lunes, 28 de mayo de 2007

La Conquista del Imperio Inca

Imperio Inca


Protagonista esencial de la conquista del país de los incas fue Francisco Pizarro, un oscuro español natural de Medellín y que se formó como soldado en Tierra Firme a la sombra de Ojeda, Balboa y Pedrarias.

Participó en la fundación de San Sebastián de Urabá y de Santa María la Antigua, y se estableció luego en Panamá, donde oyó hablar de un país muy rico llamado el Virú o Pirú, que estaba al sur del golfo de San Miguel.

Para descubrirlo organizó una compañía con Diego de Almagro y con el padre Luque. El clérigo puso la mayor parte del dinero, aunque se convino repartir el botín por partes iguales. Fletaron una embarcación llamada Santiago y alistaron a 112 hombres, todo lo cual sobrepasó con mucho los 6.000 pesos que habían logrado reunir, quedando endeudados.

Con el barco y los hombres salió Pizarro de Panamá en 1524, mientras su socio Almagro se quedaba haciendo acopio de mayores efectivos.

Pizarro navegó hasta Puerto Piñas y Puerto del Hambre, donde además de infinitas penalidades cosechó siete heridas. Regresó a Chochama, en el actual Chocó colombiano encontrando allí a su socio Almagro. Este había partido tras él y llegado a Puerto Quemado, lugar en el cual trabó un gran combate con los indios del que resultó tuerto, por lo que se le conocería más tarde como Almagro el tuerto, para diferenciarle de su hijo Almagro el mozo, que también dio mucho que hablar.

Pizarro y Almagro no se desanimaron y prepararon la segunda salida, que hicieron en 1526. Llegaron hasta la costa de Barbacoas y Atacames. Ante el hambre y la hostilidad de los indios decidieron replegarse a la isla del Gallo. Aquí se quedó Pizarro con los soldados, mientras Almagro regresaba a Panamá por refuerzos.

Algún soldado descontento logró introducir en un ovillo un mensaje para el Gobernador de Panamá, don Pedro de los Ríos, informándole de los desastres. El Gobernador envió entonces a Tafur con orden de recoger a todos los hombres y llevarles a Panamá. Pizarro se negó a volver derrotado y tuvo un gesto que ha pasado a la Historia como característico de los conquistadores. Trazó una raya en el suelo con su espada e invitó a los que desearan aventuras y riqueza a pasarla. Trece hombres la cruzaron, los llamados "Trece de la fama": el resto volvió a Panamá.

Pizarro y sus compañeros se trasladaron entonces a la isla Gorgona. Allí esperaron pacientemente la resolución del Gobernador, quien finalmente autorizó los refuerzos. Llegaron en un buque pilotado por Bartolomé Ruiz. De los Ríos dio un plazo de seis meses a Pizarro para concluir su descubrimiento.

Pizarro embarcó a sus hombres en la nave de Ruiz y navegó hacia el sur. En 1528 costeó el resto de la actual Colombia y el litoral ecuatoriano, arribando finalmente a Túmbes. Era la antesala del imperio inca. Salieron a recibirle multitud de canoas.

Pizarro envió a tierra a Alonso de Molina y a un negro, para explorar. Luego mandó al artillero Pedro de Candía, que volvió contando excelencias del lugar: Había visto oro y plata a raudales, unos ovejos raros (las llamas) y vistosas ropas de algodón. Aseguraba, además, que en la ciudad había un convento con vírgenes (se trataba de las acllahuasi o escogidas del Inca).

Los españoles continuaron costeando hacia el sur y alcanzaron la desembocadura del río Santa. El viaje fue una sucesión de sorpresas maravillosas y los expedicionarios concluyeron que aquella tierra era aún más rica que la de los aztecas, cuya fama había corrido por toda América.

El 3 de mayo de 1528 regresaron a Panamá. Los socios dispusieron entonces exponer su descubrimiento al Emperador y lograr la capitulación de conquista de la tierra. Se encargó ir a España a Pizarro, quien partió llevando numerosos presentes: unas hachas con los cabos chapeados de oro, mantas finas de algodón, los ovejos, etc. El 26 de julio de 1529, firmó en Toledo la capitulación. Por ella sería nombrado Adelantado y Alguacil Mayor de Nueva Castilla (nombre con el que bautizó al Perú).

