lunes, 25 de julio de 2016

Virreinato del Perú: Andrés Hurtado de Mendoza - 3° Virrey del Perú

Virrey Andrés Hurtado de Mendoza

Andrés Hurtado de Mendoza y Cabrera, II Marqués de Cañete (n. Cuenca, 1510 - m. Lima, 14 de septiembre de 1560) fue un militar y político español, que llegó a ser Virrey del Perú entre 1556 y 1560. 

Su gobierno marcó la culminación del período de guerras civiles, caracterizado por continuas revueltas y modificaciones en el escenario del poder. Pacificó el Virreinato, impuso el respeto a la autoridad y fomentó la colonización. 

Miembro de un distinguido linaje alcarreño, fue hijo de Diego Hurtado de Mendoza y Silva, I Marqués de Cañete, de la poderosa Casa de Mendoza, y de Isabel de Cabrera y Bobadilla, hija del Marqués de Moya. Heredó el marquesado de Cañete, concedido a su padre Diego Hurtado de Mendoza y Silva por Carlos I el 7 de julio de 1530. Acompañó al emperador Carlos I de España (Carlos V del Sacro Imperio Romano germánico) en las campañas militares que libró en Alemania y Flandes, donde se distinguió. 

El 10 de marzo de 1555 recibió la designación de Virrey, Gobernador y Capitán General del Perú y Presidente de la Real Audiencia de Lima. 

Viajaron con él sus hijos Felipe y García Hurtado de Mendoza, el poeta Alonso de Ercilla y el oidor Gregorio González de Cuenca, se hizo a la vela en el puerto de Sanlúcar de Barrameda, el 15 de octubre de 1555. 

Previa escala de trabajo en Panamá, el virrey arribó al Perú tocando tierra en Paita el 24 de marzo de 1556; pasó a Trujillo y continuó finalmente por el camino de los llanos hasta arribar a Lima. Es recibido en la Ciudad de los Reyes el 29 de junio de 1556. 

No bien arribó al Perú, se dedicó con energía a pacificar y ordenar el país, sacudido recientemente por la rebelión de Francisco Hernández Girón. Uno de sus primeras medidas fue la orden de confiscación de armamento para ser depositado en la Sala de Armas de Lima. A continuación, otorgó plenos poderes al licenciado Bautista Muñoz y al oidor Diego González Altamirano para extinguir todo signo de rebeldía a la autoridad virreinal en el Cuzco y en Charcas, respectivamente. 

Como muchos capitanes y soldados reclamaban encomiendas y premios por sus servicios, y se ponían a hablar maledicencias contra la autoridad, el virrey invitó a Palacio a los principales cabecillas. Terminada la comida, los hizo arrestar y conducir al Callao, de donde salieron desterrados para España. 

Otra medida importante del virrey para el descongestionamiento del Perú de elementos perturbadores, fue la organización de una expedición pacificadora a Chile, tras la muerte del gobernador de dicho país, Jerónimo Alderete (1556). Puso al frente de ella a su joven hijo García Hurtado de Mendoza, quien salió del Callao el 9 de enero de 1557 con un buen contingente de hombres de guerra. Con ellos iba el oidor Hernando de Santillán como consejero. Los expedicionarios llevaban la misión de apaciguar la hostilidad de los indios araucanos, así como zanjar las diferencias entre los caudillos españoles Francisco de Aguirre y Francisco de Villagra; bien asesorado por el oidor Santillán, García logró desarrollar allí una exitosa tarea, si bien la rebeldía de los araucanos persistiría por muchas décadas más. 

El virrey patrocinó también una serie de expediciones exploradoras hacia el este del territorio del virreinato (selva amazónica y cuenca del Plata), entre las que destacamos las siguientes:

La de Gómez Arias Dávila a la región amazónica de Rupa rupa, descrita por los indios como una comarca rica y fértil. 

La de Juan de Salinas Loyola, Gobernador de Yahuarzongo y Bracamoros, quien partiendo de Loja el 8 de julio de 1557, avanzó primero al sur y luego al oriente, venciendo la Cordillera del Cóndor. Fundó las poblaciones de Valladolid, Loyola, Santiago de las Montañas y Santa María de Nieva. Hizo la primera navegación del río Marañón, descubrió el pongo de Manseriche y luego el río Ucayali.

La de Antonio de Oznayo, que penetró en los confines orientales de Jaén de Bracamoros. 

La de Andrés Manso, que incursionó en territorio de los feroces chiriguanos, al oriente de la Villa de la Plata. 

La de Pedro de Ursúa, hacia las tierras de Omagua y El Dorado, de la cual se hicieron preparativos formidables. Partió en septiembre de 1560. Hizo la segunda navegación del río Amazonas, después de la de Orellana. 

Hurtado de Mendoza promovió también la fundación de nuevas poblaciones (entre ciudades y villas), destinadas a acoger a los españoles faltos de tierras y a indios. Esta labor de colonización fue muy importante pues dichos poblados sirvieron a la vez como puntos de enlace entre las ciudades que ya existían en el país. 

Mencionaremos las principales de dichas fundaciones: 

La Villa de Santa María de la Parrilla (1555), junto a la desembocadura del río Santa, costa del actual departamento de Ancash, hoy llamada simplemente Santa. 

