viernes, 5 de febrero de 2010

La Casa De Aliaga cumple 475 años como albacea de la tradición de Lima


Inadvertida en jirón de La Unión, frente a Palacio de Gobierno y a escasos metros del antiguo correo de Lima, se ubica una casa de importancia invaluable. Mixtura de estilos y exponente de un legado virreinal, esta residencia solariega resiste airosa el paso del tiempo gracias al esmerado cuidado de sus propietarios, cuyos descendientes habitan el inmueble por dieciséis generaciones.

Dicen que las casas transmiten el sentir de sus moradores, que las paredes albergan las tradiciones familiares y que los espacios reflejan el paso los años. Sin embargo, como lo afirmara el historiador José de la Puente Candamo, "esta casa de modo central es una memoria, un espíritu y una nostalgia"; pero no solo en el sentido familiar, también es albacea de un acervo cultural compartido, de la historia y tradición limeña que forma parte de nuestra identidad.

La casa, que acaba de cumplir 475 años, fue levantada en el solar que confirió Francisco Pizarro, a su amigo de armas, Jerónimo De Aliaga, cuando decidió levantar la capital de su gobernación, en el asiento del cacique (curaca) de Lima.

Pero, la propiedad De Aliaga no se circunscribe a 1535. Su historia data mucho más atrás, pues los cimientos que precedieron a su edificación se remontan también a una huaca. Como comenta el historiador Paul Rizo-Patrón Boylan, "los cimientos de la casa De Aliaga son muy anteriores, como una pequeña huaca perteneciente, quizás, a una deidad menor, de aquellas que circundaban un espacio abierto en la que fuera la casa de Taulichusco y que modernizara Pizarro al crear la casa del gobernador".

Aunque su construcción original se realizó a base de quincha y adobe, el paso del tiempo y los embates de la naturaleza, como el terremoto de 1746 que alcanzó una escala cercana a los 8.6 grados de Richter, obligaron su reconstrucción parcial, confiriéndole un trazo arquitectónico particular y heterogéneo.

Majestuoso esplendor

Tanto en la edificación, como en la decoración del solar, existen diferentes estilos artísticos: "Algunos elementos del renacimiento, otros manieristas, muchos barrocos, también neoclásicos pero todos los estilos europeos tamizados por nuestra realidad, por la adaptación que se hace en el mundo virreinal peruano y particularmente el limeño", indica Rizo-Patrón.

Los 18 ambientes que revisten de belleza el solar, así como las historias que rodean cada uno de estos espacios, no dejan de impresionar al visitante.

Las escaleras de acceso frente a la puerta principal revelan la sobriedad y elegancia del inmueble. Al mismo tiempo que el ascenso hacia el recinto rememora un privilegio solo conferido a los fundadores de Lima.

El hall superior alberga magníficas pinturas y es la puerta de acceso al Salón Dorado. Muestra importante del estilo neo barroco, está vinculado a la bonanza económica que trajo el boom del guano y que permitió importar mobiliario desde Europa.

"En ese salón tenemos un mobiliario estilo Luis XVI, además de muchos espejos dorados que fueron importados en el siglo XIX para seguir las tendencias de moda, que reforzaba el estatus del morador", agrega el historiador.

En el espacio céntrico del salón, se ubica un calentador dorado, que fue ganador de un premio en Paris por su diseño. Existen, además, elementos orientales que se añaden a la decoración.

"Estos elementos siempre han sido consumidos desde el punto de vista suntuario, como los grandes jarrones japonés que son regalos recibidos por el bisabuelo del actual descendiente que estuvo representando al estado peruano en Japón". Completan el ambiente, pinturas religiosas y retratos de familia, que engalanan la casa.

En el patio interior, se aprecian las galerías que lucen un conservado decorado sevillano, marco perfecto a las espléndidas pinturas de la escuela cusqueña.

La capilla familiar, una de las primeras edificaciones religiosas con las que contó Lima, conserva aún un crucifijo de marfil del siglo XVIII y la escultura del niño "Manuelito", infaltable en las casas de la época. Cuenta la tradición familiar que la propia Santa Rosa habría frecuentado el recinto.

Dentro de los espacios resalta el Salón de los Azulejos frente al cual se ubica la Galería Central que da acceso al imponte comedor que presenta un artesonado republicano finamente tallado.

Los estrechos corredores que circundan la casa, pasajes casi escondidos, fueron utilizados por el personal de servicio para recorrer el inmueble sin ser percibidos.

El área privada de la casa, habitada actualmente por Gonzalo De Aliaga y su familia cercana cuenta con ambientes del siglo XVIII impregnados de decorado contemporáneo. Estos espacios privados para la familia, poseen sala, cocina y dormitorios que le otorgan independencia a cada uno de los miembros.

Dieciséis generaciones

Don Gonzalo, posee el título de Conde de San Juan de Lurigancho, validado en España en salvaguarda de su tradición intangible como uno de los diez títulos preservados hasta la actualidad, de los 120 otorgados durante el virreinato. Afirma entusiasmado que el legado de sus antepasados está abierto al público por decisión familiar, comprendiendo la importancia histórica del inmueble.

"La casa, con los techos altos y los ambientes grandes, es muy agradable de habitar. Además de toda la decoración y los recuerdos de familia. Tienes una casa en la que han vivido, mis padres, mis abuelos, son ya dieciséis generaciones", comenta don Gonzalo De Aliaga.

Pero, sí durante la colonia y república la casa fue habitada por una familia extendida ¿cómo pudo la descendencia directa conservar por tanto tiempo el inmueble?

El historiador Paul Rizo-Patrón señala que esto fue posible gracias a la institución del mayorazgo, que confiere beneficio al hijo mayor varón. "Lo que se pretende es que en un momento dado, los bienes sean divididos en 15 partes, de estas, la mitad, aquellos bienes que se deseen preservar de generación en generación, pueden ser constituidos en mayorazgo, mientras que los demás se reparten proporcionalmente".

De esta forma, Jerónimo de Aliaga, constituyó un mayorazgo para su segundo hijo, el primero constituido dentro de su matrimonio. Con el correr de los siglos, en dos de las dieciséis generaciones, hubo mujeres que heredaron el mayorazgo. Al heredar, su apellido se anteponía al del marido, por imposición de mayorazgo. Esto permitió que don Gonzalo De Aliaga lleve el mismo apellido que Jerónimo De Aliaga.

Pese a que los mayorazgos se abolieron en el siglo XIX, el empuje por preservar la herencia patrimonial y el respeto a una historia en común, han hecho posible que se pueda mantener el inmueble.

Ante esto, don Gonzalo considera recomendable que todas las casas del centro histórico puedan preservarse con el apoyo de diferentes instituciones y/o con convenios que otorguen beneficios que hagan posible la preservación de los inmuebles. De esta forma Lima podría brindar una especie de corredor turístico de casas solariegas que pueda darle vida al centro histórico de la ciudad, patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
(Andina)

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