Almagro sería hidalgo y alcaide de la fortaleza de Túmbez y el padre Luque Arzobispo de la misma ciudad, a la que se había denominado ya la Nueva Valencia. El piloto Ruíz fue nombrado Piloto Mayor de la Mar Austral, Candía artillero mayor del Perú y los Trece de la fama fueron ascendidos a la hidalguía. Resultaba así que Pizarro se había quedado con la parte del león, dejando a sus socios las migajas.

Pizarro pasó por su ciudad natal para incorporar a la hueste conquistadora a sus hermanos Hernando, Juan y Gonzalo, a su hermano de madre Francisco Martín Alcántara y a una veintena de paisanos. Con ellos se trasladó a San Lucar, donde embarcó para Panamá. Al llegar a esta ciudad, tuvo varias diferencias con sus socios a causa de lo capitulado, pero todo se solucionó de momento, ante la perspectiva de la conquista.

La tercera y última expedición salió de Panamá a fines de enero de 1531 con tres navíos. Una vez más, Pizarro iba en vanguardia y Almagro se quedaba en Panamá reclutando hombres y comprando vituallas y armas para reforzarle. Pizarró repitió el recorrido del segundo viaje y llegó a Túmbes. Allí pudo comprobar todas las exageraciones de Candía y quedó decepcionado. La ciudad acababa de sufrir, además, los estragos de la guerra civil motivada por las diferencias entre Huáscar y Atahualpa.

Repuesto de la sorpresa decidió internarse en el país. Cruzó una zona desértica y arribó a Tanará, lugar en el que fundó la población de San Miguel, en julio de 1532. Dejó una pequeña guarnición y prosiguió al sur, hallando ya tierras bien cultivadas. En Caxas recibió al fin noticias del Emperador Atahualpa, quien había enviado varias comunicaciones. Se trataba de unos patos desollados con los que venía un mensaje que decía: "De esta manera os ha de poner los cueros a todos vosotros si no le volvéis (a Atahualpa) cuanto habéis tomado en la tierra". Pizarro hizo caso omiso de la advertencia y continuó, adelante, por lo cual recibió otro mensaje del Inca citándole en Cajamarca, donde pensaba acabar con los españoles.

Pizarro abandonó la costa y empezó la subida a la sierra. El 15 de noviembre llegó a Cajamarca. Se trataba de una típica ciudad incaica de sierra, totalmente abandonada. Se instaló en ella y empezó a estudiar su defensa para el momento en que arribara el Inca. No tardó en aparecer, pero no quiso entrar en la ciudad. Acampó en sus proximidades. Los españoles quedaron aterrados al ver un ejército tan numeroso.

Pizarro envió a sus hermanos a cumplimentar al monarca y uno de ellos hizo una exhibición para atemorizarle, lanzando su caballo al galope y frenando ante el mismo Inca quien, lejos de inmutarse, le dijo que al día siguiente iría a visitar a su jefe para exigirle la devolución de cuanto había robado a su pueblo.

El 16 de noviembre de 1532 Atahualpa se dirigió a Cajamarca, tal como había prometido. Iba en una litera de oro, rodeado de señores, y acompañado por unos diez mil indios. En vanguardia iba un escuadrón limpiando el suelo y colocando mantas sobre él.

El Inca llegó a la plaza principal donde le esperaba Pizarro. Se le acercó entonces el padre Valverde, capellán de la hueste, para leer el Requerimiento. Un intérprete, el indio Felipillo, fue traduciendo las palabras del sacerdote. El Inca interrumpió el discurso y dijo algo que el religioso interpretó como dudas sobre la fuente de autoridad de lo que decía, y señaló entonces la Biblia. Los cronistas Trujillo, Jerez, Estete y Ruiz de Arce coinciden en afirmar que Atahualpa tiró entonces la Biblia, lo que puso furioso al Padre, que se volvió indignado a Pizarro pidiéndole atacar.

