viernes, 31 de enero de 2020

1958: El Vínculo entre la Miss Universo Peruana y el Próximo Rey de España

Gladys Zender

En marzo de 1958, como parte de la Escuela Naval de España, el entonces príncipe Juan Carlos desembarcó en Lima a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano. 

Tenía solo 20 años, y las autoridades de Perú quisieron recibir de la mejor manera al que sería el próximo rey de España.




Con tal fin, decidieron asignarle una acompañante que representara el top de la sociedad limeña, para que acudiera con él a los distintos actos a los que sería invitado.

La elegida fue Gladys Zender, quien el año anterior había hecho historia como la primera peruana e hispana en ganar el certamen de belleza mundial de Miss Universo.

La propia Gladys Zender recordaba este episodio en una entrevista con El Faro de Vigo en 2014:

"Lo conocí en 1958 durante una cena ofrecida en su honor cuando llegó a Lima a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano. Tuve la suerte de ser la pareja oficial que acompañó al Rey Juan Carlos a esa cena. En los días que estuvo en Lima se organizaron numerosos actos y siempre fui invitada a acompañarlo. Entre los dos hubo buena química y establecimos una bonita amistad.

HISTORIA REAL VIVIENDO EN LA LIMA DE LOS 40 AL 60 (EBOOK SPANISH EDITION)


En su último libro de memorias "Se levanta la sesión, ¿quién manda de verdad?", el expresidente del Congreso de España José Bono cuenta que... una vez Juan Carlos I le contó que durante el largo viaje de vuelta a España, se entretuvo escribiendo cartas a Gladys Zender, y que aprovechando una escala en Panamá, se las entregó a uno de sus compañeros para que se las hiciera llegar a través de la embajada de España...pero el cónsul español decidió mandárselas en su lugar a Francisco Franco quién dispuso no enviarlas.

Siguió contándole que...:

"Una vez que regresé a España, fui a saludar a Franco, y el general me dijo: 'Alteza, hay que mejorar en ortografía, he visto muchas faltas en sus escritos'. Cuando me intenté justificar, Franco me respondió que no era una falta aislada, sino muchas, recordándome las ofensas al diccionario que se contenían en las cartas que dirigí a la peruana. Pasé vergüenza, y no he perdonado que el cónsul de España hiciera llegar aquellas cartas a Franco"

En la referida entrevista de El Faro de Vigo, Gladys Zender recordaba:

"Cuando se convirtió en Rey visitó en varias ocasiones Lima y ya junto a mi esposo Antonio Meier lo vimos cada vez que vino. Tuvimos la oportunidad de conversar muchas veces con él y recordar viejos tiempos". "La última vez que lo vi fue en 2008, durante la cumbre América Latina, el Caribe y la Unión Europea, cuando mi marido ya era alcalde de San Isidro". (Datos: revistavanityfair)

Juan Carlos de Borbón


lunes, 20 de enero de 2020

Historia Real Viviendo en la Lima de los 40 al 60


Historia Real Viviendo en la Lima de los 40 al 60, es la primera parte de "La Odisea de Darío en Perú" que es la descripción de los principales acontecimientos de la vida de Darío en este país, y particularmente en Lima.

Entre los años 40 al 60, Darío pasa por las etapas de niñez, adolescencia, juventud.

Se describe sus vivencias con su familia, en su barrio y distrito, luego en el nido, colegios, universidad, y escuela de post grado.

Terminada la universidad, encuentra su primer trabajo que lo extrae de Lima, contrae matrimonio, y luego retorna Lima luego para seguir sus estudios de post grado.

Aquí termina este libro, primera parte de "La odisea de Darío en Perú". La segunda parte, el segundo libro, empieza con el primer trabajo luego del postgrado, ya en una época más turbulenta.

Lo que se narra de Darío en este libro, es lo que pasaba un peruano de clase media en esa época, describiéndose claramente el ambiente que lo rodeaba. 

Es una historia real, en una época, en los años 40 al 60, cuándo las costumbres, ,el comportamiento de la gente, y la ciudad, eran mejores que las que siguieron en décadas posteriores.

