viernes, 26 de mayo de 2017

En Tarapacá: La Unica Victoria del Ejercito Peruano en la Guerra del Guano y el Salitre

Estandarte del 2° de Línea Chileno
Capturado por el Guardia Civil Mariano Santos

La batalla de Tarapacá se desarrolló en la localidad homónima, el 27 de noviembre de 1879, durante la campaña terrestre de la Guerra del Guano y el Salitre de 1879.

Se enfrentaron fuerzas peruanas y fuerzas chilenas, estas últimas defendiendo los intereses ingleses por el guano y el salitre que poseían Bolivia y Perú.

Perú obtuvo la victoria, logrando el desbande y huida de los cuerpos del ejército chileno aún sobrevivientes.

Tras el desembarco en Pisagua, el 2 de noviembre de 1879, el ejército chileno invasor inició una serie de penetraciones al interior del departamento peruano de Tarapacá para consolidar sus posiciones y asegurar las vías de comunicación y suministros.

Se producen entonces dos acciones militares: un encuentro de caballería muy limitado en Germania, el día 6 de noviembre, y una batalla mayor en Dolores (también llamada San Francisco), el día 19 del mismo mes. 

Cabe destacar un hecho vergonzoso, la retirada de Camarones del ejército boliviano al mando del general Hilarión Daza, quien debía marchar para encontrarse con las fuerzas peruanas del General Juan Buendía. Daza retorna aceleradamente a Arica sin enfrentar batalla alguna. 

Por la falta de los esperados refuerzos bolivianos, e incapaz de sostenerse en el punto de la victoria, el ejército peruano se repliega hacia Tiviliche para luego marchar hacia el puerto de Arica, con el fin de reagruparse con las fuerzas aliadas que se encontraban en esa posición.

Al finalizar la Batalla de Tarapacá, los chilenos contabilizaron 516 muertos y 179 heridos, más que en las batallas de Pisagua, Germania y Dolores juntas. Los peruanos dieron en sus partes un total de 236 muertos y 261 heridos. 

Para los peruanos, la victoria de Tarapacá no cambió su situación, ya que luego de la batalla el ejército abandonó el lugar con destino a Arica, junto con toda la población que, huyendo de las represalias, dejó sus hogares. 

Al llegar a Arica el general Buendía y el Coronel Suárez fueron puestos bajo arresto por el Contraalmirante Montero culpándolos de las derrotas y por haber dejado Tarapacá en manos chilenas. (Datos: Wikipedia)


EL ABANDONO EN QUE SE ENCUENTRA ACTUALMENTE EL PUEBLO DE TARAPACA, LUGAR DONDE SE DESARROLLO LA BATALLA

jueves, 25 de mayo de 2017

Decisión de Francisco Bolognesi en Arica ¿Acierto o Error?


Al 2° Ejercito Peruano, al mando del coronel Leyva, con sede en Arequipa, se le dió la orden de dirigirse hacia Tacna para apoyar al 1° Ejercito Peruano al mando de Lizardo Montero, en maniobra envolvente la derrota del invasor Ejército Chileno era segura.

Leyva, nunca tuvo la intención de entrar en combate, a poca distancia de su objetivo, decidió regresar a Arequipa con sus 4 mil soldados, decretando la derrota peruana en Tacna.

A pesar de los innumerables telegramas que Francisco Bolognesi le cursara desde Arica, tampoco llegó. 

El 5 de Junio, llegó un emisario chileno, Juan de la Cruz salvo, quién le dijo: "El general en jefe del ejército de Chile, deseoso de evitar un derramamiento inútil de sangre, después de haber vencido en Tacna al grueso del ejército aliado, me envía a pedir la rendición de esta plaza, cuyos recursos en hombres, víveres y municiones conocemos".

Con la esperanza de la llegada de Leyva, Bolognesi, luego de consultar a sus jefes militares, respondió: "Tengo deberes sagrados, y los cumpliré quemando el último cartucho. 

El único jefe militar peruano que discrepó de la decisión de Bolognesi y de sus compañeros de armas, fue el coronel Agustín Belaúnde.

