lunes, 28 de febrero de 2022

Almirante francés Abel Bergasse Du Petit Thouars: Evitó la destrucción de Lima por las hordas bárbaras chilenas

 



El día martes 26 de febrero del 2019 se realizó la ceremonia de develación del busto del almirante francés Abel Bergasse Du Petit Thouars, en el conjunto arquitectónico "Marinos Notables" de la Escuela Naval del Perú.


Chile declara la guerra al Perú e invade su territorio durante la miserable Guerra del Guano y el Salitre de 1879, en las afueras de Lima las descontroladas hordas invasoras alcoholizadas en completo desorden destruían y quemaban todo lo que encontraban.


Temiendo que destruyeran y quemaran la hermosa e histórica capital del Perú, Petit Thouars se dirigió al comandante en jefe de las hordas bárbaras chilenas, general Manuel Baquedano González y comodoro Galvarino Riveros Cárdenas, advirtiéndoles que deberían reasumir el control de sus tropas y evitar nuevos desmanes como en Chorrillos, Barranco y Miraflores de los días 13, 14 y 15 de enero de 1881; en caso contrario, se vería obligado a usar la potencia de fuego de la escuadra neutral surta en el Callao y echar a pique a las naves de la escuadra chilena.


Temeroso, Baquedano hizo entrada a la capital peruana sin hacer destrozos


Por esto, Perú ha quedado eternamente agradecido a Petit Thouars, la marina francesa y Francia





viernes, 25 de febrero de 2022

El libro de la semana: LA ODISEA DE DARÍO EN PERÚ - Partes 1 y 2

 



La Odisea de Darío en Perú, es un libro bitácora de toda una vida en Lima, la capital de Perú.


En su primera parte, que corresponde al libro de la imagen principal, el autor narra la vida de Darío, un personaje real, durante sus etapas de niñez, adolescencia, y juventud, hasta convertirse en un profesional.


El niño en casa los primeros años, su ingreso a nido, los estudios primarios, los estudios de secundaria, la vida en la universidad, y luego el postgrado.


Corresponden estas etapas a la décadas de los 40, 50, y 60, con una Lima aún pequeña, con gentes, costumbres, distritos, viviendas, y todo muy diferente a lo que ahora vemos.


Es importante su lectura porque permite tener un horizonte más amplio y definido de lo que puede significar cada etapa en la vida de una persona.


Vivencias, pensamientos ciertos, hechos reales, cursos de vida alternativos, oportunidades perdidas, errores, indecisiones, cosas buenas y malas, todo lo que puede pasar una persona en en cualquier lugar y época.


Al leer este libro, niños, adolescentes, jóvenes, y también adultos, podrán formar mejor idea de lo que es la vida, y discernir sobre lo que es bueno, y lo que no lo es.


El libro ha sido editado como ejemplar impreso de tapa blanda, y también como libro digital o eBook.


La narración es amena, simple, de fácil entendimiento, y con letra grande para una lectura sin cansancio visual


No existe un libro similar en el mercado


Son 24 interesantes artículos desarrollados en 310 páginas de fácil lectura


Está disponible en Amazon


...............................................







Este libro contiene la continuación de la historia de la vida de Darío


El autor nos narra como cambia la vida de Darío a partir del año 1968, año en que se produce un golpe militar encabezado por el general Juan Velasco Alvarado que establece una dictadura a la que denominó Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada.


Fin del paraíso e inicio del infierno con la llegada de Velasco


Estatizaciones, persecución de la empresa privada, corrupción impulsada por la desaparición de todo tipo de controles, autoritarismo y abusos, reforma agraria abusiva con expropiaciones que destruyeron la buena marcha de la agricultura peruana, falta de trabajo por la salida de empresas extranjeras, economía en franco deterioro, invasiones con toma ilegal de terrenos, etc. etc. todo mal


Y, obviamente Darío sufre todas las consecuencias de un pésimo y equivocado gobierno que pone al país cuesta abajo por varias décadas.


La Parte 2 del libro viene en formato de libro impreso tapa blanda, y libro electrónico o eBook






....................................................