Este libro, está a la venta en Amazon. Ingrese a la tienda por las puertas a continuación:

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viernes, 17 de enero de 2020

Las Misteriosas Momias de Nazca


By Konstantin Korotkov

En 2017, extrañas momias fueron encontradas en Nazca, cerca del pequeño pueblo de Palpa. 

El descubrimiento consiguió una gran atención y muchas opiniones contradictorias. 

El autor de este libro tuvo la suerte de ser parte de tal acontecimiento y, junto con el equipo de Gaia Company, fue uno de los primeros en ver a estos seres inusuales.

Investigadores de diferentes países han participado en su análisis desde el hallazgo y conseguido pruebas irrefutables sobre su autenticidad. 

El libro presenta las impresiones del autor tras sus viajes a Nazca, hechos científicos (proporcionados principalmente por especialistas rusos) y diferentes ideas que intentan descifrar el significado de todo esto. 

El texto va dirigido a una amplia gama de personas interesadas en nuevos conceptos y alternativas, así como a científicos profesionales que requieren una evidencia real para creer en ello.

Este magnífico y revelador libro está a la venta en Amazon. Ingrese a la tienda por la puerta a continuación:



lunes, 13 de enero de 2020

Virreinato del Perú: Joaquín de la Pezuela - Marqués de Viluma - XXXIX Virrey del Perú


Joaquín González de la Pezuela Griñán y Sánchez de Aragón Muñoz de Velasco (Naval, 1761 - Madrid, 1830) fue el XXXIX Virrey del Perú.

Noble, militar y político español, I marqués de Viluma. 

Tras derrotar al general rioplatense José Rondeau en la Batalla de Viluma o de Sipe Sipe,​ fue nombrado trigésimo noveno virrey del Perú (7 de julio de 1816 - 29 de enero de 1821) y capitán general de los Ejércitos.

Fue hijo de Juan Manuel de la Pezuela y Muñoz de Velasco y de Anna María Sánchez Capay. 

De familia hidalga oriunda de Santander, estudió en el Colegio de Artillería de Segovia y combatió en el sitio de Gibraltar y años más tarde contra Francia en Guipúzcoa y Navarra (1793-1794). 

En 1793, contrajo matrimonio en Santander (España) con Ángela de Ceballos y Olarría, con la cual tuvo a: María del Carmen González de la Pezuela y Ceballos (Tudela, 30 de octubre de 1794 - Madrid, 15 de febrero de 1858), 378.ª Dama de la Orden de las Damas Nobles de la Reina María Luisa, casada en Lima, el 25 de diciembre de 1819, con su pariente lejano Rafael de Ceballos-Escalera y Ocón, cuya descendencia obtuvo el Marquesado de Miranda de Ebro. Manuel González de la Pezuela y Ceballos (La Coruña, 1797 - 1876), II marqués de Viluma, casado y con descendencia. Juan Manuel González de la Pezuela y Ceballos (Lima, 16 de mayo de 1809 - Madrid, 1 de noviembre de 1906), I marqués de la Pezuela, grande de España en 1852, I conde de Cheste en 1864, I vizconde de Ayala, en Álava, por Cartas Patentes de Isabel II de España de 28 de septiembre de 1852, confirmadas el 31 de julio de 1865, capitán general de los Ejércitos, casado y con descendencia que se quedó extinta en 1923. Joaquina González de la Pezuela y Ceballos, casada con Mariano de Osorio. María Isabel González de la Pezuela y Ceballos (8 de julio de 1812 - ?), casada con Santiago de Tejada y Santa María. Juana de la Pezuela , casada con el Mariscal de Campo Juan Loriga y Reguera, en 1825.

En 1805 fue trasladado a América del Sur, donde ocupó cargos secundarios, y posteriormente el virrey del Perú José Fernando de Abascal y Sousa lo nombró Director de la Artillería Real, que reorganizó profundamente. 

Después de las derrotas que el Ejército realista del Alto Perú sufrió a manos del Ejército del Norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata en las batallas de Tucumán y Salta, comandadas por el general patriota Manuel Belgrano, Joaquín de la Pezuela fue nombrado comandante del Ejército Real del Perú, sucediendo a José Manuel de Goyeneche. 