El Inca Garcilaso nos da una versión bastante sensata del asunto y es que el indio Felipillo fue incapaz de traducir las palabras del Padre Valverde, pues no sabía español, ni quechua, ya que procedía de la isla de Puná. Además, había expresiones intraducibles hasta para el más experimentado políglota, como eran las de Santísima Trinidad, etc. por lo que el Inca se quedó tan asombrado que dijo "Atac", palabra que en su lengua quería decir "!Ay dolor!", lo que fue interpretado por los españoles como la orden de ataque. Esta última parte es poco creíble, pero no así la perplejidad del Inca al escuchar a un indio de Puná aquellas cosas tan extrañas y confusas.

Lo cierto es que en aquellos momentos sonó un tiro de arcabuz y se agitó una toalla blanca en el aire. Eran las señales convenidas para el ataque español. Pizarro se puso la armadura, se disparó la artillería, salieron los jinetes al galope por las calles y atacaron los infantes al grito de Santiago. Los indios se asustaron, como era de esperar, y Pizarro aprovechó el desconcierto para abrirse camino hacía el Inca, seguido de 25 soldados. Dio muerte a los guardianes y se apoderó de su persona, lo que aterrorizó a los naturales, que huyeron en desbandada. La batalla duró una media hora, que fue lo que tardó en caer el imperio inca.

Al día siguiente Atahualpa ofreció a Pizarro un rescate a cambio de su libertad: una habitación llena de oro y dos de plata. El Adelantado de la Nueva Castilla aceptó. Empezó a reunirse el tesoro, recogiendo metales preciosos en todos los templos del imperio.

Atahualpa fue luego procesado por haber mandado matar a su hermano, por incesto, ya que se había casado con su hermana, y por hereje contumaz al rechazar el bautismo cuantas veces se le propuso. Fue ejecutado el 26 de julio de 1533.

La resistencia inca prosiguió por parte de los quiteños, los más fieles a Atahualpa. Sus ejércitos, dirigidos por prestigiosos generales, intentaron salvar lo que quedaba del imperio. Pizarro se dirigió hacia Cuzco, donde tuvo un encuentro con las tropas quiteñas. Entró en la capital el 14 de noviembre del mismo año. Un enorme saqueo de los templos terminó con lo que quedaba del culto al sol.

El Gobernador envió desde allí una expedición para que descubriera y tomara posesión del lago Titicaca, del que tanto hablaban los naturales. El 23 de marzo de 1534, Pizarro ordenó repartir los solares de Cuzco a los nuevos pobladores españoles. La ciudad no sufrió los estragos de la guerra y siguió con su vieja traza incaica.

El conquistador del Perú no quiso instalar allí la capital de Nueva Castilla porque estaba muy lejos de la costa, lo que dificultaría recibir refuerzos en un momento determinado. Tornó hacia el litoral y en el camino fundó Jauja (25 de abril de 1534). Aquí hizo el primer reparto de encomiendas, bastante injusto, por cierto, pues desconocía la tierra, por lo que dio a unos mucho y a otros poco.

Luego se dirigió a la costa y a orillas del río Rimac, muy cerca de un puerto que pronto se conocería como El Callao, fundó la ciudad de Los Reyes el 18 de enero de 1535, verdadera capital de su gobierno y futura sede virreinal. Poco después, el 5 de marzo del mismo año, asentó Trujillo, en homenaje a su ciudad natal. Con ello se completaría el primer conjunto poblacional del Perú.

Las disparidades entre almagristas y pizarristas motivaron el asesinato del Marqués de Cajamarca en 1541, año que puede considerarse el término de esta conquista.


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miércoles, 23 de mayo de 2007

La Cultura Lima

Cultura Lima


300 a.c. hasta 600 d.c.

Esta cultura se desarrolló en los valles de los ríos Chillón, Rímac y Lurín. Por el norte llegó hasta el valle del río Chancay y por el sur hasta el valle del Mala, por el oeste colindó con el oceano pacífico y por el este, hasta las primeras estribaciones de la cordillera de los Andes “más allá de Santa Eulalia”.

Luego de la decadencia de Chavín de Huántar, las comunidades aldeanas de la costa central del Perú, se desarrollan en tres etapas hasta ser conquistadas por los Wari.