La Villa de Santa María de Cañete, actual Cañete (30 de agosto de 1556), fue fundada por Jerónimo Zurbano en el fértil valle del Huarco, a 144 km al sur de Lima. 

La Villa de San Miguel de la Rivera (27 de setiembre de 1557), hoy conocida simplemente como Camaná, fue fundada por Alonso Martínez de Rivera en el valle de Camaná, a 176 km al oeste de Arequipa. En realidad fue la segunda fundación de la villa, pues la primera ocurrió en 1539. 

Las poblaciones selváticas de Valladolid (1557), Loyola (1557), Santiago de las Montañas (1558) y Santa María de Nieva (1558), que según vimos fueron fundadas por el capitán Juan de Salinas Loyola, en las cuencas de los ríos Santiago y Marañón, en el actual departamento de Amazonas. 

En el Ecuador, en ese entonces dependiente del Virreinato del Perú, el virrey dispuso fundar varias poblaciones, como: 

La ciudad de Santa Ana de los Cuatro Ríos de Cuenca (1557), en el camino serrano entre Quito y Loja, en las ruinas de la antigua ciudad inca de Tomebamba, y cerca del palacio incaico de Ingapirca, cuyo nombre fue en honor a la ciudad española cuna del Virrey. 

La villa de Nueva Baeza del Espíritu Santo (1559), en el Oriente del Ecuador, hoy Baeza. 

En Chile su hijo García Hurtado de Mendoza hizo fundar la ciudad de Cañete de la Frontera y las villas de Osorno y Angol de los Infantes; al otro lado de los Andes, en la actual República de Argentina auspició la fundación de Mendoza, cuyo nombre perpetúa su apellido (1561).

A este virrey le correspondió también el logro de hacer que el inca Sayri Túpac, descendiente directo del linaje imperial, abandonase su reducto de Vilcabamba. El virrey recibió a Sayri Túpac en su Palacio de Gobierno de Lima, el día 5 de enero de 1558. 

Entre las medidas de ámbito social de este virrey destaca la visita general que mandó realizar a los indios del Perú para evaluar el grado de explotación que sobre ellos ejercían los encomenderos y las cargas tributarias. Como resultado de esta acción, prohibió que los indios originarios de la sierra fueran trasladados forzosamente a la costa y viceversa. A continuación, dictó una serie de ordenanzas que reglamentaban entre los indios el sembrado, cultivo y comercio de la coca, al tiempo que pretendió desterrar la embriaguez imponiendo una serie de castigos corporales. Fomentó también la labor evangelizadora de los clérigos.

En lo que respecta a la edificación en Lima, realizó las siguientes obras: 

Concluyó las obras de la Catedral. 

Mandó construir un puente de piedra sobre el río Rímac, reemplazando al de madera y palos para beneficio de los limeños. El virrey marqués donó 12,000 pesos para la obra. 

Levantó la Casa de la Alhóndiga para almacenar los granos. 

Creó un juzgado privativo de aguas para fomentar el riego de los valles que circundaban la capital. 

En otros lugares del Virreinato hizo las siguientes obras: 

Mandó tender un puente sobre el río Abancay, y otro sobre el Mantaro, en la quebrada de Anguyaco, en el camino al Cuzco. Formaba parte de un vasto plan encargado a cuatro canteros españoles, cuya misión era hacer puentes en los lugares necesarios a lo largo de toda la ruta hasta Potosí, en el Alto Perú. 

En el puerto de El Callao se dieron los primeros pasos para la construcción de la Iglesia, Cementerio y Casa cural. En 1556 se estableció una factoría para la construcción de galeras. Aunque nunca hubo una fundación oficial de El Callao, todo ello indicaba que ya por entonces se le consideraba como una población formal. 

En materia educativa, hizo lo siguiente: 

Fundó un colegio de instrucción en Lima y otro en Trujillo. 

Mandó edificar la casa de Recogimiento de San Juan de la Penitencia, para educación de las doncellas mestizas, que a menudo sufrían el abandono de sus progenitores o quedaban huérfanas. 

 En lo que se refiere al patronato regio: 

 Inauguró el Hospital de San Andrés para hombres y el de Nuestra Señora de la Caridad para mujeres, ambos destinados a la atención de los españoles enfermos o menesterosos (1556). 

En el primero se depositaron las momias de varios incas y de sus mujeres enviadas del Cuzco por el corregidor Juan Polo de Ondegardo, las que fueron enterradas en un corral de dicho hospital. 

Creó el beaterio de Nuestra Señora de los Remedios.

 Apoyó la edificación del convento de San Francisco en Lima. 

Durante su gestión se produjo el auge de la explotación de plata en Potosí y el descubrimiento de las minas de azogue en Huancavelica, este último producto de uso fundamental en la técnica metalúrgica de la obtención de la plata. Su consecuencia fue que la mita minera quedara repartida entre esta región y las minas de Potosí, con la consiguiente ampliación del número de poblados indígenas afectos a los trabajos forzados. Los descubrimientos mineros permitieron que la Real Hacienda experimentara un crecimiento sostenido: se remitió a la Corona un total de 684.287 ducados en metales preciosos. 