Partió del Callao en abril de 1813 y desembarcó en Quilca, desde donde pasó al Alto Perú, llevando consigo refuerzos y diez cañones medianos. 

Dedicó algunas semanas a reorganizar el ejército del Alto Perú, antes de hacer frente a los patriotas. Mientras el Ejército del Norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata avanzaba hacia el Alto Perú, Pezuela se limitó a evitar en lo posible la ayuda que podría recibir de las guerrillas locales, las llamadas "Republiquetas". La victoria sobre una de estas guerrillas le permitió apoderarse de correspondencia que le reveló que el general Belgrano esperaba prontos refuerzos, por lo que se apresuró a atacarlo en la batalla de Vilcapugio el 1 de octubre. 

En un principio pareció que estaba siendo derrotado, pero la mala coordinación de las tropas independentistas y el sorpresivo contraataque de la caballería del coronel Saturnino Castro le dio la victoria. No obstante que logró apoderarse de la artillería y el parque, no pudo perseguir a su enemigo. Cuando finalmente pudo volver a atacar a Belgrano, este había logrado reorganizar su ejército, pero al frente del mismo esperó en una posición favorable elegida de antemano; Pezuela atacó desde un flanco, y obligó a su enemigo a cambiar de frente en medio de la batalla, derrotándolo por completo. 

El ejército independentista se retiró hacia San Salvador de Jujuy. Tras derrotar a algunas republiquetas, pero dejando otras a sus espaldas, Pezuela avanzó hacia el sur y ocupó la ciudad de Salta a fines de mayo de 1814. Pese al apoyo de algunos realistas locales, los gauchos de la región, organizados por Luis Burela y especialmente Martín Miguel de Güemes lo aislaron de la provincia y le quitaron la posibilidad de apoderarse de víveres. 

La victoria de las republiquetas de Vallegrande y Santa Cruz en la batalla de La Florida lo obligó a regresar hacia el norte, y la hostilidad de los gauchos, que capturaron o mataron 1.200 de sus hombres, le impidió dejar parte de su ejército en Salta o Jujuy. 

Fijó su cuartel general en Cotagaita, desde donde envió a su segundo jefe, el general Juan Ramírez Orozco, con más de la mitad de sus fuerzas, a aplastar la Rebelión del Cuzco, que había logrado controlar no sólo esa ciudad, sino también La Paz y Arequipa, entre otras. Cuando el general José Rondeau inició la Tercera expedición auxiliadora al Alto Perú, debió retirarse hacia el norte. El avance independentista fue tan lento que dio tiempo a Pezuela a recibir el ejército de Ramírez Orozco, que volvía victorioso desde el Cuzco, y algunos refuerzos venidos desde Chile, región que recientemente había sido reconquistada por los realistas. 

Tras rechazar exitosamente un ataque sorpresa en la batalla de Venta y Media, persiguió a Rondeau hasta las cercanías de Cochabamba; allí esquivó el esquema defensivo enemigo bajando por la peligrosa Cuesta de Viluma y derrotó a Rondeau en la Batalla de Sipe Sipe, llamada también Batalla de Viluma, el 29 de noviembre de 1815. 

Al año siguiente, el rey Fernando VII de España le otorgó el título de Marqués de Viluma y el rango militar de teniente general. 

En octubre de 1816 Joaquín de la Pezuela fue nombrado virrey del Perú, para suceder a José Fernando de Abascal, que había ocupado ese cargo durante diez años. 

Concentró sus esfuerzos en apoyar las expediciones hacia el norte de la actual Argentina de su sucesor en el mando del Ejército del Alto Perú, José de la Serna, y en apoyar a las fuerzas realistas de Chile. 

Tras la victoria del patriota general José de San Martín en la batalla de Chacabuco, envió a Mariano Osorio a Chile, donde este organizó un ejército para intentar reconquistar una vez más ese territorio. Pero cuando el general San Martín derrotó a Osorio en la batalla de Maipú retiró las fuerzas realistas de Chile y dejó que la causa del rey fuera defendida por guerrillas irregulares y por indígenas mapuches. 