Belaúnde, fundó su voto en favor de la capitulación, alegando que, "habiéndose perdido toda esperanza de auxilio, sea de Leyva, o de Montero, era pueril creer que las escasas tropas de que se disponía, fueran capaces de contener el empuje de las orgullosas legiones invasoras; que no era acción de cobardes capitular ante enemigo tres o cuatro veces superior en número, haciendo antes "tabla rasa" de Arica y sus fortificaciones; finalmente que no hacerlo así, era sacrificar, a sabiendas, tanta juventud en flor; era llevarla al matadero".

Y tuvo razón Agustín Belaúnde, Perú fue derrotado, muriendo 900 jóvenes de un total de 1 mil 900 combatientes peruanos mal armados, que lucharon en desventaja contra 5 mil soldados chilenos que poseían los mejores equipos de guerra. Es más, muchos peruanos murieron cruelmente degollados por el salvaje invasor chileno cuando estaban heridos o rendidos.

Hubiera sido mejor decisión de Bolognesi y sus jefes militares rendirse frente a la diferencia militar tan grande y sin posibilidad de refuerzo peruano, permitiendo así que siga viviendo tanta gente joven, inútilmente sacrificada. Los 900 peruanos muertos podrían luego haber sido canjeados y regresar al combate más adelante, como ocurrió en otros casos.

Pero, Bolognesi creyó hasta antes de morir que Leyva llegaba con el 2° Ejército Peruano y Perú derrotaba al cruel invasor chileno. Pero este traidor estaba descansando cómodamente en Arequipa.


Coronel EP Agustín Belaúnde

martes, 23 de mayo de 2017

Los Países Actuales que Formaron Parte del Imperio Inca

Imperio Inca

Formaron parte del vasto territorio sudamericano que ocupó el Imperio Inca, los siguientes países:

-Argentina

-Bolivia

-Chile

-Colombia

-Ecuador

-Paraguay

-Perú

La capital de este imperio estuvo en la ciudad del Cuzco, Perú.

El Imperio ocupaba 2 millones de kilómetros cuadrados, el límite norte llegaba hasta el Río Mayo y la ciudad de Pasto en Colombia; el límite sur era el río Bío Bío, en Chile.

En toda Sudamérica, solamente el aguerrido y valeroso pueblo Mapuche o Araucano (hoy tan menospreciado por los mestizos descendientes de la mezcla de colonos europeos y soldados del ejército de ocupación inca), pudo detener definitivamente el avance más al sur de los incas.

miércoles, 17 de mayo de 2017

Secretario de Estado de los Estados Unidos Informa al Senado Sobre la Guerra entre Perú y ¿Chile?

James G. Blaine

James G. Blaine, Secretario de Estado de los Estados Unidos, dijo en 1881, en el Senado de su país:

"Chile, jamás habría entrado una sola pulgada dentro de la guerra, sino hubiera sido por el respaldo del capital inglés. Era un completo error hablar de dicho conflicto como una guerra entre Chile y Perú...es una guerra de Inglaterra contra el Perú, con Chile como instrumento...Asumo la responsabilidad de esta afirmación."

En 1882, declaró al diario The Washington Post:

"Los chilenos consiguieron de Inglaterra acorazados y material de guerra. Los soldados chilenos marcharon hacia el Perú con uniformes de tela inglesa, con fusiles ingleses sobre sus hombros, la simpatía inglesa respaldó a Chile en su conquista y los intereses comerciales ingleses reciben un tremendo impulso del engrandecimiento de Chile"

"Banqueros ingleses proveerán el dinero, comerciantes ingleses efectuarán los negocios, buques ingleses cargarán los productos. Más de 800 barcos están implicados en este negocio...La guerra contra el Perú ha sido hecha en pro de los mismos intereses que Clive y Hasting (*) tuvieron en India"

(*) Clive fue el conquistador de la India a nombre de East India Company y después dominó el país, se dedicó a expoliarlo al máximo de sus riquezas.

lunes, 15 de mayo de 2017

Presidentes José Balta y Manuel Pardo

José Balta
Presidente de Perú

José Balta y Montero - Presidente de Perú entre 1868 y 1872.

Enterado de la adquisición por parte de Chile de 2 poderosos blindados, decide la compra para Perú de 2 blindados más avanzados que los chilenos. Es derrocado por los hermanos Gutiérrez, del Ejército Peruano y encarcelado. Es asesinado en su celda.