Estas tres etapas son denominadas: “Baños de Boza”, “Playa Grande” y "Maranga-Cajamarquilla-Nievería”. Estas etapas, se diferencian principalmente por su cerámica, de menor grado de desarrollo a más en la última etapa.

Los palacios y santuarios, se convierten en centros urbanos, se hacen tejidos de algodón y de lana de auquénidos. Durante esta época, se detectan dos tipos de enterramientos:

1) Común, en donde el muerto era cubierto con dos mantos, con pocos utensilios de cerámica y colocado el cadáver en posición horizontal y enterrado a 1 metro o 1,50 metro de profundidad.

2) Especial, el cadáver sobre una “parihuela” (especie de cama hecha con palos y cañas), envuelto con varios mantos decorados, “cara arriba” (cúbito dorsal), con diversos utensilios domésticos y de guerra y acompañado de otro cadáver, quizá sacrificado en su honor.

Como todas las culturas, la base de su economía fue la agricultura. Se cultivó: maíz, pallar, frijol, zapallo, calabaza, camote, maní, lúcuma, chirimoya, pacae, etc.

Construyeron dos obras de ingeniería que hasta el día de hoy sirven. El “Río Surco”, que no existe como tal y que es un canal de riego que lleva las aguas del río Rímac de Ate a Chorrillos, pasando por Surco, Miraflores y Barranco. La otra obra hidráulica, es el “Canal de Huatica”, que lleva las aguas desde La Victoria hasta Maranga.

Está demostrado que la pesca fue otra de las actividades importantes de la cultura Lima.


Julio R. Villanueva Sotomayor, escribió al respecto:
“Lo más curioso es que, además de las especies de pesca artesanal (
pejerrey, corvina, cojinova, liza, etc), también se han encontrado restos de pescado que sólo se consigue en cardúmenes que se hallan a 100 o 200 metros de profundidad, como por ejemplo, el machete, la sardina, la anchoveta y el bonito. ¿Cómo lo hicieron?. No se sabe. Eran grandes buceadores, de eso no hay duda. Sacaban conchas de mar de hasta 8 metros de profundidad, las que servían como objeto decorativo. En todos los palacios se las ha encontrado en gran cantidad”

Por su posición estratégica, Lima se convirtió por esa época en un gran centro comercial. La Cultura Ichma, del valle de Lurín, comenzaba a imponer a su dios

Pachacámac en la mitología andina, produciéndose un peregrinaje inusitado hacia el templo ubicado en dicho valle.

Julio R. Villanueva Sotomayor, nos dice al respecto:
“Con justa razón, un historiador llama a esta etapa de la Cultura Lima como “cultura impersonal”: ya de todos”

Además del templo de Pachacámac en el valle del río Lurín, en la zona costera correspondiente al hoy distrito de
Miraflores, se encuentra la Huaca Pucllana o Pugliana y corrompido el nombre en vocablo español “Juliana”, que parece ser el más importante luego del de Pachacámac.


Florecimiento Regional 

De los 300 años a.C. hasta los 600 años d.C., aproximadamente, fue la época del florecimiento regional, caraterizada según Julio R. Villanueva Sotomayor:

“…porque las culturas rompieron drásticamente con los rezagos de la influencia religiosa y estilística chavinoide y crearon su propia personalidad histórica”. “Convivieron con las culturas de transición del formativo final, traspusieron la valla temporal de los comienzos de la era cristiana y florecieron, perviviendo 6 siglos durante ésta. Tuvieron, en total, una presencia histórica de 9 siglos o novecientos años”.

Una de las características de esta etapa de florecimiento regional, fue que las culturas “cerraron sus fronteras” fomentando una tendencia de marcado aislamiento cultural. No así para sus vinculaciones comerciales entre sí y con Mesoamérica. No querían influencias culturales para no perder su identidad.

Pachacamac 
Territorio Cultura Lima



Huaca Pucllana





jueves, 17 de mayo de 2007

El Idioma Quechua

Extensión del Idioma Quechua


El quechua o quichua (de qhichwa «zona templada») es un continuo dialectal extendido por la zona occidental de Sudamérica que, considerado como un único idioma, es la cuarta lengua más hablada en América y la lengua nativa más extendida del continente, seguida del guaraní y luego el aimara.


