domingo, 13 de diciembre de 2015

Guerra del Guano y el Salitre de 1879: Lo que los Chilenos Sustrajeron de Perú

Coronel Chileno Pedro Lagos
Dirigió el Saqueo de Lima
y el Degollamiento de Peruanos en Arica

En 1881, durante la Guerra del Guano y el Salitre, fueron sustraídos y llevados a Chile, miles de libros de la Biblioteca Nacional del Perú.

El robo se mantuvo en Chile como secreto e incluso fue negado por algunos historiadores de Chile.

El Diario Siete de Chile, encontró una lista publicada en el Diario Oficial de ese entonces, donde se individualizan 10 mil volúmenes que en su mayoría ingresaron a la Biblioteca Nacional. 

Según texto de Diario Siete, a días de iniciada la ocupación chilena de la capital peruana, el 17 de enero de 1881, el coronel Pedro Lagos eligió como cuartel de su batallón el palacio de la Biblioteca de Lima, institución que atesoraba la más valiosa colección bibliográfica de Latinoamérica, estimada entre 35 mil y 50 mil volúmenes.

Lagos le pidió a Manuel de Odriozola, su bibliotecario, que le enseñara aquel tesoro y luego exigió las llaves de la bóveda en donde se guardaban los libros. 

Lo que vino después fue la expoliación el saqueo. Parece que la orden vino del gobierno central chileno. 

Dos meses después, en una carta a míster Christiancy, embajador de Estados Unidos en Perú, Odriozola, relató lo ocurrido. Trató el hecho de un "crimen de lesa civilización cometido por la autoridad chilena en Lima", agregando: "Apropiarse de bibliotecas, archivos, gabinetes de física y anatómicos, obras de arte, instrumentos o aparatos científicos, y de todo aquello que es indispensable para el progreso intelectual, es revestir la guerra con un carácter de barbarie ajeno a las luces del siglo, a las prácticas del beligerante honrado y a los principios universalmente acatados del derecho". Y termina: "Nadie podría recelar, sin inferir gratuito agravio al gobierno de Chile, gobierno que decanta civilización y cultura, que para él serían considerados como botín de guerra los útiles de la universidad, el gabinete anatómico de la Escuela de Medicina, los instrumentos de las escuelas de Artes y de Minas, los códices del Archivo Nacional, ni los objetos pertenecientes a otras instituciones de carácter puramente científico, literario o artístico (...)

Sigue diciendo en su carta Odriozola, los libros son llevados en carretas, y entiendo que se les embarca con destino a Santiago. La biblioteca, para decirlo todo, ha sido entrada a saco, como si los libros representaran material de guerra". 

El historiador peruano Mariano Paz Soldán en 'Narración histórica de la guerra de Chile contra Perú y Bolivia', publicada en 1904, anota: "Desde ese momento principió el saqueo descarado de ese sagrado depósito (...) Se cargaban carros con toda clase de libros, que se llevaban a casa de los chilenos y de allí, después de escoger lo que les convenía, el resto lo vendían en el mercado al precio de 6 centavos de libra, para envolver especias y cosas por el estilo". 

Podría pensarse que solo es la versión de los vencidos, cargada de resentimiento hacia el invasor. Sin embargo, y pese a que el incómodo tema ha sido omitido por la historiografía chilena, existe un testimonio de peso que confirma el relato peruano de los hechos. Es la versión del sabio Ignacio Domeyko, rector de la Universidad de Chile y entonces el intelectual más prominente del país. En su libro 'Mi viaje', Domeyko se lamenta de que un decreto de Manuel García de la Huerta, ministro de Instrucción Pública del gobierno de Aníbal Pinto, le encomendara clasificar el botín arrebatado a la Biblioteca de Lima, museos y establecimientos varios de aquella capital. Califica la misión como "la más desagradable y antipática, pues me recordaba lo que habían hecho los rusos con muchas bibliotecas y colecciones de la Universidad de Vilna" y señala que habrían llegado "la mitad de los libros que, de acuerdo a informes fidedignos, poseía la ciudad de Lima".

Teniendo conciencia de la aberración cometida, quiso dejar un "minucioso inventario de los objetos traídos", exigiendo que sea publicado por el gobierno "para que se viera el poco provecho que aportó al país ese robo y cuánto contribuirá para excitar animosidades entre dos naciones hermanas".

El Diario Siete de Chile encontró aquel riguroso inventario que hizo Ignacio Domeyko en colaboración con un bibliófilo tan insigne como Diego Barros Arana. 

Entre el lunes 22 y el miércoles 24 de agosto de 1881 el Diario Oficial de la República de Chile publicó –con el título de 'Lista de libros traídos de Perú'– un informe de 16 páginas enviado por Domeyko al ministro de Instrucción Pública con los libros y objetos de ciencia robados en Lima y hechos llegar a la Universidad de Chile. Recibió, en dos envíos de la Intendencia General del Ejército, un total de 103 grandes cajones y otros "80 bultos". 

Separó en cuatro grupos los objetos recibidos: 

-El primero, de "instrumentos y aparatos para la enseñanza de la física y de la química, y una colección de muestras para química orgánica y farmacia"; 

-El segundo, de "preparaciones anatómicas"; 

-El tercero, de "objetos de historia natural"; y 

-El cuarto, de libros. 

Además, el botín incluía una gran colección geológica de rocas. 

Sin duda, lo más valioso eran –según Domeyko– "los más de 10 mil volúmenes", muchos de ellos del siglo XVI y XVII, incluidas numerosas joyas bibliográficas universales. 

El objetivo era enriquecer el patrimonio científico-cultural de Chile saqueando en Perú la colección más valiosa de todo Latinoamérica.

La pobreza cultural de Chile, producto de haber sido una gobernación pobre, a mucha distancia del alto nivel cultural en el Virreinato del Perú. Chile tenía muy precarios laboratorios y bibliotecas para la formación académica e investigación.

Domeyko en persona hizo el catálogo de cerca de 150 instrumentos de física y química. El catastro del material anatómico fue hecho por el profesor de patología Francisco Puelma Tupper. 

El tesoro de mayor cuantía, el bibliográfico, fue clasificado en cuatro grupos: 

-Obras de historia, literatura y estadística; 

-Obras de física, matemática, historia natural y medicina; 

-Obras de jurisprudencia; y 

-Obras de teología. 

Barros Arana se encargó de la exhaustiva clasificación de los dos primeros grupos, los de mayor valor, catalogando 1.105 obras (cifra que se multiplica porque la mayoría de las obras tienen varios volúmenes; por ejemplo, Histoire de l’Academie tenía 100 volúmenes) y 222 manuscritos de "historia, literatura y ciencias". También es significativa la cantidad de libros de derecho y teología. 

El ministro de Instrucción Pública de Chile definió el destino final del botín: 

-Los aparatos de física y química al Laboratorio de la Universidad de Chile; 

-Los anatómicos a su Museo de Anatomía; 

-Los objetos de historia natural al Museo Nacional; 

-Los libros de viajes a la Oficina Hidrográfica; los de meteorología a la Oficina Meteorológica; y "todos los libros restantes, incluso los de teología, a la Biblioteca Nacional". 

Varios de los libros más valiosos permanecen en la Sala Medina, el Fondo General y la bóveda de la principal biblioteca del país. 

Los volúmenes del Compendio de las crónicas, de Garibay (de 162, de la Biblioteca clásica latina, de Lamaire (151 volúmenes), del rarísimo libro Teatro del mundo i del tiempo, de Giovanni Galluci (de 1611), o un Diccionario español-latino, de Nebrija, están en la Biblioteca Nacional. Así como extraordinarias colecciones de atlas y libros de viajes de los siglos XVI, XVII y XVIII, incluidos en la lista de Domeyko. 

El historiador Claudio Rolle recuerda que para una muestra bibliográfica de 1989, en homenaje al bicentenario de la Revolución Francesa, en la que él participó, tuvieron problemas al exhibir volúmenes de la gran Encyclopédie de Diderot y d’Alembert, porque en su interior había timbres de la Biblioteca de Lima. –Al final se mostraron ejemplares abiertos, en páginas donde no había timbre alguno –confidencia. 

La devolución de los saludos "Solo tenemos que devolver saludos al Perú", dijo el historiador Sergio Villalobos, justo hace un año, cuando una periodista le preguntó qué quedaba por entregarles a los peruanos de todo el botín sustraído en la Guerra del Pacífico. De un tiempo a esta parte, el Premio Nacional de Historia tiene opiniones poco contemporizadoras en muchos temas. Pero igual extraña su punto de vista, alineado a las voces más conservadoras del país, toda vez que él fue director de la Dibam, la institución responsable del tesoro bibliográfico de la Biblioteca Nacional, y como tal debió saber que numerosos libros de valor se guardan en bóveda porque poseen un timbre que reza: "Biblioteca de Lima". 

Para quienes han hecho investigaciones en nuestra biblioteca esto no es misterio. De forma soterrada, siempre se ha sabido que libros de la rica colección que allí se atesora –una de las tres más importantes del mundo en obras de y sobre América– provinieron del Perú como bienes robados. 

Al divulgar Diario Siete la lista de Domeyko, recién se empieza a conocer la verdad histórica del saqueo bibliográfico de Lima. 

No solo la biblioteca peruana fue objeto de saqueo, también lo fueron locales de la universidad, y otras instituciones que contaban con bienes de muy alto valor.

Asimismo, al retirarse de Lima, los soldados chilenos saquearon el Palacio de Pizarro, antes de abandonarlo, llevándose innumerables objetos de valor entre ellos dos cañones que flanqueaban la puerta principal del palacio, retratos de los virreyes y presidentes  y todos los muebles, alfombras y lámparas. También existieron asaltos a los pobladores quitándoles relojes, billeteras y cuanto objeto de valor llevaban consigo. En algunas plazas chilenas existen monumentos que fueron llevados desde el Perú.

Todo un ejército de asaltantes, organizados en múltiples bandas criminales.