Durante dos años se limitó a apoyar al ejército que operaba en el Alto Perú y a lanzar expediciones cada vez más débiles sobre Salta, mientras aguardaba el esperado ataque de San Martín desde Chile. Este finalmente se produjo el 8 de septiembre de 1820, cuando arribó a Paracas (Perú) la Expedición Libertadora del Perú. Desde allí, San Martín lanzó la Primera campaña de Arenales a la sierra del Perú que recorrió el territorio de sur a norte, mientras el resto del ejército se instalaba en Huaura. 

San Martín inició negociaciones con Pezuela, que no lograron éxito alguno, debido a que el jefe expedicionario proponía la independencia del Perú, lo que era inaceptable para el virrey. 

La exitosa campaña de la Sierra, la imposibilidad de expulsar a la escuadra de Thomas Cochrane de la costa peruana y la fidelidad del virrey Joaquín de la Pezuela al absolutismo provocaron su desprestigio, especialmente debido a que la mayor parte de los oficiales a sus órdenes eran liberales. 

El 29 de enero de 1821, los jefes liberales, dirigidos por el general José de la Serna, lo derrocaron por medio del llamado Pronunciamiento de Aznapuquio. Pezuela se embarcó inmediatamente hacia España, donde en 1825 fue nombrado Capitán General de Castilla la Nueva. Falleció en Madrid en 1830. (Datos:Wikipedia y otras fuentes)



miércoles, 8 de enero de 2020

Virreinato del Perú: José Fernando de Abascal y Sousa - Marqués de la Concordia - XXXVIII Virrey del Perú


José Fernando de Abascal y Sousa (Oviedo, 3 de junio de 1743 - Madrid, 31 de julio de 1821), Marqués de la Concordia, fue el XXXVIII Virrey del Perú (1806-1816).

Noble, militar y político español, mariscal de campo, trigésimo octavo virrey del Perú (1806-1816) y primer Marqués de la Concordia Española del Perú. 

Era hijo de José de Abascal y Sainz de Trueba y de Gertrudis de Sousa y Sánchez. De familia oriunda del Valle del Ruesga (Cantabria), establecida en Oviedo, Abascal ingresó de cadete en el Regimiento de Infantería de Mallorca, en 1762, donde aprendió gradualmente el arte de la estrategia que de tanto le sirvió después en América. 

Se incorporó en la Orden de Santiago, en 1795, y en la de Carlos III. 

Combatió desde las playas de Argel hasta los campos del Rosellón sin desdeñar para nada su dilatado servicio en las provincias indianas comenzando con Santa Catalina y la Colonia del Sacramento, y La Habana en 1796 hasta llegar a la Intendencia de Guadalajara. 

En 1804 fue nombrado Virrey del Perú. No llegó a tomar posesión del cargo, ya que en su viaje a Lima fue apresado por los ingleses.

Su periplo desde Veracruz a La Habana y de ahí -ya preso- hasta las Azores y Lisboa fue un aldabonazo a su conciencia de estadista al que pronto puso remedio. 

Jamás mandatario peruano alguno había hecho un trayecto de 3 mil 500 kilómetros de marcha terrestre entre Sacramento y Lima, cuando lo habitual había sido la ruta marítima Cádiz-La Habana-Veracruz-Panamá-Paita y de ahí, por tierra, hasta la Ciudad de los Reyes. 

Como Virrey, Abascal se centró en asuntos de salubridad pública, cultura y defensa, que le sirvieron de apoyo en los momentos difíciles por los que atravesó el virreinato, tanto en el interior como en el exterior del mismo. 

Creó numerosas escuelas-taller y con la colaboración del pintor José del Pozo creó la Real Escuela de Pintura de Lima. 

Apoyó la vacunación antivariólica de los súbditos peruanos, aprovechando la expedición del doctor José Salvany y Lleopart por tierras hispanoamericanas y con el apoyo del protomédico Hipólito Unanue. 

