jueves, 29 de octubre de 2020

28 de Octubre de 1746: Ocurrió el mayor y devastador terremoto de Lima

Virrey Conde de Superunda


El 28 de Octubre de 1746, ocurrió en Lima, la capital del Virreinato del Perú, un gran terremoto, cuya potencia se estima en aproximadamente 9,0 de Magnitud de Momento (MW).


Las víctimas oscilaron entre 15 mil y 20 mil fallecidos.


Gobernaba entonces en el Perú el virrey José Antonio Manso de Velasco. 


Este terremoto es considerado el mayor ocurrido en Lima.


A las 10:30 p.m. del 28 de octubre de 1746, empezaron las violentas sacudidas de la tierra que obligaron a todos a salir de sus casas y buscar lugares descampados. 


No todos pudieron hacerlo y aun aquellos que ganaron la calle vinieron a sucumbir al derrumbarse los muros adyacentes. 


La confusión y el espanto cundieron por toda la ciudad.


La duración del sismo fue de tres a cuatro minutos.


Lima tenía 60 mil habitantes.
 

Cayeron las partes altas de templos, conventos, mansiones y diversas construcciones.


Culminado el sismo nubes de polvo ocultaron la visión de la población.


La noche fue verdaderamente angustiante, aun sin saberse todavía en Lima la desgracia del vecino puerto del Callao, que fue arrasado por un maremoto. 


Muchos, para no quedar sepultados entre las ruinas, así como para hallar amparo en la compañía de los demás, se refugiaron en la Plaza Mayor y otros se retiraron al fondo de sus huertas, de modo que en las casas que aún permanecían en pie o entre los escombros de otras reinaba un gran silencio.


La procesión del Señor de los Milagros se realizó por primera vez después del devastador terremoto de 1687, cuando el muro otra vez se mantuvo en pie. Se hizo una réplica en lienzo que salió en procesión desde el humilde barrio de Pachacamilla -hoy Santuario y Monasterio de las Nazarenas- hasta la pluricultural Plaza Mayor y las principales calles de la ciudad, y los Barrios Altos. Se declara como fiesta oficial después del terremoto de octubre de 1746. 


Amaneció el día sábado 29 de octubre y los ojos de los sobrevivientes contemplaron con espanto la ruina de la ciudad. De las tres mil casas que componían las ciento cincuenta islas o manzanas que se encerraban dentro de las murallas de Lima, apenas veinticinco se mantuvieron incólumes. Las calles se veían obstruidas por los escombros y el interior de los edificios ofrecía un aspecto desolador. Las torres de la Catedral se desplomaron y cayeron sobre las bóvedas destruyéndolas. Otro tanto sufrieron las torres de las iglesias de San Agustín, La Merced y San Pablo de la Compañía. Prácticamente todas las iglesias, conventos, monasterios, capillas y hospitales, sufrieron más o menos iguales destrozos. El arco magnífico que estaba a la entrada del Puente de Piedra, coronado por la estatua ecuestre del rey Felipe V (cuya muerte, acaecida el 9 de julio de ese año, se ignoraba todavía en el Perú), se vino al suelo, quedando la escultura desgajada en el suelo y entorpeciendo el paso. 


En el Palacio virreinal, no quedó un lugar habitable y el Virrey hubo de acomodarse en una barraca de tablas y lona. Pero no estaba en mejores condiciones el Santísimo Sacramento que del Sagrario fue conducido a una ramada que se improvisó en la Plaza mayor. 


El edificio del Tribunal del Santo Oficio quedó igualmente en ruinas. 


La Desaparición del Puerto de El Callao:


Desde las primeras horas del día comenzaron a circular voces sobre la destrucción del Callao y el virrey envió a aquel puerto a algunos soldados de a caballo, a fin de cerciorarse del hecho. Estos trajeron la confirmación del desastre y a poco ya toda la ciudad lo sabía, pues a ella llegaron también unos cuantos sobrevivientes de la embestida del mar. Lo que contaron dichos sobrevivientes fue algo horrendo, con ribetes apocalípticos. 