Numerosos bienes robados del Perú aún están en poder de instituciones públicas chilenas y también forman parte de muebles y adornos de las casas de los descendientes de chilenos que "combatieron" en la Guerra del Guano y el Salitre de 1879, pudiendo también estar en casas de las mejores familias chilenas que los compraron a los saqueadores.

Chile ha devuelto parte de lo sustraído. Al Perú le queda mucho por recuperar de los miles de bienes de valor sustraídos y Chile debe entregarlos pronto.

martes, 8 de diciembre de 2015

El Tesoro Peruano del Galeón San José tiene un Valor de 10 mil Millones de Dólares - En Disputa su Propiedad

Luego del hallazgo del galeón San José frente a Cartagena de Indias, hundido por corsarios ingleses en 1708 con un cargamento de monedas de oro y plata extraídos de Perú valorizado en 10 mil millones de dólares, Colombia ya manifestó sus deseos de conservar el barco, y por sobre todo, su tesoro. 

“La ley en estas materias dice inequívocamente que el patrimonio cultural sumergido es patrimonio arqueológico propiedad de la nación”, dijo Néstor Humberto Martínez, de la Comisión de Antigüedades Náufragas, del Ministerio de Cultura. 

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, presentó el hallazgo el sábado anunciando que es un “patrimonio de todos los colombianos”. Su postura fue reafirmada por Martínez. “La propiedad de este hallazgo es de la nación colombiana”.

Galeón San José

Por su parte España ha solicitado información al respecto a Colombia y el gobierno español dijo que buscará un acuerdo “amistoso” con Colombia.

El ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel García-Margallo dijo que la Unesco los ampara, ya que se trata de un “barco de Estado”. La autoridad recordó que la Unesco estipula que este tipo de pecios es “de Estado, de guerra, no un barco privado”, por lo que “hay una titularidad del Estado donde esté abanderado el pabellón” del navío. 

Indicó que ya dio claras instrucciones a la Secretaría de Estado para la UE de que envíe una nota a Colombia para que este país ofrezca información detallada y recordó que existe un convenio de la Unesco (no firmado por Colombia) que respalda los intereses españoles.

“Vamos a hablar”, dijo en alusión a la reunión que sostendrá este viernes con los cancilleres iberoamericanos precisamente en Cartagena, añadiendo que va a tratar de resolver esto amistosamente. “Pero si no, ellos entenderán que nosotros defendamos nuestros derechos”.

Por otro lado, Perú también podría intervenir en la disputa por el tesoro del galeón San José, pues el oro, plata, joyas, monedas y otros valiosos tesoros fueron obtenidos de minas o instalaciones dentro de su territorio.

Galeón San José

El San José fue un galeón español, construido en 1698 por el duque Aristidies Eslava y la familia Eslava, en el astillero de Mapil en Aginaga (Usurbil), con las especificaciones de Francisco Antonio Garrote por Pedro de Aróstegui. 

En 1706 el galeón San José zarpó junto con otros barcos para el mar Caribe y llegó a Cartagena de Indias después de un mes de navegación. 

En 1708 el galeón San José, junto con el San Joaquín y otros barcos de la flota imperial zarparon de Cartagena de Indias hacia Portobelo para cargar oro.

En el San José fueron cargadas 11 millones de monedas de oro, plata y otros tesoros provenientes de Perú.

La flota fue atacada por barcos ingleses y el galeón San José se hundió en febrero de 1708, con su cargamento a lo largo de la península de Barú (actual mar de Colombia). De los 600 tripulantes del San José solo sobrevivieron 11.

El galeón fue encontrado el 27 de noviembre de 2015 por investigadores del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), personal de la Armada colombiana y de dirección marítima colombiana (DIMAR), en las costas cercanas a Cartagena de Indias. 

sábado, 5 de diciembre de 2015

Los Aportes Recíprocos entre España y el Perú durante el Virreinato

Lima Capital del Virreinato del Perú
Imagen: www.todocoleccion.net

Siempre se dice que los españoles vinieron al Perú solamente para hacer fortuna a través del oro y la plata que eran enviados en grandes cantidades por casi 3 siglos con destino al rey de España y también en beneficio propio.

Se dice también, que en cambio los ingleses que llegaron a norteamérica fueron a quedarse trabajando la tierra.

Ambas afirmaciones pueden tomarse como ciertas solamente si se miran en forma parcializada y negativa.

Lo cierto es que España aportó mucho durante los 3 siglos en que el imperio español dominó en Perú y Sudamérica.

¿Que trajeron los españoles durante el Virreinato del Perú?

-La religión católica

-El idioma castellano - hablado y escrito

-El Caballo

-La rueda

-El ganado vacuno, ovino y porcino

-Los sistemas de cultivo

-La vid, el vino y el vinagre

-El carro con ruedas, la polea y el torno de alfarería impulsado por una rueda.

-Vegetales comestibles como los garbanzos, las lentejas, el arroz, las almendras, las lechugas, las espinacas, las acelgas, las berenjenas, los ajos, las cebollas, las pasas, el azúcar y el limón.

-El hierro, el acero y la metalurgia.

-Las técnicas de navegación transoceánicas, la ballestina (un instrumento marítimo utilizado para determinar la altura de los astros), el astrolabio, el cuadrante, la cartografía y la brújula marina.

-La imprenta y el papel

-Los talleres de arte y metalúrgicos avanzados

-Las armas de fuego

-La pólvora

-La organización física y administrativa de los pueblos.

-Las viviendas y edificaciones según arquitectura vigente en Europa

-Los hospitales y farmacias

-Las escuelas

-Las universidades

Las profesiones

-La organización del Estado, el ejecutivo, el legislativo, el judicial.

-Las artes: Pintura, ebanistería, alfarería, escultura, baile, teatro etc

-Música, danzas, canto que se mantienen hasta la actualidad convertidos en folklore de los pueblos andinos incluyendo los vestidos de la época del virreinato, hoy algo adaptados a los gustos de los pueblos.

-La comida, que hoy es parte de la fusión gastronómica peruana que destaca en el mundo.

Pero también Perú aportó:

-El oro y la plata que financiaron al reino de España

-La papa o patata, que es hoy uno de los principales alimentos de los españoles.

-El cacao y el chocolate

-El maiz

-El algodón

-El frijol o alubia

-El pallar o judía

-El tomate

En los 3 siglos que estuvo vigente el Virreinato del Perú vinieron a Perú españoles del más alto nivel incluyendo a aquellos con diversos títulos de nobleza que lograron ubicar al Perú en la Epoca de Oro de su historia, siendo Lima la ciudad más destacada de Sudamérica, por su población con grandes personajes y los mejores inmuebles, obras de arte, libros, joyas etc., con un elevado nivel de vida que era superior a cualquier otra ciudad del subcontinente.

Algo también muy importante, fue la estabilidad otorgada por los virreyes que lograron poblaciones ordenadas y cumplidoras de la ley.

No es cierto que los españoles vinieron solo a sacar oro y plata, también tomaron posesión y trabajaron las tierras aplicando las mejores tecnologías de la época. Muchos de estos españoles se instalaron definitivamente en Perú trayendo a sus familias o casándose con mujeres del lugar dando origen a un fuerte mestizaje.

Lamentablemente, con la llegada de la república todo lo ganado se perdió, entrando a una etapa oscura de la que Perú recién está saliendo, cuando se van a cumplir en el 2021, 2 siglos desde el fin del virreinato

Podemos afirmar que la balanza de los aportes recíprocos fue muy positiva para Perú (jlhurtadov)

miércoles, 2 de diciembre de 2015

El Almirante Peruano Miguel Grau es el Principal Héroe Naval de Chile

En 1879, en plena Guerra del Guano y el Salitre entre Perú y Chile (mal llamada Guerra del Pacífico), Miguel Grau recibe para comandar un pequeño barco de guerra, en mal estado, con tripulación mal preparada, y provisto de armas obsoletas. 

El buque de Miguel Grau medía apenas 59,4 metros de largo, 10,6 metros de ancho, y 4,5 metros de profundidad. Sin duda, el barco de guerra más pequeño del mundo. 

Recibida la orden de zarpar, sin pensarlo dos veces, Miguel Grau se lanza a la mar y empieza a buscar naves chilenas, las que venían amenazando las costas peruanas. 



Miguel Grau

Con arrojo y valentía, Miguel Grau empieza a tener una victoria tras otra, en una de ellas captura un gran barco de transporte enemigo, que llevaba a los mejores oficiales y soldados. Respetó a todos. 

Una característica remarcable de Miguel Grau era salvar, no hacer daño, a las tripulaciones de los barcos atacados, y a los soldados enemigos capturados en barcos de transporte. 

Las sucesivas derrotas de la armada chilena, causaron desesperación y pánico en sus autoridades y el pueblo. ¿Como era posible que un pequeño barco, en mal estado, mal armado, y con tripulantes no preparados podía mantener en jaque a toda su moderna flota de grandes barcos de guerra? Hubo destituciones de políticos y militares, una crisis total. 

El Huáscar en 1879

Miguel Grau seguía combatiendo a pesar de que su barco cada vez estaba peor, había bajado sensiblemente su velocidad, y el nivel y calidad de sus provisiones era insuficiente. 

Enterado del estado del Huáscar, Chile congrega a todos los grandes y modernos barcos de guerra de su marina, y bloquea la marcha del barco de Miguel Grau, quien a pesar de su condición no paró de combatir.

Todos los barcos enemigos no pararon de disparar al pequeño barco de Miguel Grau quien muere dando ordenes en el puente exterior de mando. Ya en ruinas el barco de Miguel seguía recibiendo disparos que acabaron por eliminar a casi todos sus oficiales y tripulantes. 

En todo el conflicto, el enemigo se comportó en forma totalmente opuesta a la forma magnánima como lo venía haciendo el hidalgo Miguel Grau. 

Perú pierde la guerra del Guano y el Salitre. 

El Huáscar en 2014

Transcurridos ya muchos años de esta contienda, el otrora enemigo, hoy mantiene a flote, venera, y rinde honores a Miguel Grau y su pequeño barco, al que mantiene en buen estado y anclado en uno de sus principales puertos. Unico caso en el mundo.