Las constituciones de Bolivia, de Ecuador y del Perú estipulan a sus respectivas lenguas nativas -entre ellas el quechua- como segundas lenguas oficiales después del español (oficiales en las zonas donde predomina u oficiales en su territorio).


Quechua y quichua son transcripciones al español de la palabra qhichwa ('zona hirviente'). La vocal "i" tiene el alófono [e] cerca a una consonante uvular ['qeʧwa]. Esto se mantuvo en la mayoría de dialectos, salvo en los de la rama IIB, donde el fonema "q" ha sido reemplazado en todo caso por el oclusivo velar, eliminándose el alófono [kiʧwa]. La palabra qhichwa se usa especialmente para aquellos valles de clima benigno, eje económico y civilizador de los Andes.

Otro autónimo del idioma es runa šimi ("habla popular"). Esta denominación corresponde a su original función de lingua franca entre las diversas naciones del centro del Perú. Así mismo, el aimara era llamado jaqi aru, que era un símil de runa šimi.


Luego de la conquista, el término runa sufrió una aculturación, ya que se tergiversó su sentido original de "ser humano" y se usó para designar a los nativos en contraposición a wiraqutra (ya en sentido aculturado), que se usó para designar a los españoles. Es así que runasimi se traduce como lengua de indios, es decir, cualquier lengua nativa, para diferenciarlas del español (kastilla simi; misu simi).

El quechua desciende del protoquechua, lengua que se habló en la costa y sierra central del antiguo Perú en sus formas Yungay y Chinchay según Alfredo Torero, y que luego se fue expandiendo hacia el sur como lingua franca en reemplazo del aimara.



Cuando los incas iniciaron la conquista del Chinchaysuyo, adoptaron esta lengua para sus asuntos administrativos (si bien ellos hablaban el puquina) e impusieron su aprendizaje en las diversas provincias de su imperio, sin que esto significara que dejaran de lado las lenguas vernáculas. Algunos pueblos de la selva que mantuvieron contacto comercial con los incas resultaron también influenciados por el quechua.


Fray Domingo de Santo Tomás, quien llegó al Perú en el primer equipo de frailes dominicos que trajo Fray Vicente de Valverde en 1538, fundó el Convento y ciudad de Yungay el 4 de agosto de 1540 y durante su tarea evangelizadora aprendió la lengua de la región central de Peru; predicando en su lengua a los nativos de los actuales Departamentos de La Libertad, Ancash, Lima, Ica, Apurimac, Huancavelica, Ayacucho, Junin y Huanuco.


Después de haber ejercido un fecundo apostolado en aquellas provincias, el 24 de junio de 1545 Fray Domingo de Santo Tomas fue elegido Prior del Convento del Santísimo Rosario de Lima. En 1560 publicó en Valladolid su Gramática o Arte de la Lengua General de los Incas o los Reyes del Perú. Ese mismo año daba a luz su lexicón o Vocabulario de la Lengua General del Perú llamada "Quichua". Probablemente dio este nombre haciendo referencia a su zona de origen.

Durante el Virreinato del Perú, los misioneros católicos emplearon este y otros idiomas locales para evangelizar a los indígenas; se escribieron varios manuales (artes) de este y otros idiomas importantes, como el aymara, el mochica o el guaraní, así como catecismos. Ello permitió que aumentara su influencia sobre los pueblos andinos e incluso se emplee por pueblos amazónicos. Sin embargo, la acelerada expansión del quechua, la carencia de un ente regulador y la influencia del español o las lenguas vernáculas intensificó la diversificación del mismo.


Hacia 1680 se editan las obras Rapto de Proserpina... y Uska Pawqar, el hijo pródigo de Juan de Espinoza Medrano, El Lunarejo, dándose inicio al llamado Siglo de Oro de la literatura quechua. Durante este periodo se compone la obra Ollantay.