Manuel Pardo y Lavalle - Presidente de Perú entre 1872 y 1876

Anula los contratos de compra de blindados efectuados por José Balta, propiciando la inferioridad naval peruana y posterior derrota en la Guerra del Guano y el Salitre entre Perú y Chile.

Si Perú hubiese contado con los blindados de Balta, Chile jamás hubiera osado en declararle la guerra.

Se perdió toda una rica provincia.


Manuel Pardo
Presidente de Perú

jueves, 4 de mayo de 2017

Viaje y Estadía en la Arequipa de los 50

Rio Chili - Ciudad de Arequipa

Memorias de un niño de 13 años en el año 1953:

"A inicios del año 1953, con toda mi familia viajé a la ciudad de Arequipa en el sur de Perú, para reunirnos con mi papá que había sido designado Jefe de la Región Sur de la Guardia Civil, la que comprendía los departamentos de Arequipa, Moquegua y Tacna.

Antes de su designación, mi papá había al fin logrado avanzar en su carrera, después de algunos años, pasó del grado de comandante al de coronel. 

El siempre había ascendido en el primer puesto por méritos, hasta que llegó al grado de coronel, para el que ya no se tomaba examen sino entraban en juego relaciones con los gobernantes, políticos, senadores, diputados etc. y en ese nivel se detuvo su avance, porque él era un profesional y no aplicaba mucho tiempo a relaciones interesadas con los miembros del gobierno y congresistas.

El viaje de Lima a Arequipa la hicimos en una camioneta, serían unos mil kilómetros y fue un poco accidentado. 

A mitad de camino llegamos a un pueblito de la costa llamado Chala, donde nos detuvimos para pasar la noche en un hotel, el único que había. Cuando estabamos durmiendo nos despertó una fuerte lluvia; el agua pasaba los techos mal construidos e inundaba las habitaciones y las camas. Rápidamente, cogimos las maletas y salimos corriendo hacia la camioneta continuando el viaje con la lluvia y en plena noche. 

Llegamos luego de unas horas a otro pueblo llamado Camaná, donde mi mamá quiso visitar a su prima Delia que se había casado con un agricultor importante de la zona. Nos internamos con la camioneta por las chacras y la encontramos, estaba también su esposo y su gran número de hijos todos en esa época pequeños, ellos se dedicaban al cultivo del arroz. 

Dejamos la costa y empezamos la peligrosa subida hacia Arequipa, ciudad que se encuentra a 2 mil 325 metros sobre el nivel del mar. Fuerte lluvia nos acompañó durante el viaje, correspondía su presencia porque generalmente se da en el período diciembre - abril, y estabamos en enero, aunque esta vez eran más fuertes que de costumbre. 

Debíamos cruzar el puente sobre el río Ocoña, pero por la crecida del caudal éste había colapsado y se interrumpió el pase de vehículos, pero no de personas. El problema fue comunicado a mi papá que estaba en Arequipa, y él envió otra camioneta para hacer un transbordo. Caminamos un poco, cruzando el río por la parte del puente habilitada para personas llegando a la orilla opuesta abordando la otra camioneta, en ella pudimos llegar a la ciudad de Arequipa.

Arequipa me pareció una bonita ciudad a los pies del volcán Misti y rodeada por otros 2 volcanes el Chachani y el Pichu Pichu. 

Era un ambiente distinto al que estaba acostumbrado a ver en Lima. Arequipa, era de corte colonial, con casas conservadoras y señoriales, construidas con sillares que es un material rocoso blanco proveniente de la lava volcánica, las pistas estaban cubiertas con adoquines de piedra, y tenía un buen sistema de transporte con bonitos y pintorescos tranvías que enlazaban el centro con los distritos como Tiabaya, Yanahuara, Selva Alegre, Tingo, etc.

La sede de la jefatura de la región de policía estaba en la calle General Morán a una cuadra de la plaza de armas o mayor de Arequipa. Ocupaba el segundo piso de una gran casona antigua. En el primer piso había 2 tiendas. Se accedía al segundo piso por una gran escalera que se encontraba en el centro de la casa. El segundo piso estaba dividido en dos sectores, en el lado derecho estaban la oficinas de la sede policial, la VI Región de Policía, y en el lado izquierdo la residencia del jefe y su familia. Eran habitaciones antiguas muy grandes y de techo alto. El salón era de uso común, para la oficina y para la casa. Además, tenía 2 dormitorios muy grandes, 1 baño, comedor, cocina y un cuartito para la empleada doméstica que mi mamá había traído desde Lima, se llamaba Alejandrina y tenía una hijita, Laura. 