Otra medida fue la creación, fuera de los muros de la ciudad de Lima, de un cementerio para evitar enfermedades contagiosas que se pudieran acarrear del hecho de enterrar a los muertos dentro de las iglesias y conventos capitalinos, para lo cual hizo una cuantiosa inversión apoyada por aportaciones dispares y con el claro sostén del alto clero limeño así como del colegio médico. 

Creó el Colegio de Medicina y el Jardín Botánico (contando para ello con claustro de profesores, biblioteca, salas de prácticas, etc.) para la formación de galenos y especialistas, para lo que Abascal contó con muchos de los ilustres hombres peruanos y de los antiguos territorios virreinales como Quito y Santa Fe.

 La razón que le llevó a ello fue la observación que hizo, durante su penoso recorrido de toma de posesión, de las carencias que sufría gran parte de Sudamérica en esta materia. 

Impulsó los colegios de San Pablo y del Cercado para la instrucción de los hijos de la elite peruana y fundó el Colegio de Abogados capitalino, netamente criollo.  
En relación con las actividades de orden externo, destacaron las llevadas a cabo en armas y dinero a favor de Santiago de Liniers y Francisco Javier de Elío en la defensa de Buenos Aires y Montevideo, respectivamente, frente a los ataques de las Invasiones Inglesas al Río de la Plata comandadas por William Carr Beresford y John Whitelocke entre 1806 y 1807, como claro ejemplo de la nueva guerra habida entre España e Inglaterra por la hegemonía del mundo marítimo y que fueron repelidos eficazmente por los criollos. 

Pero el virrey Abascal no se limitó a prestar eficaz ayuda a un ataque concreto, sino que puso en marcha todo un ambicioso y acertado plan de defensa de la ciudad de Lima, el puerto del Callao y sus alrededores, la reparación de la antigua fábrica de pólvora y la reorganización del Ejército Real del Perú. 

Le dedicó especial atención al arma de artillería como ingenio de defensa y ataque de gran eficacia en las nuevas guerras que se avecinaban sin olvidarse, obviamente, de las armas de infantería y caballería, de entre la que destacó la creación de un regimiento de patricios (“La Concordia Española en el Perú”, cuyo nombre fue el mismo que se le dio a José Fernando de Abascal como título de Castilla en 1812), como símbolo de la unión entre los españoles peninsulares y americanos. 

Otro elemento de suma importancia en la defensa de los intereses de la corona fue la reorganización de una flotilla que custodió los mares del sur contra extranjeros e insurgentes. 

En Europa, coronado Napoleón Bonaparte emperador de los franceses, se lanzó a una política de expansionismo que logró la dominación de todo el continente europeo, a excepción de los reinos peninsulares ibéricos. 

Con la astucia y el engaño, Napoleón logró aprovecharse de la división interna de la familia real española, secuestrándola y colocando en los tronos luso e hispano a reyes bajo sus órdenes. 

En los virreinatos españoles, la noticia provocó una gran crisis. Las noticias generalmente confusas, la ineptitud de muchos de sus gobernantes para ejercer el mando y el revanchismo de parte de la elite criolla, fueron los ingredientes esperados por los revolucionarios. 

Estallaron, de este modo, apoyadas por los ingleses, las Guerras de Independencia Hispanoamericana -una guerra civil hispanoamericana- que acabó con la segregación de las provincias de ultramar americanas respecto de la metrópoli. 

Abascal juró lealtad al rey Fernando VII de Borbón, haciendo uso de su autoridad como máximo mandatario político, militar y jurídico del Perú. 

El virrey se lanzó a una campaña de apoyo pecuniario a favor de la causa española en el viejo continente, empezando por él y acabando por el súbdito más recóndito del virreinato sin olvidar a los intendentes, los comerciantes del consulado, los miembros de la Iglesia, etcétera. 

Las políticas contrarrevolucionarias del virrey Abascal (1810-1816) no se hicieron esperar, como el  Bando del 13 de julio de 1810 agregando provisionalmente la provincia de Charcas y Córdoba del Tucumán al virreinato del Perú. Las contraofensivas virreinales fueron siempre puramente defensivas frente a los ataques y rebeliones protagonizadas constantemente por los insurgentes, que se aprovecharon de la situación de descabezamiento que se dio en la península y a la dejación en sus funciones de algunos de sus representantes en América. 