Luego de la derrota de la rebelión de Túpac Amaru se inició el declive de las élites andinas y la formación de un estigma social contra el idioma que prevalecería aun después de la independencia.

La derrota peruana en la Guerra del Guano y el Salitre de 1879 propició el resurgimiento de élites andinas, especialmente en el Cusco, epicentro del resurgimiento del teatro quechua.

Hacia el siglo XX el teatro cedió paso a la poesía y a los estudios científicos modernos del quechua. Los principales protagonistas de esta época son los lingüistas Rodolfo Cerrón Palomino y Alfredo Torero y el literato José María Arguedas, entre muchos otros.

En los años 1950, la migración rural propició un acelerado proceso de reemplazo de las lenguas indígenas por el castellano como lengua materna en toda América Latina. El siglo XX significó también la oficialización del quechua en Bolivia, Ecuador y Perú y la implementación de programas de educación bilingües (hasta entonces, la educación estatal se daba sólo en español).

Este idioma se habla a lo largo de los Andes y algunas zonas de la amazonía y la pampa, vale decir, en
Perú, el departamento de Putumayo y en Aponte Nariño (Colombia), Ecuador, Bolivia, el noroeste de Argentina y en la comuna de Ollagüe (Chile).

En Ecuador, el idioma es usado en la región andina, especialmente donde se asientan comunidades indígenas. En Argentina, el quechua (denominado quichua) es hablado en áreas rurales de la provincia de Santiago del Estero y por grupos kollas en las provincias de Salta y Jujuy, también por inmigrantes de origen boliviano.


sábado, 12 de mayo de 2007

Reino Nazca

Cultura Nazca


Se desarrolló en la provincia de Nazca de la región Ica, su ciudad capital fue Cahuachi, a orillas del río Aja – Quebrada Nazca, uno de los brazos del río Grande.

Su área de influencia por el norte fue hasta Pisco, por el sur hasta Arequipa y por el este hasta Ayacucho. Desde el siglo VI d.C., aumentaron sus contactos con la zona andina, llegando inclusive hasta las zonas altas de Ayacucho. Este contacto tuvo especial importancia en la formación del Estado Wari.

Lo más impresionante de esta cultura es su cerámica policromada, con figuras de hombres, animales, plantas, etc. En muchas de estas cerámicas, se representan a hombres mutilados, lo que hace suponer que realizaron sacrificios humanos “en ceremonias religiosas o bélicas” (Julio, R. Villanueva Sotomayor, lib. cit.).

El trabajo en metales era inferior a los hechos en Chavín de Huántar, pero tenían estilo propio. El arte textil floreció tanto como en la época de los Paracas.

Mención especial, son los trazos efectuados por los Nazca en las Pampas de Nazca y en otros sitios de la costa sur del Perú. Los trazos conocidos como “Líneas de Nazca”, se ubican en una zona geográfica con pocas precipitaciones, lo que demuestra conocimientos de geografía, y meteorología.

Como dato sumamente interesante y que refuerza la teoría del conocimiento meteorológico de los Nazcas, Julio R. Villanueva Sotomayor, nos dice: “En ese sito, las temperaturas llegan a 45°C; pero de día las piedras absorben el calor y de noche lo devuelven al medio ambiente, evitando la presencia de contrastes en la presión atmosférica y, por ende, los fuertes vientos”.

Estos trazados, según lo han comprobado estudios como los de Maria Reiche y otros investigadores no tienen relación alguna con la astronomía sino más bien son ceques o marcas territoriales para la distribución de las tierras de cultivo y el agua (según las últimas teorías hay canales subterráneos debajo con esas forma, lo cual no se ha podido comprobar por lo titánico de la tarea), los cuales se pueden observar desde lo alto de los cerros cercanos al valle.

La economía nazquense estaba basada en la agricultura y ésta fue intensiva y un ejemplo para la posteridad de cómo resolver el problema de tierras eriazas en la costa. El sabio Antonio Raimondi sobre esto, dijo: “En el subsuelo de Nasca existe agua subterránea, pero, hallándose ésta a la profundidad de 4 o 5 metros, no puede servir para el riego de los terrenos. El río, comúnmente sólo tiene agua corriente durante 40 días en el año; de manera que, por más de 10 meses, Nasca carecería de agua si no fuera por los trabajos emprendidos por los antiguos indios”.