Ningún otro héroe, militar, marino o aviador chileno recibe tantos honores como el que fuera en 1879, comandante del Huáscar, Miguel Grau.

Actualmente Miguel Grau es conocido en todo el mundo como el Gran Almirante, el Caballero de los Mares. 

Miguel Grau, al final, resultó el gran triunfador, pues es venerado en Perú y Chile (jlhurtadov)

Nota: Quién visita el Huáscar en Talcahuano, no puede imaginarse como Grau con un barco tan pequeño y mal armado pudo poner en jaque a toda una armada moderna.

martes, 1 de diciembre de 2015

La Civilización Menonita en Perú


Vea el video para saber a quienes se llama menonitas:

Video: mennomedia

Vea el video para conocer a los menonitas que habitan en Perú:

lunes, 30 de noviembre de 2015

Felipe Huamán Poma de Ayala - Gran Escritor Indígena del Virreinato del Perú

Felipe Huamán Poma de Ayala - Autorretrato

La gran obra de Huamán Poma es la titulada literalmente "El Primer nueva coronica y buen gobierno", un documento de 1189 páginas. 

Este libro sigue siendo la más larga crítica sobre el dominio colonial español escrito por un súbdito indígena durante el periodo colonial. 

Fue escrito entre 1600 y 1615 y dedicado al rey Felipe III de España.

En esta obra, describe las injusticias del régimen colonial y sostiene que los españoles fueron colonos extranjeros en el Perú. «Es nuestro país», dijo, «porque Dios nos lo ha dado a nosotros». 

El rey nunca recibió el documento. 

La «Crónica» es muy notable en muchos aspectos:

-Despliega una fusión brillante de la escritura y dibujos de líneas finas (392 páginas del libro consisten de dibujos a página completa). 

-Expresa la opinión de un noble provinciano sobre la conquista, mientras que la mayoría de otros puntos de vista indígenas de la época colonial proceden de la nobleza del Cuzco, la antigua capital de los Incas.

-Utiliza con frecuencia palabras y frases quechuas dentro de este trabajo mayoritariamente español, lo que proporcionó a los expertos material para aprender más sobre el idioma quechua. 

Huamán Poma propuso una nueva dirección para el gobierno del Perú:

Un «buen gobierno» que se basaría en las estructuras sociales y económicas Incas, la tecnología europea, y la teología cristiana, adaptada a las necesidades prácticas de los pueblos andinos.

Escribe que los gobiernos incas trataban a sus súbditos mucho mejor que los españoles y le pide al Rey Felipe instaurar indios en puestos de autoridad. 

Es importante señalar que, a pesar de que rechaza la dominación española, no rechaza al rey español. Durante este tiempo, los monarcas eran vistos generalmente como descendientes de Dios y siendo extremadamente católico, Huamán Poma tiene al monarca español en la más alta consideración. 

En su escrito, no sólo quiere proponer cambios en la sociedad, sino además denunciar las injusticias contra los indios no percibidas por el rey quien, como representante de Dios, de haberlas conocido no las habría permitido. 

El manuscrito de la «Corónica» se ha mantenido en la Biblioteca Real de Dinamarca, al menos desde principios de los años 1660, aunque sólo se hizo público en 1908, cuando fue descubierto por el erudito alemán Richard Pietschmann. Una edición retocada fue producida en París en 1936, por Paul Rivet. En 1980, una transcripción crítica del libro, basado en la autopsia del manuscrito más que en el facsímil de 1936, fue publicado por John Murra y Rolena Adorno, (con la colaboración de Jorge Urioste) bajo el título Felipe Guamán Poma de Ayala, Nueva Crónica y Buen gobierno (México D.F.: Siglo XXI). Un facsímil digital de alta calidad del manuscrito original fue publicado en línea en 2011 por la Biblioteca Real Danesa, con Rolena Adorno como editor académico.

Felipe Guamán Poma de Ayala nació probablemente en Huánuco, ya que él mismo afirmó en sus manuscritos ser descendiente de una noble familia Yarowilca, originaria de esa zona.

Sus apellidos, Huamán Poma, provienen de las palabras quechuas waman y puma, halcón y puma, nombres totémicos en quechua (asociados a los dioses tutelares de la tierra y del cielo). 

Fue hijo presumiblemente de Martín Huamán Mallqui y Juana Chuquitanta (llamada Cusi Ocllo), noble descendiente del Inca Túpac Yupanqui. 

Se crió con los españoles, por lo que él se consideraba de origen latino. 

Según algunos documentos del siglo XVI, Huamán Poma sirvió como traductor del quechua para funcionarios coloniales durante la década de 1560-70. Entre los funcionarios para los que trabajó estuvieron el oidor Alberto de Acuña, conocido como el «Abogado General de los Indios», nombrado por el virrey García Hurtado de Mendoza en 1589. También sirvió de traductor al oidor Pedro Arteaga Mendiola en la visita a las minas de Huancavelica en 1588. 

Asimismo, estuvo al servicio de don Juan Pérez de Gamboa, corregidor de Huancavelica y luego visitador de las tierras del Cusco, Huamanga, Huancavelica, Vilcabamba, Castrovirreyna y Jauja en 1587.

Estuvo también al servicio del oidor de la Real Audiencia de Lima, Alberto de Acuña, puesto desde el cual dicho personaje envió un documento al rey de España en 1598, en el que coincide en varios puntos de sus recursos con las quejas que escribió el cronista Huamán Poma; otras veces existen puntos en abierta contradicción entre las visiones de Huamán Poma y el oidor Acuña, vale decir que ambas personas conocían sus planteamientos y propuestas en abordar los asuntos en favor de los indígenas. Por intermedio de Acuña, el cronista Huamán Poma se habría documentado de varios asuntos internos de la administración colonial: por ejemplo, de las residencias de los virreyes Francisco de Toledo y Hurtado de Mendoza y las visitas efectuadas a las minas y población nativa en la época toledana y en 1585. (Datos: Wikipedia) 

viernes, 27 de noviembre de 2015

Micaela Villegas Pasión de Amor del Virrey Manuel de Amat y Junyent

El Virrey de Perú Manuel de Amat y Junyent y
Micaela Villegas
Representación Teatral en Lima de
Melania Urbina y Alberto Isola

María Micaela Villegas y Hurtado de Mendoza (Lima, 28 de septiembre de 1748 – Lima, 16 de mayo de 1819), fue una famosa actriz de teatro en el Virreinato del Perú.

Fue una de las mujeres más célebres del siglo XVIII, antecedente de las grandes divas del espectáculo.  
Según consta en su partida de bautismo hallada en la iglesia de San Sebastián en Lima, nació el 28 de septiembre de 1748, no especifica dónde.

Fue la primera de los seis hijos que tuvieron Joseph Villegas y Arancibia y María Teresa Hurtado de Mendoza y de la Cueva. 

Aprendió a leer y escribir, cosa poco común para las mujeres de la época, haciéndose aficionada a las obras de Lope de Vega y Calderón de la Barca. Gustaba también del canto y danza, y de temprana edad mostró vocación por el teatro, aun cuando ese oficio era considerado como indigno e impropio para una mujer. 

A los 15 años debutó en el Corral de Comedias, propiedad de Maza, conocido actor y empresario teatral, quien la protegió y enseñó el oficio teatral. El teatro era su pasión, y antes de cumplir 20 años, su talento, y elocuencia la convirtieron en la actriz de moda. Dotada de imaginación ardiente y fácil memoria recitaba con suma gracia romances caballerescos y escenas cómicas. Todos los días el teatro se abarrotaba de público, era muy admirada y su fama trascendió los límites del virreinato. 

En esa época inició un tórrido romance con el sexagenario virrey don Manuel Amat y Junyent, que se convirtió en la relación más sonada del siglo XVIII. Amat la hizo su amante y el centro de la vida social limeña. 

Micaela Villegas propició muchas de las construcciones que Amat realizó en su gobierno: la Alameda de los Descalzos; el bello palacete La Quinta de Presa, que era la casa solariega de la aristocrática familia Carrillo de Albornoz y Bravo de Lagunas, Marqueses de Montemar y Monteblanco; el Templo de las Nazarenas, que albergaría la imagen del Señor de los Milagros, de la cual era devota; El Paseo de Aguas, que fue construido para impresionarla. 

La tradición cuenta que cuando el virrey le declaró su amor, ella le respondió que lo aceptaría si él pusiera la Luna a sus pies; entonces el virrey mandó construir el Paseo de Aguas, acordonado por unos arcos de estilo francés y al centro una amplia fuente donde se reflejaba el cielo, y en una noche de luna llena la llevó al borde de la fuente, diciéndole: «Hoy pongo la Luna a tus pies». 

Sobre el difundido apelativo de Perricholi existen varias historias respecto al significado del mismo:

-Amat la llamaba en la intimidad «peti-xol» que en catalán significa ‘pequeña joya’

-El término «pirri» era usado en aquella época como diminutivo, por lo que «pirri-choli» o «petit-choli» significaría cariñosamente ‘cholita’.

- La historia más conocida no tiene nada de romántica y es probable que haya sido difundida por los numerosos enemigos que tenía el virrey: se cuenta que en una acalorada pelea entre los amantes, Amat la llamó enfurecido «perra chola», que en su acento catalán sonaba a «perri choli». El incidente trascendió fuera del palacio y la alta sociedad limeña –que no le tenía mucho aprecio a Micaela Villegas– comenzó a llamarla «La Perricholi» para humillarla. 

No existe ningún retrato de ella, solamente descripciones muy entusiastas, como la de José Antonio Lavalle y otras menos halagadoras como la de Ricardo Palma, pero todas coinciden en hacerla dueña de una gracia y encanto sin igual.

"Miquita", como la llamaba cariñosamente Amat, gustaba de exhibirse públicamente junto al virrey y provocar la envidia en la nobleza colonial limeña.

En 1776, Amat terminó su período como virrey del Perú y regresó a España, dejándole una generosa pensión y varias propiedades. Micaela se quedó en Lima con su hijo, y tuvo que enfrentar los ataques de los enemigos del exvirrey.