Abascal fue el paladín de la causa real en los virreinatos, fue la lucha de un brazo contra un continente. Cuando no había rey en España, Abascal lo fue de América. 

Las acciones a favor del orden legal establecido se dieron primero en el territorio de la Real Audiencia de Quito, entre los años 1809 y 1810, por parte del conde de Ruiz de Castilla, poco apto para la ocasión y un inseguro marqués de Selva Alegre. También en la Capitanía General de Caracas acontecieron hechos que, desde sus inicios hasta su sofocamiento por parte de las tropas peninsulares de Pablo Morillo en 1815, tuvieron relación con el Perú. Apenas producida la Revolución de Mayo en Buenos Aires y vencida la contrarrevolución de Córdoba, Abascal declaró incorporadas al Virreinato del Perú las provincias del Alto Perú —la actual Bolivia— y asumió el control militar y la defensa de esos territorios frente a los avances de los ejércitos "de abajo". 

En el propio virreinato del Perú se dieron varias revueltas, de diverso cariz, que tuvieron lugar durante los diez años de gobierno del virrey con la nota común de estrepitoso fracaso, por no existir caldo de cultivo alguno en este territorio para un levantamiento revolucionario; el Perú fue finalmente independizado por fuerzas “extranjeras” que desde el Río de la Plata cruzaron la Cordillera de los Andes, y luego de independizar Chile, llegaron a través del Océano Pacífico al territorio peruano. 

En la Capitanía General de Chile, a pesar de los intentos golpistas de José Miguel de Carrera y las cabriolas de Bernardo O'Higgins, la Reconquista real de ese territorio fue posible gracias a las tropas enviadas por Abascal desde el Perú. La victoria de la batalla de Rancagua y la captura de Santiago posibilitaron reabrir el importante comercio chileno-peruano, que sorteó los intentos de agotarlo por parte de los corsarios rioplatenses. 

En el abrupto Alto Perú, lugar de marchas y contramarchas, se destacaron, por su habilidad y eficacia, José Manuel de Goyeneche y José de La Serna, estrategas que han pasado a la historia militar por su destreza en las victorias —Batalla de Huaqui, Batalla de Vilcapugio, Batalla de Ayohuma y Batalla de Viluma— donde destrozaron, una y otra vez, a las tropas porteñas. La provincia de Tarija se transformó en el límite geográfico del avance revolucionario de las provincias "de abajo", que motivaría el cambio de la planificación continental de los revolucionarios rioplatenses en su avance sobre el Virreinato del Perú, centro del poderío militar realista, lo que sólo sería logrado después del retiro de Abascal. 

Por su parte, el Paraguay de Gaspar Rodríguez de Francia permaneció ajeno a la lucha independentista, escindiéndose tanto del imperio español como del Río de la Plata. En cambio no bastó la tenaz defensa de Montevideo por parte de Francisco Javier de Elío para acabar en el Río de la Plata con los impulsos revolucionarios dirigidos por los sucesivos gobiernos porteños. Tras algunos triunfos iniciales, Montevideo terminó sitiada durante largo tiempo, y la caída de la ciudad en poder de los revolucionarios porteños selló el triunfo emancipador del Río de la Plata. 

Finalmente se dio la vuelta a la paz y tranquilidad anterior a la invasión napoleónica de España, con la restitución del rey Fernando VII en 1814, la derogación de la Carta Magna, el restablecimiento de la Inquisición, la prohibición de la libertad de prensa y el aplastamiento de los levantamientos revolucionarios en toda la América española, a excepción del Río de la Plata. 

Sin embargo, algo había cambiado, era el principio del fin. En sus últimos días como virrey del Perú, Abascal se limitó a confirmar todas las reales órdenes llegadas desde Madrid, dar consejos del tipo de gobernante que necesitaban las provincias ultramarinas, rehabilitar a los jesuitas, dar carta blanca a la explotación de minas por medio de bombas de vapor y a los bancos de pesca balleneros, así como a mejorar la Ceca. 