La agricultura de la costa peruana experimentó una importante innovación al introducirse con éxito en 1560 el cultivo del olivo, por obra de don Antonio de Ribero. Este personaje había ido a España como Procurador General de Lima, y de regreso trajo buena cantidad de plantones de olivo, de los cuales llegaron en buen estado solo tres, que los plantó en la huerta que tenía en Lima: uno le fue robado, pese a que lo hacía cuidar por cien negros y 30 perros; otro se malogró, y el último prosperó y fue el origen de los olivos del Perú, siendo los más celebrados los de Moquegua. El olivo robado reapareció en Chile, y a causa de la excomunión contra los ladrones, éstos lo restituyeron al cabo de tres años, pero ya la planta se había extendió en dicho país. Asimismo, en el Perú ya se cosechaba trigo, introducido desde los primeros años de la conquista por Inés Muñoz o María Escobar, que lo plantaron en Lima, y los primeros granos cultivados, por ser aún escasos, los repartieron entre sus amigos. De ese modo se extendió la planta que prosperó en los valles aledaños; en 1539 se instalaron los primeros molinos y por primera vez fijo el cabildo de Lima los precios de venta en 1540. La semilla fue enviada también a Chile. La producción de trigo, solo en los valles de Lima, alcanzó tal prosperidad, que en el siglo XVII se llegó a exportar a Guayaquil, Panamá y otros lugares (este dato es importante pues existe el mito de que el Perú nunca produjo trigo en cantidad). Fue solo después del terremoto de 1687 cuando finalizó dicho auge. La vid también ya se hallaba extendida hacia 1550, atribuyéndose su introducción en el Perú al conquistador Francisco de Caravantes (1537); la planta prosperó sobre todo en los valles de Moquegua e Ica, aunque también los vecinos de Lima la cultivaban en sus huertas. 

Tras la abdicación del emperador Carlos Quinto en su hijo Felipe II de las coronas de Castilla y Aragón, se produjo la proclamación del nuevo rey en Lima, el día 25 de julio de 1557. Con esta proclamación coincidió la primera acuñación de moneda que se hizo en Lima, la que llevaba en el anverso los bustos superpuestos del Rey y de su esposa María de Inglaterra y la inscripción Phil. et Maria Dei gratia Ang. et Hisp. rexis y en el anverso las armas de España y la leyenda Philp. Dei gratia Hisp. rex. Acaeció luego la muerte de Carlos Quinto, por lo que se celebraron en Lima las primeras exequias reales y la llegada del sello del nuevo Rey que condujo el oidor Saavedra y que recibió la Audiencia el día 28 de abril de 1558. 

Entre otras medidas, se creó el Consejo de la Real Hacienda, a fin de resolver las peticiones concernientes a este ramo, y se erigió la Real Audiencia de Charcas en 1559, la cual sería instalada años después, ya bajo el gobierno de los sucesores del Virrey. 

Pese a su meritorio empeño, don Andrés Hurtado de Mendoza debió soportar la antipatía de los funcionarios de la Real Audiencia, que estaban ensoberbecidos por su dilatado ejercicio del poder y coligados con la oligarquía de encomenderos. Luego de numerosos conflictos los oidores, aunados al fiscal Fernández y a los oficiales reales, acusaron al virrey de nepotismo y malversación de caudales públicos. Todo ello se sumó a las apasionadas quejas de los vecinos desterrados y de parientes de los rebeldes ajusticiados, desacreditando así la figura del virrey en la Corte. En vista de su mala imagen, el Rey resolvió sustituirlo por Diego López de Zúñiga y Velasco, cuarto conde de Nieva. 

Debilitado por el reuma y afectado seguramente por la noticia de su destitución, el marqués de Cañete falleció en el palacio de Lima el 14 de septiembre de 1560. Diose a su cadáver sepultura provisoria en la iglesia de San Francisco de Lima, y definitiva en la ciudad de Cuenca de España, a donde fue trasladado años después durante el virreinato de su hijo García. (datos: wikipedia)

Virrey Andrés Hurtado de Mendoza

jueves, 14 de julio de 2016

Virreinato del Perú: Gobernador Melchor Bravo de Saravia

Melchor Bravo de Saravia y Soto Mayor
Gobernador
Virreinato del Perú

Melchor Bravo de Saravia y Soto Mayor (Soria, 1512 - 1577) fue un abogado y político español, que llegó a ser Presidente de la Audiencia Gobernadora del Perú (1553-1556) y Gobernador del Reino de Chile (1568-1573).

En el primer cargo reprimió el levantamiento del encomendero Francisco Hernández Girón contra el rey, y en el segundo luchó sin éxito contra los mapuches pero realizó una obra meritoria como administrador.

Era hijo de Juan Bravo de Saravia, señor de Pica y de Almenar, y de María Soto Mayor de Vera Morales. Antepasado directo de los actuales marqueses de la Pica. 

Después de cursar Latinidad, se trasladó a Bolonia e ingresó en el Colegio Mayor de San Clemente (para estudiantes españoles) y se doctoró en leyes. 