Los antiguos nazquenses, construyeron acueductos para poder tener agua todo el año; obras que por otro lado debieron significar un gran esfuerzo físico, organizado y dirección técnica de ingenieros hidráulicos. Sus tomas se encuentran en las alturas de Nazca y toman por infiltración las aguas subterráneas para llevarlas a la ciudad. Los acueductos más importantes, son: Ocaña, Matara, Uchulla, Tejeje, Bisambra, Aja, Curve, Llícuas, Soisnaguito, Copara y la Achirana. Villanueva nos dice que “actualmente se han contado hasta 42. Tienen más de 5,800 metros de extensión. Con ellas se podría atender las necesidades de 2,000 hectáreas de tierras de cultivo en limpio”.

Los principales cultivos de Nazca, fueron:
maíz, frijol, calabaza, zapallo, yuca, maní, ají, guayaba, lúcuma, pacae y algodón.











viernes, 4 de mayo de 2007

El Reino Moche - Cultura Mochica

Señor de Sipán


Se desarrolla en el período 200 a.c. a 700 d.c.


Para denominar esta gran cultura, existen muchos nombres, Max Uhle, la denominó “Cultura Proto Chimú”, Julio C. Tello la denomina “Cultura Muchik” y los arqueólogos modernos prefieren denominarla “Cultura Moche” o “Cultura Mochica”.


La zona de influencia, comprende los valles de los ríos La Leche, Reque, Saña (Lambayeque), Chicama, Moche, Virú (La Libertad), Santa, Nepeña, Casma y Huarmey (Ancash). Tuvo “penetraciones en la sierra de Cajamarca (Pacopampa) y Áncash” (R. Matos). El área directa de influencia es de aproximadamente 7.000 kilómetros cuadrados.

Las primeras aldeas del formativo de esta cultura se encuentran ubicados en la desembocadura del río Jequetepeque, en el lugar denominado Dos Cabezas; en este lugar aparece la cerámica doméstica de estilo Virú, conjuntamente con cerámica ritual Mochica.


El núcleo principal de esta cultura estuvo asentado en el valle del río Moche. Ahí se asentó una ciudad sagrada y la sede del gobierno Mochica. Los principales restos de esta ciudad son las Huacas del Sol y de la Luna. Otros asentamientos importantes son Galindo y Pampa Grande.

Segúm Julio R. Villanueva Sotomayor, la minoría urbana (10.000 habitantes) dominaba a la mayoría campesina (300.000 habitantes) y les exigía tributos en especies y trabajo.

El rasgo más importante de la cultura Moche lo constituye su inigualable cerámica. Dice Federico Kauffman Doig: “Esto se debe a su abundante cerámica figurativa, tanto la de tipo histórico como la de tipo pictórico”. Con mucha razón, Hork Heimer ha dicho que representa todo un “diccionario ilustrado”.

El carácter realista de la cerámica Moche ha hecho que ella sea fuente invalorable para el conocimiento de la vida de este pueblo. La cerámica mochica usó la pasta fina y dominó el control de oxidación en la quema. Como todas la culturas peruanas, la agricultura fue su principal actividad de subsistencia.


Tuvieron perfecto control del maíz, “de mejor calidad y rendimiento que sus antecesores”. Sus cultivos fueron frijol, mandioca, ají, maní, pallar, calabaza, lúcuma, pacae, chirimoya, etc.

Para la siembra de los productos anteriores, los mochicas manejaron obras hidráulicas de gran magnitud y fue una de las mejores de la antigüedad. Los agricultores de esta cultura, abonaron sus terrenos de siembra con guano de las islas, que sacaban de las islas litorales.

La pesca fue otra actividad mochica importante, que practicaban a bordo de sus caballitos de totora, con ellos los mochicas se internaban mar adentro varios kilómetros; pero antes, ya los pobladores tuvieron vocación náutica, y explotaron los recursos marinos, incluso los obtenibles únicamente por buceo a profundidad. Del mar extrajeron pejerrey, liza, bonito, corvina, cojinova y otras especies marinas. Le dieron valor agregado al pescado secándolo salado, que era comercializado con otras culturas.