Media hora después del terremoto se había entumecido el mar y elevado a enorme altura, y con horrible estruendo se había precipitado por dos veces sobre la tierra, la que inundó, y barrió todo lo que encontró a su paso. 


El Marqués de Obando, Jefe de la Escuadra y General de la Mar del Sur, dijo que los cuatro mayores navíos que había en el puerto, soltando las anclas fueron lanzados por encima del presidio y vinieron a varar el uno dentro de la plaza, el otro, cargado de trigo, a escasa distancia del anterior y los otros dos hacia el sudeste, como a distancia de un tiro de cañón de los baluartes. 


El número de los que perecieron en el puerto se calcula en unos cuatro a cinco mil, prácticamente toda la población; sólo se salvaron 200 personas. 


El mar se retiró, pero no volvió a su límite antiguo. Toda la zona portuaria del Callao se hundió después del terremoto. 


El reporte oficial mencionó más de 10 mil muertos en Lima, Callao y villas adyacentes. 


En Lima las víctimas no debieron pasar de 2.000, habiendo diversidad en los datos al respecto, lo que se explica por no haberse dado a todos los cadáveres sepultura: muchos quedaron insepultos entre las ruinas y sólo con el tiempo fueron paulatinamente descubriéndose. De todos modos una cifra crecida teniendo en cuenta la población total, de unos 60.000 habitantes. 


En cuanto a las edificaciones, Lima sufrió una destrucción total, excepto 25 casas de las 3.000 que conformaban la ciudad.


Luego del sísmo la tierra continuó moviéndose aunque con menor intensidad. Un reporte de José Eusebio de Llano Zapata describe todas las réplicas: Los movimientos continuaron en forma intermitente hasta las 5:00 a.m. y muchos remezones se sintieron hasta el Cuzco y desde el 28 de octubre hasta el 10 de noviembre se produjeron 220 réplicas más, y hasta el 28 de octubre de 1747 fueron un total de 568 temblores. 


Tan abatidos se hallaban los ánimos y tan honda impresión había causado la noticia de la ruina del Callao que el día 30, había comenzado a esparcirse el rumor de nueva salida del mar, toda la gente, presa de irresistible pánico, comenzó a huir en bandadas hacia los montes vecinos, sin que en su carrera nadie fuese capaz de detenerla. 


El Virrey, sabiendo que la noticia carecía de fundamento, hubo de montar a caballo a fin de contener a la multitud y desvanecer la falsa noticia que con delincuencial intento había comenzado a difundir un negro caballista. 


Hizo lo mismo el Marqués de Obando en compañía de un religioso franciscano y sólo después de mucho trajinar por todas las veredas que salen al campo se logró que volviera un tanto la calma. Ya cerca del anochecer comenzaron a deshacerse las aglomeraciones de gente de toda clase y condición que se habían formado y empezaron a volver a sus casas con más orden que a la salida. 


Debido a la confusión y desorden que reinaba en todas partes, así como por haber abandonado sus casas los dueños, la baja plebe se entregó al robo y saqueo. Hubo que recurrir a la tropa y el Virrey destinó tres patrullas de soldados con sus correspondientes cabos para que de continuo rondasen toda la ciudad y apresasen a los malhechores. 


En el Callao se hizo más necesaria esta providencia por los muchos objetos que iba arrojando el mar a la playa, que despertaban la codicia de bandidos y simples buscones. 


Por esta razón hubo de expedirse un decreto ordenando al Tribunal del Consulado velase por que no se cometiesen robos y recogiese cuanto se hallase a fin de restituirlo a los interesados. 


Como en toda la extensión de las playas que se suceden desde el Morro Solar hasta La Punta y también por el lado de Bocanegra varaban los restos de la ruina no era fácil evitar la audacia de los merodeadores, pero a fin de reprimirla se publicó un bando amenazando con pena de la vida al que hiciera alguna sustracción y se fijaron dos horcas en la ciudad y otras dos en el Callao, para contenerlos. 