Recientemente salió una nueva edición de LA ODISEA DE DARÍO EN PERÚ conteniendo las partes 1 y 2 en un solo libro


Este libro completo se presenta en 3 formatos: Impreso Tapa Blanda - Impreso Tapa Dura - Libro Electrónico o Ebook.





sábado, 19 de febrero de 2022

Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade y Portugal - CONDE DE LEMOS - El virrey peruano en época de santos y hechos religiosos prodigiosos



Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade y Portugal, (Madrid, 1632 - † Lima, 1672); X Conde de Lemos, VII Marqués de Sarria, III Duque de Taurisano, fue el  XXVII Virrey del Perú en el período 1667 - 1672. 


El rey Carlos II lo nombra Virrey de Perú en 1666. 


El 9 de noviembre de 1667 llega al puerto de El Callao y hace su entrada en Lima, tomando posesión de su cargo el 21 de noviembre como nuevo Virrey del Perú. 


El Conde y su consorte, la Condesa Ana Francisca de Borja y Doria, fueron importantes auspiciadores de la canonización de Santa Rosa de Lima, ante la Corte de España y por esa intermediación en el Vaticano. 


El 12 de febrero de 1668 Rosa fue beatificada. La comunicación oficial llegó a Lima el 18 de enero de 1669. 


El Conde y la Condesa recibieron, el 15 de junio de 1670, en el puerto de El Callao la escultura de la Beata Rosa de Lima, enviada desde el Vaticano, obra del escultor Melchor Caffa. 


Con ocasión de su beatificación, su féretro de madera fue reemplazado por uno de plata, costeado por la Condesa. 


Por requerimiento de la regente española Mariana de Austria, el 11 de agosto de 1670, Rosa fue nombrada Patrona de las posesiones españolas en América y Filipinas. 


Rosa fue convertida en Santa el 12 de abril de 1671 por el Papa Clemente X. 


Rosa fue la primera mujer nacida en América en ser consagrada como santa católica.
 

Durante el gobierno del Conde de Lemos, se produjeron hechos religiosos prodigiosos, ante los intentos de borrar la imagen del Señor de los Milagros por considerarlo un culto clandestino y reprobable. 


Las reuniones para venerar la imagen eran los viernes por la noche, alumbrados por las llamas de cera; los devotos llevaban flores, perfumando el ambiente con el sahumerio, entonando plegarias acompañándose de arpa, cajas y vihuelas. 


Con el tiempo, se fue incrementando la peregrinación. Muchas veces se produjeron hechos de índole distinta a las prácticas religiosas. 


Viendo con malos ojos todos estos hechos el Párroco de San Sebastián, José Laureano de Mena, hace de conocimiento al virrey Conde de Lemos, don Pedro Antonio Fernández de Castro para que intervenga como autoridad, prohíba las reuniones, y de la orden irrevocable de borrar al Cristo, ya que, según su criterio, estaba fuera de los cultos religiosos.


El Virrey trasladó la solicitud a la máxima autoridad eclesiástica que era en ese momento el Provisor y Vicario General Esteban de Ibarra, por haber fallecido el Arzobispo Pedro de Villagomez. Este envió el 4 de septiembre al sitio al promotor Fiscal del Arzobispado José Lara y Galván, Laureano de Mena y el Notario Juan de Uría, quienes verificaron la existencia de la imagen del Cristo Crucificado, una concurrencia de unas doscientas personas que entonaron el salmo miserere «Tibi soli peccavi» y la presencia del sacristán de la Parroquia de San Marcelo José de Robledillo, a quien José Lara le llamó la atención de autorizar con su presencia tal tipo de reuniones, se armó un tumulto en que los congregados en el lugar rodearon a los representantes eclesiásticos que se vieron obligados a abandonar el lugar.