En 1788 se despidió de los escenarios y adquirió el Real Coliseo de la Comedia asociándose con Vicente Fermín de Echarri con quien se casaría en 1795. Desde entonces llevó una vida tranquila y dedicada a la administración del teatro. Trece años más tarde, quedó viuda. 

A la muerte del exvirrey Amat en España, su hijo Manuel viajó a la Península para reclamar la herencia como único hijo, pero debido a su condición de ilegitimidad regresó sin éxito a Lima, donde se casó en 1810.

Sus últimos años se dedicó a la oración, vistiendo el hábito de las Carmelitas y realizando muchas obras de caridad que hicieron olvidar a los limeños los libertinos años de su juventud, motivándoles un auténtico afecto a su persona. 

 Micaela Villegas murió en su casa de la Alameda Vieja el 16 de mayo de 1819 a la edad de 71 años. Su sepelio fue sencillo según ella misma lo pidió y dejó como herederos de sus bienes a su hijo Manuel y su nieta mayor Tomasa. Fue enterrada en la Iglesia de la Recoleta de San Francisco y la noticia de su deceso fue registrada por los principales diarios de la época. (Datos: Wikipedia)

Virrey del Perú Manuel de Amat y Junyent

Paseo de Aguas de Lima - Construido por el Virrey Manuel de Amat y Junyent

viernes, 20 de noviembre de 2015

Historia del Lago Titicaca

Manco Cápac y Mama Ocllo
Salen del Lago Titicaca
para Fundar el Imperio Inca

Antes de la llegada de los Incas, una de las civilizaciones más importantes que se asentó en las riveras del lago Titicaca fue la Chiripa, de la cual quedan importantes restos arqueológicos en la zona sur del lago. En la zona norte del lago estuvo la civilización Pucará.

Ambas culturas implementaron el cultivo en camellones (o waru warus), que consistía en elevaciones de tierra rodeadas de agua que protegían a los cultivos de las heladas propias de la zona. 

Parece también que en los alrededores del lago Titicaca se inició la domesticación de algunos tubérculos que hoy son comestibles y de los camélidos sudamericanos, la alpaca y la llama.

Alrededor del 200 d. C. domina la civilización Tiahuanacota, construyendo importantes centros ceremoniales en las islas y alrededores del lago. 

Al Lago Titicaca se le atribuye como el lugar de origen de los Incas, cuyos fundadores, Manco Cápac y Mama Ocllo, salen de sus aguas, según narra el Inca Garcilazo de la Vega..

En las tradiciones orales de la zona aún se considera a la isla del Sol como el lugar donde iniciaron su cruzada de fundación del Imperio Inca, los legendarios Manco Capac y Mama Ocllo.

Es Pachacutec Inca Yupanqui quien anexa al lago Titicaca y sus alrededores, la meseta del Collao, al Imperio Inca.

Según las tradiciones, los Urus huyeron del asedio Inca refugiándose en el lago, para este propósito construyeron islas artificiales en el lago utilizando como materia prima la totora.

Desde 1542, el lago es administrado por el Virreinato del Perú, sede del Imperio Español en Sudamérica. 

En 1777, con las reformas borbónicas, se crea el Virreinato del Río de la Plata, en el que se  incluye a la Intendencia de Puno, que entonces formaba parte de la Audiencia de Charcas y por consiguiente se anexa todo el lago Titicaca. 

En 1787, al crearse la Real Audiencia del Cuzco, las zonas de Lampa, Azángaro y Carabaya, pasan a integrar su distrito. 

Luego, en 1796, mediante una Real Cédula, se incorpora la Intendencia de Puno al Virreinato del Perú, pasando los partidos de Chucuito y Paucarcolla a la jurisdicción de la Real Audiencia del Cuzco. 

De esta manera el lago Titicaca queda dividido entre la Audiencia del Cuzco - Virreinato del Perú y la Audiencia de Charcas - Virreinato del Río de la Plata. 

En la etapa republicana, según el Protocolo Ratificatorio firmado en La Paz el 15 de enero de 1932 entre Perú y Bolivia se divide el lago Titicaca de la siguiente manera: 

De la bahía de Cocahui, una línea recta al punto equidistante entre la isla Soto (Perú) y Chiquipa (Bolivia); Otra línea recta, hasta el punto equidistante entre la isla del Sol o Titicaca (Bolivia) y Punta Pomata (Perú); y, desde allí, otra línea recta hasta el lugar denominado punta Kasani; La línea de frontera continúa desde punta Kasani, donde se encuentra el hito Nº 22, con una trayectoria sinuosa sobre la península de Copacabana, hasta el arroyo Sehuenca. La parte norte de la península queda en territorio boliviano y la parte sur, en territorio peruano; La línea de frontera continúa en el lago Huiñaymarca, entre la isla Iscaya (Perú) y punta Huancallani (Bolivia); isla Cana (Perú) e isla Limina (Bolivia). Desde este punto, una línea recta en dirección sudoeste, hasta el punto intermedio entre punta Taraco (Bolivia) y punta Zepita (Perú) y otra en dirección sur, hasta la naciente del río Desaguadero, en el lago Huiñaymarca. 

En 1996, los estados del Perú y Bolivia, con el propósito de generar acciones para la protección, preservación y conservación del lago Titicaca, crearon la Autoridad Binacional Autónoma del Sistema Hídrico del lago Titicaca, río Desaguadero, lago Poopo y salar de Coipasa, estableciendo un marco legal y un plan director binacional. 

La Autoridad Binacional Bolivia-Perú, es una entidad de derecho público internacional con plena autonomía, depende funcional y políticamente de los Ministerios de Relaciones Exteriores del Perú y de Bolivia. Es dirigido por un Presidente Ejecutivo nombrado por los Cancilleres de ambos países, cuenta con dos unidades de línea, una dedicada a la conducción del Plan Director y otra al Manejo y Gestión de Recursos Hídricos. 

Para las acciones nacionales, se tiene en el Perú el Proyecto Especial Lago Titicaca (PELT) que depende del Instituto Nacional de Desarrollo (INADE) y en Bolivia, la Unidad Operativa Boliviana (UOB) que depende del Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación. Los costos de operación son asumidos en partes iguales por los dos estados.

La población del lago conserva ricas tradiciones ancestrales de las etnias originarias aymaras, quechuas y urus. 

El total de habitantes de la cuenca del Titicaca suma 2 054 622 habitantes, de los cuales 1 132 378 viven en el lado peruano y 922 244 en el lado boliviano. (Datos: Wikipedia)


Video: Fabio Diaz

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Alexander Von Humboldt y su Relación con el Perú

Alexander Von Humboldt


Alexander Von Humboldt, fue un naturalista, explorador y filósofo alemán, que vivió de 1769 a 1859.

Es considerado el «padre de la Geografía Moderna Universal». 

Fue un naturalista de una polivalencia extraordinaria, característica personal que no volvió a a aparecer en el mundo. 

Sus viajes de exploración le llevaron a Europa, América del Norte, América del Sur y Asia Central. 

Se especializó en diversas áreas de la ciencia como la etnografía, antropología, física, zoología, ornitología, climatología, oceanografía, astronomía, geografía, geología, mineralogía, botánica, vulcanología y el humanismo. 


Su obra Cosmos, un ensayo de la descripción física del universo, fue la sensación en Europa a mediados del siglo XIX. Este libro, superó en ventas a todos los libros de la época en alemán, y se tradujo a otros 9 idiomas. 

A los 20 años se instruyó como ingeniero de minas en la afamada Escuela de Minería de Freiburg. 

Lo nombraron supervisor de minas en un distrito grande, y emprendió la tarea de mejorar las condiciones de los mineros, cuya esperanza de vida era de sólo 30 años. Humboldt inventó una serie de dispositivos de seguridad y para mejorar los equipos; de hecho, al probar uno de ellos, casi pierde la vida. Comprendió que los mineros no sabían de geología o de otras cuestiones elementales de una educación para realizar su trabajo de una forma más inteligente y segura, por lo que, en un golpe de genialidad, fundó una escuela especial para mineros a la que llamó “Real Escuela Libre de Minería”.

Humboldt escribió en ese tiempo: “Si bien es un deleite ampliar el dominio de nuestro conocimiento al hacer nuevos descubrimientos, entonces, el descubrir algo vinculado a la preservación de una clase trabajadora, con el perfeccionamiento de cualquier industria importante, es un placer mucho mayor y más humano”.

En su Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, describe por lo menos nueve sitios posibles para la construcción de un canal del Atlántico al Pacífico (uno de ellos se construiría 100 años después, en el Canal de Panamá). También, incluye una fascinante historia hidráulica de la Ciudad de México, que es un valle sin salida, con propuestas detalladas para resolver el problema del drenaje. 

En las décadas de 1840 y 1850, Humboldt era la referencia obligada sobre los grandes proyectos ferroviarios a ambos lados del Atlántico; de hecho, toda su vida se interesó en cualquier frontera tecnológica nueva, desde el procesamiento del acero hasta los daguerrotipos. 

Humboldt formó parte de un pequeño grupo de intelectuales rigurosos y decididos, que hicieron posible la sobrevivencia de la república estadounidense y su misión en el mundo, en los años de retroceso que sobrevinieron tanto en Europa como en los Estados Unidos. 

En cuanto al método científico y uso de los instrumentos de medición más avanzados de su tiempo, fue un protegido de los círculos de Benjamín Franklin y de la Ecole Polytechnique; en asuntos filosóficos más amplios, su colaboración intensa con la familia y el círculo de Moisés Mendelssohn y después con los más grandes pensadores alemanes clásicos, Schiller y Goethe, influyó su pensamiento. 

En 1789, Humboldt estudió matemáticas con Abraham Kästner, el hombre que le transmitió la perspectiva leibniziana a Carl Friedrich Gauss, y que llevó a Franklin a visitar Gotinga durante la Revolución Americana. 

