a Bolivia a liberarse del mismo régimen, invadiendo territorio boliviano, lo que enfureció a Bolívar.


A ello se sumó una controversia limítrofe: la Gran Colombia reclamaba el dominio de las provincias de Tumbes, Jaén y Maynas y Perú reclamaba a la vez a la Gran Colombia la provincia de Guayaquil. 


La guerra se dividió en dos campañas, la marítima y la terrestre. 


La campaña marítima resultó favorable al Perú, que ocupó el puerto de Guayaquil, mientras que la campaña terrestre fue favorable a los grancolombianos, siendo el encuentro más relevante la Batalla del Portete de Tarqui.


Culminó la guerra con la firma del Tratado Larrea-Gual o Tratado de Guayaquil, por el que se mantuvo la situación territorial previa al estallido de la guerra, quedando como base de referencia la antigua frontera virreinal para un posterior trazado de límites más preciso. 


Simón Bolivar y sus tropas nunca más pusieron  pie en territorio peruano.
(Datos: Wikipedia y otras fuentes)

lunes, 12 de octubre de 2015

Hombres y Mujeres Blancos, Altos y de Ojos Azules en una Región del Imperio Inca: Los Chachapoyas

Documental El Reino de los Chachapoyas
 de Alejandro Guerrero

Los conquistadores españoles quedaron sorprendidos cuando recorriendo el territorio del Imperio Inca encontraron una zona poblada por gente blanca, alta, de ojos azules, de facciones armónicas, todos completamente diferentes a las que estaban acostumbrados a ver en otras zonas del imperio y en general en América.

La región era Chachapoyas, en el norte del actual Perú.

El cronista español Cieza de León, que escribía crónicas del Perú durante la conquista, describió así a los chachapoyas:

"Son los más blancos y agraciados de todos cuantos yo he visto en las Indias que he andado, y sus mujeres fueron tan hermosas que por serlo, y por su gentileza muchas de ellas merecieron ser de los incas y ser llevadas a los templos del sol [...] andan vestidas ellas y sus maridos con ropas de lana y por las cabezas solían ponerse llautos, que son señal que traen para ser conocidas en todas partes"

Predecesores de los incas, los chachapoyas tenían grandes edificaciones, como el Gran Pajatén y Kuélap, con diseños y figuras decorativas completamente distintas a las encontradas en otras civilizaciones pre incas y en el Imperio Inca.

Las tumbas encontradas son construcciones sofisticadas edificadas en la parte alta de las montañas y los sarcófagos representan figuras humanas de tipo diferente al común en América.


Sarcófagos de los Chachapoyas


Cóndor de los Chachapoyas

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