Los días que se siguieron fueron de angustia, tanto por no cesar de temblar la tierra como por la amenaza del hambre y las epidemias. 


Gracias a las acertadas medidas adoptadas por el Virrey se logró abastecer a la población prontamente aunque no tan de inmediato que no se dejara sentir la escasez. Dispuso que de las vecinas provincias se remitiese cuanto antes el trigo almacenado y, convocando a los panaderos, les proporcionó el auxilio necesario, así para abastecerse de harina como de agua, por haberse roto los acueductos y cañerías de la que venía a la ciudad. 


Encomendó a los alcaldes ordinarios, D. Francisco Carrillo de Córdoba y D. Vicente Lobatón y Azaña la ejecución de estas medidas y de otras al mismo intento, como el abastecimiento de carne fresca. 


En cuanto a las epidemias, dice Llano Zapata en su Carta o Diario que hasta mediados de febrero del 1747 habían muerto en la ciudad, víctimas de tabardillo, dolores pleuríticos, disentería y cólicos hepáticos hasta dos mil personas, número excesivamente crecido para la Lima de entonces. 


Durante esos días luctuosos, las rogativas, procesiones de penitencia y públicas manifestaciones de piedad fueron casi ordinarias y los predicadores de uno y otro clero llenaban las calles con sus voces de gemido, excitando a todos a la desesperación y al arrepentimiento. A su vez, el virrey encomendó a los hermanos de la cofradía de la caridad la tarea de sepultar los cadáveres y de asistir a los muchos enfermos que no bastaban a contener los hospitales, en ruinas la mayor parte de ellos, pues en el de Santa Ana para indios perecieron 60 al caer sobre ellos la pesada techumbre de las salas. El clero limeño atribuyó la desgracia a la ira divina desencadenada por una serie de razones, a saber: Las injusticias que se cometían contra los pobres. Las prácticas ilícitas de la codicia y la usura. El torpísimo pecado de la lujuria. La vanidad de las mujeres con sus escandalosos vestidos, en especial los escotes demasiados abiertos.


La fe católica no sufrió merma y más bien se incrementó notablemente la devoción al Señor de los Milagros, venerada imagen que solía ser sacada en procesión en eventos de ese tipo, manifestación admirable de fe colectiva que ha persistido a través de los siglos. 


El Virrey Manso de Velasco desde un principio mostró gran presencia de ánimo y adoptó todas las medidas que pudieran contribuir a detener el desorden y hacer menos grave la desgracia. 


En los años siguientes Manso de Velasco dedicó todos sus esfuerzos a la reedificación de la capital y de su puerto, por lo que se le puede considerar con razón como el segundo fundador. 


Conde de Superunda:


Por todos estos servicios y por la construcción de la estupenda fortaleza del Callao, que elevó en el terreno que ocuparon las olas en el desborde del mar, el vice rey recibió del rey Fernando VI con fecha de 8 de febrero de 1748 el título de Conde, con la expresiva denominación de Superunda, “sobre las olas”. 


El terremoto de Lima del año 1746 conmovió a todo el mundo civilizado. Las noticias que del mismo se publicaron en español fueron traducidas al inglés, italiano y portugués y circularon abundantemente, pues se hicieron de algunas varias ediciones. 


Poco a poco volvieron las cosas a tomar su ritmo normal en Lima, aun cuando el recuerdo de tan funesto episodio quedó por mucho tiempo grabado en el espíritu de los sobrevivientes de la catástrofe.


Plano de Lima Amurallada

Catedral de Lima sin sus Torres

El Callao Arrasado por el Mar

martes, 27 de octubre de 2020

Nuestras Raíces - Extendidas, Profundas y Fibrosas

 

Ejército Real del Perú - Reconociéndolos como peruanos


Siglos atrás nuestros pueblos fueron conquistados por el Imperio Inca y estuvimos 1 siglo bajo su tiránica dominación


Luego, el Imperio Inca fue conquistado por el Imperio Español, y estuvimos bajo su dominio por 3 siglos en un período cumbre, como Virreinato del Perú.