El profesor de filología y arqueología clásica de Humboldt, Christian Gottlieb Heyne, le presentó a Georg Forster, quien 15 años antes había navegado los mares del sur con el capitán James Cook y era un ardiente partidario de la Revolución Americana. Forster llevó consigo a Humboldt en sus viajes por los Países Bajos, Inglaterra y Francia, y sembró para siempre en Humboldt las semillas de su pasión por la exploración. 

El año que Humboldt estudió en la Escuela de Minería de Freiberg y su empleo posterior como inspector minero, lo pusieron en contacto con dos de los pioneros más importantes de la industrialización de Alemania: Abraham Gottlob Werner, director de la escuela, fundador del estudio de los estratos en la geología (“geognosis”) y experto en la teoría y construcción de fundidoras de acero; y Friedrich Wilhelm von Reden, después ministro de Minas de Silesia, quien en 1790 importó la primera máquina de vapor de Alemania de los círculos de Franklin en Inglaterra. 

Humboldt fue huésped de Reden en Breslau durante tres semanas; ahí, Reden le describió planes detallados para utilizar la máquina de vapor en la fundición de hierro, basado en la utilización del carbón mineral, en vez del carbón de leña, como materia prima. 

Una tercera figura crucial que Humboldt conoció en estos círculos, fue Johann Sebastian Claiss, el principal experto en refinerías de sal de su época. En una carta de 1792, Humboldt escribió sobre Claiss: “Posee un gran conocimiento físico y matemático, estuvo siete años en Inglaterra, trabajó bastante con Franklin, pasó mucho tiempo en Francia. . . y está a cargo de todas las salinas de Bavaria. He estado haciéndole preguntas a mañana, tarde y noche, y no conozco hombre alguno en cuya compañía haya aprendido más. Claiss me dio mucho material nuevo sobre estos temas; también recibí manuscritos inéditos de Franklin sobre artefactos de vapor y completé mi mapa de la relación de todas las fuentes de sal en Alemania. La idea es. . . que todas las salinas en Alemania están dispuestas de tal manera, que puede mostrarse con trazos sobre un mapa, y así uno puede encontrar milla tras milla de fuentes salinas”. 

A partir de este tipo de “observaciones pensantes”, como las llamaba Humboldt, desarrollaría más tarde una de sus más grandes descubrimientos sobre la “unidad en la diversidad”: el reconocimiento de que las características similares de los estratos geológicos, en cualquier parte del mundo que se les encuentre, vinieron todas de un mismo proceso formativo y comparten rasgos comunes. Así, después de visitar las montañas de Jura, contribuyó a todo el esquema posterior para fijar fechas en geología, con el nombre y el concepto de “período Jurásico”. 

Del mismo modo, durante una expedición relámpago a Siberia en 1829, hizo lo que pareció una predicción descabellada: que había diamantes en un distrito en la ladera este de los montes Urales; predicción que se confirmó aun antes de regresar a San Petersburgo, cinco meses después. 

En 1794, el hermano mayor de Alejandro, Guillermo, se mudó con su esposa, Carolina von Dacheroden, a Weimar, a invitación del “poeta de la libertad”, dramaturgo e historiador Federico Schiller (1759–1805). Este sería el periodo definitivo en la vida de Guillermo; la colaboración intensa con Schiller y su círculo de amigos dio frutos más adelante en las reformas educativas humanistas de Guillermo como ministro de Educación en Prusia (1809–1810), en su fundación de la Universidad de Berlín y en sus profundos trabajos sobre la teoría del lenguaje. Pero su hermano menor, Alejandro, no era ajeno al círculo de Weimar. Seguido los visitaba, y estableció una relación especialmente estrecha con el poeta y científico naturalista Johann Wolfgang von Goethe, cuyo trabajo sobre la forma y la estructura subyacentes de las plantas y animales, resonó con fuerza en la metodología de “La unidad que procede de la multiplicidad”. 

Humboldt dedicó uno de sus volumenes de investigaciones botánicas en las Américas a Goethe, y su libro sobre Colón y el descubrimiento de América, a Schiller. 

Humboldt resumió un punto crucial de su Cosmos con una cita de un poema de Schiller, “Der Spaziergang” (El Paseo) de 1795: “Aquí llegamos al punto en que, al contacto con el mundo sensible, el estímulo al placer se une a un deleite de característica distinta, un deleite que brota de las ideas. Aquel que en el conflicto de los elementos no se percibe como regido por el orden y la legitimidad, se sujeta a la razón. Y el hombre, como decía el poeta inmortal [Schiller], ‘procura el polo inmóvil en el vuelo de las apariencias’ ”. 

En 1796, cuando murió su madre (su padre había muerto cuando él tenía 10 años), Humboldt recibió una herencia sustancial. Aunque su carrera en administración de minas le ofrecía magníficas perspectivas, renunció a todos sus cargos y se dedicó a prepararse para viajar por el mundo, en la primera oportunidad que surgiera para la ambición científica que había tenido desde niño. 

En 1797, se adiestró con los mejores botánicos y geólogos de Europa Central; en 1798, su camino lo llevó a París, donde estaba su hermano Guillermo como enviado de Prusia. En París, Alejandro dio conferencias magistrales sobre sus propias investigaciones y escritos, que ya eran considerables, conoció a las principales personalidades científicas de Francia (aquellas que no se embarcaron a Egipto con Napoleón ese año), e incluso se unió al equipo de investigaciones geodésicas de Francia, que trabajaba en las medidas de triangulación de la línea meridiana de Dunkirk–Barcelona (que pasa por París), que después sirvieron como base para establecer la longitud del metro (una 40 millonésima parte del meridiano de París). 

Humboldt midió y registró la altura de la Península española durante su caminata de 6 días a Madrid, cruzando los Pirineos. Fue el primero en notar que el interior de España es una meseta. Este método de “corte longitudinal” para mostrar amplias franjas de características topológicas fue una innovación de Humboldt. 

En el verano de 1798, Humboldt recibió una invitación que parecía caída del cielo: uno de sus héroes de la infancia, Louis Antoine de Bougainville, famoso por su circunnavegación del globo una generación antes, había recibido la orden del Directorio que entonces gobernaba a Francia, para que organizara una misión de exploración científica de cinco años, que habría de hacer en largas estancias en Sudamérica, el Pacífico Sur, el sudeste de Asia, la costa oriental de África e incluso la Antártida. 

Bougainville le pidió a Humboldt que lo acompañara, pero como la salida era inminente, Humboldt se sumergió en un torbellino de entrenamiento en el uso de los instrumentos más avanzados disponibles para los científicos de la Ecole Polytechnique, algunos de los cuales —telescopios y magnetómetros— tenían nuevos diseños y capacidades. 

Pero el proyecto se pospuso de último minuto porque Francia se preparaba para entrar en guerra contra Austria. Humboldt se quedó vestido y alborotado. Sin embargo, conoció a un jóven y capaz botánico, Aimé Bonpland, y ambos se dispusieron a investigar formas de viajar al Cercano Oriente, cruzando el sur de Francia. Cuando la cosa se puso fea, emprendieron a pie el camino a España. 

En casi todas las biografías de Humboldt, se considera como un golpe de suerte la forma en que logró de improviso el patrocinio de la corte del rey Carlos IV de España para emprender su gran viaje de cinco años por lo que hoy es Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, México y Cuba. 

Según la historia, el enviado de Sajonia ante la corte de Aranjuez se las arregló para hablar a favor de Humboldt ante el ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Luis de Urquijo, quien a su vez le endulzó el oído al Rey, y eso fue todo. En realidad, para un grupo de notables españoles que habían colaborado con Franklin y sus aliados en los últimos años, y que habían patrocinado una enorme movilización científica de las mejores mentes de España y de sus colonias durante ese período, la llegada de Humboldt fue providencial. Cuando Humboldt llegó, estaban a la defensiva, pero con él, su misión reviviría y reorientaría todos sus esfuerzos previos. 

Cuando los Borbónes de Francia, a principios del siglo 18, se convirtieron en la casa reinante, España inició su renacimiento económico. Para mediados de siglo, ya se habían traducido al español todos los trabajos de Jean Baptiste Colbert, el gran exponente de la industria y el desarrollo nacional bajo la Francia de Luis XIV, y se creaba la escuela de Economía Nacional. 

El más grande de los reyes borbones, Carlos III, que reinó entre 1759 y 1788, inclinó a España hacia la causa americana en la Revolución Americana y auspició la política de una mancomunidad hacia las colonias españolas en América, con el objetivo de romper el yugo de los intereses feudales en España, organizando una solución científica y económica para las colonias. 

Sus principales ministros fueron: • el conde de Aranda, a quien Carlos III envió como embajador ante Francia en los años de la Revolución Americana. Aranda se reunió con Franklin, con quien selló la cooperación franco-española para la causa americana, e incluso envió armas para los colonos; • Pedro Rodríguez de Campomanes, quien se convirtió en el corresponsal de la Sociedad Filosófica Americana de Franklin a fines del reinado de Carlos III; • José de Gálvez, ministro de las Indias, quien abolió el repartimiento, una forma de esclavitud de facto para los indios, en 1776, el año de la Declaración de Independencia de los EU. El sobrino de Gálvez, Bernardo de Gálvez, combatió a favor de la causa americana; Galveston, Texas, lleva ese nombre en su honor. 

Carlos III y sus ministros enviaron oleadas de científicos y expediciones a las colonias españolas. Quizá el científico más famoso de ellos fue el monje José Celestino Mutis, enviado en 1763 a Bogotá, capital de la Nueva Granada (lo que hoy es Colombia, Venezuela y Ecuador). Se convirtió en el botánico más eminente del hemisferio, sostuvo correspondencia con Lineo en Suiza, perfeccionó el estudio y el dibujo detallado de los especímenes botánicos, y fundó el primer observatorio astronómico en la América española. 

En 1783, dirigió la célebre Expedición Botánica de la flora del norte de Sudamérica, la mayor empresa de su tipo en su época. Aunque usualmente no se les recuerda, también hubo otras dos expediciones botánicas complementarias patrocinadas al mismo tiempo por la Corona española, la expedición de Ruíz y Pavón para estudiar la vida de las plantas en Perú y Chile, y la expedición del doctor Martín Sesse a México, California y Guatemala. 