En el año 1816 Abascal recibió desde España la noticia de su cese en las funciones de virrey del Perú, ordenándose su retorno a la metrópoli. 

Su reemplazante fue el militar español Joaquín de la Pezuela, que había arribado al Perú en 1805 y había servido en las operaciones bélicas de Abascal. 

De hecho, hasta esa fecha los independentistas de Buenos Aires aún enviaban expediciones para expulsar a la dominación española del Alto Perú, manteniendo un continuo estado de guerra. 

Su vuelta definitiva a España —cargado de títulos y honores, su única hija comprometida con un oficial peninsular y el reconocimiento de la elite social peruana por la que tanto hizo en los diez años más azarosos y meritorios de toda su vida— se produjo con la partida, el 13 de noviembre de aquel año, no sólo del Perú sino de América, a la que ya no volvió a ver jamás. (Datos: Wikipedia y otras fuentes)


miércoles, 1 de enero de 2020

Virreinato del Perú: Gabriel Miguel de Avilés y del Fierro - Marqués de Avilés - XXXVII Virrey del Perú


Gabriel Miguel de Avilés y del Fierro (Vich, Barcelona, España, 1735-Valparaíso, Chile, 1810).

Fue el XXXVII Virrey del Perú.

Con título nobiliario de IV Marqués de Avilés.


Era hijo de José de Avilés e Iturbide, I marqués de Avilés, coronel de dragones y corregidor de Vich (1728–1744), y de Isabel del Fierro Brito. 

Al igual que su padre siguió la carrera militar y en 1767 fue nombrado capitán del regimiento de Dragones de la Reina.

En 1768, con el grado de sargento mayor, fue destinado a Perú. En 1771 se le designó sub-inspector para la instrucción de las milicias de caballería, aunque en la práctica actuaba como director de las tropas. En 1776 obtuvo por Real Orden el grado de coronel. Desde 1780 participó en la represión de las sublevaciones encabezadas por José Gabriel y Diego Túpac Amaru. Siendo comandante de Cuzco resistió a los ataques del primero y lo derrotó en varios enfrentamientos importantes. 

En el Cuzco, se casó con la viuda del marqués de Santa Rosa, Mercedes del Risco y Ciudad (1782), de quien se decía era persona en extremo piadosa. 

En 1785 heredó el título de Marqués de Avilés, concedido veinticuatro años antes al entonces intendente de Zaragoza, su padre, el brigadier José de Avilés. 

En 1787 fue nombrado gobernador del presidio y plaza fuerte del Callao. 

Permaneció en Perú hasta 1796, un año después de haber alcanzado el grado de teniente general. 

En 1796 Avilés ocupó el cargo de gobernador de la Capitanía de Chile. reemplazando en el cargo a Ambrosio O'Higgins, quien había sido nombrado virrey del Perú. 

En 1799 Avilés marchó a Buenos Aires como virrey del Río de la Plata. 

El 20 de junio de 1800 fue nombrado virrey del Perú por el rey Carlos IV, por fallecimiento de O'Higgins, aunque no ocupó el cargo hasta el año siguiente. 

En esta segunda etapa en Perú, Avilés residió como virrey en la ciudad capital Lima. 

Dedicaba gran parte de su tiempo a asuntos religiosos, por lo que era conocido popularmente como el "virrey devoto". 

Contrajo matrimonio con la religiosa dama limeña Mercedes Risco y Ciudad, apodada "la santa virreina", junto a la que sufragó diversas obras de caridad, como el hospital del Refugio para mujeres. 

Durante su gobierno se creó mediante Real Cédula la gobernación de Maynas, 15 de julio de 1802, y se incorporó Guayaquil al virreinato. 

Tras cesar en el cargo en julio de 1806, Avilés se quedó a vivir en Lima. 

Establecido en el pueblo de la Magdalena cercano a la ciudad, en 1807, fallecida su esposa y sin hijos, se trasladó a Arequipa, donde permaneció hasta 1810. 

Ese año decidió volver a España pero enfermó durante el viaje y murió en Valparaíso en septiembre. (Datos: Wikipedia y otras fuentes)


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