Nombrado en 1547 oidor de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá en el reino de Nueva Granada, no llegó a tomar posesión de dicha plaza porque inmediatamente recibió la orden de pasar al Perú para desempeñar el mismo cargo en la Real Audiencia, que se reinstaló en Lima en 1549 tras la debelación de la rebelión de Gonzalo Pizarro llevada a cabo por el Pacificador Pedro de la Gasca, quien ejerció como Presidente de dicha Audiencia.

Tras la partida de Gasca en 1550, Bravo de Saravia permaneció en el cargo de oidor, siendo nombrado Presidente de la Audiencia el oidor Andrés de Cianca en su calidad de oidor decano. Los otros oidores eran los licenciados Pedro Maldonado (quien falleció a principios de 1550) y Hernando de Santillán. 

En 1551 arribó al Perú el virrey Antonio de Mendoza. Este, ya achacoso y enfermo, delegó prácticamente el poder en la Audiencia, cuerpo al que se sumó el oidor Diego González Altamirano en reemplazo del fallecido Maldonado. 

Bravo de Saravia supo moderar las ambiciones de sus colegas oidores, así como el agresivo descontento que entre los colonos suscitó la promulgación de la real cédula que disponía la abolición de los servicios personales de los indios. 

El virrey Mendoza murió tras diez meses de gobierno, el 21 de julio de 1552, y una vez más la Real Audiencia, presidida por Cianca, asumió las tareas de gobierno de manera provisional en espera de la llegada de un nuevo virrey. 

Cianca falleció el 11 de abril de 1553, correspondiendo entonces a Melchor Bravo de Saravia presidir la Audiencia de Lima en su condición de oidor decano, función que desempeñó hasta el 29 de junio de 1556, cuando entregó el poder al virrey Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete.

Durante el período de gobierno de la Audiencia presidida por Bravo de Saravia ocurrieron importantes hechos: 

Expedición Punitiva a Bolivia:

Para pacificar la provincia de Charcas (actual Bolivia), donde se habían alzado Sebastián de Castilla (en La Plata) y Egas de Guzmán (en Potosí), fue enviado el mariscal Alonso de Alvarado, quien entonces ejercía como corregidor en el Cuzco. Acompañado de un fiscal, Alvarado partió hacia Charcas y llegó a La Paz, donde comenzó a castigar a los rebeldes y a reclutar gente. En eso ocurrió el asesinato de Sebastián de Castilla, por obra de sus propios seguidores encabezados por Vasco de Godínez. La Plata alzó entonces la bandera por el Rey y Godínez fue apresado. Alvarado pasó a Potosí (agosto de 1553) para reprimir a los seguidores de Egas de Guzmán, quien fue apresado, enjuiciado y ejecutado. Otros cabecillas rebeldes fueron también ajusticiados y el resto de los implicados fueron sentenciados a destierro y galeras.

Expedición Punitiva al Cuzco:

Tuvo que combatir enseguida la tremenda rebelión de Francisco Hernández Girón, que estalló en el Cuzco el 12 de noviembre de 1553. Los rebeldes clamaban el grito de “libertad”, pero este significaba, en verdad, nada más que la exigencia de poder abusar de los indios a su capricho, al querer que se aboliera la prohibición del trabajo personal de aquellos. Girón formó un pequeño ejército y obtuvo algunos éxitos iniciales, siendo el más sonado la derrota que infligió al mariscal Alonso de Alvarado en Chuquinga, el 21 de mayo de 1554. Pero la Audiencia logró reunir pronto fuerzas suficientes y salió en busca de los rebeldes. Girón se retiró a Pucará (en el actual departamento de Puno), en cuyas ruinas preincas se encastilló. Hasta allí le siguió el ejército comandado por los oidores y se libró la batalla de Pucará (8 de octubre de 1554). Girón fue derrotado y escapó del campo de batalla, pero posteriormente fue cogido y llevado a Lima. Allí fue juzgado y condenado a muerte, siendo decapitado el 7 de diciembre. Su cabeza fue colocada en una jaula y colgada en la picota de la Plaza principal, junto con las calaveras de Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal, los líderes rebeldes ajusticiados en 1548. 

El doctor Bravo de Saravia desplegó tanta actividad y decisión frente a la rebelión, que fue uno de los principales causantes de la derrota y del castigo de los rebeldes, otorgando el perdón a quienes acataron su autoridad. 

Expedición Punitiva a Chile:

En Chile, los indígenas mapuches, encabezados por el caudillo Lautaro, organizaron un levantamiento general derrotando y asesinando al gobernador Pedro de Valdivia en Tucapel a fines de 1553. 

Luego, los indígenas concentraron sus fuerzas para arrebatar a los españoles los territorios al norte del Río Biobío. 

De otro lado, entre los mismos españoles surgió la división por el mando: mientras los cabildos de algunas ciudades del sur reconocían por Gobernador a Francisco de Villagra, otros proclamaron a Francisco de Aguirre, a quien Valdivia dejara por sucesor y quien se encontraba por entonces en Tucumán. 

Mientras, en Santiago el cabildo proclamó gobernador a Rodrigo de Quiroga, aunque después aceptó el mando de Villagra. 