Con mi hermano ingresamos al colegio La Salle y mis 2 hermanas al colegio Sagrados Corazones Belén, 2 buenos colegios arequipeños. El primer día de clases fui objeto de burlas porque, como se acostumbraba en Lima, me presente con el uniforme del colegio pero con pantalones cortos. Todos se reían de mí porque allá se acostumbraba el pantalón largo, seguramente por el frío existente. Pero esta fue la única situación desagradable que pasé en este colegio. 

La Salle, era un colegio muy grande, con un gran área de terreno, aulas de clase amplias y bien iluminadas, patio muy amplio y una cancha de fútbol de tamaño profesional la que después de una lluvia amanecía con una costra de hielo por el frío extremo durante la noche, esta situación permitía a los alumnos jugar arrojando piedritas que se deslizaban sobre el hielo, dando rebotes. 

Al fondo del colegio siempre presente estaba el majestuoso volcán Misti con su cima cubierta de nieve, a sus costados otros 2 volcanes el Chachani y el Pichu Pichu. 

Los hermanos de La Salle eran personas disciplinadas y correctas que cumplían bien con su rol de enseñar religión y los cursos escolares. Como yo era el hijo del Jefe de la Región de la Guardia Civil, sentía que los hermanos de La Salle me adulaban, porque no recuerdo haber estudiado mucho para aprobar sin problemas los cursos de 5° de primaria y 1° de secundaria. Los hermanos de La Salle, aplicaban un sistema de tarjetas que se otorgaban a los alumnos más destacados como un estímulo. En poder de ellas el alumno tenía libertad para hacer muchas cosas entre las que se encontraba poder entrar o salir del colegio en horas diferentes a las establecidas. Pues, yo recibía siempre la tarjeta de mayor alcance sin hacer muchos méritos para ello. 

Los hermanos también tenían como trabajo reclutar nuevos miembros de la congregación entre los escolares de 5° de primaria o 1° de secundaria, a quienes hablaban sobre las ventajas de ingresar a su seminario para convertirse en hermanos de La Salle. No me acuerdo cómo pero me convencieron y acepté. Inmediatamente pidieron una reunión con mis padres con quienes hablaron, pero la propuesta fue rechazada, e hicieron bien porque yo solo tenía 12 años y no estaba en capacidad de tomar decisiones correctas.

En esa época había en Arequipa bastantes familias árabes principalmente de origen palestino, yo era amigo de compañeros de apellido Abusada, Abugattas, Jasaui, Heresi etc. Eran muy buenas personas, correctas, amigables y de buen comportamiento. Ellos siempre me invitaban a visitar el club arabe-palestino de Arequipa, donde había salones con juegos como el billar y otros entretenimientos. 

Realmente, me encantaba Arequipa, una ciudad distinta a las que conocía, las casas de sillar, los adoquines, la fuerte lluvia que no había en Lima, el agua helada que salía por caños y duchas en la mañana, los tranvías que pasaban por mi casa con sus troles que aparecían a la altura de los balcones a veces soltando chispas cuando llovía, mi boca que se agrietaba y mi nariz que a veces sangraba un poco por el intenso frío.

Gozaba con los dulces, el exquisito maní, los helados diferentes a los de Lima y sobre todo el maravilloso queso helado como le llamaban a un helado muy especial y delicioso..
  
Al frente de la casa había un cine muy antiguo, el Fénix, en él vi lindas películas de esa época como la primera versión de Titanic, también de la segunda guerra mundial y otras. Solo tenía que cruzar la calle para estar en el hall de este acogedor cinema. 

Los fines de semana, con toda mi familia salíamos de paseo al campo, principalmente por Tiabaya zona de una campiña preciosa, de verdes excepcionales, con un lindo río de aguas cristalinas, donde encontrábamos frutas deliciosas, comíamos una peras de agua pequeñas, verdaderos manjares naturales.

Cerca de la ciudad estaban los Baños de Jesús, con aguas termales naturales. Con mis hermanos nos divertían mucho bañándonos en las piscinas de agua atemperada, cristalina y según decían con excelentes propiedades para la salud. Las visitas a Jesús eran casi todos los fines de semana, porque no estaba muy lejos de la ciudad. 