En 1802 recorre el Perú y llega a Lima, En la parte final del presente post, hemos insertado una reseña de las impresiones de Humboldt sobre su viaje por Lima y el norte de Perú

Los estudios de Humboldt en Perú sobre el desarrollo de las culturas indígenas y la influencia hispana son de gran valor para la Antropología Cultural

La Oceanografía Física también se vió enriquecida con las observaciones y mediciones que hizo Humboldt sobre las aguas del Océano Pacífico en Perú, descubriendo la corriente marina que fue bautizada con su nombre "Corriente de Humboldt". 

El 15 de febrero de 1803, se dirige por mar hacia Acapulco, México, país que visita hasta el 7 de marzo de 1804. En México, Humboldt desplegó una gran actividad y sus principales estudios allí se refieren a la Geopolítica, Antropología General, Cartografía, etc. 

Humboldt organizaría su trabajo en la Nueva Granada, después de una larga estadía como huésped de Mutis en 1801. Se hizo amigo y después sostuvo correspondencia con el principal protegido de Mutis, Francisco José de Caldas. 

El interés de la Corona española por mejorar las técnicas mineras y las ciencias geológicas y metalúrgicas, no fue de menor importancia. Ejemplo de esto fue el despliegue de los hermanos Elhuyar, Fausto y José; españoles hijos de padres alemanes, a quienes el conde de Aranda envió a París, Mannheim y Leipzig en 1778, para estudiar lo más avanzado de las ciencias de la tierra en ese entonces. Sus investigaciones en Upsala, Suecia, en 1781, resultaron en el descubrimiento del tungsteno, lo que les dio renombre en Europa. En 1785, Carlos III le comisionó a Fausto organizar una misión de científicos y mineros alemanes para que introdujeran las técnicas mineras más avanzadas a todas las colonias. 

A Fausto lo nombraron director general de los Cuerpos Mineros Reales en la Nueva España. Cuando Humboldt llegó a México en 1803, se encontró con que su compañero de la Escuela de Minería de Freiburg en 1792, Manuel del Río, estaba a cargo de la dirección. 

Al hermano de Fausto, José Elhuyar, lo enviaron al Perú, donde creó un equipo de personas que incluía al botánico alemán Conde Nordenflict, quienes serían los anfitriones y colaboradores de Humboldt cuando éste estuvo en Lima a fines de 1802

A su vez, todas estas redes estaban ligadas directamente a Franklin y a la Sociedad Filosófica Americana. Uno de los rasgos menos conocidos de Franklin es que era un destacado hispanista, interesado en promover corrientes republicanas afines en la América hispana. En Filadelfia, Franklin sugirió formar una colección extensa de escritos de científicos e intelectuales hispanoamericanos. 

Por su parte, en la América hispana, destacados personajes promovían constantemente los trabajos de Franklin y de la Sociedad Filosófica, especialmente la Gaceta de Literatura de Antonio Alzate, en México; el Semanario de Caldas, en Bogotá; y el Mercurio Peruano de José Hipólito Unanúe, en Lima.

Alzate, naturista conocido como el primer científico experimental de México, tradujo y publicó los trabajos de Franklin sobre rayos caloríficos, óptica y ondas, y, después, se convirtió en el corresponsal oficial de la Sociedad Filosófica Americana. 

En los años que siguieron, Humboldt personalmente ayudó a hacer llegar documentos, periódicos y cartas de importantes figuras estadounidenses a México, Caracas, Bogotá y Lima. 

Punto culminante en Filadelfia Un punto culminante de los 5 años de viajes de Humboldt fue la propia Filadelfia de Franklin, a donde llegó en mayo de 1804. Tras escribirle al presidente Jefferson diciéndole que, “por razones morales, no puedo resistir no visitar los EU”, y solicitándole una audiencia, Humboldt se enfrascó en un agitado programa de reuniones y actividades con el núcleo de colaboradores de Franklin (1706–1790) en la Sociedad Filosófica Americana, que éste había fundado en 1743. Entre sus anfitriones, estuvieron el doctor Benjamin Rush, importante físico y firmante de la Declaración de Independencia; el doctor Benjamin Smith Barton, principal botánico estadounidense y autoridad sobre la cultura indígena americana; el doctor Caspar Wistar, director del área de anatomía en la Universidad de Pensilvania, fundada por Franklin, y principal autoridad sobre fósiles en América; y Andrew Ellicott, importante astrónomo y matemático estadounidense. De inmediato, eligieron a Humboldt como miembro de la Sociedad y posó en una fotografía para el célebre doctor Charles Wilson Peale. 

Justo un año antes, Jefferson había ordenado que se capacitara a su secretario personal, Meriwehter Lewis, para lanzar la famosa expedición de Lewis y Clark. Rush, Barton, Wistar y Ellicott se encargaron personalmente de capacitar a Lewis en técnicas de trazo de mapas, botánica, astronomía y medicina. 

Cuando Humboldt llegó a los EU, Lewis y Clark ya iban rumbo al río Misouri en la primera parte de su travesía de tres años. 

Para los seguidores de Franklin en Filadelfia, los recuentos de los estudios y viajes de Humboldt por Centro y Sudamérica les parecían caídos del cielo y se emocionaban ante la posibilidad de que la expedición de Lewis y Clark abriera todo el occidente continental, pero al autor de la expedición misma, el presidente Jefferson, le parecía aún más grandioso. Jefferson invitó a Humboldt a la Casa Blanca para sostener conversaciones y consultas detalladas. 

Humboldt partió para el Nuevo Mundo con no menos de 40 paquetes con instrumentos. Traía los diseños más avanzados disponibles de la Ecole Polytechnique de París, y Humboldt sabía como usarlos. 

Algunas de las descripciones que hace Humboldt de sus viajes son divertidas y a la vez inquietantes; una de las razones de su gran popularidad años después. 

Pero la interacción de Humboldt con las corrientes de Franklin y Carlos III en la América hispana, produjo tal explosión de mediciones e hipótesis nuevas, que se convertirían en una de las más grandes cosechas científicas de toda la historia. 

Entre sus logros más notables, descritos en los 30 volúmenes que, o escribió directamente, o hizo que otros elaboraran basados en sus investigaciones y las de Bonpland, se encuentran: 

-La elaboración de la primera representación gráfica de la medición transversal de altitudes para grandes masas de tierra. 

-Sus escritos y esquemas gráficos para representar la distribución espacial de la flora por zonas ecológicas, que fueron revolucionarios.

-Precisó más la idea de que las altitudes mayores en los trópicos se asemejan a las latitudes ascendentes hacia los polos: viajar 50 millas desde la costa de Ecuador hasta la cumbre de los Andes, era el equivalente, en términos de zonas de fauna y flora, a viajar 5.000 millas al norte o al sur. 

-Fue el primero en Desarrollar la teoría y el uso riguroso de los isotermas e isobaras para representar geográficamente extensas mediciones barométricas y de temperatura a través del tiempo. 

-Entre los cientos de mediciones geomagnéticas importantes que hizo, descubrió el “ecuador magnético” en Cajamarca, Perú (donde la aguja de su magnetómetro oscilaba de norte a sur).

-Estableció el valor raíz de las mediciones escalares geomagnéticas que se adoptaron a escala mundial, hasta que Gauss desarrolló una magnitud escalar absoluta en condiciones de laboratorio a fines de los 1830. Gauss prestó atención al abundante material de mediciones de Humboldt, y después trabajaron juntos en el establecimiento de la primera organización internacional encargada de recolectar información geomagnética, la Magnetische Verein (la Unión Magnética). 

-Humboldt también abrió líneas culturales e históricas de investigación. Sacudió a Europa al demostrar que las civilizaciones precolombinas habían sido civilizaciones avanzadas; que lo que parecían pueblos “primitivos” podría más bien reflejar la degeneración de culturas anteriores más avanzadas; que probablemente hubo un contacto transoceánico, en particular entre Asia y las Américas, en períodos que se remontan a varios miles de años atrás. Restituyó la imagen de Colón como navegante y explorador sin parangón.

Humboldt tenía 34 años cuando regresó a Europa en 1804, de sus 5 años de viajes por el Nuevo Mundo. Regresó a una Europa sumergida en la guerra durante su ausencia, de la cual no saldría en 10 años más. 

A Humboldt se le celebró en toda Europa por los exóticos sitios que visitó en sus arriesgadas exploraciones (en la prensa se informó de su muerte en varias ocasiones). Él escogió a París como su cuartel general durante los siguientes 23 años, a pesar de acusaciones de deslealtad a Prusia debido a las guerras napoleónicas. Pero Humboldt necesitaba los recursos intelectuales e institucionales que se concentraban en la círculos de la Ecole Polytechnique de París para publicar los 30 volúmenes de descubrimientos científicos y culturales de sus viajes. 

Al hablar ante una reunión expresamente convocada por el Instituto de Francia unos meses después de su regreso a Europa, Humboldt dijo: “Mi objetivo es recolectar ideas, más que objetos materiales. Una sola persona que, con medios moderados, emprende un viaje alrededor del mundo, debe limitarse a las cuestiones de mayor interés. Estudiar la formación de la tierra y sus estratos, analizar la atmósfera, medir con instrumentos sensibles la presión, temperatura, humedad, cargas eléctricas y magnéticas, observar la influencia del clima en la distribución de las plantas y animales, relacionar la química con la fisiología de los seres organizados, eran los objetivos que me había propuesto”. 

Humboldt cumplió con sus objetivos al publicar los resultados de su viaje, que incluían 1.425 ilustraciones y mapas, muchos pintados a mano. La empresa le costó a Humboldt lo que le quedaba de su fortuna personal. 