La Audiencia de Lima vino a tener conocimiento de estos hechos a mediados de marzo de 1554, y mientras tanto, Villagra sufrió una seria derrota a manos de los mapuches en la batalla de Marihueñu (23 de febrero de 1554), viéndose obligado a cruzar el Biobío y abandonar la ciudad de Concepción. Con la llegada de Aguirre se avivó la disputa con Villagra por el mando en Chile. 

La Audiencia de Lima dispuso que ninguno de los contendientes lo ejerciera, mandando que, hasta que no se resolviera otra cosa, la autoridad residiría en los respectivos Cabildos. A la vez ordenaba que se repoblara Concepción y se fundiesen en una sola las ciudades de Valdivia y La Imperial. 

Nombrado por Lima como Gobernador del Reino de Chile:

El 23 de diciembre de 1567, Melchor Bravo de Saravia fue nombrado Presidente de la nueva Audiencia de Concepción y Gobernador del Reino de Chile. 

Se embarcó en el Callao en abril de 1568 para asumir sus nuevas funciones. Llegó a Chile y se trasladó a Santiago. En vez de dedicarse exclusivamente a los asuntos judiciales y civiles, como le correspondía a su cargo, decidió entrar de lleno en cuestiones militares, marginando a los oficiales experimentados, tal vez alentado por su anterior experiencia militar en el Perú. 

Se dirigió al sur para actuar en la Guerra de Arauco, consiguiendo solo una nueva derrota en el asalto al fuerte mapuche de Marigüeñu, al sur de Concepción (enero de 1569), por el que debieron ser evacuadas Arauco y Cañete. Al revés militar se sumó el terrible terremoto que asoló Concepción el 8 de febrero de 1570, que causó la destrucción de todas las casas de esa ciudad, aunque solo hubo 30 muertos. Bravo tuvo que afrontar la reconstrucción de la ciudad y posteriormente volvió a activar la guerra con los indios, apoyado por refuerzos enviados desde Perú por el virrey Francisco de Toledo, pero fue derrotado nuevamente en Purén, a principios de 1571. 

A partir de entonces adoptó una política defensiva, que puso en manos del general Lorenzo Bernal del Mercado. 

Él, por su parte, se dedicó enteramente a la administración civil, que fue oportuna y constructiva. 

En su período de gobierno se inició la construcción de la iglesia de San Francisco en Santiago, que sería finalizada en 1613 (es el único edificio del período de la conquista que se conserva en la actualidad). Sin embargo, en los libros de historia en Chile también es recordado por incentivar la esclavitud de los indígenas. 

El rey Felipe II, informado de los reveses militares con los mapuches, se convenció de la inconveniencia de que existiera una Audiencia en un territorio en permanente estado de guerra y decidió suprimirla, designando como gobernador de Chile a Rodrigo de Quiroga (1573). 

Bravo de Saravia, que ya había solicitado el retiro por motivos de edad, entregó el cargo a su sucesor en 1575 y regresó a España. Murió muy poco tiempo después en Soria, donde estaba la casa de sus mayores. Fue sepultado en el coro de la iglesia mayor de la ciudad, donde tenía sepulcro propio. (Datos: Wikipedia)

martes, 5 de julio de 2016

Virreinato del Perú: Antonio de Mendoza - 2° Virrey del Perú

Antonio de Mendoza

2° Virrey del Perú

Antonio de Mendoza y Pacheco - Mondéjar o Alcalá la Real, Corona castellana, 1490 o 1493/Lima, Perú del Imperio español, 1552.

Político y militar español, que fue caballero de Santiago, comendador de Socuéllamos, primer virrey de la Nueva España desde 1535 hasta 1550 y segundo del Perú, de 1551 a 1552.

Antonio de Mendoza fue hijo de Íñigo López de Mendoza y Quiñones, segundo conde de Tendilla y primer marqués de Mondéjar (a la vez nieto de Íñigo López de Mendoza, el gran poeta), y de su segunda esposa, Francisca Pacheco Portocarrero (hija de Juan Pacheco, primer conde de Escalona).

Se casó con Catalina de Vargas, hija de Francisco de Vargas, contador mayor de los Reyes Católicos, de la que tuvo tres hijos: Íñigo, el primogénito, Francisca y Francisco. 

El lugar del nacimiento de Antonio de Mendoza es muy discutido, se considera tradicionalmente Granada, donde su padre era Capitán General, pero Arthur Scott Aiton ofreció como alternativa Alcalá la Real (Jaén), y a éste siguieron muchos otros, como Guillermo Tovar de Teresa. También se dice que fue Valladolid, porque su primera fundación en Nueva España fue una ciudad con dicho nombre, actualmente llamada Morelia.

Francisco Javier Escudero Buendía aportó prueba documental del expediente de caballero de su nieto Francisco Fernández de Córdoba y Mendoza, en donde su genealogía no deja lugar a dudas, afirmando que su abuelo nació en Mondéjar (Guadalajara, España). 