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Nadie puede dudar entonces que nuestra base más amplia viene del virreinato, período donde se produjo un gran mestizaje, dando origen a la raza que actualmente predomina en Perú.


Luego vienen 2 siglos ya de república, un declive a una época turbulenta y descontrolada de lucha por el poder entre bandas civiles y militares, período en el que llegaron inmigrantes africanos, chinos, japoneses, alemanes, austriacos, italianos, franceses, palestinos, turcos, malayos, ingleses, irlandeses, árabes etc.

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Muchos peruanos se sienten herederos de los incas y no lo son tanto, no saben que más tienen de españoles que de incas, y que más aportó a la nacionalidad el Imperio Español que el Imperio Inca. Por supuesto que la república no ha aportado nada de valor, solo corrupción. 


Si nos enorgullecen los santos peruanos que aparecieron en la época del virreinato como Santa Rosa, San Martín de Porres, etc. porque no nos vamos a sentir orgullosos del Ejército Real del Perú, de los alabarderos y arcabuceros, y de tantos otros peruanos trabajadores durante la época del Perú Virreinal. (jlhurtadov@gmail.com)

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viernes, 23 de octubre de 2020

El Inca Túpac Yupanqui Llegó a Rapa Nui o Isla de Pascua en 1465 - Un enigma es cómo lo logró

 Esperando el regreso del inca Túpac Yupanqui


El centro ceremonial de Vinapú en Rapa Nui o Isla de Pascua, posee una extraordinaria plataforma, que destaca y se diferencia de otras construcciones en la isla, al poseer una estructura arquitectónica que está compuesta de grandes losas de basalto hechas calzar cuidadosamente, de manera similar a las construcciones incas del Cusco en Perú. 


Debido a su similitud con la arquitectura inca, el historiador peruano José Antonio del Busto y otros como Jean Hervé Daude, Île de Pâques - L'empreinte des Incas, basados en las crónicas españolas del siglo XVI, como la de Pedro Sarmiento, Vinapú habría sido construido por el inca Túpac Yupanqui durante su expedición al Pacífico en 1465.


En Perú, una de las chulpas de Sillustani, construida bajo el reinado del inca Túpac Yupanqui, es similar a la de Vinapú


Un estudio publicado en Nature (en julio de 2020) confirma la presencia de ADN inca en la población de Rapa Nui y en varias islas polinesias, confirmando una presencia peruana confirmada hace 20~24 generaciones (alrededor de 1200). 


Para Joseph Dager, profesor de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y estudiante de Del Busto, entre los varios indicios que recogió su profesor acerca de la presencia inca en Oceanía, hay dos que predominan:


-La leyenda del rey Tupa, que hasta la fecha se mantiene en la isla de Mangareva. El relato habla de la llegada de este personaje en una flota de pae pae, balsa a vela con doble mástil, y que deslumbró a los nativos con la cerámica, pues era un mundo precerámico; los metales, porque los lugareños estaban en la edad de la piedra, y la textilería. Cabe resaltar que en dicho lugar existe la danza del rey Tupa. 


El segundo es Vinapú, contundente. Vinapú es parte del Parque Nacional Rapa Nui, que la Unesco ha declarado Patrimonio de la Humanidad.












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miércoles, 21 de octubre de 2020

Gente del Colca - Arequipa - Perú

 


El valle del Colca es uno de los mayores destinos turísticos del Perú. 


Está ubicado en la provincia de Caylloma en Arequipa


. Colca proviene de las palabras Collaguas y Cabanas, dos etnias que habitaban a lo largo del río Colca. 


Este cañón tiene una profundidad de 4160 metros.


La provincia de Caylloma, designada genéricamente como “Colca”, forma parte del departamento de Arequipa, en el Perú, y está ubicada en el extremo noreste de esta región. 


La provincia tiene como escenario principal el Cañón del Colca y es en su entorno que se han asentado las poblaciones que la identifican.