Esteban Ibarra dictaminó que se prohibiesen tales reuniones y que se borrase la imagen, por lo cual entre el 6 y el 13 de septiembre de 1671, se constituyó al lugar un comité especial dispuesto por el Promotor Fiscal del Arzobispado José Lara y Galán, un notario, posiblemente el mismo Juan de Uría, un pintor indígena de brocha gorda y el capitán de la guardia del Virrey, Pedro Balcázar, escoltado por dos escuadras de soldados para el caso que se produjesen desmanes por la cantidad de curiosos y vecinos que rodeaban el lugar. 


El primero en intentarlo fue el pintor que al momento de subir por la escalera hacia la imagen comenzó a sentir temblores y escalofríos, teniendo que ser atendido, intentó de nuevo proseguir con su tarea, pero al subir otra vez, fue tal su impresión que bajó raudamente y se alejó asustado del lugar sin concretar el encargo. El segundo hombre, se acercó a la imagen, pero algo vio en ella que le hizo desistir de raspar la imagen. El tercero, fue un soldado real de ánimo más templado, éste subió, pero bajó rápidamente explicando luego que cuando estuvo frente a la imagen, vio que ésta se ponía más bella y que la corona de espinas se tornaba verde. 


Ante la insistencia de las autoridades por borrar la imagen, la gente manifestó su disgusto y comenzó a proferir grandes voces, en vista de lo cual el virrey y el vicario Ibarra decidieron revocar la orden y el Vicario Ibarra autorizó su culto. 


En una visita del virrey y su esposa, éste impresionado por lo que vio, encargó a Manuel de Escobar y Fray Diego Maroto la construcción de una ermita. El 14 de septiembre de 1671 se ofició la primera misa en ella ante las altas autoridades eclesiásticas y civiles, fecha que coincide con el día de La Exaltación de la Cruz, comenzándose a difundir el culto y a llegar de diferentes lugares numerosos fieles, comenzándolo a llamar al crucificado Santo Cristo de los Milagros, o de Las Maravillas. 


El Virrey fallece en Lima, el 6 de diciembre de 1672. Su cuerpo fue sepultado en la Iglesia de Nuestra Señora de Desamparados siendo su corazón depositado a los pies de la imagen de Nuestra Señora de los Desamparados, en la Iglesia que ayudó a construir. Cuando la antigua Iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados, detrás de Palacio de Gobierno, fuera demolida en 1938 el corazón del Conde de Lemos fue llevado a la Iglesia de San Pedro y puesto en un nicho entre los altares de San Francisco de Borja y San Luis Gonzaga. El resto de su cuerpo fue trasladado a su ciudad natal. (datos: fuentes varias)

sábado, 12 de febrero de 2022

José de la Serna y Martínez de Hinojosa - El último virrey de los 3 siglos de oro del Perú



José de la Serna y Martínez de Hinojosa, (Jerez de la Frontera, 1770 - Cádiz, 6 de julio de 1832), fue el XXXX y último Virrey del Perú.


Era militar y tenía el título nobiliario de Conde de los Andes.


Hijo de Álvaro José de la Serna y Figueroa y de Nicolasa Martínez de Hinojosa y Trujillo. 


Se forma como cadete en 1782 en la Academia de Artillería de Segovia, y asciende a subteniente en 1787.


Como oficial de artillería, participó en el año 1790 en la defensa del sitio de Ceuta, participando en las salidas que destruyeron todos los recursos del ejército sitiador del emperador de Marruecos, obligándole a levantar el cerco sobre la ciudad.


Participa en la Guerra del Rosellón y Cataluña contra la Convención Nacional (Revolución Francesa) de la primera república francesa, y embarcado también en distintas campañas navales entre los años 1789 y 1802 continuó sus servicios en la escuadra de José de Mazarredo contra la armada inglesa, y en la expedición sobre Brest del año 1799. En 1805 ascendió al grado de teniente coronel.


Graduado sargento mayor del segundo Regimiento de Artillería, con cuya unidad concurrió a la defensa de Valencia, y después a la de Zaragoza, a donde llegó en los primeros días de agosto de 1808, mandando las compañías de artilleros de plaza pertenecientes a las divisiones enviadas por la Junta Suprema de Valencia en auxilio de los aragoneses.