¿Por qué París? Esta era una pregunta que le haría su hermano Guillermo cuando en 1808 comenzaron las Guerras de Liberación de Prusia contra los ejércitos de Napoleón, y el propio hijo de Guillermo, Teodoro, iría después al frente. ¿Por qué permaneció Alejandro en la capital del enemigo?. El genio de Humbold fue usar las facilidades que le brindaba París —se hizo miembro de la Arcueil Society y, en 1810, asociado externo del Instituto de Francia— para consolidar su propia eminencia científica, mientras patrocinaba círculos científicos, tanto en Francia como en Alemania, que romperían con la opresión del newtonianismo de la Ilustración y restablecerían el método de Cusa, Kepler y Leibniz. 

Es cierto que Humboldt y Napoleón no eran muy afines que digamos. En una famosa reunión justo antes de que lo coronaran emperador en diciembre de 1804, Napoleón volteó a verlo y le preguntó, “¿Está usted interesado en la botánica, Monsieur?”. Humboldt contestó que sí. “Bueno, también a mi esposa”, fue la repuesta cortante de Napoleón antes de darse la media vuelta. 

En 1810, Napoleón le ordenó a Savary, el ministro de Policía, que expulsara a Humboldt de París antes de 48 horas, bajo la sospecha de que era un espía prusiano. La orden se canceló por la intervención del ministro del Interior, Chaptal. 

Durante sus primeros 10 años en París, Humboldt vivió en las habitaciones de la Ecole Polytechnique. Sus allegados, una generación más jóvenes que él, formaban parte de las primeras generaciones de graduados de la Ecole (fundada en 1794), cuando fue mayor el papel de Carnot ahí. Entre estos, se encontraba el químico Joseph Louis Gay-Lussac (1778–1850) y, en especial, Dominique François Arago (1786–1853). 

El trabajo de Arago, primero con Agustín Fresnel (1788–1827), en el establecimiento de la teoría ondulatoria de la luz, y después con André Marie Ampère (1775–1837), en el desarrollo del electromagnetismo.

En Alemania, Carl Friedrich Gauss (1777–1855) demostró la superioridad del método de Kepler sobre el de Newton en su famoso cálculo de la órbita del asteroide Ceres en 1801. 

En el invierno de 1806–1807, cuando ya Napoleón había asegurado una victoria aplastante contra los ejércitos prusianos en Jena, y la corte de Prusia huyó al este, Humboldt intercedió ante las autoridades francesas a favor de la Universidad de Halle, que Napoleón quería destruir en castigo a la pasión patriótica de sus estudiantes, y, en el último momento, la salvó. Las cosas cambiaron 7 años después, cuando los Aliados entraron triunfantes a París, a principios de 1814, y de nuevo fue Humboldt quien intercedió, ahora ante las autoridades prusianas, para salvar del saqueo al Museo de Historia Natural de Francia. 

En su obra maestra, Cosmos escribe: “Al sostener que la raza humana es una, nos oponemos al desagradable supuesto de que hay razas superiores e inferiores”. Algunos pueblos tienen mayor acceso a la educación y al “ennoblecimiento cultural” que otros, pero “no hay razas inferiores. Todas están predestinadas por igual a alcanzar la libertad”. 

No debería sorprendernos que la perspectiva contraria, encarnada por Charles Darwin, no tuvieran ningún tipo de aceptación durante los 30 años en que las ideas propuestas por Humbold en sus disertaciones de Berlín, consolidadas por la publicación de su Cosmos, se apoderaron de Europa. Darwin no pudo publicar El origen de las especies, por medio de la selección natural, o la preservación de las razas más favorecidas en la lucha por la vida, sino hasta 1859, año en que Humboldt murió.

Apartándose de manera radical de la “geografía descriptiva” convencional, que consideraba a la superficie de la Tierra como su dominio, Humboldt hizo una descripción detallada de los fenómenos celestes. Se extendió al recién descubierto fenómeno de las estrellas dobles, último resultado de la óptica astronómica y los fenómenos de interferencia, los volcanes en la Luna, los meteoros y las manchas solares. Su objetivo era integrar realmente al cosmos. 

En el trabajo que se desprendió de las disertaciones, escribió: “Al unificar, bajo una sola perspectiva, tanto los fenómenos de nuestro propio globo como aquellos que se presentan en regiones del espacio, abarcamos los límites de la ciencia del cosmos, y convertimos la historia física del globo en la historia física del universo”. 

En Cosmos, Humboldt dedica una parte sustancial del segundo volumen a examinar cómo se estimula el interés de la humanidad en el estudio de la naturaleza (toma como ejemplo el trabajo de los paisajistas, los que escriben sobre historia natural y el cultivo de plantas exóticas en los jardines), y concluye con una investigación acerca de “la diversidad de medios por los que la humanidad cobra posesión intelectual de una gran parte del universo”. 

En dicha “historia de la contemplación física del universo” Humboldt pide prestarle atención a la “inclinación presciente y a la vívida actividad de espíritu que animaron a Platón, Colón y Kepler”, e identifica a continuación un objeto de investigación de tres partes: “1) Los esfuerzos independientes de la razón por adquirir el conocimiento de las leyes naturales, mediante una consideración meditada de los fenómenos de la naturaleza. 2) Los acontecimientos en la historia del mundo que de repente ampliaron el horizonte de la observación [aquí, Humboldt toma como casos paradigmáticos las conquistas de Alejandro Magno y las exploraciones de Colón]. 3) El descubrimiento de nuevas formas de percepción sensible, así como el descubrimiento de nuevos órganos con los que el hombre ha podido acercarse más, tanto a los objetos terrestres como a las remotas regiones del espacio”. Aquí, Humboldt ahonda en la historia del desarrollo del telescopio, el microscopio, el compás y, “los diferentes artefactos inventados para medir el magnetismo terrestre, el uso del péndulo como medida del tiempo, el barómetro, el termómetro, aparatos higrométricos y electromagnéticos, y el polariscopio”. 

En resumen, escribe: “La historia de la civilización de la humanidad comprende en ella la historia de los poderes fundamentales de la mente humana, y, también, por tanto, los trabajos en los que estos poderes se han revelado en las diferentes áreas de la literatura y el arte. 

Durante la época de las guerras napoleónicas y los consecuentes bloqueos marítimos, era poco lo que Humboldt podía hacer para mantener su contacto con los círculos en las Américas. Pero siempre tuvo presentes los sentimientos que plasmó en su carta de despedida a Jefferson en 1804. Entonces escribió: “Me voy con el consuelo de que el pueblo de este continente marcha a pasos agigantados hacia el perfeccionamiento de un Estado social, mientras Europa presenta un espectáculo inmoral y melancólico. Me complazco en la esperanza de disfrutar de nuevo de esta experiencia consoladora, y simpatizo con usted en la esperanza. . . de que la humanidad pueda obtener grandes beneficios del nuevo orden de cosas que se verá aquí. . .” 

En los 1820, reafirmó su compromiso personal con la sobrevivencia y prosperidad de las nuevas repúblicas que surgían en todas las Américas. Humboldt era incansable en su correspondencia; llegó a escribir hasta 3.000 cartas al año, “enviadas a ambos hemisferios”, como él mismo decía. 

En 1821–1822, un grupo de financieros franceses abordó a Humboldt para que los asesorara en un gran proyecto minero en México. Humboldt vio esto como el trampolín para cosas más grandes, y le escribió a su hermano Guillermo sobre el proyecto: “. . . puede resultar útil para los mejores naturalistas que, como yo, quieran salir de Europa. . . Tengo un gran plan para un Instituto Central de Ciencias Naturales en México que serviría a toda la porción liberada de América. El virrey mexicano será remplazado por un gobierno republicano, y tengo en mente terminar mis días de la manera más agradable y, para la ciencia, la más útil. . . Este es mi deseo [énfasis en el original]. . . el reunir a mi alrededor a un grupo de letrados y disfrutrar de la libertad de pensamiento y de sentimientos tan indispensables para mi felicidad. . . Puedes reirte de mi proyecto mexicano, pero sin familia ni hijos, uno debe planear con antelación cómo hacer su vejez lo más llevadera posible. . . 

La inestabilidad política en México, y una transferencia sospechosa del cartel minero a Londres, evitaron que el plan fructificara. En cambio, Humboldt enfocó sus energías en regresarse a Berlín, en el lanzamiento de su Cosmos Manifesto (Manifiesto sobre el Cosmos), en las disertaciones en la Singakademie, en auspiciar la primera conferencia científica internacional, con 600 científicos (un proyecto personal de Humboldt), y en viajar durante 8 meses por el Asia rusa. En 1829, Humboldt aceptó una oferta del gobierno ruso para, finalmente, hacer un viaje al corazón de Asia Central. Se había afanado por conseguir el respaldo del gobierno británico para visitar el subcontinente Indio, cruzar los Himalayas y el Hindukush, y de ahí, el Asia rusa. Humboldt vio esto como el equivalente en el Viejo Mundo del alcance de sus viajes por la América española, 25 años antes. Pero los británicos se empecinaron en evitar cualquier proyecto humboldtiano que pudiera amenazar su control colonial, y obstaculizaron su petición. Los extenuantes 8.000 km de viaje de Humboldt en una sóla temporada, en carruaje y en bote, por los extensos territorios de Rusia, no obstante, rindieron una fuente inagotable de conocimiento científico y prefiguraron la perspectiva del desarrollo del “Puente Terrestre Eurasiático” actual. 

Desde los 1830, hasta su muerte en 1859, Humboldt se concentró de manera muy especial en preparar la siguiente generación de científicos e intelectuales de los EU, capaces de reanimar la promesa de los primeros años de la República estadounidense, que había resurgido por un breve período durante la presidencia de John Quincy Adams. Ahora, encaminándose a la Guerra Civil, esta generación enfrentaba condiciones internas adversas, y a gobiernos restauracionistas en Europa, todos hostiles a su sobrevivencia. 