Caylloma, cuyo nombre proviene de uno de los pueblos del lugar, tiene una superficie de 11 990,24 km² y limita con el departamento del Cuzco por el norte, con las provincias de Camaná y de Arequipa por el sur, con el departamento de Puno por el este, con la provincia de Castilla por el oeste y con la provincia de Condesuyos por el noroeste.


En el 2019, la Unesco declaró como geoparque mundial al Cañón del Colca y Volcanes de Andagua










martes, 20 de octubre de 2020

Acciones Navales de los Incas



 Acción Naval Marítima:


Alrededor de 1465, antes de que Cristóbal Colón llegara a América (1492), el entonces ‘hatun auqui’ (príncipe conquistador) Túpac Yupanqui , de solo 25 años, –quien luego se convertiría en el décimo gobernante de la civilización inca– emprendía una expedición a las actuales islas de la Polinesia –una de las subregiones de Oceanía–. La misión prometía oro, así como encontrar nuevas especies de animales y plantas que podrían resultar útiles para el imperio. 


"Túpac Yupanqui era un hombre que no había tenido nada que ver con el mar hasta que lo conoció cuando conquistó el golfo de Guayaquil [Ecuador], y descubrió las balsas. [...] Y siguiendo además las corrientes y los vientos, entendió que estas podían llegar a cualquier parte”, lo dijo hace unos años el fallecido historiador José Antonio del Busto, autor del libro “Túpac Yupanqui. Descubridor de Oceanía” –que reúne 30 pruebas que confirmarían la veracidad de esta teoría–.


Túpac Yupanqui –aseguraba Del Busto– conquistó más que Alejandro Magno. Y luego de obtener el control de la isla Puná (Ecuador), a la que llegó en balsa, recibió noticias de la existencia de dos islas lejanas que albergaban una gran variedad de recursos: Auachumbi y Ninachumbi. Los cronistas Pedro Sarmiento de Gamboa, Martín de Murúa y Miguel Cabello de Balboa –que vivieron en el virreinato del Perú en el siglo XVI– coinciden con este relato.


Con 120 embarcaciones y 2 mil hombres, el joven príncipe inició su aventura a estas dos islas, que se tratarían de Mangareva y Rapa Nui (Isla de Pascua). También llegaría a Nuku Hiva, en el archipiélago de Las Marquesas.


¿Pero cuáles son los indicios que apoyan esta propuesta? En primer lugar, las crónicas indican que tras su viaje, el príncipe inca no solo trajo consigo oro, plata, esmeraldas y animales raros, sino también esclavos negros.


Al no haber registro de exploraciones de Túpac Yupanqui a África, Del Busto aseguraba que se trataba de esclavos de Melanesia –otra subregión de Oceanía– que se encontraban en las islas mencionadas. 


Asimismo, en Nuku Hiva se hallaron quipus –herramienta para llevar la contabilidad–, conocidos en aquel lugar como quipona.


Para Joseph Dager, profesor de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y estudiante de Del Busto, entre los varios indicios que recogió su profesor acerca de la presencia inca en Oceanía, hay dos que predominan. El primero es la leyenda del rey Tupa, que hasta la fecha se mantiene en la isla de Mangareva. El relato habla de la llegada de este personaje en una flota de pae pae, balsa a vela con doble mástil, y que deslumbró a los nativos con la cerámica, pues era un mundo precerámico; los metales, porque los lugareños estaban en la edad de la piedra, y la textilería. Cabe resaltar que en dicho lugar existe la danza del rey Tupa.


El segundo indicio importante está en Rapa Nui, que alberga una construcción con características incaicas llamada Vinapú.


“Es una construcción en la que ponen piedra sobre piedra, y entre estas no puede entrar ni un clavo. Esta técnica se ve en las ciudades incaicas del Cusco”, señala Dager.


En este lugar, del mismo modo que en Mangareva, existe un personaje legendario bautizado como Mahuna-te Ra’á, que se traduce como “hijo del Sol”. Para Del busto era una referencia del príncipe inca. Se apoyaba también en la existencia de palabras quechuas en Rapa Nui. Por ejemplo, el tocado que tienen en la cabeza los famosos monolitos de la isla se llaman puka, que en quechua significa rojo. Hay también indicios de viajes entre Moquegua y Pascua.