Participa en la defensa de Zaragoza, concretamente en la defensa del Convento de San José, en los arrabales de la ciudad, y en la defensa de Puerta Quemada y es hecho prisionero en este segundo sitio de Zaragoza, llevado forzadamente a Francia, desde donde emprende una temeraria fuga de su prisión consiguiendo huir por Austria hasta Salónica y embarcarse a España para reincorporarse a la lucha contra Napoleón Bonaparte. 


Ascendido a coronel del cuerpo de artilleros en 1812 obtuvo el mando del tercer Regimiento, y al terminar la Guerra de la Independencia Española, en la que alcanzó nombradía, merece el alto grado de brigadier del ejército.


Tras haber combatido en la guerra de independencia española contra la ocupación Napoleónica, desde 1815 fue destinado para servir como oficial en el Virreinato del Perú y asignado al teatro de operaciones en el Alto Perú.


Emprendió desde el año 1816 una serie de campañas militares para pacificar distintos territorios altoperuanos ocupados por guerrilleros insurgentes, denominados republiquetas, cada uno de los cuales ejercía una dominación en su zona respondiendo a las Provincias Unidas del Río de la Plata por lo que quedaban fuera del dominio de la monarquía.


En la misma línea procedió más al sur a la ocupación de Jujuy y Salta, intentando avanzar a Tucumán, obstaculizado por la feroz resistencia que le opusieron los gauchos de Güemes en la frontera norte, a pesar de haber derrotado a su comandante en La Puna, el marqués de Yavi, el 15 de noviembre de 1816.


Sus tropas entonces estaban conformadas por más de siete mil soldados organizados en catorce cuerpos de línea repartidos en dos armas, caballería e infantería. Estaban compuestos por los Húsares del Rey, los Dragones de la Unión de Fernándo VII, dos batallones de Granaderos de las Imperiales de Alejandro, el batallón de Granaderos de la Guardia y el de Cazadores a Caballo. Contaba para tal invasión con mil caballos frescos sin monta, otras mil mulas y el soporte de una fuerza de artillería de veinte cañones.


En el año 1817, el virrey Joaquín de la Pezuela encargó a De la Serna la misión de emprender otro avance a Tucumán con los recursos que dispusiera en el Alto Perú para atraer la atención del poderoso ejército que se preparaba en Mendoza para invadir la Capitanía General de Chile. José de La Serna se opuso a esta medida, y llamó la atención de la carencia absoluta de caballería en el ejército, lo que no le permitiría conservar ni sus comunicaciones ni su logística, además de expresar su disconformidad con el fundamento de la campaña por las enormes distancias que separaban el Alto Perú del ejército del general José de San Martín situado en Mendoza. Sin embargo, bajo manifiestos de levantar el estandarte real en Buenos Aires, obedeció la orden, emprendiendo lo mandado por el virrey Pezuela con el resultado infructoso que le había anticipado.


Durante el gobierno del virrey Joaquín de la Pezuela, el 8 de septiembre de 1820, desembarca en la bahía de Paracas el general José de San Martín, proveniente del sur, con su Expedición Libertadora, y establece sus cuarteles en la localidad de Pisco, donde contaba con la simpatía de los lugareños patriotas.


El Virrey, en cumplimiento a los dictámenes de España, propicia una reunión con San Martín en Miraflores, donde se reunieron representantes de ambos líderes a partir del 25 de septiembre de 1820. La conferencia fracasó debido a las posiciones antagónicas de los interlocutores: los patriotas pedían que se les reconociese la Independencia, en tanto España pedía el sometimiento al Rey y a la Constitución Liberal de 1812.


Tras el fracaso de las negociaciones, San Martín envía al general Álvarez de Arenales, desde su cuartel general en Pisco, a la Segunda campaña de Arenales a la sierra del Perú, para combatir a los españoles, sumar adeptos y cercar la ciudad de Lima. Fue en este viaje de Arenales cuando dos compañías realistas enteras se pasaron al lado patriota y quedan bajo el mando de Arenales. Este no tuvo mucho éxito en su campaña, y el resultado fue el repliegue de Lima del Ejército Real del Perú, al mando de José de la Serna, hacía sus cuarteles del Cuzco.