En una oportunidad, hicimos un viaje para visitar la iglesia donde estaba la Virgen de Chapi, a la que los arequipeños le tienen una gran devoción y le atribuyen muchos milagros. Fue un viaje bastante complicado pues en esa época solo había carretera de tierra afirmada, que pasaba por lugares de geografía peligrosa. Luego de muchas horas de duro viaje llegamos a un sitio árido y descampado donde solo había una pequeña iglesia bastante deteriorada. No existía ningún lugar para descansar, para comer o para quedarse, así que luego de una breve visita debimos emprender el retorno, llegando a la ciudad de Arequipa totalmente agotados. 

En el verano del año 1954, con toda mi familia, incluyendo a mi tía Adriana, hermana de mi mamá, e Irma mi prima, que habían llegado desde Lima de visita, salimos de viaje en 2 vehículos en una gira al sur, primero fuimos a Moquegua, la tierra de mi papá y luego a Tacna. Mi papá descendía de una familia que como muchas otras se instalaron en Moquegua procedentes de Valladolid, España. Construyeron la ciudad y casas al estilo español y se dedicaron a la agricultura, logrando las afamadas uvas y vinos de Moquegua. Las familias eran prósperas, pero llegó a las plantaciones una plaga de insectos, la filoxera, que arrasó con todos los sembríos llevando a la pobreza a los moqueguanos. En esta situación se produjo una diáspora, la mayoría fueron a vivir a otros lugares como Lima y otros se iban a Chile, como fue el caso de uno de los hermanos de mi papá. A pesar de que su padre, mi abuelo, quería que vaya a Chile, mi papá decidió viajar a Lima. Todavía muy joven se enroló en la caballería del ejército, sirvió en el 3 de caballería el regimiento más importante de la época. Luego de un tiempo, el Gobierno peruano trajo una misión de la Guardia Civil de España para reorganizar la policía existente. Así se crea la Guardia Civil del Perú, ingresando mi papá a la escuela de oficiales de la que egresó como Alférez. 

Después de cruzar desiertos llegamos a Moquegua e inmediatamente fuimos al distrito de Torata donde vivían aún algunos hermanos y hermanas de mi papá, a quienes pudimos visitar después de mucho tiempo. De Moquegua nos dirigimos al puerto de Ilo, donde nos quedamos unos días gozando de sus preciosas playas. 

Luego nos dirigimos a Tacna y de allí cruzamos la frontera para visitar la ciudad chilena de Arica, la que en una época fue peruana, pero que se perdió como consecuencia de la derrota peruana en la Guerra del Guano y el Salitre de 1879. 

Mi papá, en algunas oportunidades, como en el día de la policía, navidad etc, me llevaba en sus visitas a todas las comisarías y cuarteles de la Guardia Civil en la ciudad de Arequipa, donde saludaba a oficiales y guardias con quienes departía por unos momentos. Las comisarías estaban en esa época bien organizadas y su personal era de primera. 

En el corso de fiestas patrias, que todos los años se realizaba en la ciudad, yo participaba como parte del colegio La Salle, con mis compañeros íbamos en caballos, proporcionados por la policía, disfrazados de soldados romanos, desfilando por toda la ciudad entre una gran muchedumbre. 

Cerca a Arequipa, en Vitor, había una base aérea de la Fuerza Aérea del Perú. En sus vuelos de entrenamiento, los aviones pasaban por la ciudad y yo quedaba extasiado por la rapidez y el ruido de los cazas a hélice P 47 que en la época eran lo más moderno que tenía la aviación peruana. Yo los miraba y deseaba ser aviador para pilotear estos cazas de guerra. 

Aprendimos las bondades de la comida arequipeña gracias a Peregrina, una arequipeña de primera, la que de vez en cuando iba a mi casa y nos preparaba deliciosas sopas y platos de la deliciosa gastronomía arequipeña. 

Estuvimos 2 años en Arequipa, 1953 y 1954, quedando en mí un extraordinario recuerdo de esta preciosa ciudad dotada de una bella naturaleza". (jlhurtadov@gmail.com)

LIBRO RELACIONADO: LA ODISEA DE DARIO EN PERU - PARTE I

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