Acción Naval Fluvial:


La primera acción naval fluvial organizada y planificada del Perú, se dio en época del Inca Inca Yupanqui, quién movilizó 10 mil hombres en balsas navegando los ríos de la Amazonía, con afanes de crecimiento territorial..


La expedición duró dos años, y fue una victoria pírrica para los incas, ya que si bien vencieron a los Asháninkas, a quienes los incas conocían como campas o antis, solo retornaron a su base 1 mil soldados, el 10 % de los que partieron.


Así, el avance en el Antisuyo o zona selvática no fue grandes como en los demás suyos.

lunes, 12 de octubre de 2020

Gente de Pozuzo - Perú


Pozuzo es una localidad de la provincia de Oxapampa, departamento de Pasco, y capital del Distrito de Pozuzo. 

Pozuzo fue la primera colonia de su tipo fundada en 1859, cuatro años después de que el gobierno peruano les concediera las tierras a los colonos austriacos y alemanes.

Hoy es una próspera y turística región del Perú









miércoles, 7 de octubre de 2020

ANGAMOS 1879: Al Final, la Gloria Perenne es de los Peruanos

El Legendario BAP Huáscar

El Huáscar, legendario buque peruano conocido en el mundo entero, no se encuentra en Talcahuano - Chile, porque fue completamente destruido en un enfrentamiento con toda la moderna y poderosa escuadra chilena el 08 de octubre de 1879 en el denominado Combate de Angamos. 

La nave que exhiben los chilenos como "trofeo" es una réplica mal hecha y adaptada a las características de los buques chilenos de la época.

El "trofeo" de Talcahuano, más parece de Perú que de Chile, porque representa la valentía, el coraje de los marinos peruanos, liderados por Miguel Grau, que no se rindieron y se enfrentaron a toda una escuadra con el doble de potencia y capacidad naval. Es lo que admira la gente cuando lo visita. Gloria de Chile, ninguna.

Siendo el "trofeo" chileno un buque cualquiera, solo parecido al Huáscar, Perú esta pronto a contar con una réplica exacta y fidedigna del BAP Huáscar, la que se construiría en los afamados astilleros SIMA de El Callao.

¿Cómo quedó el Huáscar después del combate final? Veamos testimonios:

Benjamín Vicuña Mackena - historiador chileno:

"Las frecuentes, atrevidas y sobre todo impunes excursiones del "Huáscar" en las costas de Chile (6 meses) comenzaban a producir en el ánimo del país un sentimiento de rubor parecido al de la estupefacción, y en el cerebro de sus mandatarios una emoción semejante al vértigo. Era imposible someterse por más largo tiempo a aquella perenne vergüenza y soportar que un buque mal marinero y tres veces menos guerrero que cualquiera de nuestros blindados, viniese a manera de capricho o de mofa a retarnos en nuestros propios puertos".

-Galvarino Riveros Cárdenas, comandante en jefe de la escuadra chilena, el día del combate naval de Angamos, en reporte al Gobierno.

“Huáscar hecho pedazos. Miguel Grau murió en combate. La tripulación del blindado peruano resistió heroicamente”.

-Z. Freire, corresponsal del diario "El Mercurio" en el reporte a su sede en Santiago de Chile.

“Pintar la escena de desolación y carnicería que ofrecía la cubierta y el entrepuente del Huáscar al finalizar su resistencia es tarea más difícil que suponerla. La cubierta era invadida por los heridos a quienes se traía arriba con objeto de sacarlos de la atmósfera pesada y cargada de humo que abajo se respiraba. Lo que una vez fueron cámaras, salones y camarotes, eran ahora un hacinamiento de madera trozada, ropa despedazada, miembros humanos, sangre y cascos de granadas en horrible confusión; los pasillos de la torre estaban sembrados con los restos de marineros muertos en ella o manejando las cigüenas con que se le hace girar, y por cualquier parte del buque o donde se volviera la vista no se presentaban sino ejemplos de los efectos increíbles producidos por la explosión de las granadas Palliser de los blindados”.