A pesar de ser de orígenes alcarreños, Antonio de Mendoza marchó al reino de Granada, donde su padre fue el primer capitán general con funciones de virrey, nombrado por los Reyes Católicos. Es en esta tierra donde los nobles y militares castellanos vivían encerrados en la Alhambra, rodeados de una población cuya mayoría aplastante eran moriscos, cristianos nuevos recién convertidos, donde el futuro primer virrey de Nueva España forjó su carácter tolerante y negociador, al estilo de su padre, Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla y posteriormente marqués de Mondéjar. Allí aprendió el oficio de virrey sustituyendo a su progenitor, el de regidor de cabildo, el de tesorero de la Casa de la Moneda, y las dificultades de gobierno de una población étnica y confesionalmente distinta a la suya. 

El 10 de marzo de 1526 el rey decide casarse en Sevilla con la infanta Isabel de Portugal y realizar un viaje por toda Andalucía, para conocer sus posesiones más meridionales en alza por el comercio indiano. En premio a la atención recibida por el nuevo capitán general de Granada, Luis Hurtado de Mendoza, todos sus hermanos reciben grandes mercedes, el primero Antonio de Mendoza nombrado ese mismo año embajador en Hungría, al año siguiente su hermano Diego Hurtado de Mendoza es nombrado embajador en Venecia, Bernardino de Mendoza, capitán de La Goleta en 1535, y definitivamente Luis Hurtado es intitulado Grande de España en 1530. 

Antes de partir hacia América, realizó tantas misiones diplomáticas en tres etapas, que se puede considerar que este era su oficio antes de aceptar el cargo de virrey: Desde 1516 hasta 1517 en Flandes e Inglaterra, donde incluso pudo conocer a Enrique VIII. En 1527 viajó al reino de Hungría para llevarle fondos a Fernando I de Habsburgo, el hermano menor de su rey Carlos I de España, pues tras la derrota de los ejércitos húngaros en la batalla de Mohács en 1526, el reino había sido ocupado por los otomanos victoriosos y el Habsburgo deseaba obtener el control. En la batalla de Mohács murió el rey Luis II de Hungría, y ante el trono vacante, Fernando lo reclamó sobre la base de sus derechos adquiridos por su matrimonio con Ana Jagellón de Hungría y Bohemia, hermana del fallecido monarca. Antonio pronto viajó a Italia y Alemania (1527-1530), participando también en la coronación imperial de Carlos V en Bolonia (Italia). También en 1528 fue nombrado gobernador en la Provincia de León dentro de la Orden de Santiago, para apaciguar una sublevación de los moriscos de Hornachos (Badajoz).

Según alguna doctrina y opinión, como la de Germán Vázquez, Antonio de Mendoza, y por extensión muchos de los políticos, estadistas y militares de la época, tuvieron que improvisar estrategias de organización y políticas en un mundo nuevo del que no tenían referencias ni modelos anteriores. Frente a esta idea, están los que creen que la conquista de América tiene bastantes paralelos con la de las islas Canarias, y la organización posterior con el Reino de Granada como Miguel Molina Martínez y José Szmolka Clares, pero son pocos los que habían advertido que ambos protagonistas, los que fueron los primeros encargados del mando del Reino de Granada — después de haber sido conquistado en 1492 por los Reyes Católicos—-y del Virreinato de Nueva España, eran padre e hijo con similares formas de pensar y de entender el gobierno. En el caso de Antonio de Mendoza, el desconocimiento de su formación anterior había ocultado la realidad de que era un diplomático, militar y político con cuarenta años de experiencia, con fases de gobierno en la capitanía general-virreinato de Granada, en el que la convivencia con una población mayoritaria recientemente conquistada y convertida a una nueva religión y por supuesto hostil —los moriscos—tenía a los ojos de la Corte española de la época grandes paralelismos con los indios americanos. Este fue, sin duda, uno de los principales argumentos de su nombramiento como primer virrey americano —aunque también ayudó mucho que fuera camarero real en 1530— y su experiencia junto a los moriscos, su ejemplo a la hora de afrontar el gobierno de Nueva España, donde no pocas veces (en las ordenanzas, en el urbanismo, en la política económica, en los descubrimientos, en sus relaciones con la iglesia, etc.) aplicó comportamientos aprendidos y heredados en Granada.  
Fue el primer virrey del Imperio Español, con los nombramientos adicionales de Gobernador, Capitán General de Nueva España y Presidente de la Real Audiencia de México, con todas las atribuciones y autoridad inherentes al cargo, el 17 de abril de 1535, aunque no llegó a la Nueva España si no hasta finales de octubre de ese mismo año. Enfrentó la resistencia como primera autoridad con el Capitán General Hernán Cortés, quien al final tuvo que subordinarse a su mandato, luego que de Mendoza le hiciese ver que la reorganización del Reino requería de su presencia, en tanto que él como Virrey representaba al Monarca. Una vez tomado posesión de su cargo el 14 de noviembre de 1535, ordenó ser informado sobre la situación imperante, de allí que su primer acto fue llamar a México y someter a juicio de residencia al Gobernador del Reino de la Nueva Galicia Nuño Beltrán de Guzmán (que había sido Presidente de la Primera Audiencia), bajo la acusación de corrupción y maltrato a los naturales. Y como los cargos fuesen plenamente probados Nuño sería enviado preso a Castilla, en 1538. El virrey hizo también abortar una conspiración de los esclavos negros (septiembre de 1537). En 1541 debió enfrentar en forma personal una grave sublevación de los indios caxcanes y chichimecas, en la región de Nueva Galicia, episodio conocido como la guerra del Mixtón, la cual culminó con la derrota de los indios, en febrero de 1542. Durante los quince años de su mandato en Nueva España, las leyes administrativas que impartió le convirtieron en el supremo organizador del virreinato novohispano. 