La mejor óptica para ver el carácter de este período, es la relación de Humboldt con Alexander Dallas Bache (1806–1867), bisnieto de Franklin. Los círculos de la Sociedad Filosófica Americana (1836–1838) enviaron a Bache —graduado como primero de su clase en West Point en 1825, quien más tarde fuera director de Planimetría Costera y Geodésica Estadounidense, y fundador y primer presidente de la Academia Nacional de Ciencias— por 2 años a Europa, 1836–1938, para que trajera el trabajo científico y los métodos de enseñanza de los círculos de Gauss y Humboldt a los EU —a su regreso, fundaría la primera preparatoria pública de los EU al sur de Nueva Inglaterra y la Preparatoria Central de Filadelfia, en base a esos principios—. Bache visitó 278 escuelas de 7 países, así como también minas, canteras, fundidoras de hierro, talleres de teñido, gaseras y otros establecimientos industriales y de infraestructura. 

Bache comenta su primera visita a Humboldt, a principios de 1837, en su diario: “Fui a ver al barón Humboldt, con quien tenía una cita. Estuve dos horas con él, en las que la gran variedad de ideas y temas fue realmente abrumadora y lo dejé con dolor de cabeza [!]”. Humboldt lo puso en contacto con el encargado del Observatorio de Berlín para obtener mejores instrumentos de medición del magnetismo terrestre, y, más tarde, después de que Bache estuvo con Gauss en Gotinga, éste personalmente diseñó algunos de estos instrumentos para él. 

En su discurso magistral en ocasión de una ceremonia especial por la muerte de Humboldt en 1859, ante la Sociedad Americana de Geografía y Estadística, Bache transmitió la profunda influencia que Humboldt ejerció a lo largo de los años: “A él le encantaba hablar de la gente que conoció ahí [en Filadelfia, en 1804] y de la grandeza del país del que forma parte esa ciudad. Habiendo realizado la mayor parte de sus trabajos en este continente, esperaba verse recompensado por él, y sentimos que era. . . casi un americano”. En el mismo discurso, Bache reveló que Humboldt y Arago habían sido esenciales al intevenir en defensa de su trabajo en Planimetría Costera contra sus enemigos políticos en los EU a mediados de los 1840. 

Muchos alemanes, que huyeron de los Decretos de Carlsbad en Prusia hacia los EU, en la generación posterior a 1815, trajeron consigo los escritos y la influencia intelectual de Humboldt. 

Con el establecimiento de viajes regulares de barcos de vapor entre Europa y América en 1838, se volvió interminable el desfile de visitantes estadounidenses a Humboldt. Entre ellos, había patriotas que fungían de hecho como agentes de inteligencia a favor de la sitiada República estadounidense, como Samuel F.B. Morse y Washington Irving. 

Humboldt apoyó, por un lado, la Zollverein (Unión Aduanera) de Federico List y los primeros planes para construir el ferrocarril de Beuth y Rother en Alemania (convenciendo al rey Federico Guillermo IV de las bondades del proceso revolucionario del hierro fundido, de Von Krupp), pero también ayudó en la primera etapa del proyecto de construcción del gran ferrocarril transcontinental de los EU, posteriormente emprendida por Lincoln.

La vida de Humboldt, irradió una cualidad generosa al promover el trabajo de otros, sin considerar nunca una amenaza los logros ajenos, sino como otro paso en esta empresa más grande. Humboldt escribió: “La ciencia es el trabajo de la mente aplicado a la naturaleza, y aquello que se ha adquirido por medios tan diferentes —por la aplicación ingeniosa de los supuestos atómicos, por el estudio más general e íntimo de los fenómenos, y por el mejoramiento en la construcción de nuevos aparatos—, es propiedad común de toda la humanidad”. 

De igual manera, denunció la idea de que la prosperidad de otras naciones pudiese constituir una amenaza, más que un beneficio: el propio (un axioma de la escuela geopolítica británica de Mackinder y Haushofer que contribuyó sobremanera a las políticas británicas subyacentes que llevaron a la Primera y Segunda Guerras Mundiales). “Sería un prejuicio pernicioso, hasta impío diría yo”, escribió una vez, “el percibir que la decadencia o la ruina de la vieja Europa favorece el bienestar de cualquier otra región de nuestro planeta”. 

Uno de sus muchos visitantes americanos dijo que, “fui a Berlín, no a ver sus museos y galerías. . . su ópera y su teatro; sino para hablar con el más grande hombre del mundo: Alejandro de Humboldt”. 

Numerosos son los homenajes permanentes que Perú rinde a Humboldt, como el nombrar a su principal buque de investigación oceanográfica polar antártica como B.I.C. Humboldt. También, uno de los mejores colegios de Lima y Latinoamérica, es el Peruano - Alemán Alexander Von Humboldt. (Datos: Fuentes varias)

La Visita de Humboldt a Lima y el Perú en 1802:

"Navega por el Amazonas donde le sorprende ver en las riberas un gran número de plantas desconocidas aunque lo molesta el excesivo calor. En Hualgayoc, donde 3,400 hombres trabajan las minas de plata como hormigas, asume la gran riqueza de los Andes y aprecia el canto dulce del tordo y el turpial. La sensación es más fuerte en Pasco "donde el manto de plata se deja ver en la superficie a lo largo de 4,800 metros y ancho de 2,200, habiendo comenzado su explotación a principios del siglo XVI". Durante la marcha se asombra de haber logrado dormir en una pequeña choza con otras doce personas, importunadas sólo por los gritos en celo de los cuyes. En Jaén encuentra que los ríos Tamborapa y Chirinos arrastran mucho oro pero se lava muy poco. En cierta parte tuvo que pasar 36 vados con el agua que llegaba a la mitad del cuerpo de sus acémilas. El estudioso conoció a los jíbaros y los vio llegar a nado o montados a caballo en troncos de balsa, en línea recta sin que la corriente los desviara. Dijo que eran pequeños, de rostro vivo y carácter alegre. Los hombres hilaban y tejían ponchos marrones de ceremonia, porque solían andar desnudos. En Chulucanas admira los caminos del Inca, alineados, sin obstáculos, horadando la roca para no rodearla y con piedras cuadradas en los bordes. Sobre sus baños imperiales piensa que son el resto de una gran ciudad. Los señores del Cusco, escribe, descansaban en palacios. Huancabamba, indica, es menos grande que Ayabaca, pero de clima templado y suelo fértil. El cacao que se da en vainas grandes es de gran calidad. En Cajamarca comenta la magnificencia de sus iglesias que no tienen torres. Sobre la mansión de Atahualpa -que llaman el cuarto del rescate- menciona que está sobre una roca de pérfido tallado y dibuja muy impresionado sus nichos abovedados en los muros. Para él es censurable el maltrato que sufre su descendiente, Astopilco, quien vive en la miseria sin la pensión que le concedió el rey. Por falta de mulas se queda varios días y va a los baños termales. En el Tragadero distingue pequeños insectos semejantes a Nereides que tienen un tubo para aspirar el aire. El ingenio de los correos nadadores que se enrollan un pañuelo en la cabeza para llevar las cartas lo entusiasma. Mantienen la cabeza levantada y ninguna se moja. Entre sus dibujos resalta hermosa la buganvilia rosada. El gran número de perros sin pelo, que Buffon llama perros turcos y Linneo, Canis egyptius, le llama la atención. Nombra a Von Tschudi que habla de razas distintas. El más lindo es el Canis catabicus, completamente pelado con un mechoncito de pelos blancos en la frente y otro en el extremo de la cola. Bajando de Cajamarca a Trujillo avizora con alegría por primera vez al mar, "como un antiguo amigo", desde los cerros de Huangamarca, Contumazá. Sigue y encuentra valles sin agua que los chimu regaban con un extraordinario sistema de acueductos, censurando a los españoles por destruirlos. En Chicama conoce a Antonio Chayhuac, descendiente legítimo del último señor chimu Chasmuncachac, y encuentra olivos, caña de azúcar y trigo. Chan Chan todavía tiene muros altísimos. Otra vez, por falta de mulas, queda varado por unos quince días pero la ciudad le es grata con sus calles rectas. En la caleta le parecen notables los "caballitos" de totora, hechos con juncos en un lugar donde no hay árboles. En octubre reanuda su viaje en litera, a caballo y a pie. Hace sus observaciones astronómicas en las noches y determina la altura barométrica y la temperatura del agua entre Trujillo y Lima. El aire es caliente pero el mar es frío y, sin conocer esa lluvia diminuta que es la garúa, afirma que la gran frescura del clima en el litoral peruano, en pleno trópico, se debe a una corriente que arrastra las aguas frías de los mares polares hacia el Ecuador y es rica en peces y mariscos, propiciando bandadas de aves pescadoras. En sus dos meses de estancia en Lima se aloja en una casa junto al convento de San Juan de Dios -hoy plaza San Martín-, y describe su visita a la Catedral, el palacio de Torre Tagle, el Real Felipe, la bahía del Callao y las islas de San Lorenzo, Frontón y de la Peña Horadada. Para sus mediciones cuenta con un barómetro grande de un señor Luis Alva. Era un observador infatigable y gozó con el paso de Mercurio delante del astro solar, recibiendo una información de lluvias anormales en 1701, 1720, 1747, que lo acercó sin imaginarlo al fenómeno del Niño. En Europa creyó que iba a un país rico, mejor poblado y más cultivado. La realidad lo enfrentó a un país de desiertos áridos y montañas de nieve que ocupan sus dos terceras partes. Un país increíble "en el que se han construído enormes ciudades cuyo lujo vicioso lo infesta y lo arruina". En Lima no he aprendido nada del Perú, reseña. Más separada del resto que Londres esta Lima donde "un egoísmo frío gobierna a las personas". En ella advierte que el sentimiento cívico está muy apagado. No tiene elegancia y "en las noches la suciedad de las calles, con perros y burros reventados, estorba el tránsito de los coches." Al atardecer del día de Navidad aborda su corbeta, La Castor, y se aleja. No olvidará la majestad de los cóndores que resisten tremendas presiones volando entre cero y 7.000 metros, ni la belleza de los enjambres de colibríes en el norte. Poesía, exotismo, lujo, miseria moral que agrede más que la otra y una grandeza en las antiguas culturas que Lima no perdona." (Texto: Alfonsina Barrionuevo, elaborado sobre las notas del Diario de Viaje de Humboldt)

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