Los éxitos patriotas, la inactividad del ejército de Lima, y el proyecto de capitulación de Pezuela ocasionaron que el bando español cuestionase el desempeño del virrey Pezuela, contra quien los jefes españoles dan un ultimátum en Aznapuquio, tras lo cual se encarga la dirección de la guerra al general de mayor graduación, José de la Serna e Hinojosa.


El 29 de enero de 1821, en razón del pronunciamiento de Aznapuquio contra Pezuela, La Serna tomó el mando como capitán general y jefe político superior, lo que fue aprobado por el trienio liberal. Más tarde, La Serna recibiría también la confirmación de su nombramiento de virrey por parte del gobierno absoluto de Fernando VII el 9 de agosto de 1824, tres días después de la batalla de Junín.


El 2 de junio, en la hacienda de Punchauca, se reunieron el comisionado por las cortes, el general José de San Martín y el nuevo Capitán General José de la Serna. San Martín pidió el reconocimiento de la Independencia del Perú, y De la Serna la indivisibilidad de la corona española, de modo que la conferencia de Punchauca fracasó.


El 5 de junio de 1821, el capitán general José de la Serna, anunció a los limeños que abandonaba Lima, dejando al entonces general realista, José de La Mar, con una fuerza que se refugiara en el Callao, al amparo de la fortaleza del Real Felipe. Salió de la ciudad con todo su ejército el 6 de julio, para asentar su gobierno en el Cuzco.


El General San Martín entonces entró en Lima el 10 de julio, donde fue recibido con júbilo de su adeptos y por el recelo de los partidarios españoles. El 15 de julio se firmó el acta de la Independencia del Estado peruano en el cabildo de Lima que era presidido por el alcalde Isidro de Cortázar y Abarca.


De la Serna no tuvo mucho tiempo para gobernar sino para combatir. Logró llevar la primera imprenta al Cusco y comenzó a imprimir desde allí el famoso periódico El Depositario, en el cual colaboró por igual el cáustico escritor Gaspar García y Rico. 


En espera de refuerzos que nunca llegaron al Perú consiguió sostenerse tres años más, permaneciendo aún en la Provincia del Cusco en 1824, y tras sufrir la rebelión y traición del general Pedro Antonio Olañeta fue derrotado en la Batalla de Ayacucho. La Serna resultó con siete heridas de gravedad en la batalla; y bajo la capitulación de Ayacucho se le permitió regresar a España.


Tras la recuperación de sus heridas embarcó en enero de 1825 desde el puerto de Quilca en la fragata francesa Ernestine y, desembarcando en Burdeos, volvió finalmente a España, donde, superando en los tribunales militares las aclaraciones requeridas por él mismo en relación a su mando en el Perú, el rey Fernando VII reconoció su heroísmo (ante documentos como una felicitación de Bolívar​) y fue recompensado con honores agradeciéndole con el título de Conde de los Andes. 


Murió en Cádiz, en julio de 1832, a los 62 años de edad, sin dejar descendencia, rodeado del duelo de camaradas del cuerpo de Artillería y de quienes sirvieron con él bajo las banderas realistas.



jueves, 3 de febrero de 2022

Conociendo a las grandes civilizaciones del mundo: Sumeria es la primera civilización que apareció en el planeta Tierra

 


Sumeria es una región histórica de Oriente Medio, parte sur de la antigua Mesopotamia, entre las ricas planicies aluviales de los ríos Éufrates y Tigris. 


La civilización sumeria es considerada como la primera civilización del mundo.


Floreció entre el 4100 y el 1750 a.C


Los sumerios inventaron:


-La rueda.

-El sistema sexagesimal.

-La escritura 

-Las leyes escritas.

-Los ladrillos de adobe.

-Las construcciones con arcos.


Con el invento de la escritura en Sumeria se inicia la historia del mundo








........................................


Noticias e Información que no se puede perder