Fundó en 1535 la Casa de la Moneda en la ciudad de México, en 1536 se empezaron a acuñar monedas de plata y cobre como las españolas, llamadas por su forma macuquinas. Estableció la imprenta que fue la primera de América, siendo el impresor Juan Pablos. El primer libro americano publicado fue la Breve y compendiosa Doctrina Christiana en lengua mexicana y castellana del obispo de México Juan de Zumárraga (1539). Durante su gobierno se continuaron los viajes de exploración: apoyó a Hernán Cortés en los viajes que dieron por resultado el descubrimiento de la península de Baja California, apoyó a fray Marcos de Niza en 1539 en la empresa exploratoria en la búsqueda de las míticas ciudades de Cíbola y Quivira, así como a Francisco Vázquez de Coronado en 1540, en cuya expedición se exploraron los territorios que constituyen actualmente el suroeste de Estados Unidos y noroeste de México. 

El 20 de noviembre de 1540 firmó una capitulación con el gobernador de Guatemala Pedro de Alvarado para explorar los territorios en la llamada «Tierra de la especiería». Por muerte al año siguiente de Alvarado en la campaña del Miztón, la expedición fue efectuada por Juan Rodríguez Cabrillo, quien se dirigió por mar hacia el Pacífico norte. Dicho navegante reconoció en 1542 las hoy costas de los estados de Baja California Sur, Baja California y California (EE.UU.), y nombró un cabo en California con el nombre de cabo Mendocino en honor del virrey. Otra expedición importante fue la que se envió hacia el Pacífico sur, en el archipiélago filipino, al mando de Ruy López de Villalobos (1542), quien tuvo que regresar por el occidente al ser atacado por los portugueses. 

Se fundó el colegio Imperial de Santa Cruz de Tlatelolco, destinado a la educación de los indios nobles, donde colaboraron frailes como Andrés de Olmos, Juan de Gaona y Bernardino de Sahagún. Asimismo se fundaron otros colegios como el de San Juan de Letrán, para los indios y mestizos, y de La Concepción, para mujeres. Dictó ordenanzas para dar buen trato a los nativos. Impulsó y ordenó la minería. Se aperturaron las minas de Zacatecas (1548). Se puso en marcha de numerosas obras públicas que mejoraron las condiciones de la Ciudad de México que continuaba edificándose a marchas forzadas. Inició el acondicionamiento de los muelles y edificios de la aduana, así como ciertas fortificaciones 

Fundó en 1541 la ciudad de Valladolid, en el valle de Guayangareo (hoy Morelia, en el estado de Michoacán), y otras poblaciones en lo que hoy es el estado mexicano de Jalisco. Inició las gestiones para crear la primera Universidad de México. Acató la promulgación de las Leyes Nuevas el 24 de marzo de 1543, pero al poco tiempo las suspendió hasta que la Corona decidiera acerca de la protesta en contra de las mismas por parte del cabildo de México. A diferencia de lo sucedido en Perú, el virrey atendió prudentemente los reclamos de los conquistadores y encomenderos en contra de las Leyes Nuevas, lo que evitó que estallaran revueltas. Las Leyes Nuevas finalmente fueron derogadas por este virrey el 20 de octubre de 1545. En 1546 el visitador Francisco Tello de Sandoval elevó a la corona 46 cargos en su contra y, simultáneamente, fray Bartolomé de las Casas lo excomulgaba por apoyar a los encomenderos. Sin embargo, en 1548 el Consejo de Indias lo declaró libre de todos los cargos. Hacia 1547 ocurrió el extraño incidente de la llegada del falso visitador, el licenciado Vena, quien, descubierto, fue azotado públicamente y condenado a 10 años de prisión. El 12 de febrero de 1546 la diócesis de México fue elevada a la categoría de arquidiócesis. El 8 de julio de 1548 el obispo Juan de Zumárraga fue promovido a arzobispo. La bula llegó tarde a la capital de la Nueva España, cuando ya Zumárraga había muerto, el 3 de junio de 1548. 

Estimando que la dilatada experiencia de don Antonio en el gobierno de la Nueva España sería apropiada para refrenar los ímpetus sediciosos y dirigir sagazmente la vida peruana, la corte le asignó los cargos de virrey, gobernador y capitán general del Perú y presidente de la Real Audiencia de Lima (8 de julio de 1549). 

Fue de este modo el primero en la extensa serie de mandatarios novohispanos que recibieron como premio el traslado al gran virreinato de América del Sur. 

En su reemplazo, el Consejo de Indias nombró a Luis de Velasco como virrey de la Nueva España, ante quien, antes de partir, dejó Mendoza una relación de su gobierno (25 de noviembre de 1550). Mendoza, ya achacoso y enfermo, se embarcó en Acapulco, tocó tierra en los puertos de Realejo y Panamá y llegó finalmente a Tumbes (costa norte del Perú), el 15 de mayo de 1551. Desde aquí prosiguió por el camino terrestre de la costa e hizo su entrada solemne en la Ciudad de los Reyes (Lima) el 12 de septiembre de dicho año, aunque sin entrar bajo palio. 