-Teniente Teodoro B. Mason del USS "Pensacola" que participó en la inspección al Huáscar luego del combate naval de Angamos.

“Prácticamente no había una yarda cuadrada de las partes altas del Huáscar que no hubiera sido alcanzado por alguna clase de proyectil. Sus torres estaban casi destruidas, sus botes idos, […]. Abajo la escena era mucho más terrible. En todas partes había muerte y destrucción causada por los enormes proyectiles enemigos. Dieciocho cuerpos fueron retirados de la cabina y la torre estaba repleta con los restos de dos grupos de artilleros”.

-Edwin B. Penton, británico, tripulante del "Almirante Cochrane", uno de los encargados de llevar el buque peruano a Valparaíso luego del combate naval de Angamos.

“Lo primero que vieron nuestros ojos fueron trozos de cubierta, pedazos de madera, hierro, proyectiles rotos y numerosos artículos, todos mezclados con los cuerpos de los muertos, los moribundos y los heridos […] algunos sin cabeza, otros sin brazo, otros sin pierna y algunos sólo troncos, algunos con sus ropas quemadas, otros con los botones de sus chaquetas desprendidos, quemados por efecto de los proyectiles. Este desagradable espectáculo era igualmente malo tanto abajo como en la cubierta, cuerpos que yacían a montones, encima, a lo largo y cruzados uno con el otro entre los escombros, tal como cayeron. En un grupo al extremo posterior de la nave yacían siete hombres formando un montículo, quienes habían sido muertos por efecto de una granada explosiva que había atravesado la nave. Estos hombres estaban atendiendo la rueda de manejo del barco. El hombre de encima no tenía cabeza. A cualquier parte que íbamos, en cubierta, abajo, en la torre, en el cuarto de máquinas y en todas partes, encontramos cadáveres que habían caído en diferentes actitudes, un horror de describir. Aparte de los heridos, en la parte más alta, yacía un hombre muerto al que bajamos y que había sido acribillado mientras que atendía los titraelleurs, no obstante esa parte estaba protegida en su alrededor por placas de hierro. Estas visiones tremendas superan toda descripción”.

Honor a Grau y los tripulantes de esta nave gloriosa y eterna.


Viviendo en el Tawantinsuyo con la Pandemia del Coronavirus (historia/ficción)

 


Si estuviéramos viviendo en el Tawantinsuyo, ya un chasqui nos hubiera traído un quipu con una orden real así como esta:


Quipu Real  100 

 

Tawantinsuyo, 13 de julio de 1501 


 

Orden del Inca Huayna Cápac a todo el Imperio Inca

 

 

En vista de la pandemia del Coronavirus que afecta a los 4 suyos de mi imperio, producto del enfado de nuestro dios Wiracocha por el mal comportamiento de ustedes mis súbditos, decreto: 

 

1. Cada pueblo del Tawantinsuyo deberá seleccionar al 20 % de los niños y niñas de la población, y luego traerlos al Cuzco en un plazo de 30 días. 

 

2. Los niños seleccionados tendrán el privilegio de ser sacrificados para aplacar la ira de nuestro dios Wiracocha. Ellos portarán al más allá nuestras disculpas y arrepentimiento por nuestros pecados. 

 

3. Los pueblos que no cumplan con esta orden serán convertidos en mitimaes y erradicados para fundar pueblos incas en tierras lejanas en el extremo sur del Collasuyo. 

 

4. Con la sangre de nuestros niños y niñas nuestro dios se sentirá satisfecho y nos librará del ataque del virus SARS-CoV-2. 

 

ASÍ LO ORDENO 

 

INCA HUAYNA CAPAC 


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Hoy esto es solo ficción, pero en la época ocurría cada vez que habían catástrofes.


Los sacrificios ocurrían en el Coricancha (Templo Dorado) - Cuzco


Con la llegada de los españoles, estos crímenes terminaron

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