Sus tejidos eran de algodón y de junco; e intercambiaban para obtener lana de auquénidos. Le dieron mucha importancia a las relaciones comerciales con otras regiones, por ello construyeron una red intrincada de caminos por donde se movía la carga a lomo de llama de una “especie costeña más fuerte que la serrana”. Intercambiaban sus productos por otros que necesitaban.

Socialmente, estratificaron la sociedad mochica: la sociedad mochica era piramidal: en la cúspide se encontraba el rey y su corte, que controlaba el gobierno, y dividida a su vez en ciudades cuasi estado, y panacas o casas reales a la manera que lo harían los incas. Y en la ancha base, los campesinos, el ejército y los siervos. El Estado era elitista, dominante y opresivo.

“La sujeción económica, política y militar se había hecho más sistemática, más organizada y más fuerte” (Julio R. Villanueva Sotomayor, “El Perú en los tiempos antiguos”, Empresa Editora Nacional S.A.C., Lima, Perú, pág. 106).


La sociedad moche, tuvo un ejército poderoso y guerrero; tenían un alto sentido de Seguridad Nacional. Los militares moche, convivían con los sacerdotes teniendo ambas castas control de la sociedad.

A esta cultura pertenecen los restos del “Señor de Sipán”, encontrados en 1989 por el arqueólogo peruano Walter Alva Alva, director del Museo Tumbas Reales de Sipán de Lambayeque.

Teresina Muñoz – Nájar escribía en la revista “Caretas” de julio del año 1999, lo siguiente:
“Los huacos moche relatan aspectos cotidianos de su vida. Cómo sembraban, qué cazaban y qué comían. La cerámica utilitaria hallada en las diversas tumbas indica el modo en que cocinaban. Cocían los alimentos al vapor, los hervían, los asaban en pachamanca o los maceraban. A esta época legendaria se refiere la creación del cebiche, plato típico peruano consistente en pescado crudo cocido con frutos ácidos y aji. Jamás emplearon el aceite (no lo conocieron pese a que pudieron haberlo hecho de maní o maíz) y no hay rastros de que frieran con grasa de animales. Un vistazo pues a lo referenciado y descrito en la iconografía de los huacos moche y algunos safaris gastronómicos al norte del país sirvieron para reconstruír la mesa dominguera del Señor de Sipán. Cebiche de lenguado con ají limo cocido en jugo de tumbo, cuy en ajo y chicha de jora, cocido lentamente en olla de barro, untado con maní, caracoles (de tierra), guisados en tomate y culantro, frejoles en punto de miel de algarrobo saborizados por el caldo y la carne del sajino fresco, langostas, cangrejos y langostinos aderezados con hierbas del campo, son, entre otros, los platos que conforman la carta de este festín moche”.

Teresina Múñoz Nájar, Revista "Caretas", julio de 1999
Otro acompañante de la sociedad mochica, era el perro; parece que existieron dos tipos de ellos; el perro de caza, que era carnívoro y por tanto tenía sus molares perfectamente desarrollados y el casero, que era menos carnívoro y por tanto no tenía desarrollados sus molares. Una de las aficiones de los señores mochica, fue la cacería; a ella asistían con sus perros que acorralaban a la presa. El perro parece ser que migró con los primeros hombres por el Estrecho de Beringia y convivieron con el hombre en su larga marcha hacia el desarrollo. Un perro moteado, referido en los mitos orales como Fanun, aparece acompañando al dios gobernante Quismique en la batalla del mar en la iconografía de los huacos moche.


Los mochica han legado dos historias iconográficas en la cerámica de sus huacos que se repiten en las tradiciones orales de la zona, "la batalla de los objetos", cuando los utensilos domésticos (es decir los artesanos y la casta servil) se rebelan contra los nobles, y "la batalla del mítico gobernante dios" contra los dioses-gobernantes del mar y del subsuelo para finalmente lograr un equilibrio binomico entre ambos reinos con una relación que recuerda al hanan y al hurin usados luego por los incas.







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