Recibió el mando del presidente de la Audiencia Gobernadora, Andrés de Cianca. A pesar de su mala salud y de las secuelas de una hemiplejía, se dedicó a poner orden en la administración y el servicio público. 

Debido a su avanzada edad delegó en su hijo Francisco de Mendoza la visita o recorrido de las bien pobladas comarcas del sur, desde Lima hasta Potosí, examinando el aprovechamiento de los recursos naturales y el tratamiento que se daba a los indios, con especial atención a las condiciones de trabajo en el Cerro Rico de Potosí, de inmensa riqueza argentífera. El informe de Francisco de Mendoza, acompañado de los primeros dibujos y planos del centro minero, fueron remitidos a España y depositados presumiblemente en el Consejo de Indias hasta su pérdida. 

En 1552 expidió unas ordenanzas para la Audiencia de Lima, que significan el primer código de procedimientos judiciales promulgado en el Perú, con señalamiento de las atribuciones y obligaciones de magistrados, fiscales, relatores, abogados y demás ministros del foro. 

Se preocupó por hacer recoger informaciones veraces sobre el Tahuantinsuyo o Imperio de los incas, alentando al conquistador Juan de Betanzos a que culminara su crónica Suma y Narración de los Incas (1551). 

Recibió dos cédulas, del 12 de mayo y de 21 de septiembre de 1551 que autorizaban la fundación de la Universidad de San Marcos en el convento de Santo Domingo de Lima. 

Concedió licencia a Baltazar Zárate para introducir camellos en el Perú como medio de transporte, pero la empresa fracasó. 

Dictó una serie de normativas con el fin de reglamentar el uso de los bienes comunales de los indios, conformar una compañía de alabarderos para servir como escolta virreinal y obligar a los encomenderos a casarse. 

Finalmente, agregaremos que bajo su administración se creó el Obispado de la Plata, en Chuquisaca; tuvo lugar la llegada de los primeros sacerdotes de la orden de San Agustín y la celebración del primer concilio provincial limense, por convocatoria del arzobispo Jerónimo de Loayza (1551). 

A poco de empezar su gobierno, Mendoza debió enfrentar el descontento de los encomenderos, muchos de los cuales consideraban no haber sido lo suficientemente recompensados por sus servicios durante las guerras civiles. En noviembre 1551 se produjo en el Cuzco una revuelta encabezada por los hidalgos Francisco de Miranda, Alonso de Barrionuevo y Alonso Hernández Melgarejo. La Audiencia envió al Cuzco al mariscal Alonso de Alvarado, investido con el oficio de corregidor y justicia Mayor. Alvarado entró en la ciudad imperial el 3 de diciembre de 1551, ocasionando la fuga de la mayor parte de los revoltosos. No obstante, ajustició a los tres nombrados cabecillas, desterró del Perú a otros y envió preso a alguno. Pero lo que caldeó más los ánimos de los encomenderos fue la supresión del «servicio personal» de los indios, o sea el aprovechamiento gratuito de su mano de obra por parte de los encomenderos. Esta medida había sido ordenada desde la metrópoli un par de años, y más aún, Mendoza trajo una Real Cédula confirmatoria de tal orden, pero se dejó sin efecto en el Perú por temor al estallido de revueltas. No obstante, los magistrados de la audiencia de Lima resolvieron que no debía posponerse más la aplicación de dicha medida, y el 23 de junio de 1552 libraron una provisión aboliendo el trabajo no remunerado de los nativos. Mendoza avaló la decisión de los oidores (entre los que se contaba Andrés de Cianca), en quienes prácticamente había delegado el mando. Dicha medida provocó, como era de esperar, la furiosa protesta de los encomenderos. 

Se descubrió en Lima un plan de conspiración para apresar a los oidores y enviarlos a España luego que falleciese el Virrey, que se hallaba muy enfermo y al borde de la muerte. Se sindicó como cabecilla del complot al general Pedro de Hinojosa, mas este caudillo supo congraciarse a tiempo con los oidores y quien fue ajusticiado fue su lugarteniente Luis de Vargas. Muchos descontentos que residían en el Cuzco pasaron a Charcas (actual Bolivia) donde fraguaron una nueva rebelión, pero don Antonio de Mendoza ya no se enteraría de ello. El anciano virrey murió en el palacio de Lima, el 21 de julio de 1552, y fue sepultado, en una pomposa ceremonia fúnebre, en la sacristía de la Catedral limeña. 

La Audiencia tomó el mando del Virreinato, presidido nuevamente por el oidor Andrés de Cianca. 

Antonio de Mendoza, perdida la posibilidad de crear una estirpe de virreyes Mendoza tanto en la Nueva España como en el Perú, preparó un memorial en 1551, que envió con su hijo Francisco de Mendoza a España —según Rafael Diego Fernández— para ser entregado al Emperador Carlos I, que podría ser considerado por su incendiario contenido la primera declaración de independencia de América. (Datos: Wikipedia)

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